—Bastián, por favor entiéndeme, llevamos meses con este asunto, sabes muy bien que he anhelado tanto esto, también es mi sangre, tu sangre, tu hermano mayor.
Tratando de aplicar a su corazón, a su lógica, a su raciocinio, pero era en vano, como hacer que alguien que toda la vida creció para hacer esa compañía crecer, un hombre que lucho por ese puesto, cada parte de esa empresa tenía su sudor y lucha en ella, él era un hombre que perdió lo más preciado por esa compañía y aun así seguía de pie a la cabeza, un hombre que perdió lo más preciado, lo único que le quedaba era aferrarse a aquello por lo que tanto lucho y no iba a permitirse perderlo por alguien que carecía de talento, de alma y corazón y peor un aparecido que no tenía un ápice de conocimiento ni siquiera para sacar copias.
—Padre, no entiendes como me siento, pretendes que le dé un puesto directivo a ese aparecido, a un tipo que solo es tu hijo porque esa prueba lo dijo, un tipo con ínfulas de principito que no sabe ni atarse los zapatos, en pocas palabras un inútil.
Con la furia esparcida por sus venas, por su cuerpo, esa rabia que le daba el sentirse traicionado, como si le hubieran clavado un puñal en la espalda.
—Gracias, hermanito por tus tiernas palabras, tranquilo Gabriel, sé lo que he escuchado.
—Pero, hijo para tu hermano, tampoco es ... — El ruido de Bastián golpeando la madera de escritorio los hizo girar a ambos.
—Deja de disculparme como si yo fuera un crío, lo que dije es la verdad y no lo voy a retirar, no es más que un inútil, ¿No has oído la frase? “Más ayuda, el que poco estorba”
—Por favor Bastián contrólate, es tu hermano, tu sangre y como tal debes verlo — Gabriel Barbieri un hombre de setenta y cinco años sufría por aquella rencilla entre su hijo menor y su recién aparecido hermano mayor, sabía que para Bastián no era fácil, eso de compartir todo con alguien que no conocía, que no estaba seguro de sus capacidades, pero también añora vivir sus últimos tiempos en paz, con su familia, también junto a su recién aparecido hijo, uno que pensó que nunca encontraría a su hijo mayor, pero finalmente lo hizo, y lo que tanto añoraba era vivir a lado de su familia, aunque sus hijos lo desconocían sus días estaban contados y solo quería que ellos se unieran y darle a su hijo mayor todo aquello que no disfruto en toda su vida.
—Tranquilo Barbieri, solo estoy aquí porque tu padre así lo dispuso, yo no tengo la culpa de tantos años separados y que no me puedas ver como su igual, él no se da cuenta de que siempre tuvo las oportunidades, siempre tuvo lo que deseo, al contrario de mí que tuve que luchar con uñas y dientes para llevarme un pan a la boca, nunca tuve sus privilegios, nunca supe lo que un apellido podría hacerte la vida más fácil, porque tú entras en un lugar dices tú apellido y todos te rinden pleitesía, siempre el consentido Bastián, el mimado Bastián, el que vivió con lujos, con sus padres, el que vivió y vive bajo el ala de los Barbieri y que venga un bueno para nada, un inútil como tú le dices a quitarte parte de lo que por derecho te pertenece, no debe ser fácil.
—Yo luché con uñas y dientes por esta empresa, yo estuve en la crisis de hace tres años, yo me desviví porque este lugar fuera lo que es, el puesto que yo tengo no me lo dio mi apellido, me lo dio mis méritos y sacrificios, ahora no me vengas a ponerme como el protagonista de alguna novela rosa como el heredero al trono o algo así, yo aquí trabaje desde abajo y es lo mínimo que esperaba contigo, pero no aquí mi señor padre le quiere dar todo a un recién aparecido, a uno que no ha hecho nada por ganárselo más que despilfarrar el dinero en autos, viajes y lujos superfluos, no tienes cabeza para pensar en la familia y lo que de verdad nos conviene.
Estaba agotado física y emocionalmente, necesitaba un respiro, los dolores de cabeza y pesadillas habían vuelto, pero con ese sujeto apareciendo de las sombras todo se volvía más difícil, más complicado, solo quería que lo dejaran en paz y dejaran de tratarlo como alguien reemplazable, como dicen una cuenta bancaria extensa no te hace feliz al contrario te atrae a la presión que no querías.
—Pensando en la familia y la empresa es que tengo algo que informarles, padre, tú ya estabas al tanto de este tema, pero decidí comprometerme con Ivanna, la hija de Sebastián Montiel, para que te des cuenta de que no eres el único que puede hacer sacrificios, además le daré el nieto que mi padre tanto quiere y lo sabes.
Claro que Bastián sabía que su padre quería un nieto, pero ese comentario era como un golpe bajo, no a su hombría, era un golpe bajo a su vida, a su historia, a su dolor, a esos recuerdos que lo martillaban, a esos ojos que nunca vio la luz y el llanto que nunca llego a oír, la mirada de reproche hacia Franco de parte de su padre era evidente, sabía que era un tema que no se debía decir en voz alta, era un tema que le traían malos recuerdos a su hijo, sabía lo que Bastián había sacrificado en esta vida por la empresa, pero lo dicho, dicho estaba.
—Franco, hijo mejor, vamos a ver la planta de la empresa para que te vayas familiarizando, deja a tu hermano tranquilo, nos vemos más tarde Bastián y cálmate, por favor, comprende su comportamiento como el de quien no sabe a ciencia cierta cómo son las cosas, nadie es perfecto.
Apoyo su mano sobre el hombro de su hijo que estaba de espaldas para evitar que vieran lo abatido que aquellas palabras lo tenían, como no estarlo, si hace tres años su prometida y su hijo habían muerto arrebatándole con eso la alegría y la dicha que la vida tenía preparada para él, hace casi tres años que su vida se tornó sombras, extrañaba al amor de su vida, añoraba tenerla de vuelta en sus brazos, amanecer sintiendo el aroma de su cabello o acariciando su vientre hablándole a su pequeño campeón, sentir sus pataditas, las lágrimas amenazaban con aparecer si no se calmaba, si no respiraba profundo y volvía a la realidad alejada de esos recuerdos dolorosos que las palabras de su “Querido hermano mayor” Le traían.
…
—Permíteme unos segundos, el motivo de mi visita era, porque vengo a informarte que el sábado, será mi cena de compromiso con Ivanna, debes estar ahí junto a Gabriel.
No era una invitación, era un aviso, una orden de hermano mayor, pero a veces solo pareciera que a sabiendas del dolor que esa fecha causaba en él lo hacía a propósito, no solo era la fecha, en estas semanas, se había encargado que todo el personal lo adorara y a él lo vieran como el ogro, pero no podía dejar que eso siguiera.
No aguantaba esa rabia que lo invadía, espero que el horario de trabajo acabara para poder y sacar eso, que lo estaba atormentando con la única persona que lo estaba provocando todo a su parecer por falta de mano dura, de decisión y de miedo.
EN CASA DE SU PADRE
—¡Sabes muy bien lo que significa esa fecha para mí! ¿Cómo pudiste dejar que hiciera esa locura?
—Tranquilízate hijo, no podía hacer nada, tu hermano me dijo que era una fecha especial para ellos, por eso lo quiso hacer ese día, ya deja el pasado.
—¡No y NO! No me vengas con las estupideces que deje el pasado atrás, que olvide lo que paso, ¡Jamás! Era el amor de mi vida y mi hijo y quieres que lo olvide como si fuera una cosa de nada. Claro como a ti te dio igual la muerte de mi madre, si luego te andabas revolcando con cuanta zorra se te antojara en esta misma casa y en su misma cama.
Una bofetada se escuchó en aquel silencio, por primera vez Gabriel Barbieri le había puesto una mano encima a su hijo, se sintió horrorizado por su actuar, veinticinco años sin ponerle un dedo encima y ahora por un arranque hizo lo impensable.
—Esto es lo último que esperaba de ti. A nadie en esta familia, le gusta escuchar la verdad, pero sabes que tu adorado hijito y tú pueden irse muy al diablo.
—¡Bastián, ven acá! ¡Carajo ven acá te he dicho! — Sus palabras caían al vacío, el azote de la puerta lo hacía ver que él ya no estaba, se dejó caer sobre el sillón de su oficina, cuando sintió un dolor en medio del pecho, sentía un calor incesante en su cuerpo y la visión no muy clara, rápidamente y con la mano temblorosa saco su frasco de pastillas y tomo una de ellas junto con un vaso de agua que ya tenía servido, hizo sonar una campana que rápidamente hizo que Augusto su fiel mayordomo corriera a verlo, rápidamente llamo al médico quien lo reviso ya con Gabriel en su habitación.
—Tienes la presión por las nubes Gabriel, no sé en qué cabeza cabe hombre, sabes muy bien tu diagnóstico y aun así actúas como si nada, esto acelera lo inevitable.
—Tienes razón Rodolfo, amigo mío, es que no pude evitarlo, mis hijos me traen dolores de cabeza, me traen disgustos.
—Porque quieres, bien sabes y por los años que tengo siendo tu amigo, deberías contarles la verdad para que tengan en cuenta que cosas no deben hacer, para que te acompañen y hagan tus días más venideros, tú debes estar tranquilo y en paz, yo en tu lugar ya hace rato los hubiera puesto en conocimiento, ellos son unas cabezas duras.
. —Voy a ser abuelo Rodolfo, necesito vivir un poco más.
SÁBADO 12—Estoy preocupado por tu hermano, no ha venido. De verdad, pensé que llegaría, es algo importante para la familia.—Déjalo, además lo que me importa que estés aquí como mi padre, que se supone que eres. Trato de hacer las cosas bien por el apellido Barbieri, pero él no lo ve así.Para Gabriel, el ser llamo así por parte de su hijo, le dolía, sentía que le faltaba tanto por compensar el tiempo perdido, cada vez que no lo llamaba papá o padre, era un fracaso, un día menos para ganarse a su hijo, tal vez por eso trataba de darle todo lo que quería olvidando que un puesto en la empresa era algo que se ganaba no que se regalaba.—Algún día, ¿Me dirás, papá? — La tristeza reflejada en sus ojos al pronunciar aquellas palabras eran evidentes. Sin embargo, el corazón oscuro y lleno de odio de Ricardo no le contestó nada a Gabriel, porque en su mente se construía otros planes, muchas veces cuando has deseado vivir entre lujos, comodidades, cuando has deseado toda tu vida dejar de ser
SEMANAS DESPUÉS DEL ANUNCIO DEL COMPROMISO—¡Estás loca! ¿Cómo te atreves?Podría envolverse en sí misma hasta hacerse un ovillo, pero con un corazón tan lastimado era como si no tuviera nada que perder y al contrario tenía mucho que ganar, ya no iba a dejar que la siguieran pisoteando como si nada, la muchacha estúpida murió.—Ya perdiste tu poder sobre mi querido padre, si no lo haces, entonces le revelaré la verdad al mundo, les diré que tuviste a tu hija mayor como una empleada bajo tú mismo techo que inclusive dormía en un pequeño cuarto que antes era un almacén, diré que me golpeabas cuando no obedecía, puedo hablar y mi querido padre en la carrera a la alcaldía no te va a hacer bien, muchos menos en la fortuna a la que quieres llegar a como dé lugar, piensa lo que te conviene.No tenía nada que perder, al contrario, estaba cansada de ser el tapete de todos, aquel donde todos se limpiaban los zapatos de lodo, ya no era la Elizabeth sumisa ante su padre y mucho menos iba a agacha
—¿Puedes pagarlo?—No voy a discutir contigo, solo por la salud de mi padre.—El nuestro dirás.—Su tono de burla, lo irritaba, lo exasperaba de sobremanera, no podía, aunque quisiera verlo como el hermano mayor que era, la vida era tan injusta, pensaba. ¿Por qué ahora? Si hubiera sido años atrás, cuando se sentía solo, cuando era un niño pequeño, tal vez las cosas podrían ser diferentes, pero hoy era imposible, no había marcha atrás, no podía, aunque quisiera verlo como el hermano mayor que era.—Ahí está el porqué no te soporto. Te estoy hablando de la salud del hombre del que llevas su sangre, el estrés lo tiene agobiado y provocó su desmayo, solo te pido que te mantengas lo más que puedas alejado de mí, con eso le haces un bien al mundo.—Perdón su majestad, por quitarle la paz, no sé por qué te la agarras conmigo, yo no tengo la culpa que nuestro padre no haya tenido los pantalones para responderle a mi madre como hombre, además deberías agradecer, solo gracias a eso hoy estás aq
Bastián, se sentía dividido en dos, no era del tipo de hombre que pedía disculpas y menos a una desconocida, ahí estaba su teléfono a un lado, esperando que lo tomen y marque aquel número, tenía vagos recuerdos, llorando reclamado el nombre de Sam y ella dándole palabras de aliento, oía golpes o eso era lo que podía recordar.—No seas cobarde Bastian, muy valiente para llamar ebrio a esa mujer, pero a la hora de la hora en tus cuatro sentidos, te corres.Se repetía a sí mismo una y otra vez, aunque lo extraño era que sintiera tanto pavor de hacer una llamada, los dedos de su mano no dejaban de moverse, hasta dijo que él no era del tipo de hombres que dejaba las cosas a medias, así que marcó el teléfono que aparecía en el registro de llamadas, aún tenía el nombre de mi amor en él, quiso sonreír, pero era como si un acto tan sencillo doliera.El teléfono sonó una y otra vez, por algún motivo agradecía no ser atendido.—No entiendo por qué me siento nervioso, ¿qué tanto fue lo que le dij
—Me duelen los pies, siento que no puedo más, no sé cómo los soportan tus chicas, están locos al obligarlas a atender con cosas como esta. Eres un negrero como el de la época de los esclavos.Acariciando sus propios pies luego de quitarse los incómodos tacones.—Están acostumbradas, les pago muy bien, soy un amor de jefe aparte de guapo, además tienen muy buen seguro de salud, ninguna tiene queja de mi trato, deja de decir tonterías que si te escuchan van a pensar cosas que no son, Ahora descansa y relájate que los hombres en esta fiesta no te han dejado de admirar, ese cabello tuyo es mi obra maestra, estás como el ave Fénix echando fuego cariño.Se volvió a poner los zapatos, mirándose al espejo y retocando el maquillaje tal como le habían enseñado, además de hacer que sus senos sobresalgan un poco más, consejo expreso de su amigo Antuhant. En ese momento recordó su teléfono, pero antes de tomarlo, tocaron la puerta del baño. Era Danuzca quien no dejaba de verla con lasciva, pero, c
Los nervios se apoderaron de ambos; para Bastián, era como sentirse otro y no un hombre de negocios, de temple de acero, un hombre hecho y derecho, un hombre de carácter frío, era el cual en este instante temblaba de los nervios.—Yo, lo siento—Balbuceó o eso se le entendió.—¿Cómo te encuentras? —respondió ella de manera tímida, luego de sentarse sobre el borde de la ducha, aun con la toalla sobre su cuerpo. Tal vez no debió; sin embargo, por algún extraño motivo, necesitaba hacerlo.—Creo que aquella noche estaba muy ebrio. No recuerdo ni lo que dije, si dije algo que la ofendió, lo siento mucho. Te ofrezco disculpas, no me quiero justificar, pero era una noche.—Alguien que querías murió en esa fecha, ¿verdad? Eso lo sorprendió, no esperaba el haber revelado tanto, no sabía sin cortar la llamada y dejar el tema ahí sin escarbar más en su dolor, uno que aún se sentía tan reciente sin importar los años, se sentía que nadie lo entendía o menos preciaba su dolor.—No creo que
—Dime que tomaste, aunque sea un café, mándame una foto, quiero ver si estás bien vestida.—Por Dios que, sobre protector, Antuhant te dije que vivieras conmigo, pero no quisiste.—Porque tienes que aprender a perder tu timidez, además quiero que todo salga bien y no mientas que suenas normal, pero por dentro debes estar temblando producto de los nervios.Eran tan extraño que una persona la conociera tan bien en cuestión de semanas, claro que estaba nerviosa y hasta casi temblando, no se abrazaba a sí misma solo porque no quería que el vestido se arrugue, suspiro profundo y le mando la fotografía que le había pedido sin contestar a su pregunta, solo faltaba que le diera la bendición.—Te dejo, que tengo que tomar el bus—. Justo, cuando salía a todas prisas, vio frente al departamento un auto muy bonito que preguntó por ella. —¿Un taxi por aplicativo Antuhant? Solo queda agradecerte, supongo, pero no lo vuelvas a hacer, no gastes dinero en vano conmigo.—Nada de dinero, yo solo lo pedí
—¡Me llamaron, me llamaron!—Lo sabía — Mientras se recostaba sobre el marco de la puerta que daba a la habitación de Elizabeth.—Gracias por prestarme tu teléfono como número de contacto, pero suenas muy seguro, con esa cara de quien no rompe un plato, me dice que algo has hecho.Antuhant puso cara de ofendido, se llevó una de sus manos con la palma abierta sobre su frente.—Está bien, lo confieso, no iba a dejar que te arrebataran la oportunidad. Me pare en la entrada y distraje a las postulantes diciéndole que ya el trabajo estaba tomado y se fueron por donde vinieron, así de fácil.Ella lo abrazó de manera efusiva, estaba contenta, feliz era el primer paso, no le importaban los métodos pocos ortodoxos de su amigo.—Tampoco me abraces tanto, que parezco, pero no lo soy. Vamos a cenar y así celebramos tu triunfo.Por un instante se iba a negar, pero luego pensó en que era algo casi como el primer ladrillo para construir la venganza en contra de aquellos que la lastimaron, los que no