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—¡Mi bebe! ¡No, dios mío, mi hijo! — gritaba Ivanna, mientras trataban de sedarla.

—Cálmate, Ivanna, por favor, no te hace bien, aún sigues delicada.

—Perdí a mi bebe, cuñada, perdí a mi hijo —se sostiene de la cintura de Elizabeth, hasta que el sedante hizo el efecto esperando.

HORAS DESPUÉS

—¿Cómo sigue ella?

—Aún no despierta después del sedante. La hubieras visto, amor, está destrozada. Perder un hijo, no quiero ni pensarlo.

—Sí, pues, te dejo, voy a ver a mi hermano

—Bastián, ¿Estás bien? —Tratando de acercarse a su novio, pero este se alejó raudo, su cabeza era un lío y no quería terminar desquitándose con quien no debía.

—Teniendo a mi hermano en coma, no es fácil de asimilar, no importa cuán mal nos llevemos o cuando lo destete, sigue siendo mi sangre, creo que me entiendes.

—Padre, trata de descansar un poco, yo me quedo con mi hermano.

—Me cuesta tanto verlo así, como si durmiera, no sé cómo pudieron chocar contra ese árbol. Es como si la vida se ensañara con nuestra fami
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