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—¿Dónde se supone que vas?

—Lo siento, pero son asuntos que no me es permitido revelarle.

—¡Soy tu maldito jefe y te exijo que me digas dónde vas!

Explotando de un momento a otro.

—¡No me grite! Es mi jefe, no mi esclavizador, aunque muchas veces se le olvida en qué época vivimos.

—Le dije que me respete, soy su jefe, no un tonto practicante.

—¿Pide respeto? Antes de pedir, debe dar lo mismo, respete para que lo respeten. A mí no me va a tratar como le dé la gana, aprendí en esta vida que no puedo vivir a punta de miedo, con su permiso o sin su permiso, digamos que son órdenes superiores.

—¿Vas con mi hermano, cierto? — Sujetándola del brazo, de manera ruda e innecesaria, otra vez siendo espectadores algunos empleados del área.

—¿Le gusta ser el centro de atención?, nos están viendo, ahora gracias a ustedes van a estar comentando y pensando cosas que no son — Él no se había dado cuenta en que momento la había sujetado, ella tenía ese poder de hacerlo en ser irracional, un ser que no e
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