Después de salir del parque, decido que necesito hablar con alguien que pueda ofrecerme una perspectiva diferente.
Alguien que siempre ha sido honesta conmigo. Marco el número de Valeria, mi mejor amiga, y espero a que conteste. —¿Sofía? ¿Qué pasa? —pregunta Valeria al contestar. —¿Puedo ir a tu casa? Necesito hablar contigo —le digo, tratando de mantener mi voz firme. —Claro, ven cuando quieras. Estoy en casa. Cuelgo y me dirijo a la casa de Valeria. El camino me da tiempo para ordenar mis pensamientos, aunque el dolor y la confusión siguen presentes. Cuando llego, Valeria me recibe con una sonrisa cálida y me invita a pasar. —¿Qué ha pasado? —pregunta, guiándome hacia el salón. Nos sentamos en el sofá y, sin poder contenerme más, le cuento todo lo que ha sucedido con Leonardo. Valeria escucha atentamente, sin interrumpirme. —Sofía, lo siento mucho. Leonardo no tenía derecho a hablarte así. Pero también creo que esto te ha mostrado quién es realmente. Y aunque duela, es mejor saberlo ahora que más tarde. Asiento, sabiendo que tiene razón. Pero aún así, el dolor no desaparece. —¿Qué voy a hacer, Valeria? —pregunto, sintiéndome perdida. —Primero, necesitas darte tiempo para sanar. No puedes seguir adelante sin procesar lo que ha pasado. Y luego, cuando estés lista, puedes decidir qué hacer con tus sentimientos. Pero por ahora, solo concéntrate en ti misma. Sus palabras me reconfortan y me hacen sentir un poco más fuerte. Sé que tengo un largo camino por delante, pero también sé que no estoy sola. Nos quedamos en el salón un rato más, hablando de cosas triviales y riendo. Poco a poco, empiezo a sentirme mejor. Sé que no será fácil, pero con el apoyo de Valeria y el tiempo, sé que podré superar esto. Finalmente, decido que es hora de irme a casa. Me despido de Valeria y me dirijo a mi casa, sintiéndome un poco más ligera. Cuando llego, me dirijo directamente a mi cuarto. Necesito una ducha para despejar mi mente y relajarme. Después de bañarme, me pongo una blusa holgada y me acuesto en la cama. Mientras reviso las redes sociales, recibo un mensaje de mi profesor Martínez. "¡Sofía, tengo excelentes noticias! Ya llegó el primer contrato para ti." Olvidando todo lo demás, me siento emocionada y le respondo rápidamente. "¿En serio? ¡No puedo creerlo!" "Sí, es cierto. Necesito que vengas mañana temprano a la academia para revisar los detalles." "¡Ahí estaré!" Con una sonrisa en el rostro, dejo el teléfono a un lado y me duermo, sintiéndome emocionada por lo que el futuro me depara. A la mañana siguiente, me despierto temprano y comienzo a alistarme. Me pongo algo básico y me maquillo un poco. Al bajar, noto a mis padres en la cocina. Los saludo alegremente. —¡Buenos días! ¿Cómo estuvo su viaje? —Muy bien, Sofía. Tus tías te mandan felicitaciones por la competencia —responde mi mamá con una sonrisa. —Gracias —digo, sonriendo también. —¿Vas a salir? —pregunta mi mamá. —Sí, anoche mi profesor me mandó un mensaje. Comenzaron a llegar los contratos y me pidió que fuera a la academia. Mis padres, me miran emocionados y orgullosos. —¡Eso está súper bien! ¡Mucha suerte! —Gracias —respondo, sintiéndome agradecida por su apoyo. Me despido de ellos y salgo de casa, dirigiéndome a la academia con una mezcla de nervios y emoción. Sé que este es solo el comienzo de algo grande. Llego a la academia con una mezcla de nervios y emoción. Al entrar, veo a mi profesor Martínez esperándome en su oficina. Me recibe con una sonrisa y me invita a sentarme. —Sofía, estoy muy orgulloso de ti. Este contrato es solo el comienzo de una gran carrera —dice, entregándome un folder con los documentos. Abro el folder y leo los detalles del contrato. Es una oportunidad increíble para tocar en una orquesta reconocida. No puedo evitar sonreír mientras leo. —Esto es increíble, profesor. No puedo creer que esté pasando —digo, sintiendo una oleada de emoción. —Te lo mereces, Sofía. Has trabajado muy duro para llegar hasta aquí. Ahora, solo necesitas firmar y podemos empezar a planificar tu debut. Firmo los documentos con manos temblorosas, sintiendo que este es el comienzo de algo grande. Después de firmar, Martínez y yo discutimos los próximos pasos y los ensayos que necesitaré hacer. Salgo de la academia sintiéndome en la cima del mundo. Todo lo que ha pasado con Leonardo parece un poco más lejano ahora. Tengo algo positivo en lo que concentrarme, algo que me llena de alegría y propósito. Después de salir de la academia, decido pasar por una tienda de música para comprar algunas cuerdas nuevas para mi violín. Llego a "TopMusic" y empiezo a buscar entre los estantes. Mientras reviso las opciones, noto a un chico a mi lado que también está buscando algo. —¿Necesitas ayuda? —me pregunta con una sonrisa amable. —Sí, estoy buscando cuerdas para mi violín, pero no estoy segura de cuáles elegir —respondo, sintiéndome un poco abrumada por la variedad. —Déjame ayudarte. Soy Diego, por cierto —dice, extendiendo su mano. —Sofía —respondo, estrechando su mano. Diego comienza a revisar las cuerdas y me muestra algunas opciones. —Estas son bastante buenas. Tienen un tono cálido y son duraderas —dice, señalando un paquete. —Gracias, Diego. Siempre compro las mismas, pero esta vez quise probar algo diferente, así que tu ayuda es muy apreciada. —No hay problema. Yo también toco el violín, así que entiendo lo importante que es tener buenas cuerdas. Nos quedamos hablando un rato sobre música y nuestras experiencias con el violín. Diego resulta ser muy simpático y compartimos muchas anécdotas divertidas sobre nuestras prácticas y presentaciones. —¿Tocas en alguna orquesta? —me pregunta. —Sí, de hecho, acabo de firmar mi primer contrato para tocar en una orquesta reconocida. Estoy muy emocionada —respondo, sintiendo una oleada de orgullo. —¡Eso es increíble! Felicidades, Sofía. Estoy seguro de que te irá muy bien. —Gracias, Diego. ¿Y tú? ¿Tocas en alguna orquesta? —No, solo toco por diversión. Pero me encantaría asistir a una de tus presentaciones algún día. —Claro, te avisaré cuando tenga una presentación. Sería genial verte allí. Después de un rato, decido que es hora de irme. Diego y yo intercambiamos números de teléfono para mantenernos en contacto. —Gracias de nuevo por tu ayuda, Diego. Fue un placer conocerte. —El placer fue mío, Sofía. Nos vemos pronto. Salgo de la tienda con una sonrisa en el rostro, sintiéndome más ligera y emocionada por lo que el futuro me depara. La interacción con Diego me ha levantado el ánimo y me ha recordado lo mucho que amo la música. Cuando llego a casa, mis padres me reciben con abrazos y felicitaciones. Les cuento todos los detalles del contrato y ellos no podrían estar más orgullosos. —Sabíamos que lo lograrías, Sofía. Siempre has sido tan talentosa y dedicada —dice mi mamá, con lágrimas de felicidad en los ojos. —Gracias, mamá. Gracias, papá. No podría haberlo hecho sin su apoyo. Pasamos el resto del día celebrando y hablando sobre lo que vendrá. Me siento más segura y emocionada por el futuro. Después de pasar un rato celebrando con mis padres, me dirijo a mi cuarto, aún sintiéndome feliz y emocionada por el contrato. Me dejo caer en la cama y decido enviarle un mensaje a Valeria para compartir las buenas noticias. "¡Valeria, firmé un contrato! ¡Voy a tocar en una orquesta reconocida!" Pocos segundos después, Valeria responde con entusiasmo. "¡Sofía, eso es increíble! ¡Felicidades! Tenemos que festejar. ¿Cuándo nos vemos?" "¡Gracias! Sí, definitivamente. Nos ponemos de acuerdo mañana para celebrar." Con una sonrisa en el rostro, dejo el teléfono a un lado y decido revisar I*******m antes de dormir. Mientras deslizo por las historias, veo que hay una fiesta y, en una de las historias, noto a Leonardo besándose apasionadamente con una chica. Siento mi corazón encogerse. Para Leonardo, realmente no había significado nada. Todo lo que pasó entre nosotros no fue más que un momento pasajero para él. Apago el celular, sintiéndome herida y confundida. Me acuesto, tratando de no pensar en ello, y finalmente me duermo, esperando que el nuevo día traiga consigo un poco de claridad y paz.Al día siguiente, me desperté con una mezcla de emoción y nerviosismo. Me preparé rápidamente y me dirigí a la academia, donde me encontraría con los miembros de la orquesta con los que trabajaría. Al llegar, me sorprendí al ver que todos eran jóvenes, llenos de energía y entusiasmo.En el centro de la sala, el profesor Martínez conversaba con una mujer elegante, de porte distinguido. Al verme, Martínez me hizo señas para que me acercara. Obedecí y me aproximé con una sonrisa tímida.—Buenos días, Sofía —dijo el profesor Martínez con una sonrisa cálida—. Quiero presentarte a la señora Elena García, la encargada de la orquesta.La señora García extendió una mano elegante y yo la estreché con respeto.—Es un placer conocerte, Sofía —dijo la señora García—. He oído mucho sobre tu talento. Tu lugar será en la primera fila, junto a los otros violinistas principales. En unos minutos comenzaremos el primer ensayo.Asentí, sintiendo una oleada de orgullo y responsabilidad. Me dirigí hacia l
Diego y yo llegamos al pequeño café que había sugerido. Era un lugar acogedor, con mesas de madera y una atmósfera tranquila. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde se podía ver la calle llena de vida.—Entonces, cuéntame todo —dijo Diego mientras nos acomodábamos—. ¿Cómo fue el ensayo?Sonreí, emocionada por compartir mi experiencia.—Fue increíble. La señora García es una directora fantástica. Nos hizo trabajar en la sincronización y la armonía desde el principio. Me sentí un poco nerviosa al principio, pero luego me dejé llevar por la música. Los otros músicos son muy talentosos y me sentí muy bien acogida.Diego me escuchaba atentamente, asintiendo de vez en cuando. Su interés genuino me hacía sentir valorada.—Eso suena genial, Sofía. Estoy seguro de que te irá muy bien en esta orquesta. ¿Y qué tal la señora García? ¿Es tan estricta como dicen?—Es exigente, pero también muy comprensiva. Nos da muchas indicaciones para mejorar, pero siempre de una manera constru
Después de salir del baño, me dirigí de regreso a la fiesta, intentando olvidar lo que había pasado con Leonardo. Me sentía confundida y un poco nerviosa, pero también aliviada de haberme alejado de él.Cuando llegué a la pista de baile, vi a Diego bailando con Ana, una de mis compañeras de la orquesta. Me sonrió al verme y me hizo un gesto para que me uniera a ellos. Me sentí agradecida de verlo y me uní al baile.Diego me tomó la mano y me acercó a él.—¿Estás bien? —me preguntó, mirándome con preocupación.—Sí, estoy bien —le respondí, sonriendo—. Solo necesitaba retocarme un poco el maquillaje.Diego me creyó y continuamos bailando. Me sentía segura y protegida a su lado, y la música y la risa de los demás me ayudaron a olvidar lo que había pasado con Leonardo.Pero justo cuando pensaba que la noche iba a seguir sin incidentes, vi a Leonardo de nuevo. Esta vez, estaba en la barra, bebiendo un trago y mirándome con una expresión que me heló la sangre.Me sentí un escalofrío recorre
Diego y yo salimos de la academia y nos dirigimos a un café cercano para relajarnos después del ensayo. La tarde estaba fresca y agradable, y el ambiente del café era acogedor. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde podíamos ver la calle llena de vida.—Me alegra que hayas venido al ensayo —dije, sonriendo a Diego mientras tomábamos asiento—. Tu presencia me dio mucha confianza.Diego sonrió y tomó un sorbo de su café.—Me alegra escuchar eso. Disfruté mucho viéndote tocar. Eres increíble, Sofía.Sentí un rubor en mis mejillas y bajé la mirada, agradecida por sus palabras.—Gracias, Diego. Significa mucho para mí.Pasamos un rato conversando sobre la música y nuestros planes para el futuro. Diego me contó sobre algunos proyectos en los que estaba trabajando, y yo le hablé de mis expectativas para la temporada con la orquesta. Su entusiasmo y apoyo me hacían sentir más segura y motivada.De repente, Diego cambió de tema, su expresión se volvió un poco más seria.—Sofí
Mientras caminaba hacia la puerta de mi casa, sentí una mezcla de emociones: enojo, confusión y algo más que no podía identificar. Me detuve antes de entrar y me giré para mirar a Leonardo, que seguía sentado en el coche, observándome con una expresión de arrepentimiento.Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente mirándonos. Finalmente, Leonardo cambió su expresión endureciéndose. Sin decir una palabra más, se giró y encendió el motor, y justo cuando iba a abrir la puerta de mi casa, escuché el chirrido de las llantas del coche de Leonardo al alejarse rápidamente.Me quedé inmóvil por un momento, sintiendo una mezcla de tristeza y esperanza. Sabía que la noche había sido un torbellino de emociones y que las cosas no serían fáciles de ahora en adelante. Entré a mi casa, cerrando la puerta detrás de mí, y me apoyé contra ella, dejando escapar un suspiro. La incertidumbre sobre lo que vendría después me pesaba, pero también sentía una extraña sensación de alivio.Caminé hacia
Ajusté mi violín y cerré los ojos, dejando que la música fluyera a través de mí. Estaba decidida a ganar el concurso de música clásica que se acercaba, y sabía que mi mayor rival sería Leonardo, el pianista arrogante que siempre parecía creer que era el mejor. Mientras ensayaba, recordé la última vez que me enfrenté a Leonardo en un concurso. Él había ganado, pero yo estaba determinada a no dejar que eso volviera a suceder. De repente, escuché el sonido de un piano proveniente de la sala de ensayo vecina. Abrí los ojos y sonreí con ironía. Era Leonardo, ensayando como siempre. Me sentí motivada para ensayar aún más, para demostrarle a Leonardo que yo era la mejor. Pero mientras tocaba, no podía sacudirme la sensación de que Leonardo estaba escuchando, observando, esperando a que cometiera un error. Me concentré en la música, intentando bloquear la sensación de que Leonardo estaba observándome. Pero no podía evitar sentirme incómoda, como si él estuviera esperando a que fallara. D
Después de nuestro breve descanso, Valeria y yo decidimos dar un paseo por la academia, disfrutando del aire fresco y el sonido de las hojas bajo nuestros pies. Era un alivio bienvenido después de la intensidad de la práctica. —¿Sabes? —dijo Valeria, rompiendo el silencio—. Creo que deberías considerar hablar con el profesor Martínez sobre Leonardo. No es justo que tengas que lidiar con esto sola. Suspiré, sabiendo que tenía razón, pero también sintiendo la carga de la situación. —Lo sé, Valeria. Pero no quiero causar problemas. Además, el concurso es en unos días y no quiero distraerme. Valeria me miró con seriedad. —Sofía, tu bienestar es más importante que cualquier concurso. Si Leonardo sigue molestándote, necesitas hacer algo al respecto. Asentí, agradecida por su preocupación. —Prometo que lo pensaré. Pero por ahora, necesito concentrarme en la música. Ella sonrió y me dio un ligero empujón en el hombro. —Está bien, pero no lo dejes pasar demasiado tiempo. Continuamos cami
Me desperté temprano, sintiendo una mezcla de emociones en el estómago. El concurso estaba a solo un día de distancia, y me sentía más nerviosa que nunca. Me levanté de la cama y comencé a prepararme para el día, tratando de enfocarme en los detalles finales de mi presentación. Mientras me vestía, mi mente comenzó a divagar hacia todos los posibles errores que podía cometer en el escenario. Terminé de alistarme. Esta vez opté por unos jeans y una sudadera de color rojo junto unos tenis de color blanco, y tomé mi estuche con mi violín dentro y me dirigí a la academia. Mientras ensayaba mi pieza en la sala de práctica, no podía evitar sentir que algo estaba mal. Mi violín sonaba desafinado, y mis dedos parecían tener vida propia. Me detuve y tomé un profundo respiro, tratando de calmar mis nervios. "¿Qué pasa contigo, Sofía?", me pregunté a mí misma. "Has practicado durante meses, y sabes que estás lista. ¿Por qué te sientes tan insegura?" Me senté en una silla, cerré los ojos y tra