Asesino, ¿confeso?
Ashal se encontraba frente al acceso a la habitación de interrogatorios, vacilando en si debía encontrarse con esa persona o no. Realmente detestaba la idea de verle la cara, pero también necesitaba cerrar ese círculo para así detener esa espiral destructiva que afectaba su vida.

—¡Ah! Acabemos con esto de una vez.

Tras decir de esto, entró a la habitación y tomó asiento frente a Adolf Dunesque, quien ya lo esperaba con una sonrisa cínica.

—¡Tiempo sin vernos, hijo mío! ¿Estás aquí para decirme que me indultarás por ser tu padre? ¡Qué conmovedor de tu parte!

Esto causó gracia a Ashal, que respondió en el mismo tono.

—¿No te muerdes la lengua a señalar que soy tu hijo?

—¿Entonces comprobaste que sí soy tu padre? —volvió a cuestionar Adolf, confiadamente.

—¿Tan seguro estás de que sí estuviste con mi madre? —reviró el ex emperador.

Adolf sonrió triunfalmente y recalcó.

—Tu madre era preciosa y yo me encargué de embarazarla dos veces, para que ella pudiera conseguir el título de emperat
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