Hanza se acercó a ella.
—Señora, ¿usted es la encargada?
Yamala le hizo una reverencia y le dijo.
—A sus órdenes.
—¿Sabe dónde puedo encontrar a la danzarina misteriosa?
—Mi estimado caballero, ella se presentó donde el señor Aisin años atrás y trató en exclusiva con él su contrato; solo él sabe quién es ella realmente y dónde vive.
—¿El señor Aisin viajó?
—Sí a buscar talentos para animar el club.
Isaac miró a todos lados y le dijo a su amigo.
—Hanza, si ella no está aquí, entonces busquemos en otros lugares.
En ese momento recibió una llamada, se apartó para contestar.
—Señor Ansar, dígame… Sí, Hanza está conmigo ahora… Cambió la reunión, aquí en Marrakech—arrugó el ceño—sí señor, se lo comunicaré a Hanza y no nos moveremos de aquí.
Hanza estaba visiblemente cansado e Isaac le comunicó.
—Cambiaron la reunión.
—¿Por qué?
—La reunión será aquí, tu padre pide que no
Hanza va a encontrarse con el pequeño Juru, ¿cómo reaccionará Malak cuando lo vea? ¿Creen que lo perdone? No considero que sea tan fácil, veremos qué pasa.
—Esta es la tumba, señor Muller—le dijo el guía. El señor Muller se agachó a contemplar la tumba de la que un día fue su amada; sus cabellos emblanquecidos por los años fueron remecidos por la suave y cálida brisa del desierto, no entendía lo que estaba escrito en la tumba, supuso que algo como esto: “Aquí yace Dina Bandrés, amada madre”. El guía le explicó. —Murió de un problema cardiaco… Su hija la enterró en este sitio. Entonces preguntó con curiosidad. —¿Tenía una hija? —Sí, ella tenía una hija, joven como de unos 23 años—vio su sorpresa, entonces buscó en sus apuntes—su nombre era Malak Bandrés. Entonces preguntó interesado. —¿Era? ¿Murió también? —De hecho su historia es bastante triste, ella fue echada al viento. Muller no entendió esa expresión y el guía le explicó. —Así hacen los maridos o padres cuando las mujeres son adúlteras o cometen faltas al honor. Entonces se irguió para
Malak salió y lo vio acariciando a su hijo con amor y le escuchó decir. —Ahora ya nada nos separará, estaremos juntos siempre—besó su cabecita. —¿Y Umi? No sabía qué decirle sobre esa mujer y entonces escuchó. —¿No le respondes al niño? Él la miró, se puso serio y le dijo molesto. —¡Es mi hijo! —Y también es mío. —Su madre es Malak. Rebeca entonces intervino y le dijo a Juru, para que no escuchara la discusión. —Voy a pintarte con tu gatito, ¿te gusta la idea? —¿Y los balunat? —Todos iremos, pintaremos a los globos, tal vez a Salvaje volando con ellos, dejemos a tus padres charlando. —Ya vuelvo Baba—agitaba su manito. El niño se retiró junto con ella. Ahora si iba a aclarar algo con esa mujer. —Bien, lo ayudaste a criar; pero, es mío—dijo serio—no voy a dejar que te quedes con él. —No me das ningún crédito, lo alimenté, lo consolé y estoy a su lado siempre.
Isaac intentaba asimilar lo dicho por Muller, era muy extraño todo aquello, en ese momento entró Amed con su séquito de guardaespaldas y se dirigió a él. —Zenac. —¡Amed!—estaba sorprendido. —¿Tanto te sorprende verme? ¿Pensaban que no me iba a enterar de la famosa reunión que iban a hacer a mis espaldas? —No sé de qué hablas… —Sabes de qué hablo—lo agarró por la camisa y le dijo en tono amenazante—Ahora me dirás qué es lo que pasa. Muller veía todo, ese sujeto era muy altanero, capaz de hacer cualquier cosa por dinero. —Dime lo que pasa o te pesará. —No tengo nada qué decir—se libró de su presión—¿Tienes miedo acaso? —¿Miedo yo?—sacó su arma y lo apuntó—no le temo a nada ni nadie; pero, huelo cuando me quieren hacer algo y sé que mi hermanito está en Marrakech y mi padre y ahora todo el clan, será mejor que no me piensen traicionar o les va a pesar a todos. —¿Matarías a tu propio padre por
Amed seguía el auto de Isaac, este y el extranjero iban hacia la mansión, ahora sabía donde se escondía Malak y su hijo, iba a darle su merecido a la m*****a y a su tonto primo Hanza. Frente al pasado Malak entró en la sala y miró al hombre que decía ser su padre, altiva y llena de ira, le dijo entonces. —Así que tú eres el hombre que embarazó a mi madre. Muller estaba asombrado por la belleza de su hija, no sabía qué decir de la impresión, Hanza se presentó. —Soy Hanza Ansar, esposo de Malak. Muller lo miró detenidamente, era un hombre fuerte y arrogante de mirar altivo y frunció el ceño para preguntarle. —¿Así que tú eres el que echó al viento a mi hija? Esa pregunta dejó anulado a Hanza y Malak se puso delante de los dos, no les permitiría fraternizar frente a ella. —¿No sabes cuánto mi madre sufrió esperándote? —No puedo imaginarlo, nunca pensé que esto pud
Malak salió escoltada con el grupo hacia el evento en el Desierto de Zagora, iba junto al pequeño Juru, que en esos momentos miraba el paisaje entretenido. La noche estaba cayendo, la oscuridad se apoderaba del desiertoy pronto se vería la luna en lo más alto. Estaba tensa por todo lo vivido en las últimas horas: conocer a su padre biológico, Hanza retornando a su vida, todo lo vivido era demasiado para ella. Hanza notó su crispación y tomó su mano apretándola con fuerza. Ella lo miró desconcertada por ese gesto de fortaleza de parte suyo y Hanza le dijo a su mujer. —Todo se resolverá. Él dijo que vendría, se lo prometió a tu madre y cumplió, muchos años después, pero, lo hizo, eso habla bien de él; ahora Juru tendrá un abuelo más que lo consienta. —Él regresó cuando ya fue tarde para mi madre y para mí. —Malak, sé que eso no te consuela; pero, hay cosas que sobrepasan nuestro entendimiento—vio su incertidumbre—es Maktud, ya
Meses después… Amed estaba escondido en medio del desierto, sabía que lo buscaban incansablemente. Se había enterado de que Rania se había ido de su vida y su padre lo amparaba en esos momentos. Makir entonces fue a él le anunció. —Ya basta de tristeza, hijo mío, lo reconquistaremos todo de nuevo, envié por unas danzarinas y unas prostitutas para satisfacer nuestros sentidos. Amed sonrió, necesitaba diversión para olvidar que ahora tenía que cuidar sus espaldas. Llegaron al campamento y escucharon que la jarana había comenzado, entonces le dijeron que una danzarina muy excitante deseaba danzar especialmente para él. Eso lo animó, nada como un buen movimiento de caderas y de sexis curvas para entretenerlo. Cuando entró a su tienda vio a la mujer de espaldas y percibió un suave aroma a rosas silvestres, entonces le dijo a la mujer. —Vine para que me diviertas, quiero una danza exótica y sensual. —Claro, señor…—ella se dio la vuelta
—Malak, Malak… Despierta… ¡Malak!Su cuerpo no reaccionaba, ella caía en espirales de oscuridad donde voces se conjugaban en su mente. La voz de un hombre molesto que le decía.—Si te vas, te echo al viento, mujer.—Prefiero al viento de marido que a usted—respondía ella molesta.—Altanera… No te llevarás nada de aquí—dijo molesto arranchándole la maleta de las joyas.—No quiero nada, despreocúpese…La voz de una mujer que decía.—Malak no puedo tener hijos—vio su asombro—es un lamentable problema para mi esposo y para mí, es por eso que… Te elegí para que seas la madre de ese niño.No podía abrir los ojos, los sentía pesados y a su mente otra voz densa, llena de malicia que le dec
Gaela, su jefa estaba haciendo una lista de accesorios y de cosas especializadas que debía añadir a su negocio y cuando tuvo lo necesario, llamó a Malak y a Ali, otra de las chicas. —Quiero que vayas a este sitio de antigüedades y preguntes por botones y broches, dejé separado unos, solo ve y retíralo y no se queden pajareando ¡oh que Alla disminuya sus fuerzas! Ellas salieron a la calle cubiertas con el velo e iban viendo en las tiendas, vestidos y detalles. —Mira Malak, es una pulsera de poderosa—decía Ali. Solían mirar los modelos de las damas de sociedad y comprarse las imitaciones baratas. —Vamos a lo que venimos Le dio una parte de la hoja y ella fue a retirar el pedido en la tienda de antigüedades. —Marhaba— (buenas tardes) —Marhaba, para ti también—dijo la vendedora. —La señora Gaela me dijo que viniera por esto—le entregó la hoja. La mujer se llevó la hoja y ella comenzó a mirar las cosas