Entonces Malak le preguntó.
—¿Me quitaría al bebe?
—Claro que no, serías segunda esposa, nadie te quitará al bebe—ella entonces le confió—perdí cinco bebes, fue doloroso para mi esposo y para mí, tenía el sueño de engendrar y de vivir la maternidad y se me negó, espero que a través de ti pueda conseguirlo.
No sabía qué decir y Laila continuó.
—Tendrás privilegios, joyas y al hombre más maravilloso del mundo en tu vida, Hanza, mi esposo.
—Espere… Yo no…— todo le daba vueltas.
—Piénsalo Malak, esta es la oportunidad de cambiar tu vida para siempre y darme el hijo que tanto he soñado.
Malak comenzó a comprender que todo apuntó siempre a una sola dirección: a ese momento y su mala suerte no fue causada por la vida, sino por esa mujer que ahora parecía tener el control de todo.
Recordaba que solía comprar revistas de moda, chismes y estilos de vida; charlaba con sus compañeras sobre qué se sentiría usar joyas extravagantes, ropa de diseñador y aunque hacían ese tipo de ropa, nunca la usaban realmente; seguían en sus celulares a modelos famosas, a gente de la elite; pero, únicamente eran seguidoras, soñadoras y ahora ella tenía la oportunidad de palpar todo eso directamente.
Laila la miraba apacible, segura de que ella tenía el control de todo y era así; la oferta era tentadora, el precio muy alto: Un matrimonio y un hijo. Malak nada más alcanzó a decir.
—No lo entiendo, usted puede tener a la muchacha que usted quiera, hijas de familia, hermosas, educadas… Yo, no soy nada.
—Mi círculo tiene esas criaturas, chicas rodadas en el ambiente, inteligentes… Lo que tú quieras, pero ambiciosas hasta más no poder.
“Muchas de ellas ansiosas por convertirse en primera esposa. Malak, la esposa que dé el primer hijo tiene autoridad sobre la otra, no quiero ese tipo de pugnas, por eso yo hago el ofrecimiento y te pago por hacerlo, sé que si te preparo serás adecuada.
—¿Su esposo piensa lo mismo?
Laila entonces le contestó.
—De él me encargo yo, ¿qué dices Malak?
—Siempre quise ser importante, soñaba con lujos y ahora…—fue sincera—tengo miedo.
—Solo di que sí, no va a ser un esfuerzo, querida, mi marido es… Especial, te estoy premiando demasiado al meterte al mundo de mi esposo. Un mundo al que nunca, pero nunca tendrías acceso.
Eso podría ser cierto, solo hubiera llegado hasta la tela que usaría la mujer de un poderoso, pero acceso a lo demás, nunca. Entonces Malak preguntó:
—¿Y mi madre?
—Tu madre tendrá una casa con hermosos jardines, atención médica y la operación que necesita para volver a caminar, comodidades, ¿eso no te vale el esfuerzo?
Malak no sabía qué decir, tenía una gran puerta abierta ante ella y a la vez un gran riesgo, ¿Cómo era ese hombre? ¿Sería un buen esposo? Se escuchaban historias de las mujeres de poderosos que eran maltratadas y sujetadas con vara de hierro. La voz suave y a la vez firme de Laila le dijo:
—Iras a una escuela de modales, en donde te convertirán en una lady… Cuando suceda la boda, pasarás a vivir con mi esposo y conmigo en la mansión.
¿Vivirían todos juntos? La idea era en verdad temeraria, entonces preguntó.
—¿Si quedo embarazada qué sucederá conmigo?
—Nunca te separaré de tu hijo Malak, solo quiero a través tuyo vivir lo que la vida me negó… Te respaldaré en todo—dijo con firmeza—te aconsejaré y velaré por tu integridad.
—Tengo miedo.
—Yo también y no me puedo dar el lujo de dejarme vencer por él.
Malak pensó en su madre y en ella, nunca llegaría lejos sin nada, siempre sería una nadlh para todos los de Fez; su corazón retumbaba en su pecho, sentía las manos frías y hasta que la presión se le estaba bajando de la impresión. Entonces de repente se calmó y con una seguridad que no había sentido nunca en su vida, accedió. No sabía a dónde la llevaría ese camino; sin embargo, iba a transitarlo siendo guiada por Laila, como su lazarillo.
La mansión de los placeres
Todo estaba listo para recibir a Malak en casa de Fadila. Ella se despedía de su madre en el hospital, le había contado sobre su destino y ella le dijo segura de que Dios se había acordado de ella.
—Hija, te metí en la vergüenza y ahora saldrás de ella con la frente en alto. Un poderoso te desposará y serás señora y te tendrán que mirar hacia arriba—sonrió muy orgullosa—porque siempre fuiste especial Malak; siempre tuviste un brillo diferente en la oscuridad y ahora se verá tu luz.
Lo mejor es que la operarían y podría verla una vez a la semana y eso la consolaba un poco. El auto se deslizaba por hermosas avenidas y observaba casas y edificaciones pasar veloces ante sus ojos. Ni bien fue aceptar y le mostraron la casa que su madre ocuparía y tenía todo: jardines grandes, una vista divina hacia la parte de la ciudad amurallada y empleadas que hacían todo para ella. Además, se entrevistó con el médico que operaría a su madre y le dio toda la información necesaria sobre la operación y la recuperación.
Firmó un documento que leyó detenidamente y en el que le otorgaban esa casa cuando se casara con el señor Ansar; sin embargo, dejarían vivir a su madre allí y ser atendida mientras cumplía el proceso. Luego fue dejar cosas que de nada le servían en su nueva vida. Laila se encargó de eso.
—No necesitarás ropa, ni nada tuyo—dijo Laila—naces de nuevo en este momento.
Vio como su ropa era quemada en una pira. Le dieron un celular ultra moderno y que solo tenía un número: el de Laila.
—No tienes amigas, no tienes parientes… Desde este momento tendrás nuevos amigos y nuevos parientes.
Entregó sus joyas de fantasía… Y las vio arder junto con su ropa.
—Tendrás joyas reales y costosas.
Sentía que había muerto para el mundo y de cierta manera era así, la vieja Malak moría y de las cenizas salía una desconocida que todavía no vería en qué se convertiría realmente. El chofer que la llevaba era de lo más serio ella intentó hacer conversación:
—¿Todavía estamos lejos?
—Ya mismo llegamos—solamente dijo eso.
—¿Cómo te llamas?
Silencio, ella insistió:
—Eres joven, ¿cuántos años tienes?
Nada… El sujeto sacó un librito de la gaveta del conductor y se lo tendió:
—Rajan será tu chofer, no debes entablar vínculo con él.
Meneó la cabeza, ¿en qué se había metido? Cielos no podía hablar con nadie era realmente tedioso. Cuando llegaron a una majestuosa mansión, Malak dio un grito de la impresión.
—¿Has visto eso? Es la casa más bella de todas, es decir… No conozco la de la señora Laila, pero esta es divina.
El auto no entró por la parte delantera sino por una de las cuatro entradas que tenía y vio a una comitiva esperándola.
—¿Quiénes son ellos?
Nada… Rajan le abrió la puerta y ella bajó; la mujer que era la anfitriona se acercó con una sonrisa.
—Deja verte criatura…—la admiró y era hermosa, delgada, piel maltratada, pero solucionable y ojos melados—quitándote esa ropa de pobre y haciendo algo en tu cabello y piel… Sí, definitivamente hay posibilidades para ti.
Sonrió a la asustada chica y se presentó.
—Soy Fadila, madame Fadila para ti y voy a volverte una princesa en tres meses—palmeó y se acercó un sujeto vestido de sedas vaporosas—Him, es toda tuya, él se encargará de tu tratamiento y cuidado personal.
Him era un sujeto mayor y afeminado que la recibió con la siguiente expresión.
—Ven sapo apestoso… Him te volverá una reina hermosa.
Quedó Fadila con el chofer y le envió un mensaje a la señora Ansar.
—Dígale a la señora Ansar que tiene buen gusto la joven tiene muchas posibilidades.
Él asintió y se retiró. Fadila les hizo señas a las empleadas y les ordenó:
—Ayuden a Him en todo, protocolo de reina en tiempo récord.
Malak era llevada por ese tal Him por unos pasillos hasta llegar a una habitación que tenía una cama y una gran tina:
—Esta es la habitación de limpieza y depuración, te quedarás aquí por quince días depurando tu cuerpo y sacando la grasa y toda porquería que te has metido.
—Puedo preguntar algo.
—Pregunta.
—¿Qué es este lugar?
Him fue sincero con ella:
—Está la Mansión del Placer y aquí vienen los poderosos y empresarios a buscar diversión, esposas, segundas, terceras… Amantes.
“Solo hay una regla: nunca salgas de tu habitación, ni tengas contacto con ningún hombre por la noche y mi regla—hizo una pausa—nunca confíes en nadie y más si es una mujer joven y bonita de este sitio. Son unas brujas ambiciosas que harían de todo para desbancarte y quedarse en tu lugar y otra regla mía: SIEMPRE HASLE CASO A HIM, o sea yo y llegarás a tu destino como se debe.
Esa fue la introducción a su nuevo estilo de vida y a muchas aventuras.
Sumergieron a Malak en una tina con sales y esencias, una joven comenzó a quitarle el esmalte de pies y manos, otra trabajó en su cabello, cortaron sus puntas y le pusieron un brebaje raro.—Esto lo hidratará—explicó una de las empleadas.Trajeron una bandeja con frutas que ayudarían a depurar su organismo, por una semana estuvo allí encerrada y alejada de todo contacto humano fuera del de las empleadas.A la semana entró Him con una bata de seda y le dijo que se cambiara, la llevarían a otra habitación a darle tratamiento a su piel con barro, chocolate y cosas que ella no llegaba a comprender.—¿Creías que las damas poderosas la tenían fácil?—dijo Him—ser bellas es un deber y un trabajo para todas ellas.—¿Conoce a la señora Laila?—La vi… Es de armas tomar y de carácter fuerte, no
Parecía tan fácil; sin embargo, era extenuante, le daban baños con esencias exquisitas y sentía que cada día su piel olía a flores. Him era el más estricto, le hizo probar perfumes preparados en casa y dio con el indicado para ella.—Rosas silvestres es tu aroma, haremos baños con pétalos de rosas silvestres para que tu piel vaya absorbiendo ese aroma.—Him—dijo Malak—¿puedo hacerte una pregunta?—Pero, solo una.—¿Conoces al señor Ansar?—Lo conozco, no viene aquí por cierto; lo conozco por lo que dicen los sitios de información.—¿Es joven?—Joven, con un cuerpo de dar mil vueltas y fuerte, como todo hombre del desierto saliste favorecida.Malak tenía dudas y fue cuando Him le dijo lo que pensaba.—Querida, creo que le agradarás, una muj
Hanza no daba crédito con lo escuchado y entonces explotó.—¡Se volvió loca! Ahora quiero ir con más ganas ha ese lugar, quiero detener esto de una vez.Iba hacia la salida y su amigo detrás, lo detuvo:—Cálmate Hanza, tienes algo que saber—vio su atención— tu hermano es asiduo de ese punto, tiene una amante allá.—¡Amed va a ese sitio! Rayos, si él sabe que Laila está haciendo eso en ese sitio, hará de todo para descubrirlo e impedir que suceda.Si alguien podía darle luces era Vitar, un sujeto bien relacionado con todos las familias importantes de Fez y él debía de saber algo sobre los orígenes de la muchacha.Vitar era un tipo menudo y de sonrisa amplia, modales exquisitos y modos joviales.—¡Amed Ansar! Es bueno verte—dijo sonriendo—es bueno saber d
Ella saltó en su puesto, vio al hombre joven y apuesto mirándola de forma inquisitoria, ella no deseaba problemas ni confusiones. El sujeto que tenía en frente era apuesto, demasiado apuesto y con un dejo de autoridad y sintió temor de lo que podía pasar en ese momento.La mirada de Hanza era inquisitiva, esa joven le recordaba a alguien, pero era algo muy vago, por lo pronto nunca había visto una muchacha tan hermosa y cautivante a simple vista, con un aire de ingenuidad y a la vez sensualidad.Malak en cambio sentía la mirada felina del sujeto, estaba sola y sin opciones de poder salir de allí, retrocedió y él le dijo con voz suave.—No te asustes… No voy hacerte daño—intentó detenerla.—Usted no puede estar aquí—retrocedió nerviosa.El miró a todos lados y le preguntó con una sonrisa.—&iques
—No es el primero que voto de mi casa señor Ansar, ni es el primero que me amenaza, ni tampoco creo que será el último. “Pero en su posición no le conviene un escándalo, ahora que pelea por la sucesión, a diferencia de lo que cree, Fadila tiene cámaras en todos lados y en la habitación de la joven que intentó forzar había una… Sería lamentable que su padre vea esa escena deplorable de su hijo mayor intentando abusar de una doncella y el heroísmo del menor defendiéndola, ¿a quién escogería como líder del clan? Sonrió, estaba como se dice en sus manos y eso era lo peor que podía pasarle: que Hanza quede como un maldito héroe delante de todos y él como el malo de la película. Estaba en sus manos, por eso esa mujer era eficiente y muchos confiaban en ella, tuvo que conformarse con nada. Hanza daba vueltas en esa habitación sin opción a salir por ningún lado, porque lo custodiaban guardias de seguridad. En ese momento recordó a
Laila lo frenó diciéndole. —Está bien querido—dijo suavemente Laila—lo entendemos. —Solo quiero hacer conversación…—entonces preguntó a la joven—por lo que supe de ti trabajabas, ¿verdad? Sentía que estaba en una entrevista de trabajo, solo que el puesto era de esposa. —Sí, señor, era modista para una diseñadora y mi sueño era estudiar diseño. —No te pregunté por tus sueños—dijo chocante. Laila entonces le dijo: —No es malo tener sueños Malak, una mujer sin sueños no es feliz. —Pero, si esperas estudiar que te vayas haciendo a la idea de que no será así. Malak se temía eso, parecía que de Hanza no obtendría dulzuras ni concesiones. —Lo supuse. —Es bueno que lo sepas, no te quiero exhibiéndote por todos lados. Malak tomó valor para decir: —Sabía que el matrimonio era como una cárcel. Hanza le dijo en tono duro. —Suelo cuidar bien lo que es mío. Laila intentó
—Suerte. —No, la suerte no entra aquí. Ella pensaba que hubiera dado media vida por toparse con Laila Ansar y casarse con el bello hermano de Amed; pero, si decía esto en voz alta, Amed la tiraría al viento y no podía darse esos lujos, así que se le ocurrió decir: —Entonces mi querido, investiga las cosas puede que des con algo raro, ¿no crees? Ella ostenta el apellido Bandrés, no es un apellido común. —¿Bandrés? Conozco a unos Bandrés de la zona de comercio, gente respetable y muy estricta en las costumbres. —¿Piensas que Malak pertenezca a esa familia? —No lo sé, aunque puedo investigar—tomó su teléfono e hizo unas llamadas—vendrá a visitarme un importante e influyente hombre de la ciudad, lo recibiremos en breve. Amed miró a su preciosa Harbi y le dijo: —¿Sabes por qué estoy contigo?—la agarró—porque opinas como yo, eres mi otra mitad Rania. Ella sonrió si tenía suerte tendría un anillo de boda de ese tipo o
La familia Bandrés era reconocida en el mundo del comercio, Jerónimo era el patriarca de la casa, un musulmán muy apegado a las leyes y tradiciones, él tenía tres hijos: una hija casada, un hijo al que estaba enseñando todo sobre el comercio y del cual se sentía orgulloso y una última joya, su preciosa Dina. Su esposa Estela, velaba por la casa y por enseñar a Dina las tradiciones, danzas y demás para que sea una buena esposa. Esa tarde tenían clase de bordado. —Este bordado me lo enseñó tu abuela—le indicaba—se trata de un entrecruces de los hilos—sonrió—una técnica muy Bandrés. —Es hermoso—dijo Dina maravillada de la técnica. —Tu abuela era muy apreciada por sus bordados. —Lo sé, tengo todavía un vestido con sus bordados, la extraño mucho. Practicaron por dos horas y su madre le dijo cansada. —Basta, anda a leer o a descansar. A Dina se le ocurrió entonces. —Madre, quiero ir al mercado, necesito comprarme puls