Finalmente, Tristán se fue a su oficina. Una de las mujeres chismosas lo vio salir y de inmediato corrió a contarles a las demás asistentes. Todas se quedaron sorprendidas al saber que el gran jefe se lleva tan bien con Karely que hasta la visita personalmente.
—Eso no está bien, ella no tiene el derecho a estar con un hombre tan guapo. —dijo una de ellas. —Tengo que ponerle un alto a esa zorra. Hablaré con el jefe, ya lo verán. —juró.
Tal como lo prometió la asistente malvada, al día siguiente esperó a que Karely fuera a la cafetería y allá la enfrentó nuevamente. En esta ocasión la tomó del cabello y lo jaló, pero Karely se logró soltar antes de que pasara a más.
Seguidamente, con sus largas uñas, rasguñó su propio rostro. Karely no reaccionó cuando ella la lastimó, pero ahora se siente confundida, pues no sabe lo que le está pasando a esa loca, ya que se está golpeando el brazo hasta dejarlo rojo.
También se soltó la coleta de caballo que andaba y se está desorganizando el cabello como para dar a entender que ha tenido un enfrentamiento y con el afán de defenderse ha salido lastimada.
—Ya verás lo que el jefe te hará cuando se entere de que te has peleado en la empresa. —le amenazó la asistente malvada.
—¿Qué harás? No puedes hacer nada porque yo ni siquiera te he tocado. —le dijo Karely. Y es cierto, ella ni siquiera se defendió, todo lo provocó a sí misma la asistente.
—No me importa lo que tú pienses, iré donde el jefe y verás cómo te echa de patitas a la calle. Ja, ja, ja me voy a reír de ti, pobrecita, eso es lo que te mereces por poner tus ojos en el hombre que quiero para mí. —se burló.
Karely sonrió cuando la asistente malvada salió de la cafetería. Ella va directo a ponerle queja A Tristán sobre lo que ha ocurrido.
—Seguramente se hará la víctima. —dijo Karely en su mente. Al mismo tiempo, se arregló su cabello despeinado y se fue a sentar en su escritorio. Ella confía en Tristán, por lo menos ya lo había puesto al tanto de lo que esa mujer le había comentado anteriormente sobre él, no había de qué preocuparse.
—Jefe, ¿me permite un par de segundos para hablar, por favor? —pidió la asistente llegando hasta donde Tristán se encuentra.
—Por supuesto que sí. —Le respondió Tristán con su voz ronca, pues ya sabe que esa es la mujer que está tratando de causar discordia en su matrimonio.
—¿Qué te pasa, por qué andas así en mi empresa? ¿Acaso no has leído las reglas? Eres una asistente y debes de estar vestida pulcramente, y ese peinado creo que no va contigo. —le reclamó.
—Lo sé, jefe. Sé que mi bello rostro se ve horrible con estos aruñones y vea también que mi brazo está muy golpeado. Jefe, por favor, deme permiso para ir al hospital. Necesito que me revisen urgentemente, mi cabeza duele, mi brazo duele, mi mejilla está roja, esa mujer es una perra. —dijo la asistente malvada.
—¿De quién hablas? —preguntó Tristán.
—Karely jefe, Karely fue la que me hizo esto. —Dijo la chica y se puso a llorar. —Ella es una perra, debe de despedirla, jefe. Desde que entró en esta empresa, lo único que ha hecho es acosarnos a todas. Si no me lo cree, vaya y pregúntele a mis compañeras. Aunque no creo que digan algo, ya que ella nos tiene amenazadas.
—¿Es en serio que esa muchacha te ha hecho eso? —cuestionó Tristán mostrándose serio, pero en realidad estaba al borde de soltar una tremenda carcajada. ¿Acaso su esposa se ha vuelto una leona defendiendo su puesto? Eso le encantó a él y lo llenó de orgullo.
La asistente mentirosa continuó victimizándose frente a Tristán. Ella cree que ya lo está convenciendo y lo tiene en sus manos.—Jefe, por favor, haga algo, se lo suplico.—Está bien, llamaré a Karely. Esa muchacha ya ha de conocer las reglas y debe aprender a respetar a sus compañeros de trabajo.—Está bien, ¿puedo irme? —dijo la chica.—No. Espera aquí a que venga, la enfrentarás delante de mí y le dirás todo lo que se merece por haberte lastimado. No es posible que eso esté sucediendo en mi empresa, no tolero que una mujer trate de humillar a otra sea cual sea el caso no lo tolero ni lo toleraré nunca.La chica sonrió victoriosa. Aunque también le dio un poco de temor porque el jefe como que habla como si ya supiera algo sobre ella, pero igual no le importó lo que ella quiere es ver hundida a Karely y quedar solo ella en la empresa para conquistar al joven y guapo millonario.Tristán llamó a su mujer y le pidió que viniera a la oficina porque quería arreglar un problema muy serio c
Aquella asistente malvada casi se va para atrás de los nervios que sintió, asustada, se arrodilló en el suelo y le suplicó a Karely.—Por favor, no me despidas, por favor. Te lo suplico, perdóname. No sabía que eras la esposa del jefe, te prometo que me portaré bien de ahora en adelante. Te respetaré como lo respeto a él. Te lo suplico, no me votes, por favor. Quiero seguir trabajando, necesito el dinero, soy pobre. Ahora entiendo que la que debería estar en la calle soy yo, por favor, permíteme seguir trabajando para ustedes. —suplicó la asistente malvada.Karely observó a Tristán, ella siente que no es la persona adecuada para tomar decisiones en una empresa de la cual no es dueña, así que mejor se quedó en silencio.—Cariño, estamos esperando tu respuesta. —habló Tristán, sacándola de sus pensamientos.—Estaré de acuerdo con lo que tú digas. —dijo ella.—No, te estoy dando la oportunidad para que hagas lo que quieras con la mujer que te causó molestias.—En ese caso, creo que todos
Teniendo la aprobación de ella, quiso probar suerte. Aunque él sabe que está inconsciente, pero no se la podía quitar de encima, ella lo estaba provocando al grado de que ya le ha quitado la camisa y va por su pantalón. Él no se puede resistir, su pene ya se ha despertado y anhela convertirla en su mujer.—Quiero que esta noche nuestro matrimonio tenga el mejor inicio. —le susurró al oído.Tristán no esperó más. La tendió sobre la cama y la besó desesperadamente.—Oh Dios, cuánto tiempo he deseado tenerte así. —dijo en voz baja y provocativa. Para su mala suerte, minutos después y antes de hacer el amor, ella se quedó dormida.En lugar de sentirse frustrado Tristán agradeció que fuera así, pues tenía miedo de que en el futuro ella lo acusara de haberse aprovechado en un momento donde ella estaba vulnerable él quiere que las cosas sucedan, pero cuando ambos estén de acuerdo esa es una promesa que le hizo a ella cuando decidieron hacer funcionar realmente su relación.Lo más gracioso fu
Karely secó las lágrimas, hizo como si nada hubiera pasado… como si no hubiera visto o escuchado nada… como si no la hubiesen amenazado hace unos minutos. Tomó los papeles y los llevó a que su marido los firmara, se comportó de una manera tan natural que ni siquiera dio indicios de que estaba lastimada.—Cariño, ¿Sabes lo que necesito en este momento? —dijo Tristán.—No lo sé. —respondió ella.—Lo que más necesito es un abrazo y un beso de mi esposa. Eso es todo lo que necesito para continuar trabajando durante el día. —mencionó él. Ella dejó que la abrazara, pero en su corazón sentía el dolor de la traición… de la mentira… y, del engaño que no merecía sufrir.—¿Puedo irme a casa? El trabajo que tenía pendiente para este día ya lo he terminado. Quiero dormir un poco, me duele la cabeza y descansar será lo mejor. —mintió.—Está bien, puedes irte. Espera, yo también me iré contigo, llevaré el trabajo a casa, no quiero dejarte sola cuando estás enferma.—No es necesario que lo hagas, car
Durante la comida charlaron de algunas cosas con respecto al viaje que está haciendo su familia. Ya que, estos le han informado que no vendrán por algún tiempo.—Siempre agradeceré a la vida por haber puesto en mi camino a una mujer tan especial como tú, por favor. Nunca dejes de sonreír, quiero que siempre seas feliz. Me encargaré de que nada te haga falta y que nada te lastime. —prometió el esposo. Algo que a la chica no le tomó importancia.Terminaron de cenar y para cerrar con broche de oro esa despedida, ella le pidió que vieran una película romántica. Bueno, en realidad se trata de una adaptación del libro Casados por una trampa de la autora Lorena Rodríguez.—Hiciste buena elección. —le comentó él. —Me ha gustado porque al inicio ellos no estaban listos para entrar en un matrimonio, sin embargo, con el desarrollo de los eventos se fueron enamorando y finalmente terminaron juntos.Me ha parecido que esa historia tiene una similitud con la nuestra. Espero que nuestro final tambié
Al ver que la esposa se ha puesto nerviosa, el marido la abrazó.—No te preocupes, mi amor. Lo han vuelto a capturar y esta vez le han puesto doble seguridad, así me lo hizo saber el oficial.Karely lamentó haberlo juzgado mal, creyendo que era con la amante que hablaba.—Pequeña, déjame decirte que ese pijama no te queda nada bien. Será mejor que lo cambies.—¿Ah? —cuestionó confundida, preguntándose qué de malo tiene y desde cuándo él le reclama por algo.—Te queda perfecta. Pero tu piel luce mejor sin eso. —le susurró. Al mismo tiempo la provocó besando el cuello hasta que pasó a su boca. Ella sonrió y se fue mojando casi de inmediato.Tristán metió la mano por debajo del pijama y acarició la vagina por encima de la prenda interior. Apartó con delicadeza la tela y con un dedo jugó con el clítoris; ella ya estaba demasiado excitada.—No tienes idea de lo loco que me pongo cuando estoy cerca de ti y no te puedo tocar. —Susurró.Él se sentó en la cama y la colocó a ella por encima de
La semana transcurre y Karely ni siquiera le dirige la palabra a su marido. Por más que él trata de llevarse bien con ella, le pide que hablen para aclarar cualquier malentendido. Él no puede aceptar que ella no esté enamorada de él.La única noche que hicieron el amor, ella le demostró que lo amaba. Ahora él no entiende qué pudo haber pasado para que ella tenga ese cambio radical de la noche a la mañana.—Tristán, he encontrado un nuevo lugar donde vivir. Iré a tu casa y sacaré mi ropa. —Le informó.—Karely, por favor, no te vayas. Prometí que te protegería y quiero cumplir mi palabra.—Ya lo has hecho, no te preocupes. Estoy tan agradecida que no podría seguir dándote problemas si me quedo a tu lado.—Pequeña…—Por favor, agiliza el trámite para nuestro divorcio. Si no lo haces tú, lo haré yo con un abogado particular.—¿Estás segura de que me quieres dejar?—Sí, estoy segura. No te quiero como hombre, solo seamos jefe y empleada.—Está bien. Si ya lo has decidido, no me interpondré
Más tarde, Karely escuchó como si alguien estuviera tocando la puerta. Ella se asustó, pues, a su mente vino que podría ser aquel hombre que le había insinuado pagarle mucho más dinero del que Tristán le pagaba. Se llenó de miedo, pero harta de que no dejaran de molestar, ella se levantó para ir a averiguar de quién se trata.—Soy yo. Déjame entrar, por favor, estoy herido. —dijo Tristán. Ella, de inmediato, al reconocer la voz, abrió la puerta.—¿Qué te pasó? —preguntó ella cuando vio que por el rostro corría un hilo de líquido rojo.—Tuve un accidente, ¿podrías dejar que me quede aquí esta noche, por favor? Y si no es tanta molestia, ¿podrías curarme también? Karely recordó haberlo visto que se fue con la amante.—No creo que hayas tenido un accidente. Dime qué te pasó, ¿de dónde vienes? —cuestionó con seriedad, no dispuesta a curarle como él le pide.—Mañana te lo contaré todo, es una larga historia. Por favor, no me dejes solo esta noche, prometo que mañana iremos al registro civi