Después de nuestro breve descanso, Valeria y yo decidimos dar un paseo por la academia, disfrutando del aire fresco y el sonido de las hojas bajo nuestros pies. Era un alivio bienvenido después de la intensidad de la práctica.
—¿Sabes? —dijo Valeria, rompiendo el silencio—. Creo que deberías considerar hablar con el profesor Martínez sobre Leonardo. No es justo que tengas que lidiar con esto sola. Suspiré, sabiendo que tenía razón, pero también sintiendo la carga de la situación. —Lo sé, Valeria. Pero no quiero causar problemas. Además, el concurso es en unos días y no quiero distraerme. Valeria me miró con seriedad. —Sofía, tu bienestar es más importante que cualquier concurso. Si Leonardo sigue molestándote, necesitas hacer algo al respecto. Asentí, agradecida por su preocupación. —Prometo que lo pensaré. Pero por ahora, necesito concentrarme en la música. Ella sonrió y me dio un ligero empujón en el hombro. —Está bien, pero no lo dejes pasar demasiado tiempo. Continuamos caminando, hablando de cosas más ligeras y disfrutando de la compañía mutua. A medida que el sol comenzaba a ponerse, sentí una renovada determinación. —¿Has decidido qué pieza vas a tocar? —preguntó Valeria, con curiosidad. —Sí, creo que voy a interpretar Czardas de Vittorio Monti —respondí, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo—. Es una de mis favoritas y siento que puedo transmitir mucho con ella. Valeria asintió con entusiasmo. —Esa es una excelente elección. Estoy segura de que lo harás increíblemente bien. Nos detuvimos un momento para admirar la vista del atardecer desde una pequeña colina en la academia. El paisaje era sereno, y por un instante, todos mis problemas parecieron desvanecerse. —Gracias, Valeria. Tu apoyo significa mucho para mí —dije, sinceramente. Ella me sonrió y me abrazó. —Siempre estaré aquí para ti, Sofía. No lo olvides. Mientras seguíamos caminando, el sol se ocultaba detrás de los árboles, dejando un rastro de tonos anaranjados y rosados en el cielo. La academia parecía aún más hermosa en este momento del día, con las sombras suaves y los sonidos de la naturaleza. Valeria y yo continuamos hablando sobre el concurso y nuestras expectativas. Ella me contó sobre su propia experiencia en concursos anteriores y me dio algunos consejos valiosos. —Recuerda que la música es una expresión de tus emociones —me dijo—. No te preocupes tanto por la perfección técnica, sino por transmitir el sentimiento de la pieza. Asentí, sabiendo que tenía razón. Me había estado enfocando tanto en la técnica que había olvidado la importancia de la emoción en la música. Llegamos a un pequeño lago en el centro de la academia, donde nos sentamos en un banco a disfrutar del paisaje. El agua reflejaba los colores del cielo y los árboles que lo rodeaban, creando un efecto casi mágico. —¿Sabes qué es lo que más me gusta de la música? —me preguntó Valeria, mirando el lago. —¿Qué? —respondí, curiosa. —La capacidad que tiene para evocar emociones y recuerdos —dijo—. Una pieza de música puede transportarte a otro momento y lugar, y hacer que sientas cosas que creías olvidadas. Asentí, sabiendo exactamente a lo que se refería. La música había sido siempre una fuente de consuelo y inspiración para mí. Permanecimos en silencio por un momento, disfrutando del paisaje y la compañía mutua. Luego, Valeria se levantó y me dio la mano. —Vamos, Sofía —me dijo—. Tenemos que seguir practicando si quieres triunfar en el concurso. Sonreí y me levanté, sabiendo que tenía razón. Teníamos que seguir adelante y dar lo mejor de nosotros mismos.Me desperté temprano, sintiendo una mezcla de emociones en el estómago. El concurso estaba a solo un día de distancia, y me sentía más nerviosa que nunca. Me levanté de la cama y comencé a prepararme para el día, tratando de enfocarme en los detalles finales de mi presentación. Mientras me vestía, mi mente comenzó a divagar hacia todos los posibles errores que podía cometer en el escenario. Terminé de alistarme. Esta vez opté por unos jeans y una sudadera de color rojo junto unos tenis de color blanco, y tomé mi estuche con mi violín dentro y me dirigí a la academia. Mientras ensayaba mi pieza en la sala de práctica, no podía evitar sentir que algo estaba mal. Mi violín sonaba desafinado, y mis dedos parecían tener vida propia. Me detuve y tomé un profundo respiro, tratando de calmar mis nervios. "¿Qué pasa contigo, Sofía?", me pregunté a mí misma. "Has practicado durante meses, y sabes que estás lista. ¿Por qué te sientes tan insegura?" Me senté en una silla, cerré los ojos y tra
El día del concurso finalmente había llegado. Me desperté temprano, sintiendo una mezcla de emociones en mi estómago. Me levanté de la cama y comencé a prepararme para el día, tratando de enfocarme en los detalles finales de mi presentación. Mientras me vestía y desayunaba, no podía evitar pensar en todo lo que había trabajado para llegar a este momento. Los meses de práctica, las horas de ensayo, las dudas y los miedos... todo había llevado a este instante. Llegué al auditorio donde se llevaría a cabo el concurso y vi a muchos estudiantes y profesores reunidos. Mi corazón latía con fuerza mientras buscaba a Valeria y a mis otros amigos en la multitud. De repente, escuché una voz detrás de mí. —Sofía, ¡buena suerte! —Era Leonardo, mi rival. Me di la vuelta y lo miré, tratando de sonreír. Pero su sonrisa burlona me hizo sentir un escalofrío. Parecía disfrutar de mi nerviosismo. —Gracias, Leonardo. Tú también —respondí, tratando de parecer confiada. Pero su sonrisa me hizo duda
Después de que Leonardo terminó su presentación, el jurado se retiró a deliberar. Me sentí ansiosa, preguntándome quién sería el ganador. Valeria me tomó la mano y me sonrió. —No importa lo que pase, Sofía, tú ya has ganado —me dijo. Sonreí, agradecida por su apoyo. Pero dentro de mí, sabía que quería ganar. Quería saber que mi esfuerzo y dedicación habían valido la pena. Finalmente, el jurado regresó y el presidente del concurso se acercó al micrófono. —Y el ganador del concurso es... —hizo una pausa dramática— Leonardo. Me sentí un golpe en el estómago. No podía creerlo. Leonardo se levantó de su asiento, sonriendo, y se acercó al escenario para recibir su premio. Me levanté de mi asiento, tratando de sonreír y parecer feliz por él. Pero dentro de mí, sentía una mezcla de emociones: decepción, frustración y una sensación de que no había sido suficiente. Valeria me apretó la mano con fuerza. —Sofía, lo hiciste increíble. No dejes que esto te desanime. Asentí, aunque las
Comencé a prepararme para el concurso con una determinación renovada. Me sumergí en la música, practicando durante horas cada día. Me enfocé en mis debilidades y trabajé para superarlas. Me sentí crecer y mejorar con cada día que pasaba. Mientras tanto, Leonardo parecía estar en todas partes. Lo veía en los pasillos de la escuela, en las salas de ensayo, incluso en los conciertos de otros estudiantes. Siempre parecía estar vigilándome, esperando a que cometiera un error. Pero no iba a dejar que me intimidara. Me mantuve enfocada en mi objetivo y seguí practicando con todas mis fuerzas. Finalmente, llegó el día del concurso. Me sentí nerviosa, pero también confiada. Sabía que había hecho todo lo posible para prepararme. Subí al escenario y miré a la audiencia. Vi a Leonardo en la primera fila, sonriendo con confianza. Pero no me dejé intimidar. Comencé a tocar, y la música fluyó a través de mí como un río. La melodía que interpretaba era una pieza complicada, llena de matices y em
Salí de la sala de conciertos, aún vibrante por la emoción de mi reciente victoria. Al girar la esquina, me encontró con el profesor Martínez, mi mentor, y el profesor Thompson, el instructor de piano de Leonardo. Ambos profesores me miraban con una expresión seria y enigmática. —Sofía, necesitamos hablar contigo sobre algo importante —dijo el profesor Martínez con voz grave —¿Podrías venir a la academia mañana para discutirlo? Mi curiosidad se encendió al instante. ¿Qué podría ser tan crucial? Sin embargo, los profesores no ofrecieron más detalles. —Está bien, estaré allí —respondió, tratando de ocultar mi intriga. Los profesores asintieron y se despidieron, dejándome con una sensación de anticipación. ¿Qué me depararía el futuro? Al día siguiente, me levanté temprano, aún con la mente llena de preguntas sobre la misteriosa reunión. Me preparé con cuidado, eligiendo un atuendo que reflejara mi profesionalismo y determinación. Al llegar a la academia, sentí un nudo en el estóm
Entré en la cocina de mi casa, donde mis padres ya estaban sentados a la mesa, listos para cenar. Me senté en mi lugar habitual y comencé a servirme la comida. —¿Cómo te fue hoy, hija? —preguntó mi madre, mientras me sonreía. —Bien, mamá —respondí—. Tuve una reunión con los profesores Martínez y Thompson. Mi padre se interesó. —¿Y qué pasó? Respiré profundamente antes de anunciar la noticia. —Me pidieron que colabore con Leonardo en un proyecto especial para la próximo competencia de la academia. Mis padres se miraron entre sí, sorprendidos, y luego volvieron a mirarme con sonrisas de felicidad. —¡Eso es increíble, Sofía! —exclamó mi madre—. Estamos tan orgullosos de ti. Es una gran oportunidad para ti y para tu carrera musical. —Es un desafío —agregué—. Pero estoy dispuesta a intentarlo. Mi padre asintió. —Sí, hija. Tienes mucho talento y esta es una oportunidad perfecta para demostrarlo. Estamos seguros de que lo harás muy bien. Me sentí emocionada y agradecida por el ap
Recibí una llamada de mi profesor, el señor Martínez, pidiéndome que me reuniera con él en la academia a la 1 de la tarde. No me dio muchos detalles, solo que era importante. Llegué a la academia a la hora indicada y me dirigí al despacho del señor Martínez. Leonardo ya estaba allí, sentado en una silla con una expresión de superioridad. —Sofía, gracias por venir —dijo el señor Martínez, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. He notado que ustedes dos no han ensayado nada en los últimos días. ¿Qué pasa? Miré a Leonardo, que se encogió de hombros con indiferencia. —No hemos tenido tiempo —dijo, sin molestarse en mirarme. El señor Martínez se cruzó de brazos, su expresión se endureció. —Tienen un mes y medio para preparar su proyecto. Si no pueden trabajar juntos, entonces no merecen ganar. Leonardo se rió, un sonido seco y sin humor. —No puedo trabajar con Sofía. Es por debajo de mi nivel. Sentí cómo la ira subía por mi garganta. —No ves tus errores —le dije, tratando de
A medida que pasaban las semanas, Leonardo y yo comenzamos a encontrar un ritmo. No era fácil, y hubo muchos momentos de frustración y desacuerdo, pero poco a poco, empezamos a entendernos mejor. Valeria, mi amiga y confidente, notó el cambio.—Parece que las cosas van mejor con Leonardo —dijo un día mientras tomábamos un café después de la práctica.Asentí, sonriendo.—Sí, hemos encontrado una manera de trabajar juntos. No es perfecto, pero estamos mejorando.Valeria me miró con curiosidad.—¿Y cómo te sientes al respecto?Suspiré, pensando en todas las emociones que había experimentado en las últimas semanas.—Es complicado. A veces me siento frustrada, pero también he aprendido mucho. Leonardo es un pianista increíble, y trabajar con él me ha obligado a mejorar.Valeria sonrió, dándome una palmada en el hombro.—Estoy orgullosa de ti, Sofía. Sé que esto no ha sido fácil, pero estás haciendo un gran trabajo.Un día, durante uno de nuestros ensayos, Leonardo y yo decidimos intentar a