Durante la comida charlaron de algunas cosas con respecto al viaje que está haciendo su familia. Ya que, estos le han informado que no vendrán por algún tiempo.

—Siempre agradeceré a la vida por haber puesto en mi camino a una mujer tan especial como tú, por favor. Nunca dejes de sonreír, quiero que siempre seas feliz. Me encargaré de que nada te haga falta y que nada te lastime. —prometió el esposo. Algo que a la chica no le tomó importancia.

Terminaron de cenar y para cerrar con broche de oro esa despedida, ella le pidió que vieran una película romántica. Bueno, en realidad se trata de una adaptación del libro Casados por una trampa de la autora Lorena Rodríguez.

—Hiciste buena elección. —le comentó él. —Me ha gustado porque al inicio ellos no estaban listos para entrar en un matrimonio, sin embargo, con el desarrollo de los eventos se fueron enamorando y finalmente terminaron juntos.

Me ha parecido que esa historia tiene una similitud con la nuestra. Espero que nuestro final también sea igual o mejor que el de ellos.

Karely sonrió, pues su destino ya estaba escrito y no podían acabar juntos cuando hay un bebé de por medio que necesita la atención de su padre y una mujer que anhela darle una familia completa a su hijo.

—Cariño, ve a la cama, en un par de minutos te alcanzo.

—Está bien. —respondió ella. De reojo vio que en el teléfono de Tristán estaba entrando una llamada, ya que lo tenía en vibrador. No pudo identificar quién era que llamaba, pero sospechó que era la amante embarazada porque en ese momento él le pidió que fuera a la habitación.

Ella le dio un último vistazo a él como reprochándole por ser un mentiroso. Se levantó del sofá y se fue a su habitación. La tristeza la invade, pero también es consciente de que no se puede hacer nada en su caso.

Ella llegó a esa familia siendo una refugiada. Ahora que el peligro afuera ha pasado, es tiempo de volver a su vida normal en donde era una joven soltera y con deseos de superarse.

Ya estaba vestida con su pijama y acostada en la cama cuando Tristán entró. Ella ni siquiera se molestó en voltear a verlo o decirle alguna palabra.

—Lamento la tardanza. Espero que no te hayas dormido. —dijo él, tirándose a su lado y acariciándole el rostro. Ella se removió con la intención de separarse, él la tomó de la cintura y la hizo pegarse sobre su cuerpo.

—Hueles delicioso, cariño mío. —manifestó. Enterrando su nariz en el cuello de ella. —Sé que no está dormida, solo te escondes de mí.

Tengo una noticia muy importante que darte, pero antes necesito que me des un beso.

—No me escondo de ti. —se defendió ella. —Lo que tengas que decirme, puedes hacerlo mañana, esta noche, no, por favor. —pidió, fingiendo que todo estaba bien, aunque por dentro estuviera destrozada. Aún no se siente preparada para que él le pida el divorcio y ver que se va con otra mujer.

—No, mañana no te lo diré, porque ya se me habrá olvidado.

—Entonces habla.

—Primero quiero mi beso. —la chantajeó.

—Bueno, está bien.

Ella dio la vuelta y le dio un beso en la mejilla.

—Así no se vale, soy tu marido, no tu amigo, debes dármelo en la boca.

Para terminar pronto con esa pesadilla, le dio el beso que tanto le pedía en su mente, susurró que era el último, ya que a partir de mañana sería otra persona, una que había rescatado la vida de un bebé que ni siquiera ha nacido.

—¡Qué rico! No sé por qué siempre te haces la rogada si tus besos son una delicia exquisita.

—Me pones nerviosa. —comentó. —Vamos, ya he cumplido mi parte, ahora te toca a ti.

—Está bien.

Recibí una llamada… —Él hizo una pausa, Karely sintió que el mundo le cayó encima. —Tu padre… tu padre se escapó.

—¡Cómo! —reaccionó ella. —Prometiste que estaría resguardado. ¿Cómo es posible que se haya escapado ese hombre? Es un peligro. —se quejó. Ella, que ahora sí tiene miedo, muy pronto quedará desprotegida de la familia Morotova y será el blanco perfecto nuevamente para el maldito de su padre.