Los nervios se apoderaron de ambos; para Bastián, era como sentirse otro y no un hombre de negocios, de temple de acero, un hombre hecho y derecho, un hombre de carácter frío, era el cual en este instante temblaba de los nervios.—Yo, lo siento—Balbuceó o eso se le entendió.—¿Cómo te encuentras? —respondió ella de manera tímida, luego de sentarse sobre el borde de la ducha, aun con la toalla sobre su cuerpo. Tal vez no debió; sin embargo, por algún extraño motivo, necesitaba hacerlo.—Creo que aquella noche estaba muy ebrio. No recuerdo ni lo que dije, si dije algo que la ofendió, lo siento mucho. Te ofrezco disculpas, no me quiero justificar, pero era una noche.—Alguien que querías murió en esa fecha, ¿verdad? Eso lo sorprendió, no esperaba el haber revelado tanto, no sabía sin cortar la llamada y dejar el tema ahí sin escarbar más en su dolor, uno que aún se sentía tan reciente sin importar los años, se sentía que nadie lo entendía o menos preciaba su dolor.—No creo que
—Dime que tomaste, aunque sea un café, mándame una foto, quiero ver si estás bien vestida.—Por Dios que, sobre protector, Antuhant te dije que vivieras conmigo, pero no quisiste.—Porque tienes que aprender a perder tu timidez, además quiero que todo salga bien y no mientas que suenas normal, pero por dentro debes estar temblando producto de los nervios.Eran tan extraño que una persona la conociera tan bien en cuestión de semanas, claro que estaba nerviosa y hasta casi temblando, no se abrazaba a sí misma solo porque no quería que el vestido se arrugue, suspiro profundo y le mando la fotografía que le había pedido sin contestar a su pregunta, solo faltaba que le diera la bendición.—Te dejo, que tengo que tomar el bus—. Justo, cuando salía a todas prisas, vio frente al departamento un auto muy bonito que preguntó por ella. —¿Un taxi por aplicativo Antuhant? Solo queda agradecerte, supongo, pero no lo vuelvas a hacer, no gastes dinero en vano conmigo.—Nada de dinero, yo solo lo pedí
—¡Me llamaron, me llamaron!—Lo sabía — Mientras se recostaba sobre el marco de la puerta que daba a la habitación de Elizabeth.—Gracias por prestarme tu teléfono como número de contacto, pero suenas muy seguro, con esa cara de quien no rompe un plato, me dice que algo has hecho.Antuhant puso cara de ofendido, se llevó una de sus manos con la palma abierta sobre su frente.—Está bien, lo confieso, no iba a dejar que te arrebataran la oportunidad. Me pare en la entrada y distraje a las postulantes diciéndole que ya el trabajo estaba tomado y se fueron por donde vinieron, así de fácil.Ella lo abrazó de manera efusiva, estaba contenta, feliz era el primer paso, no le importaban los métodos pocos ortodoxos de su amigo.—Tampoco me abraces tanto, que parezco, pero no lo soy. Vamos a cenar y así celebramos tu triunfo.Por un instante se iba a negar, pero luego pensó en que era algo casi como el primer ladrillo para construir la venganza en contra de aquellos que la lastimaron, los que no
—¡¿Cómo se atreve?! —En mi defensa, usted empezó ofendiéndome, tratándome como si viniera este lugar a pescar algún partido o al mejor postor. Debe aprender a respetar para que lo respeten, además no es para tanto, solo fueron unas gotitasTratando de distraer el tema, estaba inflamada y roja. Él se tapaba la nariz y a la vez trataba de conseguir algo con que detener la hemorragia provocada por aquella. Chiquilla que solo le traía dolores de cabeza y ni siquiera pasaban cuarenta y ocho horas desde que la conoció. Se fue al baño y trató de arreglarse, ya había dejado de sangrar, pero era evidente que algo había pasado.—¡Maldita loca! Eso es lo que es esa tipa, parezco un esperpento, por lo menos es una excusa perfecta para salir de este lugar y no permanecer en el mismo espacio que ese usurpador y el blandengue de mi padre.—Hermanito, ¿quién te atropello? Qué carita por Dios—Quedándose en el marco de la puerta, algo sorprendido por el aspecto de su “Querido hermano menor” Pero le a
—Te lo dije, lastimosamente los hombres somos muy básicos y la mayoría es fácil de interpretar, te lo digo yo que soy hombre.—Me veo bien.—Sí, niña, ya van como cien veces que te lo dije, ve y comete el mundo, me avisas cualquier cosa, las chicas también están ansiosas.El vestido blanco que traía puesto, tipo sastre, era hermoso, elegante y adecuado para la secretaria de CEO de una trasnacional tan reconocida. Nunca pensó que el hombre que creyó amar fuera tan básico y cayera rendido sin siquiera ella pronunciar una palabra.—El poder del dinero.—¿Qué dices?—Nada olvídalo, me voy, un taxi viene por mí.—Yo seguiré soñando con Afrodita, aún quedan tres horas para abrir el salón y un día martes no son muy movidos—Mientras abrazaba su almohada y la otra la ponía entre las piernas, cerrando los ojos, entre murmullos y estirando la mano le decía a ella que era hora de marcharse, ella suspiró profundo, tomó su pequeño bolso, se vio por última vez al espejo.Mientras, al otro lado de la
—Cuéntame de ti, preciosa. Para mi padre eres una vieja amiga, pero en realidad no sé de dónde salió este ángel tan hermoso.Lo que Elizabeth quería gritarle es que—Soy la estúpida a quien engañaste, la estúpida hermana de tu prometida, soy una idiota que te creyó una vez y sobre todo soy la que va a hacer que pierdas todo, maldito hijo de perra.—Viví en el extranjero mucho tiempo y luego regresé a mi país. Mi amigo me había hablado de las empresas Barbieri y dije "Voy a probar suerte, pero tu hermano es un poco como decirle difícil de llevar".La mirada de Franco está puesta en estudiar su rostro, era algo que no podía evitar, era su tono de voz, su mirada, movía la cabeza negando es que le hacía recordar a alguien, pero no sabía a quién, por un instante paso por su mente aquella muchachita que había dejado por seguir sus ambiciones, pero la descarto rápido, era demasiado inocente como para ser la persona atractiva, osada, sensual delante de él. Era imposible que esa mujer tan enér
—Quiero atraparla con el celular, con la Tablet, conversando o llegando luego de su hora y no lo consigo, busco alguna falla en las cartas que le mando a redactar, alguna reunión no programada ni siquiera la que digo que ya no quiero, logra acomodar todo para no quedar mal parada, nada se le escapa, cuando la vi y oí hablar con los chinos juro que quería reírme, porque pensé que se veía ridícula, pero como ellos respondían e interactuaban me daba cuenta de que era lo contrario a lo que pensaba.Él trataba de pensar alguna manera de sacarla de ahí, pero nada parecía que lo hiciera mal, aunque hoy era el último día de entrenamiento, puesto que se quedaría sola, esperaba que a partir del lunes no tuviera otra cosa que hacer más que equivocarse.—Señor, su café, tal como me indicó—. Entraba ella tocando antes de entrar, ni eso hacía mal, se giró y lo endulzó ligeramente con un toque de leche. Elizabeth tenía una sonrisa de suficiencia que nada podía hacer para que desaparezca, sabía que
—Es una reunión muy importante, el futuro de mi empresa depende de esta reunión.—La empresa de los Barbieri se refiere usted—Sin una mueca de sonrisa o burla, era como rostro de póker, no podía reclamarle nada porque estaban a punto de ingresar a salón escogido para la ocasión, de pronto a lo lejos aparece Franco e Ivanna, Elizabeth se tensa y sin querer casi choca con su jefe.—Compórtese y le repito: no cometa alguna torpeza.—Si, señor, como ordene, permítame que voy a revisar que todo esté perfecto como usted requiere.—Recuerda que ya tienes un straig y estoy ansioso porque cometas un error.—Y yo por demostrarle que se equivoca—Se marchó contorneando las caderas enfundadas en ese vestido negro que le llegaba dos dedos por arriba de las rodillas, con escote profundo en la espalda y el frente todo cubierto, su cabello de un lado con esos pendientes dorados la hacía ver elegante, sexy y el foco de muchas miradas, algo que enfadaba en demasiado a Bastián.—Esta mujer viene a trabaj