Maya dispone de un mes libre para poder recuperarse por el accidente. Thiago le pidió que se encontraran de nuevo para conocerse un poco más y ella aceptó gustosamente.
En realidad, su padre le ha informado que ha organizado citas a ciegas para que pueda encontrar a un hombre bueno y forme la familia que él tanto anhela que ella tenga. Ahora ella está aprovechando la oportunidad de haber encontrado a un hombre humilde que, seguramente, debido a su pobreza, aceptará casarse con ella a cambio de dinero, aunque ella no es millonaria, pero está dispuesta a pagar cierto precio por un marido.
La distancia que los separa es de dos horas. Así que, Thiago se ofreció a viajar para que ella no lo descubriera si venía a su ciudad.
Él compró un ramo de flores para entregarle en su reencuentro. Ella lo estaba esperando en un restaurante sencillo, se sorprendió al ver que las flores eran eternas, ella sabía que ese estilo era demasiado costoso.
—No te hubieses molestado, bastaba con tu presencia. —dijo.
—No importa, tú te mereces solo lo mejor. —Le respondió. —Ah, en el mercado son muy baratas, estaban en oferta. —corrigió de inmediato, imaginando que ella se sentía mal por el precio.
—En ese caso, está bien, las acepto. —Dijo ella sonriendo.
Thiago se ha cambiado de nombre, a ella le dijo que se llamaba Simón. Tiene la ventaja de que en el internet no se encuentra mucha información sobre él, así no será descubierto tan pronto.
—Ya que me has ayudado durante el accidente, quiero pedirte un favor.
—¿Qué sucede?
—Cásate conmigo. Sé mi esposo, aunque sea a escondidas. Bueno, solo mi padre debe enterarse.
—¡Qué! —exclamó Thiago, ya que no se esperaba esa propuesta.
—Lo siento. Creo que te he asustado. He cometido un error al pedirte eso. Es solo que, dentro de una hora, mi padre ha programado una cita y… no quiero asistir.
En ese momento Maya se sintió avergonzada.
—¿Una militar le teme al matrimonio? —se burló Thiago.
—Con un desconocido sí, pero si es contigo no.
—Está bien. Acepto casarme contigo.
—Solo hay un detalle. Es que… tendremos que vivir juntos, de lo contrario no será creíble para mi padre.
—Mi casa es pequeña, no creo que te guste vivir en ella.
—No importa. Eso sí que yo continuaré en el ejército, nos casaremos solo por compromiso. Prometo ayudar económicamente en todo lo que se necesite.
—Acepto. Entonces, vamos al registro civil y nos casamos de inmediato.
Thiago no esperaba meterse en semejante rollo. Ahora le preocupa su nombre real, el cual deberá figurar en el acta de matrimonio.
Para su suerte, un conocido suyo era el gerente del registro. Aunque, por desgracia, lo identificó y casi causó un divorcio antes de casarse.
—Oh, señor, Thiago, es un honor contar con su presencia en este lugar. —Saludó el hombre con respeto y reverencia.
—¿Thiago? —cuestionó la chica en voz baja.
—Es un malentendido. Muchas personas me han dicho que tengo un cierto parecido con otra persona, déjame hablar con él y explicarle.
Thiago se acercó al hombre que anteriormente lo había delatado, le pidió hablar a solas. Le explicó su situación y le pidió que le ayudara a casarse con su nombre real, pero que en la tarjeta que les entregarían a ellos figurara su nombre inventado.
Finalmente, todo salió como lo esperaba. La chica dijo que regresaría a casa para darle la noticia a su padre y a recoger sus pertenencias. Thiago se ofreció a llevarla, y como no se esperaba hacer semejante locura, él fue con un auto de lujo.
—¿Un conserje tiene la posibilidad de tener un auto como este? —preguntó la mujer, incrédula de lo que observa.
—No es mío. Es de la empresa, lo busqué prestado al jefe. —Mintió.
En el camino le envió un mensaje de texto a su secretario para que en menos de dos horas le encontrara una casa humilde y barata.
Llegaron al hogar de la mujer. El padre de ella ya se había marchado a misión y no lo pudo presentar con su recién esposo. Ella se marchó a otra ciudad, aún contaba con una semana libre y en su mente llevaba el pensamiento de hacerle una buena limpieza a su nuevo hogar.
—Vaya, te juro que no me esperaba que vivieras en una casa tan hermosa y limpia. —Dijo ella sorprendida.
—Antes de ir a trabajar, hago limpieza. —Dijo él, cuando en realidad nunca ha tocado una escoba.
—Mi esposo es una caja de sorpresas. —Comentó en voz baja.
—Y sí que lo soy. —Le respondió Thiago en su mente, él fingió no haberla escuchado.
—Maya, mi casa es pequeña. Vivo solo y por eso… solo hay una habitación. —comentó.
—No importa. Podemos dormir en la misma cama, solo te advierto que soy militar y estoy entrenada para dar patadas voladoras si te atreves a tocarme. —Le amenazó.
Thiago sonrió, ella era tan graciosa y… tan hermosa que no podía dejar de admirar su sonrisa.
Como de costumbre, Maya se despertó muy temprano en la mañana. Casi se llevó el susto de su vida cuando se dio cuenta de que estaba siendo abrazada por un hombre, hasta que recordó la locura que había hecho el día anterior.—Le dije a este pendejo que no se me acercara mientras dormía, y resulta que fui yo la que crucé la línea de peligro. —Lamentó en su mente. Se levantó y fue a la cocina para preparar el desayuno.Más tarde apareció Thiago y le pidió disculpas por no tener el dinero suficiente para pagar una empleada que se ocupara de los quehaceres.—No te preocupes. Saldremos adelante con lo poco que tenemos, espero que dentro de un año mi padre desista de esa idea tan loca de verme casada, entonces nos divorciaremos y cada uno tomará caminos diferentes.—Eso no me lo dijiste cuando me propusiste que fuera tu esposo. —Se quejó.—Lo lamento, se me pasó por alto. Pero así será, en el momento adecuado, terminaremos con este falso matrimonio.—Bueno, no importa, entonces tú eres la qu
Thiago llegó hasta donde estaba su chica y, aprovechando que el guardia estaba distraído, la tomó de la mano y le pidió que lo acompañase.—¿De qué te escondes? —cuestionó—. ¿Acaso te da vergüenza que yo sea tu esposa?—No. Tengo miedo de que se enamoren de ti y me abandones. —Bromeó en respuesta.—Idiota. Traje tu almuerzo para que no gastes dinero comprándolo. Me disculpo por haber sido descuidada y no haberlo preparado esta mañana.—Lamento tanto que no te hayan permitido entrar. La empresa tiene sus reglas y una de ellas es que no se reciben visitas. Y, con respecto a la comida, agradezco que te preocupes por mí, eres una buena esposa.—Gracias. Me da gusto de que no me juzgues y comas todo lo que te preparo con mucho cariño.Thiago sacó la comida y se puso a comer. Su teléfono no paraba de sonar y al no hacer el intento por responder, Maya presintió que algo no estaba bien.—Puedes atender. No soy un impedimento, quizá sean tus padres y quieran saludar.—Descuida. Es el jefe que,
Maya regresó al ejército. Se comunicaba con su esposo cada vez que había una oportunidad. Su padre la felicitó al llegar y le prometió que en cualquier momento harían una ceremonia para que todo el mundo se enterara de que ella ya se había casado.Su amiga Melisa, que también formaba parte del ejército, se emocionó al saber que su querida amiga ya había encontrado un marido. Pero se enojó y la regañó cuando Maya le confesó que solo estaban fingiendo. A ella era la única que se lo podía decir sin temor a ser traicionada.—¿Cuándo voy a conocer a ese idiota? —preguntó Melisa con cara de enojo.—No le digas así, es un gran favor el que me ha hecho. En cuanto pueda, le haré una videollamada y te lo presentaré.—Oye, mi padre ha dicho que habrá una inauguración de un centro comercial y quiere que yo esté presente como la futura heredera que soy de su imperio.—Ah, ya se me había olvidado que mi amiga es millonaria. —Bromeó Maya.—Me ofendes. Sabes que el dinero nunca cambiará nuestra amist
Ambos habían salido al jardín y no se habían encontrado. Hasta que la llamada desapareció y… vaya sorpresa.—¡Esposo! ¿Qué haces aquí?—¿Esposa? ¡Qué sorpresa! Yo… yo estaba atendiendo tu llamada. —Respondió tontamente señalando su teléfono.—Me refiero a la fiesta. —corrigió ella.—Ah, es que… como secretario de la empresa es mi deber acompañar al jefe a cada evento que tenga relación con los negocios.—Cierto, no lo había pensado. —respondió la esposa, siendo comprensiva.—¿Por qué eres tan hermosa? Estás divina, esposa mía. —Le halagó.—Gracias, esposo. Tú estás muy guapo, pareces uno más de estos millonarios presentes.—Por cierto, ¿tú qué haces aquí?—Mi amiga me invitó. Ven, te la voy a presentar, ella ha querido conocerte desde que se enteró de mi repentino matrimonio.—Este… esposa, qué tal si mejor… oh, no, dejemos que tu amiga espere a conocerme, acompáñame a un lugar.Thiago se percató de que alguien se acercaba a ellos, ruega al cielo para que no lo haya visto y sea descub
Francisco se llenó de miedo. Su amigo es muy enojado cuando algo no le agrada y ahora él había metido las extremidades hasta el fondo al decir que era su jefe.—En realidad, él es mi secretario. Supongo que por eso no tengo el derecho a saber sobre su vida. —corrigió.—Eso suena lógico. —Respondió Melisa.El hombre dijo que iría a saludar a unos amigos y desapareció antes de que Maya llegara.En ese momento las amigas no volvieron a tocar el tema. Regresaron temprano y cada una durmió donde le tocaba.El mes siguiente ambas tenían libre la misma semana. Así que, Maya la vino a pasar en casa con su esposo y Melisa se quedó en su ciudad. Desde aquel día mantiene comunicación con aquel hombre y han quedado en que se reencontrarán.Maya se alegró mucho con su amiga, así que preparó una cena para los cuatro y le dijo que lo invitara, pero que no le dijera que es a casa de su secretario porque se sentirá incómodo.Lo que Maya desea es que los cuatro comiencen a convivir y se lleven bien.—¿
Los días van pasando y las vacaciones de Maya se acabaron muy pronto. En esta visita se ha sentido un poco celosa de que su marido reciba llamadas a cada rato y no las conteste frente a ella.—¿Tienes algo que contarme? —Preguntó en cierta ocasión.—No hay nada. Todo está muy bien entre nosotros, si te refieres a las veces que he llegado tarde a casa es porque en la empresa hay mucho trabajo en este momento. —Aclaró.—Está bien. Aceptó ella, sin embargo, aquella espina siempre le molestaba.El padre de Maya le había comentado anteriormente que al casarse debía de renunciar al ejército para que atendiera al esposo. Ahora que lo ha conseguido, él le pide que cumpla con lo prometido. En realidad, a su padre no le agrada que su única hija corra peligro al luchar contra las pandillas y narcotraficantes, prefiere que tenga un trabajo normal en cualquier empresa.—Dame tiempo, padre. Ni siquiera mi esposo se molesta porque sea militar y tú sí. —Le reprochó.—Es porque te quiero, hija. Soy pa
Al ver que los contrarios han disparado contra la integridad física de uno de sus miembros, el coronel que dirigía aquella misión ordenó que asesinaran a sangre fría a aquel capo. Solo así cesaría la violencia y tuvo razón.Todos salieron corriendo del lugar cuando el fuego cesó. Thiago dejó abandonada a la mujer que lo acompañaba y fue a buscar a su esposa; sin embargo, sus compañeros de armas ya la estaban trasladando a la clínica.Thiago habló con uno de los uniformados y le hizo saber que era el esposo de Maya y que necesitaba estar con ella para conocer su estado de salud. Justo en ese momento Melisa iba pasando por el lugar, va corriendo a subir a una patrulla para acompañar a su amiga.Thiago la vio, la detuvo y le suplicó que lo ayudara a llegar con su mujer.—Mira, no tengo tiempo para detenerme a hablar contigo y darte mayores detalles. Sígueme en tu auto, no te pido que vengas conmigo porque es prohibido que un civil nos acompañe cuando corremos peligro. —dijo ella. Pero, a
Thiago se emocionó cuando la enfermera le dio la noticia. Sonrió y le dio un beso en la frente a su mujer. Aunque no estaba en sus planes convertirse en padre, se siente contento y ha prometido en silencio ponerle fin a su vida caótica, confesándoles a sus padres que no podrá casarse con la mujer que ellos le eligieron, porque a su lado ya está la mujer que ama y que ahora le dará un hijo.Una hora más tarde, Maya abrió los ojos, sentimientos encontrados experimentó, ya que, por una parte, le agradaba que el esposo estuviera a su lado sosteniendo su mano con cariño, pero, por otra parte, estaba molesta porque lo que han vivido ha sido una completa mentira que él sostuvo sin temor a hacerle daño.—Has despertado, ¿te sientes mareada? —Preguntó amable y a la vez preocupado, ya que ella lo observa con indiferencia.—¿Quién eres? —preguntó con voz suave.—Esposa, ¿perdiste la memoria? El médico dijo que tu cabeza no había sido dañada, ¿cómo es que no recuerdas nada?—Dime, ¿quién eres? —V