| 𝐑𝐄𝐅𝐋𝐄𝐗𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐘 𝐑𝐄𝐍𝐎𝐕𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍

Leonardo

Salí del auditorio con el corazón pesado y la mente llena de pensamientos confusos.

La conversación con Sofía había sido un desastre. No podía creer que la hubiera acusado de ser caprichosa e irresponsable. Mientras caminaba por el pasillo vacío, me di cuenta de que había sido demasiado duro con ella. Pero, ¿qué más podía hacer?

Me detuve un momento y respiré profundamente. No podía dejar de pensar en Sofía, en cómo sus ojos se llenaron de lágrimas y en cómo se derrumbó en el suelo. Había algo en ella que me hacía sentir cosas que no quería admitir. Sentimientos que surgían cada vez que la veía tocar el violín con tanta pasión y dedicación. Pero esos sentimientos eran peligrosos. No podía permitirme ser débil.

Mientras seguía caminando, recordé las palabras de mi papá. "Leonardo, no te conformes con menos de lo mejor. Nadie es lo suficientemente bueno para ti." Esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez. Tal vez Sofía no era lo suficientemente buena. Tal vez nadie lo era. Pero entonces, ¿por qué me sentía tan mal por lo que había pasado?

Además, Sofía había culpado a Vanessa de algo que yo sabía que ella no haría. Conozco a Vanessa desde hace mucho tiempo. Es una chica fría y difícil de tratar, pero no sería capaz de hacer algo así. Sofía estaba equivocada al culparla, y eso solo complicaba más las cosas.

Llegué a la puerta de salida y me detuve. Miré hacia atrás, hacia el auditorio, y me pregunté si había tomado la decisión correcta. ¿Debería haber sido más comprensivo con Sofía? ¿Debería haberle dado una oportunidad? No lo sabía. Todo lo que sabía era que tenía que seguir adelante, sin importar lo que sintiera.

Sofía

Llegué a casa en un mar de lágrimas. Mis padres estaban en la sala viendo televisión y, al verme, se preocuparon de inmediato.

—¿Qué pasó, Sofía? —preguntó mi mamá con voz temblorosa.

Entre sollozos, les conté todo lo sucedido entre Leonardo, Vanessa y les mostré mi violín destrozado. Mi papá, tratando de calmarme, me dijo:

—No te preocupes, Sofía. Para todo hay solución.

Mis padres, enojados por lo ocurrido, me abrazaron y me consolaron, sintiéndose profundamente mal por mí. Esa noche, me quedé dormida entre llantos.

A la mañana siguiente, desperté en mi habitación y noté una caja con un moño rojo sobre mi escritorio. Confundida, tomé la nota que estaba en la caja y reconocí la letra de mi papá.

La nota decía:

Querida Sofía,

La vida nos pone muchos obstáculos en el camino. Es de guerreros caer, y es válido sentir dolor y tristeza. Pero lo que no es válido es quedarse hundido en ese dolor. Siempre debes levantarte y luchar, porque en cada caída hay una lección y una oportunidad para ser más fuerte.

Estamos muy orgullosos de ti y de todo lo que has logrado. Este violín es un símbolo de nuestra fe en ti y en tu talento. Sabemos que seguirás adelante y que alcanzarás todas tus metas.

Con todo nuestro amor,

Papá y mamá

Abrí la caja y, con lágrimas en los ojos, vi un violín nuevo. Lo tomé y lo observé detenidamente, notando mi nombre grabado en el instrumento. Con el corazón lleno de emoción, bajé corriendo las escaleras en busca de mi papá. Lo encontré en la cocina y, sin decir una palabra, corrí a abrazarlo.

—¡Gracias, papá! Eres el mejor. Prometo que no te voy a defraudar nunca.

Mi papá me abrazó con fuerza, sintiendo el amor y la determinación en mi corazón.

Durante el día, me la pasé afinando mi nuevo violín. Cada nota que tocaba me llenaba de esperanza y determinación. En la tarde, mi amiga Valeria llegó a visitarme. Al abrir la puerta, me vio con los ojos aún hinchados por el llanto.

—¿Qué te pasó, Sofía? —preguntó preocupada.

La invité a pasar y le conté todo lo sucedido. Valeria me escuchó atentamente, sin interrumpirme, y cuando terminé, me miró con comprensión.

—Te creo, Sofía. No puedo creer que hayan hecho eso. —dijo, refiriéndose a Vanessa y Gabriela.

Le mostré el violín nuevo que mis padres me habían regalado. Valeria lo tomó con cuidado, admirando cada detalle.

—Tienes a los mejores padres del mundo, Sofía. —dijo con una sonrisa—. No debes caer en los juegos tan infantiles de Vanessa y Gabriela, y menos por un hombre y una rivalidad. Tú eres mucho más que eso.

Sus palabras me llenaron de consuelo y fuerza. Sabía que tenía razón. No podía dejar que la envidia y la competencia me afectaran. Tenía que seguir adelante, por mí y por mis padres que tanto creían en mí.

—Gracias, Valeria. —dije, abrazándola—. Prometo que no dejaré que me afecten más.

Pasamos el resto de la tarde tocando el violín y ella escuchando, hablando de nuestros sueños y metas. Sentí que, a pesar de todo, tenía el apoyo y el amor necesarios para seguir adelante.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo