—No puedo seguir con esta farsa, no sé cómo puedes pedirme que sonría cuando me acaban de decir que se van a casar y ninguno tiene un ápice de culpa en sus rostros, ambos me traicionaron, ella sabía quién era él para mí. ¡Soy su hermana mayor! ¡Soy su sangre!
Le gritaba con desesperación, con rabia y con el dolor que la traición que acaba de sufrir le daba. A eso le sumaban la risa burlona del hombre que se supone debía protegerla y acogerla bajo su ala, del hombre que decía ser su padre y que al contrario solo parecía ser su peor enemigo.
—Eres demasiado estúpida Elizabeth, no entiendo que vio ese muchachito en ti, es entendible porque prefirió a Ivanna, acéptalo por el bien de tu familia, tu hermana está embarazada y si hubieras sido más mujer él no hubiera tenido que buscarla para que le dé lo que todo hombre desea, ahí ves las consecuencias de tus actos, solo tú eres la culpable y tú lo mojigata que eres, sabes que dejarte de hacer el ridículo, solo das vergüenza, ya deja esa pose de mujer digna que no va contigo y has como siempre solo agacha la cabeza y deja de portarte como una niña, madura, madura.
—No puedo creer que hables en serio o te creas todo lo que dices ¿Eres mi padre acaso? Pero no sé qué me sorprende—Limpiándose las lágrimas—Todo porque siempre la preferiste y a claro como ahora seguramente es rico si conviene que sea parte de esta familia, pero cuando era mi novio solo era un fracasado bueno para nada, eres un ser vil sin escrúpulos, tienes el alma podrida.
“Una bofetada fue lo que sentí cuando cerré los ojos por unos segundos tratando de controlarme y no hacer un escándalo. Pero que me sorprende si siempre fue así todo porque soy la hija que le apareció un día en la puerta de su casa atormentando su idílico matrimonio. No puedo soportar estar más tiempo aquí, siendo parte de esta farsa, se atreven a pedirme que sonría como si con eso compartiera la felicidad de la hermosa pareja y ¿La mía? ¿Quién aboga por la mía? Siempre siendo la última rueda del coche desde que recuerdo, no me quiso mi padre, me odiaba mi madrastra y mi hermana menor, nunca me vio cómo su hermana, solo me vio cómo su rival y hoy logro su cometido que me lleve el diablo al infierno con todo el dolor que estoy sintiendo” Pensaba ella, sin dejar de atormentar su mente con tantas cosas.
Se sentía dolida, burlada, traicionada, en su interior, era como si ella para todos fuera nada, que no valía la pena, que la vida solo la trataba una vez más como a la nada, más bien mucho peor que a la nada, porque a la nada, nadie la abofetea tantas veces, a la nada nadie se atreve a mirar con ganas de humillar, pero, en cambio, con Elizabeth, era como si la miraban y decidieran hacerle más miserable de lo que ya se sentía.
—Me he encerrado en el baño, mientras la música suena, mi llanto se confunde con esta, mi dolor es entrelazado con las risas, que sintiéndome como me siento, suenan a burlas, hacia mi corazón hecho pedazos, es como si la vida se siguiera ensañando conmigo, no sé por qué tanto dolor siempre en mi lado de la vida., siempre soy la que menos importa, sin importar el caso, siempre soy lo que a nadie le interesa.
Seguía llorando, con el poco maquillaje que traía puesto hecho un desastre, unas sombras profundas debajo de sus ojos, había odiado tanto maquillarse, pero decía que debía practicar, no quería que su adorado novio la dejara por mal arreglada, cuando en realidad lo debió hacer era abrir los ojos para darse cuenta de las señales que ahí estaban, sentía que el dolor casi no la dejaba respirar, hasta que su teléfono empezó a vibrar y sonar, sacándola de ese pozo donde se estaba hundiendo.
>>Mi teléfono suena, no quiero contestar, mi cuerpo pesa, mis manos solo tienen fuerzas para tapar mis lágrimas y mi vergüenza, pero insisten y aun con todo lo que siento lo tengo que hacer, seguro seguirán insistiendo. — Se repetía a ella misma.
—Samantha, no cuelgues mi amor — Un extraño al otro lado de la línea empieza a llorar, ella no entendía qué sucedía, o porque la estaba llamando, pero era tal el sentir de aquel llanto, que no fue capaz de cortar la llamada, porque era como si sintiera empatía con el dolor que demostraban esas lágrimas, uno que ella también estaba experimentando nuevamente.
—Yo, este no
—Sam, ya paso un año más, tres para ser exactos desde que destrozaste mi vida con tu partida ¿Quieres que me reúna en el más allá contigo? Porque te juro que no puedo más con todo lo que sufro en silencio, nadie sabe o entiende lo que estoy pasando, tres años que no olvido y no quiero olvidar lo mucho que te amo, no me cortes por favor, porque si lo haces siento que esta noche acabaré con esto que me está matando, porque sin ti hasta respirar duele.
—Hermanita, te veo muy contenta hoy y ese milagro. Seguro saldrás con tu noviecito ese. — Entrando en su habitación, mirando todo a su alrededor, con el mentón elevado, como menos preciando cada cosa que Elizabeth representaba.—Ivanna, no empieces y sal de mi habitación, por favor., no sé cuántas veces te lo tengo que repetir, no me gusta que entres aquí — Sentía la mirada burlona de su hermana menor sobre su espalda, pero lo que no se esperaba es que al salir esta cerrara la puerta con llave, Elizabeth no creía lo que pasaba, corrió inútilmente a tratar de abrir la puerta, pero era imposible, mientras gritaba el nombre de aquella chiquilla que una vez más disfrutaba humillándola, ofendiéndola, burlándose de ella de la forma que sea.Pensó en su adorado novio, no quería que la esperaba en vano. Así que tomó su desgastado teléfono.—Baby, lo siento mucho, no llegaré a acudir a la cita, tuve inconvenientes.—Está bien cariño, para otro día será, hablamos más tarde, voy a ver a mi tía
—Bastián, por favor entiéndeme, llevamos meses con este asunto, sabes muy bien que he anhelado tanto esto, también es mi sangre, tu sangre, tu hermano mayor.Tratando de aplicar a su corazón, a su lógica, a su raciocinio, pero era en vano, como hacer que alguien que toda la vida creció para hacer esa compañía crecer, un hombre que lucho por ese puesto, cada parte de esa empresa tenía su sudor y lucha en ella, él era un hombre que perdió lo más preciado por esa compañía y aun así seguía de pie a la cabeza, un hombre que perdió lo más preciado, lo único que le quedaba era aferrarse a aquello por lo que tanto lucho y no iba a permitirse perderlo por alguien que carecía de talento, de alma y corazón y peor un aparecido que no tenía un ápice de conocimiento ni siquiera para sacar copias.—Padre, no entiendes como me siento, pretendes que le dé un puesto directivo a ese aparecido, a un tipo que solo es tu hijo porque esa prueba lo dijo, un tipo con ínfulas de principito que no sabe ni atars
SÁBADO 12—Estoy preocupado por tu hermano, no ha venido. De verdad, pensé que llegaría, es algo importante para la familia.—Déjalo, además lo que me importa que estés aquí como mi padre, que se supone que eres. Trato de hacer las cosas bien por el apellido Barbieri, pero él no lo ve así.Para Gabriel, el ser llamo así por parte de su hijo, le dolía, sentía que le faltaba tanto por compensar el tiempo perdido, cada vez que no lo llamaba papá o padre, era un fracaso, un día menos para ganarse a su hijo, tal vez por eso trataba de darle todo lo que quería olvidando que un puesto en la empresa era algo que se ganaba no que se regalaba.—Algún día, ¿Me dirás, papá? — La tristeza reflejada en sus ojos al pronunciar aquellas palabras eran evidentes. Sin embargo, el corazón oscuro y lleno de odio de Ricardo no le contestó nada a Gabriel, porque en su mente se construía otros planes, muchas veces cuando has deseado vivir entre lujos, comodidades, cuando has deseado toda tu vida dejar de ser
SEMANAS DESPUÉS DEL ANUNCIO DEL COMPROMISO—¡Estás loca! ¿Cómo te atreves?Podría envolverse en sí misma hasta hacerse un ovillo, pero con un corazón tan lastimado era como si no tuviera nada que perder y al contrario tenía mucho que ganar, ya no iba a dejar que la siguieran pisoteando como si nada, la muchacha estúpida murió.—Ya perdiste tu poder sobre mi querido padre, si no lo haces, entonces le revelaré la verdad al mundo, les diré que tuviste a tu hija mayor como una empleada bajo tú mismo techo que inclusive dormía en un pequeño cuarto que antes era un almacén, diré que me golpeabas cuando no obedecía, puedo hablar y mi querido padre en la carrera a la alcaldía no te va a hacer bien, muchos menos en la fortuna a la que quieres llegar a como dé lugar, piensa lo que te conviene.No tenía nada que perder, al contrario, estaba cansada de ser el tapete de todos, aquel donde todos se limpiaban los zapatos de lodo, ya no era la Elizabeth sumisa ante su padre y mucho menos iba a agacha
—¿Puedes pagarlo?—No voy a discutir contigo, solo por la salud de mi padre.—El nuestro dirás.—Su tono de burla, lo irritaba, lo exasperaba de sobremanera, no podía, aunque quisiera verlo como el hermano mayor que era, la vida era tan injusta, pensaba. ¿Por qué ahora? Si hubiera sido años atrás, cuando se sentía solo, cuando era un niño pequeño, tal vez las cosas podrían ser diferentes, pero hoy era imposible, no había marcha atrás, no podía, aunque quisiera verlo como el hermano mayor que era.—Ahí está el porqué no te soporto. Te estoy hablando de la salud del hombre del que llevas su sangre, el estrés lo tiene agobiado y provocó su desmayo, solo te pido que te mantengas lo más que puedas alejado de mí, con eso le haces un bien al mundo.—Perdón su majestad, por quitarle la paz, no sé por qué te la agarras conmigo, yo no tengo la culpa que nuestro padre no haya tenido los pantalones para responderle a mi madre como hombre, además deberías agradecer, solo gracias a eso hoy estás aq
Bastián, se sentía dividido en dos, no era del tipo de hombre que pedía disculpas y menos a una desconocida, ahí estaba su teléfono a un lado, esperando que lo tomen y marque aquel número, tenía vagos recuerdos, llorando reclamado el nombre de Sam y ella dándole palabras de aliento, oía golpes o eso era lo que podía recordar.—No seas cobarde Bastian, muy valiente para llamar ebrio a esa mujer, pero a la hora de la hora en tus cuatro sentidos, te corres.Se repetía a sí mismo una y otra vez, aunque lo extraño era que sintiera tanto pavor de hacer una llamada, los dedos de su mano no dejaban de moverse, hasta dijo que él no era del tipo de hombres que dejaba las cosas a medias, así que marcó el teléfono que aparecía en el registro de llamadas, aún tenía el nombre de mi amor en él, quiso sonreír, pero era como si un acto tan sencillo doliera.El teléfono sonó una y otra vez, por algún motivo agradecía no ser atendido.—No entiendo por qué me siento nervioso, ¿qué tanto fue lo que le dij
—Me duelen los pies, siento que no puedo más, no sé cómo los soportan tus chicas, están locos al obligarlas a atender con cosas como esta. Eres un negrero como el de la época de los esclavos.Acariciando sus propios pies luego de quitarse los incómodos tacones.—Están acostumbradas, les pago muy bien, soy un amor de jefe aparte de guapo, además tienen muy buen seguro de salud, ninguna tiene queja de mi trato, deja de decir tonterías que si te escuchan van a pensar cosas que no son, Ahora descansa y relájate que los hombres en esta fiesta no te han dejado de admirar, ese cabello tuyo es mi obra maestra, estás como el ave Fénix echando fuego cariño.Se volvió a poner los zapatos, mirándose al espejo y retocando el maquillaje tal como le habían enseñado, además de hacer que sus senos sobresalgan un poco más, consejo expreso de su amigo Antuhant. En ese momento recordó su teléfono, pero antes de tomarlo, tocaron la puerta del baño. Era Danuzca quien no dejaba de verla con lasciva, pero, c
Los nervios se apoderaron de ambos; para Bastián, era como sentirse otro y no un hombre de negocios, de temple de acero, un hombre hecho y derecho, un hombre de carácter frío, era el cual en este instante temblaba de los nervios.—Yo, lo siento—Balbuceó o eso se le entendió.—¿Cómo te encuentras? —respondió ella de manera tímida, luego de sentarse sobre el borde de la ducha, aun con la toalla sobre su cuerpo. Tal vez no debió; sin embargo, por algún extraño motivo, necesitaba hacerlo.—Creo que aquella noche estaba muy ebrio. No recuerdo ni lo que dije, si dije algo que la ofendió, lo siento mucho. Te ofrezco disculpas, no me quiero justificar, pero era una noche.—Alguien que querías murió en esa fecha, ¿verdad? Eso lo sorprendió, no esperaba el haber revelado tanto, no sabía sin cortar la llamada y dejar el tema ahí sin escarbar más en su dolor, uno que aún se sentía tan reciente sin importar los años, se sentía que nadie lo entendía o menos preciaba su dolor.—No creo que