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Karely secó las lágrimas, hizo como si nada hubiera pasado… como si no hubiera visto o escuchado nada… como si no la hubiesen amenazado hace unos minutos. Tomó los papeles y los llevó a que su marido los firmara, se comportó de una manera tan natural que ni siquiera dio indicios de que estaba lastimada.

—Cariño, ¿Sabes lo que necesito en este momento? —dijo Tristán.

—No lo sé. —respondió ella.

—Lo que más necesito es un abrazo y un beso de mi esposa. Eso es todo lo que necesito para continuar trabajando durante el día. —mencionó él. Ella dejó que la abrazara, pero en su corazón sentía el dolor de la traición… de la mentira… y, del engaño que no merecía sufrir.

—¿Puedo irme a casa? El trabajo que tenía pendiente para este día ya lo he terminado. Quiero dormir un poco, me duele la cabeza y descansar será lo mejor. —mintió.

—Está bien, puedes irte. Espera, yo también me iré contigo, llevaré el trabajo a casa, no quiero dejarte sola cuando estás enferma.

—No es necesario que lo hagas, cariño, puedes quedarte, yo estaré bien. Te lo prometo.

Lo menos que Karely desea es verle la cara a su marido, sin embargo, ese hombre se derrite de amor por ella y no se quiere separar, o quizá tenga miedo de que descubra su secreto.

—De ninguna manera, señora. Además, tengo que darte una buena noticia.

—¿De qué se trata? —preguntó ella con el corazón acelerado, temiendo escuchar lo que ya ha descubierto.

—Mis hombres han dado con el paradero de tu padre, ya lo han entregado a la policía y ahora serán ellos los que se encargarán de hacer que pague por cada uno de los delitos que cometió.

Karely sintió una gran alegría… un gran alivio. Es como si un gran peso hubiese salido de su cuerpo, ahora podía ser libre, su padre ya no molestaría. Ahora tiene un trabajo fijo y no necesitará tampoco de la manutención de su marido. Así que ella tomará una decisión por el bien de aquel bebé que viene en camino.

—¿Quieres que te lleve a la comisaría para que veas a tu padre? Quizá quieras preguntarle por qué te hizo todo lo que me has contado. No te preocupes, siempre estarás custodiada por un guardia que no lo dejará acercarse a ti.

—No, no es necesario que vaya. No quiero verlo nunca más, por favor solo te pido que hagas lo posible por mantenerlo en la cárcel de por vida, no quiero que en el futuro salga y tome represalias en mi contra.

—Está bien. Te prometo que ese hombre no volverá a poner un pie fuera de prisión.

—Entonces vamos a casa, ya que insistes en acompañarme. Por cierto, tengo mucho que agradecerte, así es que esta noche prepararé una cena muy especial por todo lo que has hecho en mi vida en este corto tiempo.

—Me encanta esa idea, adoro cuando cocinas para mí, tu sazón es único, no se puede comparar con el de ninguna otra persona. —le alabó.

Finalmente, Karely improvisó una cena, puesto que no estaba preparada. De no haber recibido la noticia de que su padre ya no estaba libre, no habría encontrado la manera de ponerle fin a su matrimonio.

Esa no es una cena para celebrar, hoy es una despedida. Solo que el esposo no lo sabe.

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