NÚMERO EQUIVOCADO QUERIDO CEO
NÚMERO EQUIVOCADO QUERIDO CEO
Por: Alisha Kiss
PROLOGO

—No puedo seguir con esta farsa, no sé cómo puedes pedirme que sonría cuando me acaban de decir que se van a casar y ninguno tiene un ápice de culpa en sus rostros, ambos me traicionaron, ella sabía quién era él para mí. ¡Soy su hermana mayor! ¡Soy su sangre!

Le gritaba con desesperación, con rabia y con el dolor que la traición que acaba de sufrir le daba. A eso le sumaban la risa burlona del hombre que se supone debía protegerla y acogerla bajo su ala, del hombre que decía ser su padre y que al contrario solo parecía ser su peor enemigo.

—Eres demasiado estúpida Elizabeth, no entiendo que vio ese muchachito en ti, es entendible porque prefirió a Ivanna, acéptalo por el bien de tu familia, tu hermana está embarazada y si hubieras sido más mujer él no hubiera tenido que buscarla  para que le dé lo que todo hombre desea, ahí ves las consecuencias de tus actos, solo tú eres la culpable y tú lo mojigata que eres, sabes que dejarte de hacer el ridículo, solo das vergüenza, ya deja esa pose de mujer digna que no va contigo y has como siempre solo agacha la cabeza y deja de portarte como una niña, madura, madura.

—No puedo creer que hables en serio o te creas todo lo que dices ¿Eres mi padre acaso? Pero no sé qué me sorprende—Limpiándose las lágrimas—Todo porque siempre la preferiste y a claro como ahora seguramente es rico si conviene que sea parte de esta familia, pero cuando era mi novio solo era un fracasado bueno para nada, eres un ser vil sin escrúpulos, tienes el alma podrida.

“Una bofetada fue lo que sentí cuando cerré los ojos por unos segundos tratando de controlarme y no hacer un escándalo. Pero que me sorprende si siempre fue así todo porque soy la hija que le apareció un día en la puerta de su casa atormentando su idílico matrimonio. No puedo soportar estar más tiempo aquí, siendo parte de esta farsa, se atreven a pedirme que sonría como si con eso compartiera la felicidad de la hermosa pareja y ¿La mía? ¿Quién aboga por la mía? Siempre siendo la última rueda del coche desde que recuerdo, no me quiso mi padre, me odiaba mi madrastra y mi hermana menor, nunca me vio cómo su hermana, solo me vio cómo su rival y hoy logro su cometido que me lleve el diablo al infierno con todo el dolor que estoy sintiendo” Pensaba ella, sin dejar de atormentar su mente con tantas cosas.

Se sentía dolida, burlada, traicionada, en su interior, era como si ella para todos fuera nada, que no valía la pena, que la vida solo la trataba una vez más como a la nada, más bien mucho peor que a la nada, porque a la nada, nadie la abofetea tantas veces, a la nada nadie se atreve a mirar con ganas de humillar, pero, en cambio, con Elizabeth, era como si la miraban y decidieran hacerle más miserable de lo que ya se sentía.

—Me he encerrado en el baño, mientras la música suena, mi llanto se confunde con esta, mi dolor es entrelazado con las risas, que sintiéndome como me siento, suenan a burlas, hacia mi corazón hecho pedazos, es como si la vida se siguiera ensañando conmigo, no sé por qué tanto dolor siempre en mi lado de la vida., siempre soy la que menos importa, sin importar el caso, siempre soy lo que a nadie le interesa.

Seguía llorando, con el poco maquillaje que traía puesto hecho un desastre, unas sombras profundas debajo de sus ojos, había odiado tanto maquillarse, pero decía que debía practicar, no quería que su adorado novio la dejara por mal arreglada, cuando en realidad lo debió hacer era abrir los ojos para darse cuenta de las señales que ahí estaban, sentía que el dolor casi no la dejaba respirar, hasta que su teléfono empezó a vibrar y sonar, sacándola de ese pozo donde se estaba hundiendo.

>>Mi teléfono suena, no quiero contestar, mi cuerpo pesa, mis manos solo tienen fuerzas para tapar mis lágrimas y mi vergüenza, pero insisten y aun con todo lo que siento lo tengo que hacer, seguro seguirán insistiendo. — Se repetía a ella misma.

—Samantha, no cuelgues mi amor — Un extraño al otro lado de la línea empieza a llorar, ella no entendía qué sucedía, o porque la estaba llamando, pero era tal el sentir de aquel llanto, que no fue capaz de cortar la llamada, porque era como si sintiera empatía con el dolor que demostraban esas lágrimas, uno que ella también estaba experimentando nuevamente.

—Yo, este no

—Sam, ya paso un año más, tres para ser exactos desde que destrozaste mi vida con tu partida ¿Quieres que me reúna en el más allá contigo? Porque te juro que no puedo más con todo lo que sufro en silencio, nadie sabe o entiende lo que estoy pasando, tres años que no olvido y no quiero olvidar lo mucho que te amo, no me cortes por favor, porque si lo haces siento que esta noche acabaré con esto que me está matando, porque sin ti hasta respirar duele.

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