—Señor Barbieri, me siento halagada y a la vez intrigada sobre su llamado.—Toma asiento, claro, te entiendo— No era un buen día para Gabriel Barbieri, el patriarca del clan, se había sentido cansado de hacía casi una semana, por eso no había ido a la empresa desde hace días.—Muchas gracias.—Voy a ser franco con usted. Quiero pedirle un gran favor, que tal vez te sorprenda, pero es sabido que mi hijo mayor Franco está próximo a tomar un cargo en presidencia y necesito una secretaria tan eficiente como tú para que sea su mano derecha—¡No! — Fue lo primero que salió de su boca, casi como un grito, trató de recobrar la compostura cuando se dio cuenta de que podría ponerse en evidencia. —Disculpe, me refiero a que no puedo. Yo soy relativamente nueva en la empresa, hace cerca de un mes, del cual la mitad fue con entrenamiento. No soy la persona realmente capacitada para algo como eso, hay muchas responsabilidades.—No soy del tipo de hombre que halaguen a sus empleados, pero contigo
—Cuando me lo dijeron, dije, tiene que ser una broma, pero verte aquí, de verdad, es una alegría que puedo explicar.—Gracias, señor—es lo único que ella podía decir, detestaba tanta la sonrisa de suficiencia que se cargaba Franco, lo único bueno que podía estar lejos del ogro—Todo sea mientras en recursos humanos consiguen una nueva empleada a quien pueda asesorar en lo poco o mucho que puedo saber.Ella le hablaba, pero él solo veía, él escote de su vestido traje, veía sus caderas infundadas en esa ropa que le quedaba como guante, era como si algo extraño lo atrajera hacia ella, era sus ojos, el hoyuelo en su mejilla derecha tal cual lo tenía ella, aquella mujer que, para su cabeza, no fue práctica, podría haber dado el mundo a sus pies, pero se rehusó por minucias tontas.—No me gusta que me digan, señor, pero a ti te lo paso. Voy a dar una vuelta por la empresa, puedes quedarte organizando, no sé lo que tenga que organizar.—Señor, debería revisar la agenda de hoy, verificar l
Ella miraba el reloj, esperaba que marcaran las cinco en punto, estaba cansada, ese día había sido más que agotador, no sabía cómo haría como dos semanas en ese trayecto de ir y venir, los hermanos Barbieri la volvían loca, cada uno con su manera de ser, uno por relajado y otro por ser demasiado exigente, pero con este último debía admitir que de alguna manera le gustaba como se retaba a sí mismo, como se esforzaba, como nunca descansaba, siempre buscando una solución sin importar que esto signifique estar importunándola con sus exigencias absurdas.—Ahora quiero el número sesenta y siente—Pero le traje el sesenta y seis y sesenta y ocho tal cual me indico.—Ahora quiero el sesenta y siete y no quiero que andas cruzando ni de chiste a la oficina de mi hermano, tu tiempo es mío hasta tú lo has dicho.—Es insoportablemente buen presidente— Dijo entre dientes, mientras como si una carrera se tratara, tomo su bolso y salía corriendo, podía escuchar como la llamaba, pero sabía que ya ha
—No te necesito, puedes irte con Franco, no creo que tengas problema en acatar mi orden— No era capaz de mirarla, trataba de disimular supuestamente leyendo unos papeles, no había podido dormir bien la noche anterior, de solo pensar que dejo ir una parte de Sam solo, así como así.—Pero se supone que …—No discutiré contigo al respecto, sigue una orden, soy tu jefe después de todo y lo seguiré siendoPor algún motivo que desconocía, la indiferencia, la frialdad, la tenía sin poder creerlo, tan afectada de una manera que no quisiera, lo prefería, obstinado, apasionado hasta gritándole, no así, parco y sin emociones.—Como usted diga SEÑOREstá molesto, sin embargo, no había un motivo ¿Por qué la mando a trabajar con alguien más? ¿Se sentía rechazada? Su mente y su corazón era un torbellino de sensaciones extrañas.—Se supone que eso está bien, para que nadie te ande molestando con sus cosas de hermanos estúpidos y ególatras, cálmate Elizabeth, recuerda, si eso, recuerda, mejor voy a ve
—La veo muy apresurada.—Señor Barbieri, no haga eso.—¿Qué hice?—Acercarse como un fantasma y asustarme, además guarde sus distancias como usted dice QUE NO SOMOS IGUALESÉl estaba tan cerca, que su aliento chocaba con la piel en su cuello, haciendo que los bellos de este se erizaran, su corazón latía tan rápido al tenerlo así de cerca, pero eso era algo que se negaba a admitirlo ni para ella misma.—Habla como si yo le apestara o tal vez …—¿Tal vez qué? —Ella giró el rostro, para inmediatamente arrepentirse, sus labios estaban tan cerca, nariz con nariz.—La ponga nerviosa—No bromee con eso ¿Nerviosa a causa de usted? No me haga reír, con su permiso o sin él, me retiro—Pero antes de dirigirse al ascensor le dijo—Y si lo estuviera seria por lo mal que me cae y que su cercanía me da fastidio, solo lo soporto porque es mi jefe y yo solo una empleada y antes que me refute como lo quiere hacer, son las cinco y dos eso significa que estoy fuera de mi horario de trabajo, otro día se q
—No puedo seguir con esta farsa, no sé cómo puedes pedirme que sonría cuando me acaban de decir que se van a casar y ninguno tiene un ápice de culpa en sus rostros, ambos me traicionaron, ella sabía quién era él para mí. ¡Soy su hermana mayor! ¡Soy su sangre!Le gritaba con desesperación, con rabia y con el dolor que la traición que acaba de sufrir le daba. A eso le sumaban la risa burlona del hombre que se supone debía protegerla y acogerla bajo su ala, del hombre que decía ser su padre y que al contrario solo parecía ser su peor enemigo.—Eres demasiado estúpida Elizabeth, no entiendo que vio ese muchachito en ti, es entendible porque prefirió a Ivanna, acéptalo por el bien de tu familia, tu hermana está embarazada y si hubieras sido más mujer él no hubiera tenido que buscarla para que le dé lo que todo hombre desea, ahí ves las consecuencias de tus actos, solo tú eres la culpable y tú lo mojigata que eres, sabes que dejarte de hacer el ridículo, solo das vergüenza, ya deja esa pos
—Hermanita, te veo muy contenta hoy y ese milagro. Seguro saldrás con tu noviecito ese. — Entrando en su habitación, mirando todo a su alrededor, con el mentón elevado, como menos preciando cada cosa que Elizabeth representaba.—Ivanna, no empieces y sal de mi habitación, por favor., no sé cuántas veces te lo tengo que repetir, no me gusta que entres aquí — Sentía la mirada burlona de su hermana menor sobre su espalda, pero lo que no se esperaba es que al salir esta cerrara la puerta con llave, Elizabeth no creía lo que pasaba, corrió inútilmente a tratar de abrir la puerta, pero era imposible, mientras gritaba el nombre de aquella chiquilla que una vez más disfrutaba humillándola, ofendiéndola, burlándose de ella de la forma que sea.Pensó en su adorado novio, no quería que la esperaba en vano. Así que tomó su desgastado teléfono.—Baby, lo siento mucho, no llegaré a acudir a la cita, tuve inconvenientes.—Está bien cariño, para otro día será, hablamos más tarde, voy a ver a mi tía
—Bastián, por favor entiéndeme, llevamos meses con este asunto, sabes muy bien que he anhelado tanto esto, también es mi sangre, tu sangre, tu hermano mayor.Tratando de aplicar a su corazón, a su lógica, a su raciocinio, pero era en vano, como hacer que alguien que toda la vida creció para hacer esa compañía crecer, un hombre que lucho por ese puesto, cada parte de esa empresa tenía su sudor y lucha en ella, él era un hombre que perdió lo más preciado por esa compañía y aun así seguía de pie a la cabeza, un hombre que perdió lo más preciado, lo único que le quedaba era aferrarse a aquello por lo que tanto lucho y no iba a permitirse perderlo por alguien que carecía de talento, de alma y corazón y peor un aparecido que no tenía un ápice de conocimiento ni siquiera para sacar copias.—Padre, no entiendes como me siento, pretendes que le dé un puesto directivo a ese aparecido, a un tipo que solo es tu hijo porque esa prueba lo dijo, un tipo con ínfulas de principito que no sabe ni atars