—Y por el poder que me confiere el imperio Mont Risto, los declaro marido y mujer.
Cuando escuchó esto, Adeline parpadeó aturdida. Antes de preguntarse qué acababa de pasar, se estremeció al encontrarse cara a cara con el imponente Ashal Dunesque.
«¿Qué m****a? ¿Esto es un sueño? ¿Cómo es que estoy aquí?», se preguntó mentalmente, pero antes de poder hablar, el fornido hombre se acercó para “consumar” la unión con un beso gentil.
Adeline se congeló ante este repentino gesto y volvió en sí cuando el juez dijo de repente:
—Bien, celebremos por este nuevo matrimonio.
En ese momento los presentes estallaron de júbilo, lo que sorprendió bastante a Adeline, que seguía perturbada con lo que estaba pasando frente a ella.
«¡Un momento! ¿Acaso esto no lo vi antes en... una novela?», pensó y al instante vinieron a su mente recuerdos de su pasado.
Ella era una mujer treintañera, de nombre Mercy Brown, que trabajaba como editora de un periódico. Debido a que todo su tiempo era consumido por la compañía editorial, difícilmente tenía citas y la única forma de desahogar su frustración sexual era leyendo ebooks +18 y +20. Antes de “despertar” en esa situación extraña, Mercy se encontraba leyendo “Dominando al gran Ashal”, cuyo protagonista era Ashal, un tirano que tenía un deseo insaciable por su esposa de nombre Adeline.
—Hace un momento estaba durmiendo, ¿cómo carajos llegué aquí? —murmuró “Adeline”.
—¿Dijiste algo? —preguntó Ashal con curiosidad.
La voz ronca de ese hombre estremeció a la frágil mujer, que respondió nerviosamente:
—¿Eh? Solo estoy sorprendida al ver tanto entusiasmo por nuestra boda.
La expresión de Ashal se mantuvo estoica, lo que inquietó a la joven, quien se sentía ansiosa por no tener idea de lo que pasaba por la mente de ese ninfómano hombre.
—Me alegra que te guste el recibimiento. Le pagué bien a los soldados para que te den un recibimiento cálido —respondió con seriedad.
Sorprendida por el descaro de ese hombre, Adeline comentó irónicamente.
—¡Oh! Definitivamente, están desquitando su sueldo.
—No lo dudo. Realmente odiaría saber que te sientes incómoda por culpa de mi gente —añadió el hombre, cuyo rostro se volvió sombrío drásticamente.
«¿Qué le pasa a este sujeto? Es realmente aterrador como en la novela», pensó Adeline, que inmediatamente señaló con nerviosismo.
—No deberías forzar a los demás para que me aprecien.
Ashal le lanzó una mirada fría y dijo repentinamente.
—¿Quieres seguir con la ceremonia? Si te sientes cansada, podemos irnos pronto.
Cuando mencionó esto, la delicada novia sintió escalofríos e inmediatamente recordó la escena de la novela en la que el descarado Ashal arrastró a la protagonista al lecho nupcial luego de decir sus votos, solo para consumar el matrimonio bruscamente. En esa ocasión, ella había odiado al tirano por haber lastimado a la inocente Adeline, pero “lo pasó” debido a que el autor había descrito perfectamente los preciosos abdominales que el protagonista tenía.
Ansiosa por el destino que le deparaba, inmediatamente rechazó con condescendencia.
—¿Eh? ¿No te gustaría comer algo antes de marcharnos? Estoy segura de que los cocineros trabajaron mucho para preparar un banquete en nuestro honor...
Adeline se tragó sus palabras al ver que Ashal lucía bastante molesto e inmediatamente pensó que estaba condenada a sufrir una tortura en la cama. No obstante, el rostro del tipo rudo se suavizó y respondió con dulzura.
—Está bien, vamos a comer. Realmente tengo hambre.
«¿Cómo? ¿Él cambió de opinión rápidamente? En la novela, Ashal no es así», pensó confundida, pero luego se alegró de que él reconsiderara las cosas, así que añadió gustosa.
—¡Excelente! Estoy ansiosa por probar las viandas que nos prepararon.
Después de esto, Ashal comenzó a caminar con orgullo, llevando del brazo a Adeline, quien avanzaba nerviosamente por el pasillo. Mientras pasaban, los soldados y súbditos continuaban lanzando vivas por el nuevo enlace, lo cual conmovió a la joven, que empezó a saludarlos con un delicado ademán, imitando a las “Miss Universo” que había visto en su anterior vida.
Este gesto sorprendió bastante a los presentes y a su esposo, ya que no esperaban que ella se manifestara de esa forma. Confundida, bajó la mano y preguntó con inquietud.
—¿Qué sucede? ¿Hice algo malo?
Ashal sonrió con dulzura y, tras darle un tierno beso en la frente, respondió:
—Tranquila, no es nada malo. En realidad es la primera vez que una emperatriz se atreve a manifestar su deseo de ser parte de nosotros.
—¿Cómo?
—Sí, tu gesto significó mucho para ellos y mira, están más felices que antes —señaló.
Justo en ese momento las ovaciones se intensificaron, lo que abrumó bastante a la joven recién casada. Después de esto continuaron su camino hacia el salón donde se realizaba la recepción, Adeline se sorprendió con la magnífica decoración que tenía enfrente.
«¡Wow! No esperaba que los sirvientes se hubieran esmerado en la fiesta. Lástima que la Adeline original no pudo disfrutarlo», pensó con amargura.
—Tenías razón, mi gente trabajó muy duro para armar esto. Me alegra haberte hecho caso —comentó Ashal con entusiasmo.
Esto hizo que Adeline volviera en sí y se atreviera a opinar.
—¿Eh? De donde vengo, luego de la ceremonia, se acostumbra que los recién casados convivan con sus invitados, así que me alegra mucho estar aquí ahora.
—¿En serio?
—Sí —respondió Adeline con confianza, aunque en el fondo deseaba alargar el tiempo antes de terminar atrapada en la misma habitación con ese peligroso hombre.
Después de que tomaron asiento, Adeline se enfocó en comer bastante para sentir pesadez y usarlo como pretexto para rechazar cualquier proposición indecorosa de su “nuevo marido”. De vez en cuando lanzaba una mirada furtiva al hombre que tenía a un lado, pero este parecía bastante tranquilo, hecho que la dejó bastante perturbada.
«¿Qué pasa con este hombre? Actúa completamente distinto a como lo describen en la novela, ¿será que mi intromisión cambió la historia original? Si así fuera, ¿este nuevo Ashal será menos ninfómano? Aunque jamás imaginé que iba a fornicar con un personaje ficticio, supongo que esto será mucho mejor que estimularme sola. Solo espero poder soportar su insaciable deseo», reflexionó ansiosa con la idea de que finalmente rompería con la “sequía”.
Mientras pensaba en cómo sería ese candente momento, Ashal dijo repentinamente.
—¿Te gusta la comida?
—¿Eh? —reaccionó aturdida—. Sí, está muy rica.
—Me alegra, realmente quería que te sintieras cómoda con nosotros. Lamento mucho que tu familia no haya podido venir para celebrar nuestra boda—añadió el robusto hombre condescendientemente.
«¿Cómo? ¿Siente pena por mí? ¡Vaya! Esto no me lo esperaba. Aunque, me da igual que esa gente que dice ser mi familia no esté aquí. Según recuerdo, en la historia original, los Laval vendieron a la hija menos apreciada, para así pagar la deuda política que tenían con Ashal. Cuando leí eso, sentí mucha pena por la protagonista, porque me parecía injusto que siempre la menospreciaban por ser una bastarda», rememoró Adeline e inmediatamente respondió con resentimiento:
—Pierde cuidado, ellos técnicamente me regalaron, así que no les importa mucho estar aquí.
Este comentario sorprendió bastante al rudo hombre, que cuestionó, intrigado.
—¿De qué hablas? Tu familia me dijo que eras su hija más preciada.
Adeline lo miró con ironía y contestó:
—¿Sabes que eres temido por todos? Los Laval no eran la excepción, pero como no querían ser víctimas de tu tiranía, prefirieron regalar a la niña bastarda, para así dejar que “su preciosa” heredera se case con alguien adecuado a sus intereses.
Ashal estaba perturbado con esta declaración, que tardó un rato en asimilarla. En tanto, Adeline notó que su marido lucía bastante sombrío y de inmediato se retractó.
—¡Ey! No me creas, solo estaba bromeando.
—Lo sé —dijo repentinamente Ashal, que tomó sus manos y añadió con dulzura—. Y por eso prometo que siempre cuidaré de ti.
La joven estaba perturbada con esta declaración, que apenas balbuceó.
—Gra... Gracias...
El tierno momento fue interrumpido por el mayordomo, cuya expresión severa causó escalofríos en Adeline.
—Señor, los invitados están esperando el brindis.
—Bien, ¿ya todos tienen sus copas?
—Sí.
—¡Excelente! —tras decir esto se levantó de golpe y llamó a los presentes golpeando delicadamente la copa—. Atención, por favor.
Inmediatamente, todos dejaron de comer y dirigieron su vista hacia el imponente hombre. Ante esto, Ashal comenzó a dar su discurso:
—Buenas noches a todos. Es un honor para mí contar con su presencia en este momento tan importante de mi vida, porque finalmente pude unir mi vida con la mujer que tanto había esperado, Adeline...
—¡Un momento!
Una voz retumbó en toda la habitación, tomando por sorpresa a los presentes.
Los presentes dirigieron su atención hacia el fondo del salón, donde estaba una joven de unos 18 años, tez apiñonada y ojos claros como un felino. Ella lucía realmente furiosa, que al momento de atraer la atención de todos, dio enormes zancadas hasta que llegó frente a Ashal.—¿Estás presumiendo que te libraste de mí?El frío hombre alzó una ceja de desconcierto y respondió.—¿Qué dices? —¿Ahora te haces el desentendido? ¡Todo este tiempo me usaste para satisfacer tus bajos instintos, solo para después tirarme como basura y casarte con esa desabrida! —señaló desdeñosa a Adeline.Sorprendida por la intromisión de la antagonista, la joven pensó distraída: «¡Cielos! Jamás imaginé que Geraldine fuera tan preciosa, en la novela no hacen justicia a su belleza».En tanto, Ashal cruzó los brazos y volvió a hablar con frialdad.—¿Por qué pensaste que lo nuestro era verdadero? Si mal no recuerdo, tú misma te ofreciste a convertirte en mi concubina, jamás te prometí que serías mi esposa.Tal res
En el momento en que se encontraron solos, Adeline se congeló al tener enfrente a ese hombre de mirada penetrante y cuerpo robusto. Antes de decir algo, el frío sujeto le hizo una señal para que se acercara, gesto que perturbó a la joven, que sintió escalofríos de solo imaginar lo que su marido planeaba hacer con ella.—¿Qué esperas? Ven —ordenó con voz ronca, causando que la delicada señorita se estremeciera de solo escucharlo.Temerosa, se acercó lentamente, pero justo cuando llegó a la cama, Ashal la arrastró hacia él y, mirándola con lascivia, dijo:—¿Sabes lo que vamos a hacer esta noche?La ingenua niña tembló de miedo y murmuró.—No, mi señor... Solo me dijeron que me dejara llevar.—¿Solo eso? —preguntó seductoramente el imponente hombre.—Es... mi deber... como esposa... complacerlo —dijo débilmente Adeline, casi a punto de llorar de nerviosismo.Ignorando los sentimientos de la temblorosa joven, Ashal la arrojó sobre la cama y se puso encima de ella, para después decir con ma
Indignada, Adeline regresó a la cama y se acostó balbuceando maldiciones en contra del atrevido soldado que se había atrevido a humillarla de esa manera.—Juro que mañana me encargaré de que ese desgraciado no vuelva a pisar este castillo. ¡Arg! Sabrá de lo que soy capaz.Mientras se quejaba ante el hecho de que había un testigo de que su matrimonio aún no se había consumado, comenzó a recordar aspectos de la trama “Dominando al gran Ashal”.—¡Arg! Todo esto es una pesadilla, ¿por qué todo es diferente a la novela? Cuando la leí, el verdadero Ashal era demasiado insaciable y la mayor parte de la trama relata los encuentros en la cama, ¿por qué es distinto ahora? No lo entiendo, esto es demasiado frustrante, ¿algún día tendré mi encuentro candente con este portento de hombre? —se quejó.Tras dar varias vueltas al asunto, finalmente pudo dormirse; sin embargo, sus sueños la llevaron a un extraño lugar donde se vio a sí misma.—¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy? —se preguntó confundida.Su ref
—¡Más respeto a su majestad, sucia concubina! —reclamó Annie, indignada.Esto no intimidó a Geraldine, que chasqueó la lengua con ironía y señaló desdeñosa.—¡Bah! El título de emperatriz es nada. Si no puede complacer a Ashal, dudo mucho que Adeline pueda mantener su atención. ¿No creen?Este comentario causó gracia a sus acompañantes y algunos guardias, quienes rieron disimuladamente. «Parece que ella sigue a su personaje, aunque la escena es completamente distinta», rememoró Adeline, que prefirió mantenerse callada y esperar el momento indicado para atacar.En tanto, Annie volvió a interceder por su señora.—¡Deja de decir tonterías! El emperador no es esa clase de hombres que despreciaría a una joya valiosa para perder el tiempo con cristalería barata —señaló esto último con desdén.Adeline estaba sorprendida por la lengua tan filosa de su asistente, que sonrió orgullosa por contar con el respaldo de alguien así. En tanto, Geraldine apretó los dientes de rabia y volvió a atacar si
A pesar de que minutos atrás habían actuado con complicidad, después del incidente con las ex concubinas, Ashal no dijo ninguna palabra el resto del camino. Esta actitud fastidió bastante a Adeline, ya que esto no le inspiraba confianza para cuestionarlo por su lo ocurrido la noche anterior. «¡Arg! ¿Por qué está tan callado? Ni siquiera puedo mirarlo a los ojos, me siento intimidada con su actitud tan fría. Es completamente distinto al personaje que conocí en el libro», pensó, frustrada. Cuando finalmente estuvieron frente a la puerta del salón principal, Ashal se detuvo de golpe y dijo con seriedad. —Supongo que estarás ansiosa por estar en esta audiencia como mi esposa. No te preocupes, solo presta atención a lo que sucede y no digas nada. ¿Entendido? Si bien era cierto que Adeline se sentía inquieta por la reunión, eso no era lo que más le preocupaba, ya que aún seguía pensando en lo ocurrido con Geraldine y su fallida noche de bodas. —Sí, querido esposo —respondió, con una so
La actitud patética de aquellos lores enfureció más a Ashal, que decidió ser más directo en sus ataques para expulsar de una vez por todas a los corruptos que perjudicaban al imperio. —Así como son capaces de señalar sin fundamento a mi esposa, me gustaría que ustedes me den una razón creíble sobre lo que ocurre con las recaudaciones —señaló con frialdad. Los presentes sintieron escalofríos con el llamado de atención, que no se atrevieron a responder. «¡Maldita sea! El emperador parece saber algo, ya que nos señala directamente», pensó lord Gerritsen, que comenzó a temblar de pánico. Mismo pensamiento tuvo el resto de los caballeros que se habían manifestado en contra de la nueva emperatriz, que mantuvieron sus rostros alejados de la mirada intimidante del emperador. El frío hombre sonrió malévolamente al ver a esos sujetos delatarse a sí mismos y continuó amagando para que ellos mismos confesaran sus delitos. —¡Señores! Les pido por las buenas que respondan o, de lo contrario
Adeline sintió que su mente estalló al escuchar tal respuesta incongruente. Realmente le parecía increíble que ese hombre impasible fuera el mismo que se describía en la novela. —¡¿Qué dices?! —comenzó a exclamar con contrariedad—. ¿Te casaste conmigo para tenerme como un adorno? Este cuestionamiento sorprendió a Ashal, que intentó justificarse. —¡No! No quise decir eso, en realidad… —¡Basta! De seguro en el pasado, las concubinas de tu harén eran capaces de complacerte mejor en la cama y ahora piensas que soy incapaz de hacerlo, ¿no es así?—reviró Adeline, indignada. Los reclamos de su esposa torturaron al Ashal, que hizo un enorme esfuerzo por mantener el control. —Mira, Adeline —dijo mientras la apartaba para tomar un poco de espacio—. Necesito tiempo para resolver los asuntos del imperio. Realmente, no me siento… Bueno… ¿Cómo digo esto y que no suene extraño? ¡Arg! ¡Vaya! No me siento inspirado como para poder asumir completamente mis funciones como esposo. «¿Qué m****a acab
—Es una broma, ¿verdad? —señaló Gérard con incredulidad. Ashal resopló con malestar al ver que su amigo no comprendía su situación y replicó enfadado. —¿Cuándo he bromeado contigo? Como el emperador lucía serio, Gérard intentó aguantar la risa y respondió: —Nunca, pero… me parece increíble que digas algo así. La actitud de su merolico asistente enfadó más a Ashal, que volvió a su trabajo para no seguir hablando más del tema. Al ver que su amigo se había enfadado con él, Gérard se disculpó inmediatamente. —¡Ey! No te enfades conmigo, es que… no entiendo a qué te refieres con que no puedes tener… intimidad con tu esposa. —¡Largo! Estoy muy ocupado —gruñó el malhumorado tirano. —¡No! Ya tengo curiosidad y me debes una explicación —reviró el atrevido hombre, sin importar si perdía la vida por averiguar la verdad. El emperador acercó su mano al mango de su espada con la intención de desenvainarla. Ante esto, Gérard se apartó y desde su posición volvió a preguntar. —¿Qué sucede e