Laila Nafel es la esposa de un importante hombre de clan que compite con su hermano por ser el líder del grupo Ansar. El único problema es que su hermano sí tiene herederos y Hanza no; por lo que Laila decide elegir una segunda esposa para Hanza. En un penoso incidente conoce a Malak, una joven hermosa y de buen corazón a la que elige como segunda esposa de su marido. Malak tendrá que aprender a ser una segunda esposa digna del clan Ansar, además de ganarse el afecto de un rebelde Hanza que la repudia por verla una competencia contra su bella esposa Laila, a quien ama profundamente. El corazón de Hanza se ve dividido entonces entre el amor de su primera esposa y la bella y dulce Malak que lo cautiva desde el primer momento, ¿podrá Hanza amar a Malak? ¿O su terrible hermano los separará para siempre?
Leer másMeses después… Amed estaba escondido en medio del desierto, sabía que lo buscaban incansablemente. Se había enterado de que Rania se había ido de su vida y su padre lo amparaba en esos momentos. Makir entonces fue a él le anunció. —Ya basta de tristeza, hijo mío, lo reconquistaremos todo de nuevo, envié por unas danzarinas y unas prostitutas para satisfacer nuestros sentidos. Amed sonrió, necesitaba diversión para olvidar que ahora tenía que cuidar sus espaldas. Llegaron al campamento y escucharon que la jarana había comenzado, entonces le dijeron que una danzarina muy excitante deseaba danzar especialmente para él. Eso lo animó, nada como un buen movimiento de caderas y de sexis curvas para entretenerlo. Cuando entró a su tienda vio a la mujer de espaldas y percibió un suave aroma a rosas silvestres, entonces le dijo a la mujer. —Vine para que me diviertas, quiero una danza exótica y sensual. —Claro, señor…—ella se dio la vuelta
Malak salió escoltada con el grupo hacia el evento en el Desierto de Zagora, iba junto al pequeño Juru, que en esos momentos miraba el paisaje entretenido. La noche estaba cayendo, la oscuridad se apoderaba del desiertoy pronto se vería la luna en lo más alto. Estaba tensa por todo lo vivido en las últimas horas: conocer a su padre biológico, Hanza retornando a su vida, todo lo vivido era demasiado para ella. Hanza notó su crispación y tomó su mano apretándola con fuerza. Ella lo miró desconcertada por ese gesto de fortaleza de parte suyo y Hanza le dijo a su mujer. —Todo se resolverá. Él dijo que vendría, se lo prometió a tu madre y cumplió, muchos años después, pero, lo hizo, eso habla bien de él; ahora Juru tendrá un abuelo más que lo consienta. —Él regresó cuando ya fue tarde para mi madre y para mí. —Malak, sé que eso no te consuela; pero, hay cosas que sobrepasan nuestro entendimiento—vio su incertidumbre—es Maktud, ya
Amed seguía el auto de Isaac, este y el extranjero iban hacia la mansión, ahora sabía donde se escondía Malak y su hijo, iba a darle su merecido a la m*****a y a su tonto primo Hanza. Frente al pasado Malak entró en la sala y miró al hombre que decía ser su padre, altiva y llena de ira, le dijo entonces. —Así que tú eres el hombre que embarazó a mi madre. Muller estaba asombrado por la belleza de su hija, no sabía qué decir de la impresión, Hanza se presentó. —Soy Hanza Ansar, esposo de Malak. Muller lo miró detenidamente, era un hombre fuerte y arrogante de mirar altivo y frunció el ceño para preguntarle. —¿Así que tú eres el que echó al viento a mi hija? Esa pregunta dejó anulado a Hanza y Malak se puso delante de los dos, no les permitiría fraternizar frente a ella. —¿No sabes cuánto mi madre sufrió esperándote? —No puedo imaginarlo, nunca pensé que esto pud
Isaac intentaba asimilar lo dicho por Muller, era muy extraño todo aquello, en ese momento entró Amed con su séquito de guardaespaldas y se dirigió a él. —Zenac. —¡Amed!—estaba sorprendido. —¿Tanto te sorprende verme? ¿Pensaban que no me iba a enterar de la famosa reunión que iban a hacer a mis espaldas? —No sé de qué hablas… —Sabes de qué hablo—lo agarró por la camisa y le dijo en tono amenazante—Ahora me dirás qué es lo que pasa. Muller veía todo, ese sujeto era muy altanero, capaz de hacer cualquier cosa por dinero. —Dime lo que pasa o te pesará. —No tengo nada qué decir—se libró de su presión—¿Tienes miedo acaso? —¿Miedo yo?—sacó su arma y lo apuntó—no le temo a nada ni nadie; pero, huelo cuando me quieren hacer algo y sé que mi hermanito está en Marrakech y mi padre y ahora todo el clan, será mejor que no me piensen traicionar o les va a pesar a todos. —¿Matarías a tu propio padre por
Malak salió y lo vio acariciando a su hijo con amor y le escuchó decir. —Ahora ya nada nos separará, estaremos juntos siempre—besó su cabecita. —¿Y Umi? No sabía qué decirle sobre esa mujer y entonces escuchó. —¿No le respondes al niño? Él la miró, se puso serio y le dijo molesto. —¡Es mi hijo! —Y también es mío. —Su madre es Malak. Rebeca entonces intervino y le dijo a Juru, para que no escuchara la discusión. —Voy a pintarte con tu gatito, ¿te gusta la idea? —¿Y los balunat? —Todos iremos, pintaremos a los globos, tal vez a Salvaje volando con ellos, dejemos a tus padres charlando. —Ya vuelvo Baba—agitaba su manito. El niño se retiró junto con ella. Ahora si iba a aclarar algo con esa mujer. —Bien, lo ayudaste a criar; pero, es mío—dijo serio—no voy a dejar que te quedes con él. —No me das ningún crédito, lo alimenté, lo consolé y estoy a su lado siempre.
—Esta es la tumba, señor Muller—le dijo el guía. El señor Muller se agachó a contemplar la tumba de la que un día fue su amada; sus cabellos emblanquecidos por los años fueron remecidos por la suave y cálida brisa del desierto, no entendía lo que estaba escrito en la tumba, supuso que algo como esto: “Aquí yace Dina Bandrés, amada madre”. El guía le explicó. —Murió de un problema cardiaco… Su hija la enterró en este sitio. Entonces preguntó con curiosidad. —¿Tenía una hija? —Sí, ella tenía una hija, joven como de unos 23 años—vio su sorpresa, entonces buscó en sus apuntes—su nombre era Malak Bandrés. Entonces preguntó interesado. —¿Era? ¿Murió también? —De hecho su historia es bastante triste, ella fue echada al viento. Muller no entendió esa expresión y el guía le explicó. —Así hacen los maridos o padres cuando las mujeres son adúlteras o cometen faltas al honor. Entonces se irguió para
Hanza se acercó a ella. —Señora, ¿usted es la encargada? Yamala le hizo una reverencia y le dijo. —A sus órdenes. —¿Sabe dónde puedo encontrar a la danzarina misteriosa? —Mi estimado caballero, ella se presentó donde el señor Aisin años atrás y trató en exclusiva con él su contrato; solo él sabe quién es ella realmente y dónde vive. —¿El señor Aisin viajó? —Sí a buscar talentos para animar el club. Isaac miró a todos lados y le dijo a su amigo. —Hanza, si ella no está aquí, entonces busquemos en otros lugares. En ese momento recibió una llamada, se apartó para contestar. —Señor Ansar, dígame… Sí, Hanza está conmigo ahora… Cambió la reunión, aquí en Marrakech—arrugó el ceño—sí señor, se lo comunicaré a Hanza y no nos moveremos de aquí. Hanza estaba visiblemente cansado e Isaac le comunicó. —Cambiaron la reunión. —¿Por qué? —La reunión será aquí, tu padre pide que no
Malak había visto el video de Rania siendo abucheada y humillada y le gustó verla así de humillada. Kara la sacó de sus cavilaciones y le comentó. —Además, Yamala dijo que Hanza estuvo buscándote y no cejará hasta encontrarte. —Esa era la idea, hacerlo padecer. —Cada una se vengará, a su modo, todo lo que nos han hecho. Era cierto y sabía que Hanza se consumía en preguntas en esos momentos. La carta del pecado Bullá jugaba con Juru y su mascota, le encantaba la inocencia del pequeño, creció en otro ambiente lejos de la prostitución y la maldad del tráfico de personas. El niño lo sacó de sus pensamientos. —El señor de los globos me va a dar muchos globos. —Puede ser—entonces le preguntó al pequeño—¿por qué piensas tanto en él? El niño se alzó de hombros y recordó sus palabras. —Él dijo que yo era hermoso… —Y lo eres, nunca te olvides de eso, eres swino de aquí—señal
Ella lo esquivó y le dijo indignada. —Tiraste al viento a una mujer y no te importo nada de ella y ahora reclamas a su hijo. —No sabía… Estaba dolido… Ella me engañó. —Murió jurando en su lecho que nunca te faltó y yo le creo. —Siento que… Me diste… ¿Qué me hiciste? —Te di lo mismo que le dieron a ella para hacerla caer en esa trampa; te di engaño y miseria. —¿Quién eres? —Soy tu conciencia… Esposo—lo vio caer adormecido. Interceptando el cargamento Cuando el camión iba por la carretera clandestina con las jóvenes nerviosas en su interior. De pronto fue interceptado por los hombres de Bullá que con jeep del desierto y armas los desbancaron, los hicieron detenerse, fue toda una sorpresa ser atacados por desconocidos; entonces hicieron el traslado de las muchachas hacia otro camión. Ellas, visiblemente asustadas y nerviosas, subieron al otro camión, sin saber qué esperar. En