EL NO LA QUERÍA LLAMAR, EL EXTRAÑABA SU PRIMER AMOR, PERO LA VIDA LE CAMBIO CUANDO UNA CHIQUILLA QUE SUFRÍA EN MANOS DE SU PROPIA SANGRE AÚN TEMEROSA DIJO ALÓ, CAMBIÁNDOLES LA VIDA A AMBOS DE UNA MANERA QUE NINGUNA INTUÍA Y COMO EL DESTINO ES CAPRICHOSO, LOS JUNTO EN UNA HISTORIA CON ENREDOS Y MUCHO AMOR
Leer más—¿Y si voy de blanco? — Preguntó ella.—Es muy directo.—Tienes razón, mejor voy de negro, conseguiste lo que te pedí, me imagino —Claro princes, esta venganza no sería épica sin eso, ya los veo corriendo a buscar los baños más cercanos.—A eso súmale, otros detallitos, esa boda va a ser memorable, pero por otra cosa, nadie va a poder olvidarla jamás.—Mira que Bastián, se anotó una, eso de desviar la caravana del circo—Mientras doblaba el cuello de un lado a otro, se sentía estresada, con el peso del mundo sobre ella, no era fácil organizar una venganza y seguir siendo la asistente novia falsa de Bastián.—A él se le hace fácil, ya que lleva queriendo hacer esto antes que yo, es un genio, ni imaginas los planes que tiene.—una enorme sonrisa apareció en su rostro, no podía evitarlo, era algo por lo que no tenía control.—Deberías dejar de ser tan obvia—Ahora, ¿Yo qué hice? — Mirándolo con detenimiento. — Antuhant, se posicionó detrás de ella y acaricio sus hombros para quitarle el
—Gracias por la invitación, Ivanna, muy amable de tu parte —mientras caminaban por el centro comercial, mirando una que otra tienda—Sí, claro, entremos a esta tienda, me gusta su nueva colección —la hizo entrar a una de las más prestigiosas, por ende, la que más costaba, después de todo era una simple asistente.Caminaron viendo cada una de las prendas, ella solo señalaba las que quería y se las iban juntando. Una sonrisa de satisfacción se le dibujó, cuando observó que Elizabeth, miraba prenda por prenda, sin escoger ninguna.—Todas son bonitas, pero no el color que quisiera— Si, claro como no, pensaba Ivanna.—¿Qué color quieres? Tal vez tenga stock.—Uno de color negro, a Bastián le gusta de ese color en mi cuerpo—No sintió vergüenza, no sintió falta de pudor, era la verdad, estaba observando un vestido muy escotado cubierto con pedrería.—Señorita, tenemos en color negro.—Perfecto, dame en negro y este color piel. También buscaré unas sandalias que hagan juegos, bolsos, no po
—No sé cómo le hiciste, así que deja este teatro de una vez por todas. Maldita la hora en que caí en tu juego, resultaste más zorra de lo que pensaba.—¡Suéltame! O grito —le increpó a su padre, o bueno, al hombre que la engendro—, Zorra, tu hijita, que se le metió por los ojos a quien era mi novio. Desde el fondo de mi alma, les deseo a los novios tanta desdicha como la que viví yo siendo parte de la familia Montiel.Sebastián Montiel hizo el ademán de querer levantar la mano para golpearla, pero aquel acto fue detenido por Bastian, quien lo miró con furia, con ojos inyectados de un rencor inimaginable, aún después de todo lo que había hecho en contra de Elizabeth, se atrevía a querer golpearla.—Nunca más en su maldita vida, se atreva a levantarle una mano a Elizabeth, porque juro que no respondo y me olvido que es un anciano.—¿Cómo la llamaste? — Su voz salía entre cortado, horrorizado de que sepa la verdad.—Sé todo de ella, así como sé todo de usted, viejo, miserable, pero tranq
—¿Cómo estás?—La verdad, extrañándote, nadie puede derrotarme jugando a las carreras.—Pero bueno, ya estoy de regreso.—Tu tono de voz se siente, no sé más. ¿Alegre? Parece que las cosas te están yendo bien.—No sé si alegre, pero sí me siento mejor que otros días. Bueno, vamos por esa partida, vamos tres a dos y tal vez podamos ver lo que el viento se llevó, la puedo exhibir si conversamos en una reunión virtual, tranquila, sin vernos las caras.—Así es mejor.…—No sé si andas suspirando por tu dichoso y supuesto novio o el señor N, te oí conversando con él, mujer, andabas maldiciendo al mando del videojuego.—No digas eso, bueno, si es que con el señor A, hasta me olvido que soy una señorita bien portada que ni siquiera eructa.—No me cuentes esas cosas, mujer, un poquito de amor por mis dulces oídos, por favor, no sé cómo puedes hablar con un extraño de esa manera.—No es un extraño, es el señor A.—Ni que fuera un personaje de comic, pero bueno, entonces si tus suspiros no eran
HORAS ANTES—¿Qué hiciste qué? Mujer era coquetear un poco, no, hay, preciosa. ¿Te enamoraste?—¡No! Claro que no, solo que no sé la verdad. Tengo claro que aún odio a Franco, de eso estoy segura, pero cuando Bastian me besó la primera vez la otra noche.—¿La otra noche? Mujer, yo soy tu almohada, tu pepe grillo, no puedes lanzarme una bomba como esa, así nomás.Elizabeth, estaba sentida con todo lo que estaba pasando, ya ni sabía que estaba hablando, solo necesitaba desahogarse y Antuhant estaba siempre ahí para escucharla, para entenderla y jalarle las orejas si era necesario. Pero en esta ocasión sabía lo que le diría.—Sí, me besó hace unos días, nunca me había sentido de esa manera ni cuando era novia de Franco.—Del perro dirás, mujer, esos son de rasa diferente y está claro quién es el chusco. Mujer, ese hombre te vuelve loca. Si no fuera así, no te hubieras entregado a él, pero ¿qué vas a hacer? Después de lo que pasó entre ustedes no va a ser fácil, se supone que la primera
—No lo hagas—Lograba susurrar, mientras él se apoderaba de su cuello, metiendo su mano por debajo de aquel vestido que lo había vuelto loco desde que se lo vio puesto, cada abertura, cada espacio que no cubría su piel, la deseo desde el momento uno, le costó tanto contenerse, pero verla bailar así, frotarse así con ese sujeto, lo saco por completo del autocontrol que estaba inútilmente mantener.—Eso dices con tu boca, pero su cuero grita otra cosa, tus manos me están recorriendo como mi boca lo hace con tu cuerpo.Un gemido salió de su boca, cuando él mordió sus pechos por encima de la tela del vestido y con la otra mano lo acariciaba con tanto ímpetu, que la estaba desestabilizando, ella trataba de no demostrar esas ganas que le tenía, su dignidad no la dejaba, pero ahí estaba él tratando de llevarla al límite, aun abismo sin retorno.—Por fa— no terminó la frase, cuando él le subió el vestido casi al borde de sus pechos, para besar cada parte de su piel, le separó las piernas de go
—Parece un edecán y no mi asistente, no sé cómo permití que venga vestida de esa forma.—Mire, creo que no todos piensan lo mismo, tengo dos tarjetas de presentación y solo tengo media hora aquí—Bastián tomaba su trago de un solo golpe, estaba que hervía de los celos, todos los hombres en esa sala la observaban con lasciva, eran miradas perturbadoras, que lo hacían rabiar y hablar con esa misma, claro que lucía hermosa, más que perfecta, su belleza sumada a esa caballera de fuego le daba un toque exótico, tenía que alejarse y confundirse con la gente, porque de lo contrario no iba a poder contenerse.—Sí, claro, cómo no, tengo cosas más importantes que hacer y ni se le ocurra socializar con nadie aquí, para eso estoy yo ¿Entiende?—Sí, señor, claro que entiendo.Se alejó de ella, también porque había visto a un viejo socio, uno que le interesaba mucho hacer negocios en un futuro.—Alejandro Winston, no pensé encontrarte aquí.—Bastián Barbieri, la cabeza de Barbieri Enterprise, qué g
Ninguno puede resistir, ella olvida todo, cuando él la obedece y la besa, hasta enredar su lengua con la de ella.—Me estás volviendo loco— Sin dejar de besarla o acariciar su cuerpo de manera desesperada.—Y yo ya lo estoy—No me quiero detener, me lleno de celos viéndote con ese tipo—Bajando por su cuello, dejando besos húmedos en el camino.—No te detengas—Abrió los ojos como dos platos, cuando esa boca con la que había soñado en secreto, se apoderaba de sus pechos, nunca antes había permitido que alguien llegara a ese punto, pero lo olvido cuando sentía un calor llegar hasta todo su cuerpo, nunca en su vida alguna sensación se comparaba con esa.—Quiero hacerte, mía, necesito hacerlo — Tomándola de la mejilla, viéndola a los ojos, con un brillo de lujuria en ellos, ella respondió metiendo sus manos dentro de su camiseta, era inexperta, pero era como señales silenciosas que sabía que debía seguir. ¡Por Dios era virgen! Pero estaba ahí, dispuesta a perderla con el hombre que la enfa
—Señor, señor, ya vamos a aterrizar, debería despertar a la señorita— Bastián al abrir los ojos, se había percatado que había dormido durante horas y horas, él es un hombre que, desde la muerte de su esposa, había tenido problemas para conciliar el sueño, sin embargo, dormir a lado de Elizabeth, había sido como la cura para muchos de sus males, definitivamente debía admitir que esa mujer había cambiado su mundo, se sentía avergonzado cuando se dio cuenta de que estaba con la mano enredada con la de ella, se alejó y se levantó, se paró delante de Elizabeth y empezó a despertarla.—Señorita, Afer, ya despierte.—¿Me quedé dormida? Pero, ¿cómo? —mientras estiraba los brazos y restregaba, la cara con ambas manos—Disculpe, no sé cómo pasó, es que no dormí bien—Eso no importa, le digo que ya vamos a aterrizar. Debería ir al baño a lavarse la cara, está hecha un desastre.—¡No! Esta cosa todavía no aterriza, no pienso mover yo, me perdona usted, pero no puedo.—No sea escandalosa o dramátic