Cuando recordaba esa mañana funesta sollozaba, no importaba con que tacto se lo dijeran o la falta de este, la verdad derrumbaba su vida: estaba muriendo, Laila Nafel de Ansar, moría lentamente. Ante el doctor que la veía con regularidad, sus nervios se desbordaban, dentro, muy dentro tenía un mal presentimiento. Veía observar detenidamente los estudios con atención, comenzaba a desesperarse porque sentía que no acababa de decir las cosas, así que rompió el silencio con una pregunta.
—¿Cuándo crees que pueda embarazarme?
El doctor, viejo amigo de la familia Ansar la miró detenidamente y dijo.
—Laila… Te hice estudios porque no era normal que una mujer joven tuviera tantos abortos y...
—Sin rodeos por favor.
—Lo siento Laila, nunca podrás tener hijos.
Eso era muy duro, aunque ya sospechaba algo; pero, lo que siguió fue peor:
—Tienes un tumor cancerígeno en el útero y si no actuamos pronto, podrías morir.
Fue como si mil cachetadas le cayeran en su rostro bello y ella preguntó:
—¿Cuánto tiempo me quedaría?
—Con tratamiento…
—¡¿Cuánto?!
—Los nuevos tratamientos pueden alargar la vida de una persona Laila, tal vez hasta hacer el cáncer desaparecer, pero…—hizo una pausa—tu caso es complicado, podrías vivir un año o menos…
Ella se levantó y le dijo firme:
—Eso es todo, gracias doctor.
—Laila…—hizo una pausa—Hanza tiene que saberlo…
—Hanza sabrá lo que tiene que saber, nada más doctor.
No podía decirle a su amado esposo lo que estaba pasando y tampoco evidenciar las cosas. Esa noche su marido llegó con una caja de joyería y la vio recostada en la poltrona mirando al jardín, se acercó por detrás e intentó sorprenderla:
—Si quieres sorprenderme cariño, tendrías que quitarte el perfume que usas—le dijo ella.
—Laila, te llamé… No contestaste—le dio el obsequio—lo compré para ti.
Ella abrió y vio un bello collar de oro y piedras preciosas, entonces le dijo admirada de su buen gusto.
—Es hermoso… Siempre eres tan acertado en todo querido.
Hanza tomó sus manos y le dijo a su esposa.
—No me importa lo que diga el médico, me importas tú.
—Hanza… Necesitas un heredero, puedes llegar a ser jefe del clan y es justo que lo tengas.
—Que lo sea Amed, no quiero incomodarte.
La unión de ellos fue parte de un convenio entre dos grandes familias, no hubo amor; el amor entre ellos lo fueron construyendo día con día, que si fue complicado, siempre, pero amó a Hanza y él a ella y lo que tenían valía más que el oro y ahora era cuestionado por su esterilidad. Entonces Laila le dijo con toda la sutileza que esos casos ameritaban:
—He pensado en… Que deberíamos tomar a otra esposa.
Hanza se levantó como si mil demonios lo hubieran pinchado y la miró con horror.
—¿Te volviste loca?
—Es lo más lógico, no serías el primer poderoso que lo hace.
—Asumo que estás afectada por todo, pero otra esposa nunca lo aceptaré.
Laila fue tras él y le dijo a su esposo.
—Es la única forma Hanza… Te amo.
—Ahora no parece.
—Te amo sí y todo lo que digo y haré es por tu bien.
Laila estaba decidida a llevar a cabo su plan y comenzó a fraguar todo para que llegara a su cumplimiento. Recordó a la joven hermosa: Malak, ella sería adecuada y solo tenía que pulir a la joven y estaba segura de que sería la esposa perfecta para Hanza.
Laila comenzó a buscar información sobre sitios donde preparaban esposas y Reba se le acercó y le dijo a su ama.
—Haces bien en buscar tu misma a la esposa.
—Pero no sé cómo pulir a la joven.
—Hay un sitio muy apreciado por los caballeros, allí suelen buscar los comerciantes y hombres poderosos a sus esposas y segundas esposas, hasta concubinas.
—¿Qué sitio es ese?
—La Mansión del Placer, su dueña fue una concubina de un hombre del desierto y apreciada por su forma de preparar muchachas para tal menester.
—¿Cómo contacto con ella?
—Puede ir, ella le recibirá, el dinero mueve personas—Reba entonces le comentó—Fadila se mueve por dinero.
Fadila, tenía que hablar con esa mujer y negociar con ella sobre Malak.
Fadila
Había un sitio en Fez que era muy conocido por los comerciantes y poderosos de la zona. Era un palacete ambientado en las Mil y una noches, perteneciente a una sola persona; una mujer llamada Fadila.
Desde muy joven, siendo casi una niña fue iniciada para atender a hombres ricos en sus asuntos y allí conoció al Sheik del desierto Omar Barsat, un poderoso de las arenas que se enamoró perdidamente de la joven Fadila y la convirtió en su concubina, privilegiada de muchas maneras. A tal punto que antes de morir destinó una cantidad considerable de dinero para que la mujer se mantenga y ella decidió en honor de la memoria de su gran amor, abrir la Mansión del Placer. Donde comenzó a enseñar a jóvenes a atender a sus esposos, amantes y ser una mujer virtuosa en las artes de la danza y de la gracia que toda mujer debía tener para ser una buena esposa. De sus lomos salieron esposas, segundas esposas, terceras y hasta concubinas de poderosos.
Las madres solían llevarles a sus hijas jóvenes y las presentaban a Fadila que evaluaba su presencia, estilo, posibilidades y la que pasaba las pruebas entraba a ser preparada para ser una esposa o concubina, todo dependía de la astucia y capacidad de la joven al momento de agradar.
La reputación de Fadila era respetable casi tanto como la de un hombre; tenía modos clásicos y muchos poderosos iban a su mansión para regodearse con las encantadoras jovencitas, en sus harenes privados.
Laila se informó de los detalles y le pidió a Kirvi que la acompañe a conocer el lugar.
—Menos mal que Amed está de viaje y no me ve en estas andadas.
—No estamos haciendo algo malo—comentó Laila.
—Vamos a un sitio de perdición, si mi marido lo llega a saber…
—No lo puede saber; Kirvi ante todo somos amigas, tu esposo no debe saber de mi idea.
—Odio esconderle algo a Amed.
Su cuñada creía que Amed no le escondía nada a ella, se decía que era asiduo de ese sitio y no precisamente para rezar. El punto quedaba en una zona exclusiva y a simple vista era un sitio elegante de jardines hermosos, jazmines que daban a la entrada un exquisito y delicado aroma. Kirvi se cubrió con su velo para no ser reconocida y fueron llevadas a los jardines. El sitio era hermoso con un laberinto de rosas de todo tipo y el aroma era relajante y a la vez muy particular, supuso para encantar los sentidos de los visitantes.
—Es una locura… Una locura, si nos ven… ¡Me muero!—se abanicaba—puedes arrepentirte Laila, podemos salir corriendo de aquí.
—No. Quiero llegar hasta el final.
Kirvi comenzó a decir sus oraciones en voz baja del temor de que alguien la viera en ese sitio.
—Te dije que no vinieras.
—¿Cómo puedes querer hacer esto?
—Tengo motivos.
Estaba arrepentida de haber ido, un hombre se les acercó con tés helados y les dio a las damas.
—Quiero sedar mis nervios—tomaba Kirvi.
Esperaron unos minutos y Fadila entró en compañía de unas empleadas, vestidas al estilo Bella Genio, con velos en el rostro y se colocaron detrás de ella. La mujer que debía tener sesenta años, se veía bastante conservada y elegantemente vestida y sus joyas eran ostentosas. Si quería dejar en claro que ella fue muy bendecida lo estaba dejando y bien en alto. Sonrió porque recibir a mujeres de poderosos, era muy poco común, muy raro de ver en esos tiempos.
—Mis apreciadas damas… Tener a mujeres del clan Ansar es novedoso, ¿en qué puede servirles Fadila?
—Soy Laila Ansar y ella es… Mi cuñada.
—¿Tiene nombre la señora?
—Kirvi… Me llamo Kirvi.
Laila entonces fue al punto, frontal como era ella:
—Quiero una segunda esposa para mi marido.
—Mi cuñada se volvió loca—dijo Kirvi—está muy nerviosa…
Fadila estaba desconcertada, no era usual que una esposa de poderoso, acudiera a su hogar a pedir algo como eso.
—Es una gran decisión… Normalmente, son los caballeros los que vienen a elegir a la joven, sus esposas nada tienen que ver.
Laila le dijo a la mujer.
—Como ve, no soy igual a ellas y siempre me dirijo por mi intuición.
Estaba ante una mujer de armas tomar, bella y por alguna causa debía desear otra esposa.
—Puedo saber la razón.
—Locura—comentó Kirvi.
Laila fue sincera con ella.
—No puedo concebir hijos y mi esposo necesita un heredero.
Fadila comenzaba a comprender y le dijo los riesgos de aquello.
—Tiene que estar consciente de que una esposa que dé hijos desplaza a la que no los puede tener.
—Estoy consciente y lista para todo.
Esa mujer debía amar mucho a su marido o lo hacía por algo mucho más allá de todo. Laila le dijo entonces.
—Si yo te consiguiera una joven, especial para capacitarla, ¿lo harías?
—Es mi misión; pero, la joven tiene que tener ese algo… Ese…
—Yo sé lo que tiene y si me gusta a mí, le gustará a mi esposo, lo sé muy bien.
La decisión había sido tomada.
Malak estaba en el taller terminando el vestido café que había imaginado y ahora materializaba en esos momentos. Ali al verla trabajar con emoción le dijo a la joven.—No veo porque te empeñas tanto, ella nunca te dará el crédito de nada de lo que haces.—Lo sé, pero saber que alguien utiliza uno de mis vestidos es alucinante.Tal vez nadie entendiera que si algo disfrutaba era poder hacer cosas hermosas, con telas y todas las máquinas que su jefa tenía, piedras, encajes finísimos, botones de toda calidad y un sinnúmero de detalles que volvían a la ropa algo maravilloso. Cuando terminó, su jefa, Gaela entró, vio el hermoso trabajo las capas del vestido café eran hermosas y comentó:—Me quedó perfecto, hay que exhibirlo ahora—llamó a su personal y les dijo a todas—esta es una muestra de que
Malak estaba en shock, sin trabajo, ni un techo para dormir, literalmente sentía que su vida estaba en una pendiente y de paso comenzó a llover. Lograron cubrir las cosas con plástico y una vecina les dio posada esa noche.—Dormirán en la sala solo por esta noche, mi esposo llega mañana y se van.—Sí, gracias, muchas gracias—dijo Malak.No esperaron que el esposo llegara esa noche y alcoholizado, al ver a Malak en el mueble se acercó a admirarla, era hermosa.—Hace tiempo que no veo algo tan bello—sonrió—linda, linda criatura.Tocó la curvatura de su cintura y Malak se levantó asustada.—Tranquila, no le diremos a nadie—la acarició.—Espere… Suélteme.—Ven aquí—la agarró y comenzó a forzarla y ella le pegó—perra, ¿quién eres p
Entonces Malak le preguntó.—¿Me quitaría al bebe?—Claro que no, serías segunda esposa, nadie te quitará al bebe—ella entonces le confió—perdí cinco bebes, fue doloroso para mi esposo y para mí, tenía el sueño de engendrar y de vivir la maternidad y se me negó, espero que a través de ti pueda conseguirlo.No sabía qué decir y Laila continuó.—Tendrás privilegios, joyas y al hombre más maravilloso del mundo en tu vida, Hanza, mi esposo.—Espere… Yo no…— todo le daba vueltas.—Piénsalo Malak, esta es la oportunidad de cambiar tu vida para siempre y darme el hijo que tanto he soñado.Malak comenzó a comprender que todo apuntó siempre a una sola dirección: a ese momento y su mala suerte no fue causada por la vida,
Sumergieron a Malak en una tina con sales y esencias, una joven comenzó a quitarle el esmalte de pies y manos, otra trabajó en su cabello, cortaron sus puntas y le pusieron un brebaje raro.—Esto lo hidratará—explicó una de las empleadas.Trajeron una bandeja con frutas que ayudarían a depurar su organismo, por una semana estuvo allí encerrada y alejada de todo contacto humano fuera del de las empleadas.A la semana entró Him con una bata de seda y le dijo que se cambiara, la llevarían a otra habitación a darle tratamiento a su piel con barro, chocolate y cosas que ella no llegaba a comprender.—¿Creías que las damas poderosas la tenían fácil?—dijo Him—ser bellas es un deber y un trabajo para todas ellas.—¿Conoce a la señora Laila?—La vi… Es de armas tomar y de carácter fuerte, no
Parecía tan fácil; sin embargo, era extenuante, le daban baños con esencias exquisitas y sentía que cada día su piel olía a flores. Him era el más estricto, le hizo probar perfumes preparados en casa y dio con el indicado para ella.—Rosas silvestres es tu aroma, haremos baños con pétalos de rosas silvestres para que tu piel vaya absorbiendo ese aroma.—Him—dijo Malak—¿puedo hacerte una pregunta?—Pero, solo una.—¿Conoces al señor Ansar?—Lo conozco, no viene aquí por cierto; lo conozco por lo que dicen los sitios de información.—¿Es joven?—Joven, con un cuerpo de dar mil vueltas y fuerte, como todo hombre del desierto saliste favorecida.Malak tenía dudas y fue cuando Him le dijo lo que pensaba.—Querida, creo que le agradarás, una muj
Hanza no daba crédito con lo escuchado y entonces explotó.—¡Se volvió loca! Ahora quiero ir con más ganas ha ese lugar, quiero detener esto de una vez.Iba hacia la salida y su amigo detrás, lo detuvo:—Cálmate Hanza, tienes algo que saber—vio su atención— tu hermano es asiduo de ese punto, tiene una amante allá.—¡Amed va a ese sitio! Rayos, si él sabe que Laila está haciendo eso en ese sitio, hará de todo para descubrirlo e impedir que suceda.Si alguien podía darle luces era Vitar, un sujeto bien relacionado con todos las familias importantes de Fez y él debía de saber algo sobre los orígenes de la muchacha.Vitar era un tipo menudo y de sonrisa amplia, modales exquisitos y modos joviales.—¡Amed Ansar! Es bueno verte—dijo sonriendo—es bueno saber d
Ella saltó en su puesto, vio al hombre joven y apuesto mirándola de forma inquisitoria, ella no deseaba problemas ni confusiones. El sujeto que tenía en frente era apuesto, demasiado apuesto y con un dejo de autoridad y sintió temor de lo que podía pasar en ese momento.La mirada de Hanza era inquisitiva, esa joven le recordaba a alguien, pero era algo muy vago, por lo pronto nunca había visto una muchacha tan hermosa y cautivante a simple vista, con un aire de ingenuidad y a la vez sensualidad.Malak en cambio sentía la mirada felina del sujeto, estaba sola y sin opciones de poder salir de allí, retrocedió y él le dijo con voz suave.—No te asustes… No voy hacerte daño—intentó detenerla.—Usted no puede estar aquí—retrocedió nerviosa.El miró a todos lados y le preguntó con una sonrisa.—&iques
—No es el primero que voto de mi casa señor Ansar, ni es el primero que me amenaza, ni tampoco creo que será el último. “Pero en su posición no le conviene un escándalo, ahora que pelea por la sucesión, a diferencia de lo que cree, Fadila tiene cámaras en todos lados y en la habitación de la joven que intentó forzar había una… Sería lamentable que su padre vea esa escena deplorable de su hijo mayor intentando abusar de una doncella y el heroísmo del menor defendiéndola, ¿a quién escogería como líder del clan? Sonrió, estaba como se dice en sus manos y eso era lo peor que podía pasarle: que Hanza quede como un maldito héroe delante de todos y él como el malo de la película. Estaba en sus manos, por eso esa mujer era eficiente y muchos confiaban en ella, tuvo que conformarse con nada. Hanza daba vueltas en esa habitación sin opción a salir por ningún lado, porque lo custodiaban guardias de seguridad. En ese momento recordó a