Desperté por mi alarma que había programado para las 3:00 P.M. La competencia comenzaba a las 9:00 P.M. Tenía aproximadamente casi 6 horas para tener todo preparado y estar lista. Me levanté de la cama y me dirigí al baño a darme una ducha, para despejarme de todo lo que sentía, el nerviosismo que me había acompañado durante semanas. El agua caliente me relajó un poco, pero mi mente seguía divagando hacia todos los posibles errores que podía cometer en el escenario.
Salí de la ducha y miré la hora, eran las 3:45 P.M. Me había demorado un poco más de lo que pensaba. Me coloqué mi ropa interior, una lencería roja que me hacía sentir segura y confiada, y encima una bata para comenzar a prepararme mi cabello. Primero lo peiné y me pasé la secadora encima para secármelo. Ya seco, comencé a alisarlo con la plancha para después dejarlo un poco ondulado en las puntas, sencillo y elegante. Mientras me maquillaba, escogí tonos cafés para darle un toque casual a mi look, y en los labios me coloqué un labial rojo intenso que me hacía sentir poderosa. Cuando terminé, me miré en el espejo y me gustó lo que veía. Me sentí como una artista de verdad. Revise la hora y eran las 6:20 P.M. Me dirigí a mi closet y saqué el vestido que tenía para esta ocasión, un vestido largo de color rojo de tirantes que me hacía sentir como una reina. La tela era suave como la seda y tenía una abertura en la pierna que me daba un toque de sensualidad. Me lo coloqué junto con unos tacones altos de color negro y suela roja que me hacían sentir segura y confiada. Me puse accesorios de color plata que brillaban con la luz y me miré en el espejo de cuerpo completo. Me gustó lo que veía. Escucho unos golpes en la puerta. — Adelante.— sigo viéndome en el espejo buscando un error. — Cariño, te ves hermosa.— volteo a ver a mi mamá y sonrió. — Gracias mamá, tú no te quedas atrás te miras realmente hermosa.— me acerco a ella para darle un abrazo. Mi mamá llevaba un vestido largo de color azul y un maquillaje impecable, verdaderamente hermosa. — ¿Donde están las bellas mujeres de esta casa?, tenemos un evento al que asistir y nos queda algo retirados.— escuchamos la voz de mi papá acercarse para llegar al lumbrar de la puerta, nos mira y se queda boquiabierto. — ¿Quienes son ustedes y que le hicieron a mi mujer y a mi hija? Mi mamá y yo nos reímos por su broma, y agarré mi estuche con mi violín dentro y seguí a mi mamá afuera del cuarto cuando comenzó a seguir. — Ya vamonos mejor, muy chistoso me saliste.— mamá lo jala del brazo mientras mi papá ríe. Los mire a los dos y sonríe. Son los mejor que tengo. Bajamos a la cochera y nos montamos al coche, mi papá iba de conductor y mi mamá de copiloto y yo, atrás. Mientras ellos hablaban, yo me perdía en mis pensamientos, por esta competencia me tiene más nerviosa de lo normal, tengo mucho miedo de fracasar. Sé que soy muy talentosa y por algo me escogieron a mí para concursar junto con Leonardo, pero igual ese nervio de fracasar no se me quita con nada. Seguía pensando en la competencia y en cómo iba a presentarme. Me imaginaba subiendo al escenario, con mi violín en mano, y tocando con toda mi alma. Me imaginaba al público aplaudiendo y a los jueces sonriendo. Pero entonces, mi mente comenzó a llenarse de dudas. ¿Y si me equivocaba? ¿Y si no era lo suficientemente buena? ¿Y si...? Traté de sacudirme esas dudas y me centré en mi respiración. Me recordé a mí misma que había practicado mucho y que estaba lista para esto. Me recordé que Leonardo estará allí junto conmigo apoyándome, no puedo decepcionar a nadie. Mientras el coche avanzaba por las calles de la ciudad, el cielo comenzaba a teñirse de tonos anaranjados y rosados. La conversación de mis padres se desvanecía en el fondo mientras mis pensamientos se centraban en la competencia. Sentía el peso de la responsabilidad sobre mis hombros, pero también una chispa de emoción que me impulsaba hacia adelante. Llegamos al auditorio y el bullicio de la gente me envolvió. Vi a otros competidores, algunos conocidos y otros no, todos con la misma mezcla de nerviosismo y determinación en sus rostros. Mi madre me dio un último abrazo y mi padre me dedicó una sonrisa alentadora. — Lo harás excelente, cariño. Solo recuerda que eres muy talentosa no dejes que los nervioso te ganen.— mi mamá me acomodó un mechón de cabello con un broche. — Eres una excelente violinista, desde pequeña cuando agarrabas las ramas simulando un violín supe que serías alguien muy decidida en lograr tus sueños, y por eso estamos aquí apoyándote en todo. Les reí con lágrimas en los ojos, recordando mi niñez siempre me había llamado la atención tocar el violín y ahora estaba aquí en una gran competencia, los volví abrazar de nuevo. — Los amo demasiado, no sé qué sería sin ustedes. Les prometo no defraudarlos. Con eso me despedí para dirigirme a los camerinos. Dentro, el ambiente era una mezcla de concentración y caos. Algunos afinaban sus instrumentos, otros repasaban sus partituras. Encontré un rincón tranquilo y saqué mi violín del estuche. El tacto familiar de la madera me reconfortó. Cerré los ojos y respiré profundamente, dejando que la calma se asentara en mi interior.Comencé a afinar mi violín, repasando una y otra vez las partituras. Estaba demasiado nerviosa y ansiosa por terminar esto.Me levanté de mi asiento y me estiré, tratando de aliviar la tensión en mis músculos. Repasé todo el camerino con la mirada, observando a los demás participantes, hasta que mis ojos se encontraron con una mirada intensa. Sentí un temblor y mi garganta se secó cuando me recorrió de pies a cabeza. Esos ojos grises me hacían sentir incómoda, casi nauseabunda."La competencia me tiene mal".Leonardo se acercó a mí con paso decidido, irradiando confianza. Mientras él se mostraba así, yo parecía una bola de nervios.—Hey, Sofía, ¿estás bien? —frunció las cejas.—Cla... claro que lo estoy. —Buena hora para tartamudear. Leonardo sonrió al notar eso.—Si tú lo dices, pero te noto un poquito nerviosa. —Hizo una seña con sus dedos indicando "poco". Lo golpeé en broma en el brazo y se rió.—Cállate, Leonardo. —Me crucé de brazos.Leonardo suspiró y me miró fijamente.—Recuer
La competencia había comenzado y el ambiente en el camerino era cada vez más tenso. Leonardo y yo escuchábamos atentamente mientras anunciaban a los participantes, cada uno con su propia historia y talento. La mayoría eran muy talentosos, y no podía evitar sentirme nerviosa. Cuando escuchamos nuestro nombre, nos volteamos a ver y comenzamos a caminar hacia la puerta que daba al escenario. Antes de cruzarla, nos dimos una mirada y suspiramos. La adrenalina corría por mis venas.Al cruzar la puerta, fuimos recibidos por un mar de luces deslumbrantes y los flashes de las cámaras. El olor a madera y barniz del piano y el violín llenaba el aire. El público era un murmullo constante, como un río que fluía sin cesar. Comencé a sentirme abrumada, demasiadas caras, demasiadas cámaras. La emoción me estaba superando.Leonardo, al notar mi nerviosismo, me tomó de la mano y me sentó junto a él en el piano. Le lancé una mirada confundida y asustadiza.—Hay que tocar juntos —me dijo Leonardo—, no
Mientras Leonardo mantenía su brazo sobre mis hombros, sentí una mezcla de orgullo y nerviosismo. El auditorio se llenaba de un murmullo expectante, y las luces del escenario brillaban intensamente, destacando cada expresión en nuestros rostros. El aire estaba cargado de la energía de nuestra reciente interpretación, y el público, aún en silencio, contenía la respiración.Una de los jueces, una mujer elegante con el cabello gris recogido en un moño y una sonrisa cálida, se levantó y tomó el micrófono.—Buenas noches, Sofía y Leonardo. Los felicito por esta gran interpretación. La verdad, me encantó —dijo la juez con una sonrisa, mientras sus ojos brillaban de emoción. Su voz resonaba clara y melodiosa en el auditorio—. Sofía, me dejaste fascinada. Con esa conexión que tienes con tu violín, el gran trabajo que hiciste mientras tocabas... me dejó sin palabras.Sonreí y asentí, sintiendo un gran alivio y felicidad. Mi corazón aún latía acelerado después de la presentación, pero ahora me
Al entrar, no pude contener mi emoción al ver a mis papás y mi amiga Sofía, junto con los profesores Martínez y thomson y corrí a abrazar a mi profesor.—Gracias, profe, por confiar en mí. Si no hubiera sido por su ayuda en estos años, no estaría aquí —dije, con lágrimas en los ojos.Martínez sonrió y me abrazó con calidez.—No, Sofía, las gracias se las dé a usted misma. Es por su esfuerzo y dedicación. Eres muy talentosa.Me retiré, sonriendo, y me acerqué a mis padres y Valeria, que me recibieron con un abrazo y me felicitaban efusivamente. Sentía una mezcla de orgullo y alivio, como si un peso enorme se hubiera levantado de mis hombros.Mientras tanto, vi a Leonardo acercarse a Thomson, quien le dijo:—Estuviste excelente, Leonardo. Me encantó tu interpretación.Pero antes de que Thomson pudiera continuar, el papá de Leonardo intervino, con una expresión de desaprobación.—¿Excelente? Pudo haberlo hecho mucho mejor. Para eso le pago, para que no le enseñe a mi hijo a conformarse c
—Deberíamos ir a ver a los demás concursantes, además quiero ver a Gabriela y Alejandro —dije, tomando la mano de Leonardo y guiándolo por donde habían salido mis padres y Valeria. Leonardo se dejó llevar sin resistencia.Nos dirigimos a unos asientos vacíos en la primera fila, justo a tiempo para la siguiente actuación. El aire estaba cargado de una mezcla de perfumes y el leve olor a madera del escenario. El presentador, con una sonrisa radiante, anunció con entusiasmo.—¡Y ahora, recibamos a nuestros siguientes concursantes, Gabriela y Alejandro!Leonardo y yo intercambiamos miradas. Sabíamos que Gabriela y Alejandro eran nuestros principales rivales en la competencia. Sin embargo, algo en sus expresiones llamó mi atención. Gabriela y Alejandro parecían tensos, con rostros marcados por la frustración y el enojo.Cuando comenzaron a tocar, la música fluía con la misma precisión y pasión que siempre los había caracterizado. Pero de repente, Gabriela presionó una tecla equivocada en e
El presentador anunció un breve descanso antes de que los jueces revelaran al ganador. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza mientras miraba a Leonardo. Sus ojos grises reflejaban la misma ansiedad que sentía yo. Observamos a los jueces deliberar, intercambiando papeles y fotos de los concursantes. La tensión en el aire era palpable, casi podía oler el nerviosismo de todos a mi alrededor.Leonardo se inclinó hacia mí y susurró— ¿Vamos por algo de beber?Asentí, agradecida por la distracción. Caminamos juntos hacia la mesa de bebidas, y en el camino localicé a Valeria. Le hice una seña para que se uniera a nosotros. Valeria llegó rápidamente y me abrazó con fuerza, su perfume floral llenando mis sentidos.—No puedo creer la interpretación de Gabriela y Alejandro, y peor aún la humillación que pasaron —dijo Valeria, aún impactada.Sentí una punzada de tristeza. Aunque Gabriela y Alejandro habían cometido errores, la crítica había sido demasiado dura.—Lo sé, me sentí mal por ellos. A
Estaba de pie en medio del bullicio, todavía sentía el brazo de Leonardo alrededor de mí, pero todo a mi alrededor parecía desvanecerse. El sonido de los vítores y las risas de mis compañeros se volvía un eco lejano, casi imperceptible. El aire estaba cargado de una mezcla de adrenalina y nerviosismo, y podía sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.El ambiente estaba lleno de energía, pero para mí, el mundo se reducía a un solo punto: Leonardo. Cuando giré la cabeza, lo vi mirándome fijamente. Nuestros ojos se encontraron y, en ese instante, todo lo demás dejó de existir. La intensidad de su mirada me hizo sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Podía escuchar mi propia respiración, lenta y profunda, mientras trataba de calmarme.Leonardo bajó la mirada hacia mis labios, y yo, sintiendo la boca seca por los nervios, me los humedecí instintivamente. Vi cómo él tragaba saliva, y eso solo aumentó la tensión entre nosotros. Cuando Leonardo levantó la mirada de nuevo, nuestr
Leonardo y yo salimos del bullicio de la celebración y nos dirigimos a un pequeño café cercano. El ambiente en el café era tranquilo, con una suave música de fondo y el aroma a café recién hecho llenando el aire. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde podíamos ver las luces de la ciudad parpadeando en la distancia.—¿Qué te gustaría tomar? —me preguntó Leonardo, con una sonrisa que hacía que mi corazón latiera un poco más rápido.—Un café con leche estaría bien —respondí, tratando de mantener la calma.Leonardo hizo el pedido y, mientras esperábamos, me miró con una expresión que mezclaba curiosidad y algo más profundo.—Hoy realmente demostraste lo talentosa que eres —dijo, su voz suave pero llena de admiración.Sentí que mis mejillas se sonrojaban. —Gracias, Leonardo. No podría haberlo hecho sin el apoyo de todos ustedes.Él asintió, y por un momento, ambos nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Cuando llegaron nuestras bebidas, levanté mi