75

Karely está llena de miedo. Los hombres la han llevado a una casa desconocida en la cual también se encuentra su malvado padre, quien le informa que ha sido vendida a uno de sus secuaces.

—Papá, ¿por qué me haces esto? —pregunta ella.

—De ahora en adelante este hombre se convertirá en tu marido. No reniegues por mis decisiones, he recibido mucho dinero por ti y no quiero que me hagas quedar mal.

Un hombre horrible, con su rostro casi deformado por tanta cicatriz, se acercó a ella, se relamió los labios, frotó sus manos como si desde ya estuviera saboreando el cuerpo de la mujer que tiembla de pánico.

—Te casarás con él, quieras o no. Esta misma noche será tu fiesta de matrimonio. No te podrás oponer, ya que tus suegros están en los preparativos para cuando llegues a su casa. —dijo el padre.

Karely llora sin cesar, ruega en silencio para que Tristán la busque y la encuentre a tiempo, de lo contrario, será demasiado tarde y quedará en manos de ese maldito ser horripilante al que ha sido vendida.

Mientras tanto, en la empresa. Tristán necesita que Karely, siendo su asistente, le haga llegar un par de documentos para su firma correspondiente. Sin embargo, ella no atiende el teléfono de la oficina y tampoco su celular.

—Ah, Karely, me desprecias en la cama y, ¿también lo harás en el trabajo? —se queja.

No había tiempo para esperar, se levantó de su cómoda silla y fue a la oficina de ella. Al encontrarla vacía, se preocupó, sabe que ella es muy ingenua y si tenía planes de salir antes del horario indicado, se lo hubiera hecho saber. Buscó en los baños de damas y al no encontrarla fue a preguntar a la recepcionista si vio salir a la nueva asistente.

—Ella salió hace un rato, jefe. —confirmó.

—¿Iba sola o alguien más le acompañaba?

—Iba sola. ¿Sucedió algo? Noto que está preocupado.

La mujer quería atender bien a su nuevo jefe y así agradarle, no solo en temas de trabajo.

—Ella no conoce la ciudad, temo que se haya perdido. —Mintió.

—Ah, ahora que lo recuerdo, un transeúnte que pasaba por la carretera hace un rato entró a decir que habían montado por la fuerza en un auto a una chica bonita que acababa de salir de este edificio. No creo que ese sea el caso de su asistente.

Tristán trató de mantener la calma. Fue al parqueo, tomó su auto y regresó a casa por algún dispositivo de seguridad. En el camino no deja de llamar al teléfono de la esposa, sin tener éxito.

Intentó una última vez y, para su suerte, la llamada sí se conectó.

—Karely, ¿dónde estás? —preguntó de inmediato, sintiendo que su alma vuelve al cuerpo.

—¿Tú quién eres para hablarle de esa manera a mi hija? —cuestionó el hombre al otro lado de la línea.

—¿Hija? —preguntó aterrorizado, sabiendo que esa palabra significa peligro. ¿Dónde… dónde está Karely? —Pregunta desesperado y con la voz agitada.

—No vuelvas a llamar, no sé quién eres. Pero lo que sí te puedo decir es que esa perra está a punto de casarse. Ah, es lo bueno de haber tenido una hija, me sirvió de mujer y ahora he recibido mucho dinero por ella. —Se jactó el padre.

Recordemos que el viejo no sabe que su hija ya se ha casado con un millonario. Un día cualquiera no volvió más a casa y que tenía a alguien que la protegía, eso es todo lo que él sabe.

—¿Cuánto de dinero quieres? Te puedo dar más de lo que ese hombre te ofreció.

—¡Ja, ja, ja! No seas estúpido, tú debes ser de los míos, que no tiene ni donde caer muerto. —se burló.

El malvado colgó la llamada. Tristán no sabe qué hacer, recordó que tiene un amigo que repara celulares, fue donde él para intentar rastrear el móvil de Karely, lastimosamente lo habían apagado y no funcionaba así.

En medio de su desesperación se acercaba la noche y no encontraba una pista que lo llevara hasta su mujer. Mientras tanto, Karely ya se encuentra en casa de sus futuros suegros, una mujer tan malvada que se ríe frívolamente en su cara diciendo que ha llegado la que será su sirvienta para toda la vida.

La han hecho vestirse de novia obligadamente y ya se preparan para hacer la marcha nupcial por todo el pueblo.

—Señora, usted es mujer, debe de entender que yo no amo a su hijo, es la primera vez que lo veo y no me quiero casar. —Le repite Karely. Allí no vale mencionar que ya está casada.

—Yo pasé por lo mismo que tú, es tiempo de que alguien venga y me reemplace. —Dijo aquella mujer con gran autoridad sobre la chica. Mientras el futuro esposo sonríe y se vanagloria de que humillen a la mujer que está tomando por la fuerza.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP