Amanecer, ¿glorioso?
“Demon es más débil cuando está dentro de un cuerpo humano. Si posee a una persona de espíritu débil, no puede usar sus poderes y de esta forma es más sencillo atraparlo”, recordó Marion las palabras del Gran Claudio, al tiempo que elevaba su energía al máximo y la enfocaba en el báculo que su antepasado le había legado, para así dirigirla a Lionel.

—Demon, ¡sehi sarira chhadidia! (Abandona ese cuerpo) —repitió el mantra con voz firme.

Mientras el proceso de exorcismo se desarrollaba, Adeline miraba con terror cómo el cuerpo de su hermano se revolcaba de dolor y vociferaba maldiciones.

—¡Mal… ditos! ¡No me… vencerán… desgraciados! ¡Soy más fuerte… que ustedes! ¡No saldré de este cuerpo… hasta matarte… zorra! ¡Juro… que te mataré! ¡Juro… que los mataré… a todos!

Aunque sabía que quien pronunciaba tales palabras no era Lionel, a Adeline le dolía escucharlas. Entonces cerró los ojos, para concentrar su mente en su súplica al Cielo: «Deidad Suprema, por favor, te pido que salves a Lionel.
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