Mi tirano... ¿es tímido?

Mi tirano... ¿es tímido?ES

Romántica
Sam Cisneros  Completo
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Resumen
Índice

Una joven treintañera se durmió leyendo "Dominando al gran Ashal” y de pronto despertó frente a Ashal, el imponente protagonista masculino de la historia, justo en el momento en que éste la aceptaba como su esposa. Cuando se percató de que había reencarnado en la delicada y débil Adeline, comenzó a temer por su vida, ya que en la historia original el brusco hombre torturó a la verdadera protagonista con su promiscuidad. Sin embargo, en su noche de bodas, Ashal se durmió sin siquiera tocarla y esto contrarió a la nueva Adeline, que a partir de ese momento buscará una forma de consumar su matrimonio como dé a lugar o de lo contrario podría perder su lugar como emperatriz.

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Gi Sequeira
Me engancho el resumen de la novela. A empezar a leer!!!
2023-05-02 05:56:59
1
170 chapters
Despertando, ¿en una boda?
—Y por el poder que me confiere el imperio Mont Risto, los declaro marido y mujer.Cuando escuchó esto, Adeline parpadeó aturdida. Antes de preguntarse qué acababa de pasar, se estremeció al encontrarse cara a cara con el imponente Ashal Dunesque.«¿Qué m****a? ¿Esto es un sueño? ¿Cómo es que estoy aquí?», se preguntó mentalmente, pero antes de poder hablar, el fornido hombre se acercó para “consumar” la unión con un beso gentil.Adeline se congeló ante este repentino gesto y volvió en sí cuando el juez dijo de repente:—Bien, celebremos por este nuevo matrimonio.En ese momento los presentes estallaron de júbilo, lo que sorprendió bastante a Adeline, que seguía perturbada con lo que estaba pasando frente a ella.«¡Un momento! ¿Acaso esto no lo vi antes en... una novela?», pensó y al instante vinieron a su mente recuerdos de su pasado.Ella era una mujer treintañera, de nombre Mercy Brown, que trabajaba como editora de un periódico. Debido a que todo su tiempo era consumido por la comp
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Los presentes dirigieron su atención hacia el fondo del salón, donde estaba una joven de unos 18 años, tez apiñonada y ojos claros como un felino. Ella lucía realmente furiosa, que al momento de atraer la atención de todos, dio enormes zancadas hasta que llegó frente a Ashal.—¿Estás presumiendo que te libraste de mí?El frío hombre alzó una ceja de desconcierto y respondió.—¿Qué dices? —¿Ahora te haces el desentendido? ¡Todo este tiempo me usaste para satisfacer tus bajos instintos, solo para después tirarme como basura y casarte con esa desabrida! —señaló desdeñosa a Adeline.Sorprendida por la intromisión de la antagonista, la joven pensó distraída: «¡Cielos! Jamás imaginé que Geraldine fuera tan preciosa, en la novela no hacen justicia a su belleza».En tanto, Ashal cruzó los brazos y volvió a hablar con frialdad.—¿Por qué pensaste que lo nuestro era verdadero? Si mal no recuerdo, tú misma te ofreciste a convertirte en mi concubina, jamás te prometí que serías mi esposa.Tal res
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En el momento en que se encontraron solos, Adeline se congeló al tener enfrente a ese hombre de mirada penetrante y cuerpo robusto. Antes de decir algo, el frío sujeto le hizo una señal para que se acercara, gesto que perturbó a la joven, que sintió escalofríos de solo imaginar lo que su marido planeaba hacer con ella.—¿Qué esperas? Ven —ordenó con voz ronca, causando que la delicada señorita se estremeciera de solo escucharlo.Temerosa, se acercó lentamente, pero justo cuando llegó a la cama, Ashal la arrastró hacia él y, mirándola con lascivia, dijo:—¿Sabes lo que vamos a hacer esta noche?La ingenua niña tembló de miedo y murmuró.—No, mi señor... Solo me dijeron que me dejara llevar.—¿Solo eso? —preguntó seductoramente el imponente hombre.—Es... mi deber... como esposa... complacerlo —dijo débilmente Adeline, casi a punto de llorar de nerviosismo.Ignorando los sentimientos de la temblorosa joven, Ashal la arrojó sobre la cama y se puso encima de ella, para después decir con ma
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Emperatriz, ¿con amnesia?
Indignada, Adeline regresó a la cama y se acostó balbuceando maldiciones en contra del atrevido soldado que se había atrevido a humillarla de esa manera.—Juro que mañana me encargaré de que ese desgraciado no vuelva a pisar este castillo. ¡Arg! Sabrá de lo que soy capaz.Mientras se quejaba ante el hecho de que había un testigo de que su matrimonio aún no se había consumado, comenzó a recordar aspectos de la trama “Dominando al gran Ashal”.—¡Arg! Todo esto es una pesadilla, ¿por qué todo es diferente a la novela? Cuando la leí, el verdadero Ashal era demasiado insaciable y la mayor parte de la trama relata los encuentros en la cama, ¿por qué es distinto ahora? No lo entiendo, esto es demasiado frustrante, ¿algún día tendré mi encuentro candente con este portento de hombre? —se quejó.Tras dar varias vueltas al asunto, finalmente pudo dormirse; sin embargo, sus sueños la llevaron a un extraño lugar donde se vio a sí misma.—¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy? —se preguntó confundida.Su ref
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—¡Más respeto a su majestad, sucia concubina! —reclamó Annie, indignada.Esto no intimidó a Geraldine, que chasqueó la lengua con ironía y señaló desdeñosa.—¡Bah! El título de emperatriz es nada. Si no puede complacer a Ashal, dudo mucho que Adeline pueda mantener su atención. ¿No creen?Este comentario causó gracia a sus acompañantes y algunos guardias, quienes rieron disimuladamente. «Parece que ella sigue a su personaje, aunque la escena es completamente distinta», rememoró Adeline, que prefirió mantenerse callada y esperar el momento indicado para atacar.En tanto, Annie volvió a interceder por su señora.—¡Deja de decir tonterías! El emperador no es esa clase de hombres que despreciaría a una joya valiosa para perder el tiempo con cristalería barata —señaló esto último con desdén.Adeline estaba sorprendida por la lengua tan filosa de su asistente, que sonrió orgullosa por contar con el respaldo de alguien así. En tanto, Geraldine apretó los dientes de rabia y volvió a atacar si
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A pesar de que minutos atrás habían actuado con complicidad, después del incidente con las ex concubinas, Ashal no dijo ninguna palabra el resto del camino. Esta actitud fastidió bastante a Adeline, ya que esto no le inspiraba confianza para cuestionarlo por su lo ocurrido la noche anterior. «¡Arg! ¿Por qué está tan callado? Ni siquiera puedo mirarlo a los ojos, me siento intimidada con su actitud tan fría. Es completamente distinto al personaje que conocí en el libro», pensó, frustrada. Cuando finalmente estuvieron frente a la puerta del salón principal, Ashal se detuvo de golpe y dijo con seriedad. —Supongo que estarás ansiosa por estar en esta audiencia como mi esposa. No te preocupes, solo presta atención a lo que sucede y no digas nada. ¿Entendido? Si bien era cierto que Adeline se sentía inquieta por la reunión, eso no era lo que más le preocupaba, ya que aún seguía pensando en lo ocurrido con Geraldine y su fallida noche de bodas. —Sí, querido esposo —respondió, con una so
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Reclamos, ¿justificados?
La actitud patética de aquellos lores enfureció más a Ashal, que decidió ser más directo en sus ataques para expulsar de una vez por todas a los corruptos que perjudicaban al imperio. —Así como son capaces de señalar sin fundamento a mi esposa, me gustaría que ustedes me den una razón creíble sobre lo que ocurre con las recaudaciones —señaló con frialdad. Los presentes sintieron escalofríos con el llamado de atención, que no se atrevieron a responder. «¡Maldita sea! El emperador parece saber algo, ya que nos señala directamente», pensó lord Gerritsen, que comenzó a temblar de pánico. Mismo pensamiento tuvo el resto de los caballeros que se habían manifestado en contra de la nueva emperatriz, que mantuvieron sus rostros alejados de la mirada intimidante del emperador. El frío hombre sonrió malévolamente al ver a esos sujetos delatarse a sí mismos y continuó amagando para que ellos mismos confesaran sus delitos. —¡Señores! Les pido por las buenas que respondan o, de lo contrario
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Adeline sintió que su mente estalló al escuchar tal respuesta incongruente. Realmente le parecía increíble que ese hombre impasible fuera el mismo que se describía en la novela. —¡¿Qué dices?! —comenzó a exclamar con contrariedad—. ¿Te casaste conmigo para tenerme como un adorno? Este cuestionamiento sorprendió a Ashal, que intentó justificarse. —¡No! No quise decir eso, en realidad… —¡Basta! De seguro en el pasado, las concubinas de tu harén eran capaces de complacerte mejor en la cama y ahora piensas que soy incapaz de hacerlo, ¿no es así?—reviró Adeline, indignada. Los reclamos de su esposa torturaron al Ashal, que hizo un enorme esfuerzo por mantener el control. —Mira, Adeline —dijo mientras la apartaba para tomar un poco de espacio—. Necesito tiempo para resolver los asuntos del imperio. Realmente, no me siento… Bueno… ¿Cómo digo esto y que no suene extraño? ¡Arg! ¡Vaya! No me siento inspirado como para poder asumir completamente mis funciones como esposo. «¿Qué m****a acab
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Mont Risto, ¿tenemos un problema?
—Es una broma, ¿verdad? —señaló Gérard con incredulidad. Ashal resopló con malestar al ver que su amigo no comprendía su situación y replicó enfadado. —¿Cuándo he bromeado contigo? Como el emperador lucía serio, Gérard intentó aguantar la risa y respondió: —Nunca, pero… me parece increíble que digas algo así. La actitud de su merolico asistente enfadó más a Ashal, que volvió a su trabajo para no seguir hablando más del tema. Al ver que su amigo se había enfadado con él, Gérard se disculpó inmediatamente. —¡Ey! No te enfades conmigo, es que… no entiendo a qué te refieres con que no puedes tener… intimidad con tu esposa. —¡Largo! Estoy muy ocupado —gruñó el malhumorado tirano. —¡No! Ya tengo curiosidad y me debes una explicación —reviró el atrevido hombre, sin importar si perdía la vida por averiguar la verdad. El emperador acercó su mano al mango de su espada con la intención de desenvainarla. Ante esto, Gérard se apartó y desde su posición volvió a preguntar. —¿Qué sucede e
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Una propuesta, ¿provechosa?
Las asistentes de Adeline se acercaron para escuchar lo que ella les diría, entonces la joven emperatriz dijo repentinamente.—¿Alguna de ustedes conoce las drogas que despiertan la líbido?Cuando ella mencionó esto, las mujeres se miraron entre sí con una mezcla de asombro y vergüenza, al tiempo que algunas inmediatamente negaron con la cabeza. Al ver sus expresiones, Adeline exclamó sorprendida.—¿Por qué tienen esas caras? ¿Acaso en el imperio está prohibido el uso de esas drogas?Ante este cuestionamiento, Annie tomó la palabra.—Discúlpenos, mi señora. En realidad no tenemos idea de que exista algo así, aunque nos parece increíble que usted sepa algo al respecto.«¡Rayos! Olvidé que estoy en un lugar extraño donde posiblemente la idea de consumir afrodisíacos es un tabú. ¡Ah! Ahora pensarán que soy una pervertida por pedir algo así», pensó Adeline con fastidio.—¡Ah! Qué mal que no tengan idea de que existan los afrodisíacos. Realmente quería…En ese momento, una de las asistentes
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