No podría ser verdad, en su cabeza, aquellas palabras, aquella conversación que oyó, daba vueltas una y otra vez.—¿Quién es ella? No entiendo ni una mierda de lo que ha pasado, pero solo una persona me puede dar respuestas.No estaba Elizabeth, así que muy a su pesar era Franco quien podía aclarar la oscuridad que reinaba en su mente.—Tenemos que hablar.—No tengo nada que hablar contigo, déjame en paz Bastián— Tomando un trago de whisky para luego arrojarlo contra la pared, se sentía frustrado, con rabia, engañado, maldecía no haberse dado cuenta antes, pero luego empezó a reír, como si se le hubiera salido un tornillo o la ferretería completa, un trago, otro trago y Bastián presenciando todo en silencio, era como ver una casa de naipes caer lentamente.—Sigue, no te preocupes.—¿Soy tu payaso? Te dije que te fueras, pensé que te habías ido, déjame tranquilo.—¿Qué te hicieron? — Franco intentó acercársele, pero ya el licor para el que tenía poca tolerancia estaba en su sistema,
—Hable con mi padre, no hay problema con eso.—Como usted diga.—¿Se siente bien? — Acercándose a ella, quien estaba sentada dentro de su oficina. Elizabeth no podía creerlo, estaba tan tranquilo, no explotaba, no la atacaba. En cambio, se mostraba dócil, demasiado manso, lo cual era totalmente contrario a su personalidad.—Sí, señor, ¿Está enfermo? —Toco su frente para verificar que no tuviera fiebre.—No, pero gracias por preocuparte—Acariciando su mano, para bajarla, era algo torpe, pero según él estaba intentando conquistarla, pero, aunque quería actuar natural, verla a los ojos de esa forma, estaba siendo tan hipnótico que por poco y perdía la noción de su propósito.—Mejor me retiro a hacer mis deberes.—Vas a caer, te lo aseguro, Elizabeth, vas a caer y cuando eso, pase, le demostraré a mi querido hermano, que yo también le puedo quitar lo que tanto ama, ¡Maldita sea, estás tan hermosa! No sé qué me pasa, vamos, Bastián, sabes qué quieres, vengarte del desgraciado que dice se
—Esta es una tontería, una locura, una verdadera estupidez. Un hombre como yo, el CEO de una de las empresas más emergentes del país, no puede estar vestido de esa forma y mucho menos metido en un lugar como este, parezco desactivador de bombas de la DEA ¡Maldición! Vamos, Bastián, cálmate, recuerda que esa mujer debe creer que has cambiado, que eres el idiota que está interesado en ella, puedes con esto y más.—Se demora demasiado ahí en el baño, ni que fueran cien piezas que ponerse.—Ya salgo. Disculpa— Tuvo que decir, por un lado, sentía que estaba haciendo el ridículo, pero, por otro lado, una parte curiosa de su personalidad salió después de mucho tiempo, siempre metido entre papeles, entre contratos y personas de saco y corbata, lo tenían en su zona de confort, nunca ni estando con Sam pensó por su cabeza que esta era una manera de quitarse la ira o intentarlo.—Se ve bien.— dijo ella, tratando de contener la carcajada que quería salir explotando de una vez.—Puedes reírte, si
—¡Estás mal de la cabeza, Ivanna!—Mañana, la prensa tendrá noticia, “Amorosa pareja no repara en demostrar su amor en la vía pública”. “Esta pareja, a punto de casarse, no contiene las ganas”. Cariño, la prensa ya debería saberlo, me voy a casar con un heredero Barbieri.—Agradece que no te puedo hacer un escándalo como mandarte a volar, agradece que si acabo de ver al maldito reportero tomando fotografías—. Mientras la tomaba de la cintura, a lo lejos podría decirse que es una hermosa y cariñosa pareja saludándose.—Mi cielo —acariciando su mejilla—No te pongas agresivo, que sabes qué es lo que hay. Ambos estamos sin opciones, tú haz tu papel de esposo y padre y yo de tu futura esposa y madre de tu primogénito, un heredero, más bien el futuro, dueño de todo algo, así como el rey y yo seré la madre del rey.Ivanna había deshecho la idea de perder a su hijo, después de todo se encargaría de administrar una fortuna inimaginable si su querido suegro muriese antes de tiempo.—¿Tú crees
—Señor, señor, ya vamos a aterrizar, debería despertar a la señorita— Bastián al abrir los ojos, se había percatado que había dormido durante horas y horas, él es un hombre que, desde la muerte de su esposa, había tenido problemas para conciliar el sueño, sin embargo, dormir a lado de Elizabeth, había sido como la cura para muchos de sus males, definitivamente debía admitir que esa mujer había cambiado su mundo, se sentía avergonzado cuando se dio cuenta de que estaba con la mano enredada con la de ella, se alejó y se levantó, se paró delante de Elizabeth y empezó a despertarla.—Señorita, Afer, ya despierte.—¿Me quedé dormida? Pero, ¿cómo? —mientras estiraba los brazos y restregaba, la cara con ambas manos—Disculpe, no sé cómo pasó, es que no dormí bien—Eso no importa, le digo que ya vamos a aterrizar. Debería ir al baño a lavarse la cara, está hecha un desastre.—¡No! Esta cosa todavía no aterriza, no pienso mover yo, me perdona usted, pero no puedo.—No sea escandalosa o dramátic
Ninguno puede resistir, ella olvida todo, cuando él la obedece y la besa, hasta enredar su lengua con la de ella.—Me estás volviendo loco— Sin dejar de besarla o acariciar su cuerpo de manera desesperada.—Y yo ya lo estoy—No me quiero detener, me lleno de celos viéndote con ese tipo—Bajando por su cuello, dejando besos húmedos en el camino.—No te detengas—Abrió los ojos como dos platos, cuando esa boca con la que había soñado en secreto, se apoderaba de sus pechos, nunca antes había permitido que alguien llegara a ese punto, pero lo olvido cuando sentía un calor llegar hasta todo su cuerpo, nunca en su vida alguna sensación se comparaba con esa.—Quiero hacerte, mía, necesito hacerlo — Tomándola de la mejilla, viéndola a los ojos, con un brillo de lujuria en ellos, ella respondió metiendo sus manos dentro de su camiseta, era inexperta, pero era como señales silenciosas que sabía que debía seguir. ¡Por Dios era virgen! Pero estaba ahí, dispuesta a perderla con el hombre que la enfa
—Parece un edecán y no mi asistente, no sé cómo permití que venga vestida de esa forma.—Mire, creo que no todos piensan lo mismo, tengo dos tarjetas de presentación y solo tengo media hora aquí—Bastián tomaba su trago de un solo golpe, estaba que hervía de los celos, todos los hombres en esa sala la observaban con lasciva, eran miradas perturbadoras, que lo hacían rabiar y hablar con esa misma, claro que lucía hermosa, más que perfecta, su belleza sumada a esa caballera de fuego le daba un toque exótico, tenía que alejarse y confundirse con la gente, porque de lo contrario no iba a poder contenerse.—Sí, claro, cómo no, tengo cosas más importantes que hacer y ni se le ocurra socializar con nadie aquí, para eso estoy yo ¿Entiende?—Sí, señor, claro que entiendo.Se alejó de ella, también porque había visto a un viejo socio, uno que le interesaba mucho hacer negocios en un futuro.—Alejandro Winston, no pensé encontrarte aquí.—Bastián Barbieri, la cabeza de Barbieri Enterprise, qué g
—No lo hagas—Lograba susurrar, mientras él se apoderaba de su cuello, metiendo su mano por debajo de aquel vestido que lo había vuelto loco desde que se lo vio puesto, cada abertura, cada espacio que no cubría su piel, la deseo desde el momento uno, le costó tanto contenerse, pero verla bailar así, frotarse así con ese sujeto, lo saco por completo del autocontrol que estaba inútilmente mantener.—Eso dices con tu boca, pero su cuero grita otra cosa, tus manos me están recorriendo como mi boca lo hace con tu cuerpo.Un gemido salió de su boca, cuando él mordió sus pechos por encima de la tela del vestido y con la otra mano lo acariciaba con tanto ímpetu, que la estaba desestabilizando, ella trataba de no demostrar esas ganas que le tenía, su dignidad no la dejaba, pero ahí estaba él tratando de llevarla al límite, aun abismo sin retorno.—Por fa— no terminó la frase, cuando él le subió el vestido casi al borde de sus pechos, para besar cada parte de su piel, le separó las piernas de go