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Como de costumbre, Maya se despertó muy temprano en la mañana. Casi se llevó el susto de su vida cuando se dio cuenta de que estaba siendo abrazada por un hombre, hasta que recordó la locura que había hecho el día anterior.

—Le dije a este pendejo que no se me acercara mientras dormía, y resulta que fui yo la que crucé la línea de peligro. —Lamentó en su mente. Se levantó y fue a la cocina para preparar el desayuno.

Más tarde apareció Thiago y le pidió disculpas por no tener el dinero suficiente para pagar una empleada que se ocupara de los quehaceres.

—No te preocupes. Saldremos adelante con lo poco que tenemos, espero que dentro de un año mi padre desista de esa idea tan loca de verme casada, entonces nos divorciaremos y cada uno tomará caminos diferentes.

—Eso no me lo dijiste cuando me propusiste que fuera tu esposo. —Se quejó.

—Lo lamento, se me pasó por alto. Pero así será, en el momento adecuado, terminaremos con este falso matrimonio.

—Bueno, no importa, entonces tú eres la que manda, pero quiero pedirte un favor. Cuando te presente a mis padres no les hagas saber sobre esta decisión, ellos, al igual que tu padre, están ansiosos para que yo forme una familia. —Confesó Thiago. Ocultando el verdadero motivo.

Ambos sonrieron y se dieron la mano, significa que están de acuerdo en engañar a sus familias.

—Ya que no hubo tiempo de que tú conocieras a mi papá, ¿puedes llevarme a conocer a tu familia? —preguntó ella.

—Créeme que lo haría con mucho gusto, pero ellos no viven en este país y tendríamos que viajar al extranjero si quieres conocerlos. —Mintió.

—No hay problema. En ese caso, esperaremos a que ellos vengan a visitarnos. Quizá para entonces mi padre también se pueda reunir el mismo día. —expuso con normalidad.

Thiago sonrió, pero por dentro se siente idiota por ser un mentiroso y no sabe hasta dónde lo llevará ese juego que se ha inventado.

Tres días han pasado y Thiago sigue fingiendo ser pobre y que su nombre es Simón. Maya regresará pronto al ejército y quiere atender de lo mejor a su marido para que no se arrepienta de haberse casado con ella y compensarlo por el tiempo que pasará fuera de casa.

—Ah, querido esposo. Te daré una sorpresa en tu trabajo, llevaré tu almuerzo y me aseguraré que no haya ninguna de tus compañeras merodeando lo que es mío. —Pensó para sí misma.

“Ah, pero ¿qué estoy diciendo si nuestra relación no es real?” —Se regañó inmediatamente.

Ella preparó con esmero los alimentos y se trasladó a la empresa donde su marido había mencionado que laboraba. En la entrada la detuvieron los guardias; nadie conocía al Simón que ella mencionaba.

—Ya verás que no estoy equivocada. —dijo ella y sacó el teléfono para llamar al hombre.

—Esposo, estoy afuera, los guardias no me dejan entrar porque alegan que no te conocen.

—¡Cómo! ¿Estás en la empresa? —dijo asustado. —Espera un momento, pronto estaré contigo.

—¿Qué sucede?—cuestionó el secretario. Este es Francisco, un amigo íntimo desde que iniciaron los estudios.

—Estoy metido en un gran problema en el que yo mismo decidí participar.

—Explícame, para eso soy tu amigo.

—¡Sí! ¡Eso es magnífico! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? —celebró Thiago.

—¿De qué hablas, te has vuelto loco?

—De ahora en adelante, siempre que estemos frente a una persona en específico, tú serás el jefe y yo el secretario. Ah, y me llamo Simón.

—¿Qué? ¿Te has vuelto loco?

—Me he casado y te necesito. Ahora me voy.

—Eh, hermano, espera. ¿Cómo es eso que este idiota se ha casado y no me lo había dicho?

El secretario se quedó pensativo y lamenta no haber podido detener a su amigo que salió corriendo de la oficina luego de soltar la bomba.

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