—El lugar es bastante discreto. —Indicó Elizabeth, algo sorprendida. Era evidente que a ese tipo de lugar solo asistían hombres que querían ocultar sus actos del mundo.—Claro que sí, no quiero que nos anden molestando, ven, acércate, no muerdo Ladeska, bueno, no si tú quieres — Y ahí estaba la supuesta sonrisa seductora de aquel hombre, que si no lo conociera podría hacer sucumbir a cualquier muchacha ingenua, al parecer este nuevo Franco no necesitaba una carita bonita, cuando se tenía dinero y un buen argumento para que muchas caigan bajo su hechizo, pero estando Elizabeth, una mujer que sabía perfectamente que bajo esa piel de cordero, había un lobo dispuesto a engañarte y aprovecharse de ti.—Si entiendo, lo que pasa es que hace mucho calor aquí, es algo cerrado, ¿no tienes calor?—Claro que tengo calor, puedo decir que estoy ardiendo como un volcán. —Tratando de acercarse, pero ella aprovechaba cualquier excusa, como preguntarle al mesero sobre ciertos tragos, cuánto alcohol ten
Ella mordió los labios de Bastian haciéndolo sangrar y, a la vez que con ambas palmas abiertas lo alejaba tocando su pecho, no podía dejar que todo eso siguiera, los traumas estaban ahí, las barreras que siempre pensó nunca podrían derrumbar.—¡Basta!—¡Loca! — gritó con rabia, tocándose los labios y comprobando lo que ya sospechaba, estaba sangrando.—No debiste besarme.—¿Qué yo te besé, dices? No me hagas reír, fuiste tú quien me tomo de la chaqueta y me beso, yo soy hombre después de todo — Como si eso fuera cierto, no había besado a otra mujer que no fuera Sam en muchos años, con ella tuvo una relación de cinco años sumado a los tres de su muerte, era prácticamente diez años que su boca no tocaba otra, debería sentirse culpable, pero solo tenía rabia, porque su cuerpo se estaba dejando llevar y ella no lo hubiera detenido, estaba seguro de que hubiera perdido la cordura y la hubiera hecho suya en ese instante, en ese inhóspito lugar, cada beso lo llevaba al cielo de ida y regreso
No podría ser verdad, en su cabeza, aquellas palabras, aquella conversación que oyó, daba vueltas una y otra vez.—¿Quién es ella? No entiendo ni una mierda de lo que ha pasado, pero solo una persona me puede dar respuestas.No estaba Elizabeth, así que muy a su pesar era Franco quien podía aclarar la oscuridad que reinaba en su mente.—Tenemos que hablar.—No tengo nada que hablar contigo, déjame en paz Bastián— Tomando un trago de whisky para luego arrojarlo contra la pared, se sentía frustrado, con rabia, engañado, maldecía no haberse dado cuenta antes, pero luego empezó a reír, como si se le hubiera salido un tornillo o la ferretería completa, un trago, otro trago y Bastián presenciando todo en silencio, era como ver una casa de naipes caer lentamente.—Sigue, no te preocupes.—¿Soy tu payaso? Te dije que te fueras, pensé que te habías ido, déjame tranquilo.—¿Qué te hicieron? — Franco intentó acercársele, pero ya el licor para el que tenía poca tolerancia estaba en su sistema,
—Hable con mi padre, no hay problema con eso.—Como usted diga.—¿Se siente bien? — Acercándose a ella, quien estaba sentada dentro de su oficina. Elizabeth no podía creerlo, estaba tan tranquilo, no explotaba, no la atacaba. En cambio, se mostraba dócil, demasiado manso, lo cual era totalmente contrario a su personalidad.—Sí, señor, ¿Está enfermo? —Toco su frente para verificar que no tuviera fiebre.—No, pero gracias por preocuparte—Acariciando su mano, para bajarla, era algo torpe, pero según él estaba intentando conquistarla, pero, aunque quería actuar natural, verla a los ojos de esa forma, estaba siendo tan hipnótico que por poco y perdía la noción de su propósito.—Mejor me retiro a hacer mis deberes.—Vas a caer, te lo aseguro, Elizabeth, vas a caer y cuando eso, pase, le demostraré a mi querido hermano, que yo también le puedo quitar lo que tanto ama, ¡Maldita sea, estás tan hermosa! No sé qué me pasa, vamos, Bastián, sabes qué quieres, vengarte del desgraciado que dice se
—Esta es una tontería, una locura, una verdadera estupidez. Un hombre como yo, el CEO de una de las empresas más emergentes del país, no puede estar vestido de esa forma y mucho menos metido en un lugar como este, parezco desactivador de bombas de la DEA ¡Maldición! Vamos, Bastián, cálmate, recuerda que esa mujer debe creer que has cambiado, que eres el idiota que está interesado en ella, puedes con esto y más.—Se demora demasiado ahí en el baño, ni que fueran cien piezas que ponerse.—Ya salgo. Disculpa— Tuvo que decir, por un lado, sentía que estaba haciendo el ridículo, pero, por otro lado, una parte curiosa de su personalidad salió después de mucho tiempo, siempre metido entre papeles, entre contratos y personas de saco y corbata, lo tenían en su zona de confort, nunca ni estando con Sam pensó por su cabeza que esta era una manera de quitarse la ira o intentarlo.—Se ve bien.— dijo ella, tratando de contener la carcajada que quería salir explotando de una vez.—Puedes reírte, si
—¡Estás mal de la cabeza, Ivanna!—Mañana, la prensa tendrá noticia, “Amorosa pareja no repara en demostrar su amor en la vía pública”. “Esta pareja, a punto de casarse, no contiene las ganas”. Cariño, la prensa ya debería saberlo, me voy a casar con un heredero Barbieri.—Agradece que no te puedo hacer un escándalo como mandarte a volar, agradece que si acabo de ver al maldito reportero tomando fotografías—. Mientras la tomaba de la cintura, a lo lejos podría decirse que es una hermosa y cariñosa pareja saludándose.—Mi cielo —acariciando su mejilla—No te pongas agresivo, que sabes qué es lo que hay. Ambos estamos sin opciones, tú haz tu papel de esposo y padre y yo de tu futura esposa y madre de tu primogénito, un heredero, más bien el futuro, dueño de todo algo, así como el rey y yo seré la madre del rey.Ivanna había deshecho la idea de perder a su hijo, después de todo se encargaría de administrar una fortuna inimaginable si su querido suegro muriese antes de tiempo.—¿Tú crees
—Señor, señor, ya vamos a aterrizar, debería despertar a la señorita— Bastián al abrir los ojos, se había percatado que había dormido durante horas y horas, él es un hombre que, desde la muerte de su esposa, había tenido problemas para conciliar el sueño, sin embargo, dormir a lado de Elizabeth, había sido como la cura para muchos de sus males, definitivamente debía admitir que esa mujer había cambiado su mundo, se sentía avergonzado cuando se dio cuenta de que estaba con la mano enredada con la de ella, se alejó y se levantó, se paró delante de Elizabeth y empezó a despertarla.—Señorita, Afer, ya despierte.—¿Me quedé dormida? Pero, ¿cómo? —mientras estiraba los brazos y restregaba, la cara con ambas manos—Disculpe, no sé cómo pasó, es que no dormí bien—Eso no importa, le digo que ya vamos a aterrizar. Debería ir al baño a lavarse la cara, está hecha un desastre.—¡No! Esta cosa todavía no aterriza, no pienso mover yo, me perdona usted, pero no puedo.—No sea escandalosa o dramátic
Ninguno puede resistir, ella olvida todo, cuando él la obedece y la besa, hasta enredar su lengua con la de ella.—Me estás volviendo loco— Sin dejar de besarla o acariciar su cuerpo de manera desesperada.—Y yo ya lo estoy—No me quiero detener, me lleno de celos viéndote con ese tipo—Bajando por su cuello, dejando besos húmedos en el camino.—No te detengas—Abrió los ojos como dos platos, cuando esa boca con la que había soñado en secreto, se apoderaba de sus pechos, nunca antes había permitido que alguien llegara a ese punto, pero lo olvido cuando sentía un calor llegar hasta todo su cuerpo, nunca en su vida alguna sensación se comparaba con esa.—Quiero hacerte, mía, necesito hacerlo — Tomándola de la mejilla, viéndola a los ojos, con un brillo de lujuria en ellos, ella respondió metiendo sus manos dentro de su camiseta, era inexperta, pero era como señales silenciosas que sabía que debía seguir. ¡Por Dios era virgen! Pero estaba ahí, dispuesta a perderla con el hombre que la enfa