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—¡¿Cómo se atreve?!

—En mi defensa, usted empezó ofendiéndome, tratándome como si viniera este lugar a pescar algún partido o al mejor postor. Debe aprender a respetar para que lo respeten, además no es para tanto, solo fueron unas gotitas

Tratando de distraer el tema, estaba inflamada y roja. Él se tapaba la nariz y a la vez trataba de conseguir algo con que detener la hemorragia provocada por aquella. Chiquilla que solo le traía dolores de cabeza y ni siquiera pasaban cuarenta y ocho horas desde que la conoció. Se fue al baño y trató de arreglarse, ya había dejado de sangrar, pero era evidente que algo había pasado.

—¡Maldita loca! Eso es lo que es esa tipa, parezco un esperpento, por lo menos es una excusa perfecta para salir de este lugar y no permanecer en el mismo espacio que ese usurpador y el blandengue de mi padre.

—Hermanito, ¿quién te atropello? Qué carita por Dios—Quedándose en el marco de la puerta, algo sorprendido por el aspecto de su “Querido hermano menor” Pero le a
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