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Cap. 5 Eventos desafortunados p. 2

Malak estaba en shock, sin trabajo, ni un techo para dormir, literalmente sentía que su vida estaba en una pendiente y de paso comenzó a llover. Lograron cubrir las cosas con plástico y una vecina les dio posada esa noche.

—Dormirán en la sala solo por esta noche, mi esposo llega mañana y se van.

—Sí, gracias, muchas gracias—dijo Malak.

No esperaron que el esposo llegara esa noche y alcoholizado, al ver a Malak en el mueble se acercó a admirarla, era hermosa.

—Hace tiempo que no veo algo tan bello—sonrió—linda, linda criatura.

Tocó la curvatura de su cintura y Malak se levantó asustada.

—Tranquila, no le diremos a nadie—la acarició.

—Espere… Suélteme.

—Ven aquí—la agarró y comenzó a forzarla y ella le pegó—perra, ¿quién eres perra?

Su esposa bajó asustada y al verlo bebido  y a la joven asustada le preguntó.

—¿Balad qué pasa?

—Esta perra, apenas me vio me incitó a que me quedara con ella.

—Mentira… Él me quiso forzar.

—¿Me llamas mentiroso, perra y en mi casa?—le quiso pegar.

La esposa miró a Malak era muy bella y su marido ya ni la tocaba, entonces le dijo a la joven.

—¡Vete! ¡Vete de aquí! ¿Querías quitarme a mi marido?

—Yo no… Jamás.

—Váyanse las dos ahora.

Malak tomó sus cosas y a su madre y salieron a la calle, estaba asustada y su madre le preguntó.

—¿Te hizo daño?

—No, pero no sé qué hacer…—sollozó—ni a dónde ir…

Su madre estaba angustiada tanto que comenzó a sentirse mal.

—Malak, me siento mal… Hija… me muero.

Su madre se desplomó en su silla de ruedas y tuvo que llevarla a emergencias. El poco dinero que tenía lo gastó en medicina y el estado de su madre no era el mejor y necesitaba ayuda a gritos… Todo se  le había ido de las manos en  un abrir y cerrar de ojos, ya no tenía fe en nada ni en nadie. En medio de la sala de espera recordó a la gentil dama, Laila Ansar, ella le había dejado su tarjeta… ¿La ayudaría? ¿Y si no? Su corazón se llenaría de más odio y rencor; pero, no tenía otra opción y decidió jugar su última carta. Marcó el número y esperó un poco hasta que…

—¿Señora Laila Ansar?

—Sí, ¿con quién hablo?

—Habla con Malak, nos conocimos en…

—Claro Malak, ¿cómo estás?

Se acordaba de ella y los ojos se le llenaron de lágrimas y dijo muy compungida.

—Necesito ayuda…

—Dime—sonrió complacida.

¡No podía creerlo se acordaba de ella! La joven entonces le volvió a decir sin dar crédito.

—Soy Malak, ¿me recuerda?

—Claro que te recuerdo, dime Malak, ¿qué te sucede?

—Necesito ayuda.

—Entiendo, tranquila, dime dónde estás y te enviaré ayuda inmediatamente.

Su corazón latió velozmente y no consideraba todavía que iban a ayudarla con su problema. Esperó una hora en la sala de espera del hospital y de repente se presentó un hombre alto de aspecto severo y con uniforme, preguntó a una enfermera y ella la señaló, fue hasta ella.

—¿Malak Bandrés?

—Sí, soy yo.

—Me envió la señora Ansar.

El corazón de Malak retumbó en el pecho, el sujeto canceló la cuenta y llevó a la joven y su madre a un departamento en un edificio exclusivo, en donde tenían todas las comodidades del caso. Al menos su madre estaría cómoda esa noche y Malak, le preguntó al chofer:

—¿La señora Ansar vendrá a hablar conmigo?

Él asintió, luego se retiró; sin embargo, pasaron dos días y ni señales de la señora Ansar estaba preocupada pues no sabía qué esperar, comenzó a hacer cuentas y pensó que podría pagarle diseñando vestidos, su madre estaba mejor.

—Malak.

—Mamá, estoy aquí.

—Hija lo siento tanto—le dijo ella con pesar.

—Tranquila mamá, todo va a estar bien.

—Te condené a una vida de miseria y tristeza.

—Todo va a salir bien, saldremos adelante, de alguna manera, trabajaré mucho para la señora Ansar, haré vestidos hermosos para ella y saldremos..

Su madre intentó sonreír y se durmió. Malak ya no sabía qué hacer, esperaba ver a la señora Ansar y no pasaba nada y esa espera la estaba llenando de miedo. No les faltaba nada, comida, medicamentos; sin embargo, quedaban flotantes varias cosas: ¿era todo aquello mala suerte? ¿Se podía tener tanta mala suerte en la vida?

Esa tarde, mientras contemplaba la lluvia caer desde el balcón, era poco común que llueva en Fez, normalmente solo duraba unos pocos días; sin embargo, en ese tiempo era muy incómodo. Podía ver gente correr de un lado a otro, las calles podían convertirse en un lodazal y era molesto para muchos; se dio cuenta de que en las alturas las cosas eran tan distintas, parecía que los problemas no alcanzaban a los ricos y por una vez deseaba estar por encima de todo: la pobreza, el dolor, la incertidumbre y el miedo.

Entonces escuchó la puerta, alguien había llegado y ella se asustó y vio entrar al chofer de la señora Ansar y detrás de él a la bella señora:

—¡Señora Ansar!—estaba impresionada.

Laila sonrió, verla de nuevo era como el renacer de su esperanza.

—Malak, ¿cómo estás?

—Ni yo misma sé qué pasó, nos han sucedido cosas extrañas y su ayuda ha sido invaluable.

Laila sonrió y le dijo.

—Cuéntame qué te pasó.

Contarle fue hasta terapéutico para ella, lloró a mares, mientras que Laila la escuchaba pacientemente hasta que le preguntó.

—¿Te sientes mejor ahora?

—Sí.

—Me alegro de que así sea—entonces le indicó que se sentara—Quiero hablar contigo Malak, es un asunto serio y tal vez determinante para tu vida.

La joven estaba atenta y Laila la vio más repuesta y comenzó a decirle.

—Estás pasando por muchas cosas penosas, a veces es así, pero todo viene para mejorar.

Malak pensaba que quería llegar a la parte de la mejora.

—Desde que te conocí he reflexionado mucho en ti, creo que debes de tener otra vida, algo mucho mejor que todo esto.

Malak miró a su alrededor, nunca creyó que pudiera estar en un sitio tan elegante y con comodidades.

—Claro nunca será fácil, todo siempre exige algo más y por eso quiero proponerte algo.

La joven estaba atenta a las palabras de Laila, se le vino a la mente vestidos elegantes, tenía ideas para vestirla a ella divinas. Entonces preguntó.

—¿Es un vestido?

—No… Aunque suena tentador—sonrió y le preguntó—¿Quieres saber de qué se trata?

Por un instante sintió miedo de saber, tan generosidad era extraña, pero más pudo su curiosidad:

—Quiero saber.

Laila iba a ser clara y concisa como se dice.

—Malak no puedo tener hijos—vio su asombro—es un lamentable problema para mi esposo y para mí, es por eso que… Te elegí para que seas, la madre de ese niño.

Malak palideció y miró a la mujer con espanto y Laila continuó:

—Claro no serás madre sustituta, te daré la oportunidad de tu vida—hizo una pausa, entonces añadió—te haré  segunda esposa.

Malak se levantó asustada, nerviosa y tartamudeante solo alcanzó a decir:

—No entiendo señora… Es decir… Yo… no…

Laila le dijo suavemente.

—Es muy fácil Malak, quiero que seas la segunda esposa de Hanza y la madre de un heredero suyo.

Malak no daba crédito de lo que escuchaba, todo comenzó a darle vueltas y Laila la volvió a la tierra.

—No es difícil Malak, antes es todo un privilegio, muchas jóvenes matarían por desposar a un poderoso, ser tercera y hasta cuarta esposa—entonces la miró y le dijo a la impresionada joven—yo quiero que seas segunda esposa.

Malak no sabía qué decir la voz no le salía y Laila continuaba soltando información.

—Hanza, mi esposo necesita un heredero, sería fácil conseguir a un bebe adoptado, pero el clan Ansar exige que sea de la misma sangre que mi esposo.

Por fin rompió el silencio preguntando.

—¿Por qué yo?

Laila fue sincera.

—No lo sé, ese día cuando nos conocimos vi en ti mucha honestidad, dulzura y solidaridad, es lo que un hombre como Hanza necesita a su lado.

Malak le dijo a la dama.

—Es que yo no pensaba en casarme y…

—Te pagaré, pondré a tu madre por sobre todo y la haré operar—vio su asombro—le daré una casa en un buen lugar, enfermeros que la atiendan y una pensión para que ella viva cómodamente.

Era demasiado bueno para ser cierto todo aquello.

—Piénsalo Malak, es la oportunidad de tu vida y está al alcance de tu mano—le mostró un cheque y se lo dio en sus manos.

 La joven lo tomó y se quedó cortada con la cantidad:

—Este dinero lo recibirías mensualmente.

Era mucho dinero y con los ojos desorbitados le dijo a la dama.

—Es que no soy nadie especial, soy hasta fea y… nada más sé coser y diseñar, estudiaba y… No pude ni concluir aquello.

—Malak al verte supuse que el destino te había puesto en mi camino por un motivo y ese era darme el hijo que la vida me negó.

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