Leonardo y yo salimos del bullicio de la celebración y nos dirigimos a un pequeño café cercano. El ambiente en el café era tranquilo, con una suave música de fondo y el aroma a café recién hecho llenando el aire. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde podíamos ver las luces de la ciudad parpadeando en la distancia.
—¿Qué te gustaría tomar? —me preguntó Leonardo, con una sonrisa que hacía que mi corazón latiera un poco más rápido. —Un café con leche estaría bien —respondí, tratando de mantener la calma. Leonardo hizo el pedido y, mientras esperábamos, me miró con una expresión que mezclaba curiosidad y algo más profundo. —Hoy realmente demostraste lo talentosa que eres —dijo, su voz suave pero llena de admiración. Sentí que mis mejillas se sonrojaban. —Gracias, Leonardo. No podría haberlo hecho sin el apoyo de todos ustedes. Él asintió, y por un momento, ambos nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Cuando llegaron nuestras bebidas, levanté mi taza y brindé. —Por las victorias y los nuevos comienzos —dije, sonriendo. —Por las victorias y los nuevos comienzos —repitió Leonardo, chocando su taza con la mía. Mientras bebíamos, la conversación fluyó con naturalidad. Hablamos de nuestros sueños, nuestras metas y las experiencias que nos habían llevado hasta ese momento. Cada palabra que compartíamos parecía acercarnos más, y la tensión que había sentido antes comenzó a desvanecerse. Después de un rato, Leonardo se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en los míos. —Hay algo que he querido decirte desde hace tiempo —dijo, su voz apenas un susurro. Mi corazón comenzó a latir con fuerza nuevamente. —¿Qué es? Leonardo tomó una profunda respiración, como si estuviera reuniendo valor. —Desde que te conocí, he sentido algo especial por ti. Hoy, al verte triunfar, me di cuenta de lo mucho que significas para mí. Sentí una oleada de emociones, y por un momento, no supe qué decir. Finalmente, encontré mi voz. —Leonardo, yo también siento lo mismo. Siempre he sentido una conexión contigo, pero no sabía cómo expresarlo. Una sonrisa se extendió por el rostro de Leonardo, y en ese momento, supe que todo había cambiado entre nosotros. Leonardo me miró con una sonrisa. —Seremos unos grandes amigos. Tomó un sorbo de su taza, mientras yo sentía una presión en el pecho. ¿Amigos? ¿Después de todo lo que había sentido y de ese momento en el que casi nos besamos? Un remolino de emociones se agitaba dentro de mí. Confusa y un poco herida. —Sí, claro, grandes amigos.— le respondí en un susurro. Tomé de mi taza, tratando de ocultar mi incomodidad y confusión. No entendía nada. ¿Cómo podía Leonardo querer besarme y luego hablar de amistad? La situación me dejaba perpleja y un poco desilusionada. El ambiente en el café, que antes había sido acogedor y cálido, ahora se sentía tenso y cargado de incertidumbre. Intenté mantener la conversación, pero mi mente seguía dando vueltas a lo que acababa de suceder. —Entonces, ¿qué planes tienes para el futuro? —pregunté, tratando de sonar casual. Leonardo pareció no notar mi incomodidad y respondió con entusiasmo sobre sus proyectos y sueños. Sin embargo, apenas podía concentrarme en sus palabras. Mi mente seguía atrapada en la contradicción entre sus acciones y sus palabras. Finalmente, después de un rato, Leonardo se dio cuenta de que algo no estaba bien. —¿Estás segura de que estás bien? —preguntó, con una mirada preocupada. Forcé una sonrisa. —Sí, solo estoy un poco cansada. Ha sido un día largo. Leonardo asintió, pero la preocupación no desapareció de su rostro. —Entiendo. Quizás deberíamos irnos. No quiero que te sientas mal. Asentí, agradecida por la oportunidad de salir de esa situación incómoda. Nos levantamos y salimos del café, caminando en silencio hacia nuestros respectivos destinos. Aunque las palabras de Leonardo seguían resonando en mi mente, decidí que necesitaba tiempo para procesar todo lo que había sucedido. Mientras nos despedíamos, Leonardo me dio un abrazo cálido. —Cuídate, Sofi. Nos vemos pronto. —Sí, nos vemos —respondí, tratando de sonar más segura de lo que me sentía. Al verlo alejarse, me quedé con una mezcla de sentimientos. Sabía que necesitaba aclarar mis pensamientos y decidir qué quería realmente. Pero por ahora, solo quería llegar a casa y descansar. Llegué a casa y me dirigí directamente a mi habitación. Me despojé del vestido rojo y, en ropa interior, me dejé caer en la cama, mirando hacia el techo mientras intentaba procesar todo lo que había pasado. Habíamos ganado el concurso, Leonardo y yo, y estuvimos a punto de besarnos. Pero después, cuando sentí esa conexión, Leonardo me dijo que solo quería una amistad. Enojada y frustrada por sentirme desilusionada, me puse las manos en la cara y me senté en la cama. "Que se joda Leonardo. Si quiere amistad, solo obtendrá una amistad de mí". Con esa determinación, me dirigí al baño, me desmaquillé y me puse mi pijama para irme a dormir. Mientras me acomodaba en la cama, decidí que no iba a seguirle el juego a Leonardo. Si él quería ser solo amigos, entonces eso es lo que tendría. Pero en mi corazón, sabía que necesitaba tiempo aclarar mis sentimientos. Con esa resolución, cerré los ojos y traté de descansar, esperando que el nuevo día me trajera claridad y paz. Las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas mientras luchaba contra la confusión y el dolor en mi interior. ¿Cómo podía alguien ser tan contradictorio? Pensé en todas las veces que habíamos compartido risas, secretos y momentos íntimos, solo para acabar aquí, tratando de procesar lo ocurrido esa noche.El sol de la mañana se filtraba por las cortinas, despertándome lentamente. Me quedé un momento mirando el techo, tratando de procesar los eventos de la noche anterior. De repente, escuché el sonido de un mensaje en mi celular. Alcancé el teléfono en la mesa junto a mi cama y vi que era un mensaje de Valeria. "¡Fiesta de celebración esta noche a las 8! 🎉🎉 Sofía, tú y Leonardo ganaron la competencia, ¡tenemos que festejar!" Hice una mueca. Aunque estaba feliz por haber ganado, no estaba de humor para una fiesta. Le respondí a Valeria. "No lo sé, Valeria. No estoy de humor para fiesta." La respuesta de Valeria llegó de inmediato. "¡Déjate de cosas! Esta fiesta es por tu gran esfuerzo y dedicación. ¡Necesitas festejarlo! No acepto un no por respuesta." Suspiré y le contesté. "Está bien." Luego lancé el celular de vuelta a la mesa y me dejé caer en la cama, mirando el techo. No sabía si estaba lista para enfrentar a Leonardo de nuevo, pero tal vez la fiesta sería una oportunid
La música seguía envolviéndonos, cada vez más intensa. Mateo se inclinó hacia mí, su aliento cálido en mi oído.—¿Te gustaría salir a tomar un poco de aire? —preguntó, su voz suave pero firme.Asentí, sintiendo que necesitaba un respiro del calor y la multitud. Tomó mi mano y me guió a través de la pista de baile, esquivando a los demás bailarines. Valeria me lanzó una mirada cómplice y me hizo un gesto de aprobación antes de que saliéramos del club.El aire fresco de la noche me golpeó en el rostro cuando salimos. Respiré hondo, sintiendo cómo el frío despejaba mi mente. Mateo no soltó mi mano, y me llevó a un rincón tranquilo, lejos del bullicio.—Es mucho mejor aquí afuera —dijo, sonriendo—. A veces, la música y la gente pueden ser abrumadoras.—Sí, definitivamente —respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza, no solo por el baile, sino también por la cercanía de Mateo.Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad. Mateo me miró a los ojos, su ex
Mientras bailábamos, Leonardo me miró con una intensidad que me hizo sentir vulnerable. Sentí que podía ver a través de mí, que conocía mis secretos y mis miedos. Pero en lugar de sentirme incómoda, me sentí segura. Me sentí como si estuviera en casa.De repente, Leonardo se detuvo y me miró fijamente. Sin decir una palabra, se acercó a mí y presionó sus labios contra los míos. Me sorprendió, pero no me resistí. De hecho, me sentí atraída hacia él, como si una fuerza magnética nos uniera.El beso fue intenso y apasionado, con una mezcla de emociones y alcohol. Nos besamos como si no hubiera un mañana, como si solo existiéramos nosotros dos en ese momento. La música y la multitud desaparecieron, y solo quedamos Leonardo y yo, perdidos en nuestro propio mundo.El beso duró lo que pareció una eternidad, hasta que finalmente nos separamos, jadeando y mirándonos con una mezcla de sorpresa y confusión. ¿Qué habíamos hecho? ¿Qué significaba eso?Nos miramos durante un momento, sin decir una
Me despierto por la mañana con un dolor de cabeza punzante, consecuencia de la resaca. Intento moverme, pero siento un peso en mi cintura. Bajo la mirada y veo un brazo masculino rodeándome. Me sobresalto y abro los ojos de par en par. Me incorporo y volteo hacia la persona que está a mi lado, y me encuentro con Leonardo dormido. De repente, todo lo ocurrido la noche anterior cae sobre mí como un balde de agua fría.Me cubro la cara con las manos, intentando procesar lo que había sucedido. Quito lentamente el brazo de Leonardo y salgo de la cama con cuidado de no despertarlo. Busco mi ropa y me la coloco rápidamente, mientras pienso en cómo salir de esta situación. No puedo creer lo que he hecho.Salgo de la habitación sin hacer ruido y me dirijo hacia la puerta principal. La abro y salgo huyendo de la casa, sin saber hacia dónde voy, solo sé que necesito alejarme de Leonardo y de lo que había sucedido.Mientras camino, intento recordar los detalles de la noche anterior, pero todo es
Unos minutos después, escucho el timbre de la puerta. Me levanto rápidamente y abro, encontrándome con Valeria, quien me mira con preocupación. —Sofía, ¿qué ha pasado? —pregunta mientras entra y cierra la puerta detrás de ella. Nos dirigimos al sofá y me siento a su lado, sintiendo que las lágrimas vuelven a amenazar con salir. —Es Leonardo —empiezo, y Valeria asiente, animándome a continuar—. Anoche... algo pasó entre nosotros. Y esta mañana, le dije que no significó nada para mí, pero no es verdad. Le mentí porque tenía miedo. Valeria me mira con comprensión y toma mis manos entre las suyas. —¿Miedo de qué, Sofía? —De mis sentimientos. No sé si lo que siento por él es solo deseo o algo más. No quiero arruinar nuestra amistad, pero lo que pasó anoche fue increíble. Me hizo sentir cosas que nunca había sentido antes. Valeria asiente, escuchando atentamente. —Es normal tener miedo, Sofía. Pero también es importante ser honesta contigo misma y con él. Si realmente sientes algo p
Después de salir del parque, decido que necesito hablar con alguien que pueda ofrecerme una perspectiva diferente. Alguien que siempre ha sido honesta conmigo. Marco el número de Valeria, mi mejor amiga, y espero a que conteste.—¿Sofía? ¿Qué pasa? —pregunta Valeria al contestar.—¿Puedo ir a tu casa? Necesito hablar contigo —le digo, tratando de mantener mi voz firme.—Claro, ven cuando quieras. Estoy en casa.Cuelgo y me dirijo a la casa de Valeria. El camino me da tiempo para ordenar mis pensamientos, aunque el dolor y la confusión siguen presentes. Cuando llego, Valeria me recibe con una sonrisa cálida y me invita a pasar.—¿Qué ha pasado? —pregunta, guiándome hacia el salón.Nos sentamos en el sofá y, sin poder contenerme más, le cuento todo lo que ha sucedido con Leonardo. Valeria escucha atentamente, sin interrumpirme.—Sofía, lo siento mucho. Leonardo no tenía derecho a hablarte así. Pero también creo que esto te ha mostrado quién es realmente. Y aunque duela, es mejor saberl
Al día siguiente, me desperté con una mezcla de emoción y nerviosismo. Me preparé rápidamente y me dirigí a la academia, donde me encontraría con los miembros de la orquesta con los que trabajaría. Al llegar, me sorprendí al ver que todos eran jóvenes, llenos de energía y entusiasmo.En el centro de la sala, el profesor Martínez conversaba con una mujer elegante, de porte distinguido. Al verme, Martínez me hizo señas para que me acercara. Obedecí y me aproximé con una sonrisa tímida.—Buenos días, Sofía —dijo el profesor Martínez con una sonrisa cálida—. Quiero presentarte a la señora Elena García, la encargada de la orquesta.La señora García extendió una mano elegante y yo la estreché con respeto.—Es un placer conocerte, Sofía —dijo la señora García—. He oído mucho sobre tu talento. Tu lugar será en la primera fila, junto a los otros violinistas principales. En unos minutos comenzaremos el primer ensayo.Asentí, sintiendo una oleada de orgullo y responsabilidad. Me dirigí hacia l
Diego y yo llegamos al pequeño café que había sugerido. Era un lugar acogedor, con mesas de madera y una atmósfera tranquila. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde se podía ver la calle llena de vida.—Entonces, cuéntame todo —dijo Diego mientras nos acomodábamos—. ¿Cómo fue el ensayo?Sonreí, emocionada por compartir mi experiencia.—Fue increíble. La señora García es una directora fantástica. Nos hizo trabajar en la sincronización y la armonía desde el principio. Me sentí un poco nerviosa al principio, pero luego me dejé llevar por la música. Los otros músicos son muy talentosos y me sentí muy bien acogida.Diego me escuchaba atentamente, asintiendo de vez en cuando. Su interés genuino me hacía sentir valorada.—Eso suena genial, Sofía. Estoy seguro de que te irá muy bien en esta orquesta. ¿Y qué tal la señora García? ¿Es tan estricta como dicen?—Es exigente, pero también muy comprensiva. Nos da muchas indicaciones para mejorar, pero siempre de una manera constru