Malak estaba en shock, sin trabajo, ni un techo para dormir, literalmente sentía que su vida estaba en una pendiente y de paso comenzó a llover. Lograron cubrir las cosas con plástico y una vecina les dio posada esa noche.
—Dormirán en la sala solo por esta noche, mi esposo llega mañana y se van.
—Sí, gracias, muchas gracias—dijo Malak.
No esperaron que el esposo llegara esa noche y alcoholizado, al ver a Malak en el mueble se acercó a admirarla, era hermosa.
—Hace tiempo que no veo algo tan bello—sonrió—linda, linda criatura.
Tocó la curvatura de su cintura y Malak se levantó asustada.
—Tranquila, no le diremos a nadie—la acarició.
—Espere… Suélteme.
—Ven aquí—la agarró y comenzó a forzarla y ella le pegó—perra, ¿quién eres perra?
Su esposa bajó asustada y al verlo bebido y a la joven asustada le preguntó.
—¿Balad qué pasa?
—Esta perra, apenas me vio me incitó a que me quedara con ella.
—Mentira… Él me quiso forzar.
—¿Me llamas mentiroso, perra y en mi casa?—le quiso pegar.
La esposa miró a Malak era muy bella y su marido ya ni la tocaba, entonces le dijo a la joven.
—¡Vete! ¡Vete de aquí! ¿Querías quitarme a mi marido?
—Yo no… Jamás.
—Váyanse las dos ahora.
Malak tomó sus cosas y a su madre y salieron a la calle, estaba asustada y su madre le preguntó.
—¿Te hizo daño?
—No, pero no sé qué hacer…—sollozó—ni a dónde ir…
Su madre estaba angustiada tanto que comenzó a sentirse mal.
—Malak, me siento mal… Hija… me muero.
Su madre se desplomó en su silla de ruedas y tuvo que llevarla a emergencias. El poco dinero que tenía lo gastó en medicina y el estado de su madre no era el mejor y necesitaba ayuda a gritos… Todo se le había ido de las manos en un abrir y cerrar de ojos, ya no tenía fe en nada ni en nadie. En medio de la sala de espera recordó a la gentil dama, Laila Ansar, ella le había dejado su tarjeta… ¿La ayudaría? ¿Y si no? Su corazón se llenaría de más odio y rencor; pero, no tenía otra opción y decidió jugar su última carta. Marcó el número y esperó un poco hasta que…
—¿Señora Laila Ansar?
—Sí, ¿con quién hablo?
—Habla con Malak, nos conocimos en…
—Claro Malak, ¿cómo estás?
Se acordaba de ella y los ojos se le llenaron de lágrimas y dijo muy compungida.
—Necesito ayuda…
—Dime—sonrió complacida.
¡No podía creerlo se acordaba de ella! La joven entonces le volvió a decir sin dar crédito.
—Soy Malak, ¿me recuerda?
—Claro que te recuerdo, dime Malak, ¿qué te sucede?
—Necesito ayuda.
—Entiendo, tranquila, dime dónde estás y te enviaré ayuda inmediatamente.
Su corazón latió velozmente y no consideraba todavía que iban a ayudarla con su problema. Esperó una hora en la sala de espera del hospital y de repente se presentó un hombre alto de aspecto severo y con uniforme, preguntó a una enfermera y ella la señaló, fue hasta ella.
—¿Malak Bandrés?
—Sí, soy yo.
—Me envió la señora Ansar.
El corazón de Malak retumbó en el pecho, el sujeto canceló la cuenta y llevó a la joven y su madre a un departamento en un edificio exclusivo, en donde tenían todas las comodidades del caso. Al menos su madre estaría cómoda esa noche y Malak, le preguntó al chofer:
—¿La señora Ansar vendrá a hablar conmigo?
Él asintió, luego se retiró; sin embargo, pasaron dos días y ni señales de la señora Ansar estaba preocupada pues no sabía qué esperar, comenzó a hacer cuentas y pensó que podría pagarle diseñando vestidos, su madre estaba mejor.
—Malak.
—Mamá, estoy aquí.
—Hija lo siento tanto—le dijo ella con pesar.
—Tranquila mamá, todo va a estar bien.
—Te condené a una vida de miseria y tristeza.
—Todo va a salir bien, saldremos adelante, de alguna manera, trabajaré mucho para la señora Ansar, haré vestidos hermosos para ella y saldremos..
Su madre intentó sonreír y se durmió. Malak ya no sabía qué hacer, esperaba ver a la señora Ansar y no pasaba nada y esa espera la estaba llenando de miedo. No les faltaba nada, comida, medicamentos; sin embargo, quedaban flotantes varias cosas: ¿era todo aquello mala suerte? ¿Se podía tener tanta mala suerte en la vida?
Esa tarde, mientras contemplaba la lluvia caer desde el balcón, era poco común que llueva en Fez, normalmente solo duraba unos pocos días; sin embargo, en ese tiempo era muy incómodo. Podía ver gente correr de un lado a otro, las calles podían convertirse en un lodazal y era molesto para muchos; se dio cuenta de que en las alturas las cosas eran tan distintas, parecía que los problemas no alcanzaban a los ricos y por una vez deseaba estar por encima de todo: la pobreza, el dolor, la incertidumbre y el miedo.
Entonces escuchó la puerta, alguien había llegado y ella se asustó y vio entrar al chofer de la señora Ansar y detrás de él a la bella señora:
—¡Señora Ansar!—estaba impresionada.
Laila sonrió, verla de nuevo era como el renacer de su esperanza.
—Malak, ¿cómo estás?
—Ni yo misma sé qué pasó, nos han sucedido cosas extrañas y su ayuda ha sido invaluable.
Laila sonrió y le dijo.
—Cuéntame qué te pasó.
Contarle fue hasta terapéutico para ella, lloró a mares, mientras que Laila la escuchaba pacientemente hasta que le preguntó.
—¿Te sientes mejor ahora?
—Sí.
—Me alegro de que así sea—entonces le indicó que se sentara—Quiero hablar contigo Malak, es un asunto serio y tal vez determinante para tu vida.
La joven estaba atenta y Laila la vio más repuesta y comenzó a decirle.
—Estás pasando por muchas cosas penosas, a veces es así, pero todo viene para mejorar.
Malak pensaba que quería llegar a la parte de la mejora.
—Desde que te conocí he reflexionado mucho en ti, creo que debes de tener otra vida, algo mucho mejor que todo esto.
Malak miró a su alrededor, nunca creyó que pudiera estar en un sitio tan elegante y con comodidades.
—Claro nunca será fácil, todo siempre exige algo más y por eso quiero proponerte algo.
La joven estaba atenta a las palabras de Laila, se le vino a la mente vestidos elegantes, tenía ideas para vestirla a ella divinas. Entonces preguntó.
—¿Es un vestido?
—No… Aunque suena tentador—sonrió y le preguntó—¿Quieres saber de qué se trata?
Por un instante sintió miedo de saber, tan generosidad era extraña, pero más pudo su curiosidad:
—Quiero saber.
Laila iba a ser clara y concisa como se dice.
—Malak no puedo tener hijos—vio su asombro—es un lamentable problema para mi esposo y para mí, es por eso que… Te elegí para que seas, la madre de ese niño.
Malak palideció y miró a la mujer con espanto y Laila continuó:
—Claro no serás madre sustituta, te daré la oportunidad de tu vida—hizo una pausa, entonces añadió—te haré segunda esposa.
Malak se levantó asustada, nerviosa y tartamudeante solo alcanzó a decir:
—No entiendo señora… Es decir… Yo… no…
Laila le dijo suavemente.
—Es muy fácil Malak, quiero que seas la segunda esposa de Hanza y la madre de un heredero suyo.
Malak no daba crédito de lo que escuchaba, todo comenzó a darle vueltas y Laila la volvió a la tierra.
—No es difícil Malak, antes es todo un privilegio, muchas jóvenes matarían por desposar a un poderoso, ser tercera y hasta cuarta esposa—entonces la miró y le dijo a la impresionada joven—yo quiero que seas segunda esposa.
Malak no sabía qué decir la voz no le salía y Laila continuaba soltando información.
—Hanza, mi esposo necesita un heredero, sería fácil conseguir a un bebe adoptado, pero el clan Ansar exige que sea de la misma sangre que mi esposo.
Por fin rompió el silencio preguntando.
—¿Por qué yo?
Laila fue sincera.
—No lo sé, ese día cuando nos conocimos vi en ti mucha honestidad, dulzura y solidaridad, es lo que un hombre como Hanza necesita a su lado.
Malak le dijo a la dama.
—Es que yo no pensaba en casarme y…
—Te pagaré, pondré a tu madre por sobre todo y la haré operar—vio su asombro—le daré una casa en un buen lugar, enfermeros que la atiendan y una pensión para que ella viva cómodamente.
Era demasiado bueno para ser cierto todo aquello.
—Piénsalo Malak, es la oportunidad de tu vida y está al alcance de tu mano—le mostró un cheque y se lo dio en sus manos.
La joven lo tomó y se quedó cortada con la cantidad:
—Este dinero lo recibirías mensualmente.
Era mucho dinero y con los ojos desorbitados le dijo a la dama.
—Es que no soy nadie especial, soy hasta fea y… nada más sé coser y diseñar, estudiaba y… No pude ni concluir aquello.
—Malak al verte supuse que el destino te había puesto en mi camino por un motivo y ese era darme el hijo que la vida me negó.
Entonces Malak le preguntó.—¿Me quitaría al bebe?—Claro que no, serías segunda esposa, nadie te quitará al bebe—ella entonces le confió—perdí cinco bebes, fue doloroso para mi esposo y para mí, tenía el sueño de engendrar y de vivir la maternidad y se me negó, espero que a través de ti pueda conseguirlo.No sabía qué decir y Laila continuó.—Tendrás privilegios, joyas y al hombre más maravilloso del mundo en tu vida, Hanza, mi esposo.—Espere… Yo no…— todo le daba vueltas.—Piénsalo Malak, esta es la oportunidad de cambiar tu vida para siempre y darme el hijo que tanto he soñado.Malak comenzó a comprender que todo apuntó siempre a una sola dirección: a ese momento y su mala suerte no fue causada por la vida,
Sumergieron a Malak en una tina con sales y esencias, una joven comenzó a quitarle el esmalte de pies y manos, otra trabajó en su cabello, cortaron sus puntas y le pusieron un brebaje raro.—Esto lo hidratará—explicó una de las empleadas.Trajeron una bandeja con frutas que ayudarían a depurar su organismo, por una semana estuvo allí encerrada y alejada de todo contacto humano fuera del de las empleadas.A la semana entró Him con una bata de seda y le dijo que se cambiara, la llevarían a otra habitación a darle tratamiento a su piel con barro, chocolate y cosas que ella no llegaba a comprender.—¿Creías que las damas poderosas la tenían fácil?—dijo Him—ser bellas es un deber y un trabajo para todas ellas.—¿Conoce a la señora Laila?—La vi… Es de armas tomar y de carácter fuerte, no
Parecía tan fácil; sin embargo, era extenuante, le daban baños con esencias exquisitas y sentía que cada día su piel olía a flores. Him era el más estricto, le hizo probar perfumes preparados en casa y dio con el indicado para ella.—Rosas silvestres es tu aroma, haremos baños con pétalos de rosas silvestres para que tu piel vaya absorbiendo ese aroma.—Him—dijo Malak—¿puedo hacerte una pregunta?—Pero, solo una.—¿Conoces al señor Ansar?—Lo conozco, no viene aquí por cierto; lo conozco por lo que dicen los sitios de información.—¿Es joven?—Joven, con un cuerpo de dar mil vueltas y fuerte, como todo hombre del desierto saliste favorecida.Malak tenía dudas y fue cuando Him le dijo lo que pensaba.—Querida, creo que le agradarás, una muj
Hanza no daba crédito con lo escuchado y entonces explotó.—¡Se volvió loca! Ahora quiero ir con más ganas ha ese lugar, quiero detener esto de una vez.Iba hacia la salida y su amigo detrás, lo detuvo:—Cálmate Hanza, tienes algo que saber—vio su atención— tu hermano es asiduo de ese punto, tiene una amante allá.—¡Amed va a ese sitio! Rayos, si él sabe que Laila está haciendo eso en ese sitio, hará de todo para descubrirlo e impedir que suceda.Si alguien podía darle luces era Vitar, un sujeto bien relacionado con todos las familias importantes de Fez y él debía de saber algo sobre los orígenes de la muchacha.Vitar era un tipo menudo y de sonrisa amplia, modales exquisitos y modos joviales.—¡Amed Ansar! Es bueno verte—dijo sonriendo—es bueno saber d
Ella saltó en su puesto, vio al hombre joven y apuesto mirándola de forma inquisitoria, ella no deseaba problemas ni confusiones. El sujeto que tenía en frente era apuesto, demasiado apuesto y con un dejo de autoridad y sintió temor de lo que podía pasar en ese momento.La mirada de Hanza era inquisitiva, esa joven le recordaba a alguien, pero era algo muy vago, por lo pronto nunca había visto una muchacha tan hermosa y cautivante a simple vista, con un aire de ingenuidad y a la vez sensualidad.Malak en cambio sentía la mirada felina del sujeto, estaba sola y sin opciones de poder salir de allí, retrocedió y él le dijo con voz suave.—No te asustes… No voy hacerte daño—intentó detenerla.—Usted no puede estar aquí—retrocedió nerviosa.El miró a todos lados y le preguntó con una sonrisa.—&iques
—No es el primero que voto de mi casa señor Ansar, ni es el primero que me amenaza, ni tampoco creo que será el último. “Pero en su posición no le conviene un escándalo, ahora que pelea por la sucesión, a diferencia de lo que cree, Fadila tiene cámaras en todos lados y en la habitación de la joven que intentó forzar había una… Sería lamentable que su padre vea esa escena deplorable de su hijo mayor intentando abusar de una doncella y el heroísmo del menor defendiéndola, ¿a quién escogería como líder del clan? Sonrió, estaba como se dice en sus manos y eso era lo peor que podía pasarle: que Hanza quede como un maldito héroe delante de todos y él como el malo de la película. Estaba en sus manos, por eso esa mujer era eficiente y muchos confiaban en ella, tuvo que conformarse con nada. Hanza daba vueltas en esa habitación sin opción a salir por ningún lado, porque lo custodiaban guardias de seguridad. En ese momento recordó a
Laila lo frenó diciéndole. —Está bien querido—dijo suavemente Laila—lo entendemos. —Solo quiero hacer conversación…—entonces preguntó a la joven—por lo que supe de ti trabajabas, ¿verdad? Sentía que estaba en una entrevista de trabajo, solo que el puesto era de esposa. —Sí, señor, era modista para una diseñadora y mi sueño era estudiar diseño. —No te pregunté por tus sueños—dijo chocante. Laila entonces le dijo: —No es malo tener sueños Malak, una mujer sin sueños no es feliz. —Pero, si esperas estudiar que te vayas haciendo a la idea de que no será así. Malak se temía eso, parecía que de Hanza no obtendría dulzuras ni concesiones. —Lo supuse. —Es bueno que lo sepas, no te quiero exhibiéndote por todos lados. Malak tomó valor para decir: —Sabía que el matrimonio era como una cárcel. Hanza le dijo en tono duro. —Suelo cuidar bien lo que es mío. Laila intentó
—Suerte. —No, la suerte no entra aquí. Ella pensaba que hubiera dado media vida por toparse con Laila Ansar y casarse con el bello hermano de Amed; pero, si decía esto en voz alta, Amed la tiraría al viento y no podía darse esos lujos, así que se le ocurrió decir: —Entonces mi querido, investiga las cosas puede que des con algo raro, ¿no crees? Ella ostenta el apellido Bandrés, no es un apellido común. —¿Bandrés? Conozco a unos Bandrés de la zona de comercio, gente respetable y muy estricta en las costumbres. —¿Piensas que Malak pertenezca a esa familia? —No lo sé, aunque puedo investigar—tomó su teléfono e hizo unas llamadas—vendrá a visitarme un importante e influyente hombre de la ciudad, lo recibiremos en breve. Amed miró a su preciosa Harbi y le dijo: —¿Sabes por qué estoy contigo?—la agarró—porque opinas como yo, eres mi otra mitad Rania. Ella sonrió si tenía suerte tendría un anillo de boda de ese tipo o