| 𝐏𝐑𝐄𝐏𝐀𝐑𝐀𝐓𝐈𝐕𝐎𝐒 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋𝐄𝐒 𝐘 𝐃𝐔𝐃𝐀𝐒

Me desperté temprano, sintiendo una mezcla de emociones en el estómago. El concurso estaba a solo un día de distancia, y me sentía más nerviosa que nunca. Me levanté de la cama y comencé a prepararme para el día, tratando de enfocarme en los detalles finales de mi presentación. Mientras me vestía, mi mente comenzó a divagar hacia todos los posibles errores que podía cometer en el escenario.

Terminé de alistarme. Esta vez opté por unos jeans y una sudadera de color rojo junto unos tenis de color blanco, y tomé mi estuche con mi violín dentro y me dirigí a la academia.

Mientras ensayaba mi pieza en la sala de práctica, no podía evitar sentir que algo estaba mal. Mi violín sonaba desafinado, y mis dedos parecían tener vida propia. Me detuve y tomé un profundo respiro, tratando de calmar mis nervios. "¿Qué pasa contigo, Sofía?", me pregunté a mí misma. "Has practicado durante meses, y sabes que estás lista. ¿Por qué te sientes tan insegura?"

Me senté en una silla, cerré los ojos y traté de recordar por qué había empezado a tocar el violín en primer lugar.

Recordé la sensación de libertad y expresión que sentía cuando tocaba, y cómo la música me hacía sentir viva. Pero justo cuando estaba empezando a sentirme mejor, escuché una voz en mi cabeza.

"¿Y si no ganas? ¿Y si Leonardo es mejor que tú?"

Abrí los ojos y miré alrededor de la sala, como si esperara encontrar alguna respuesta. Pero solo estaba yo, con mis dudas y miedos.

"No puedo permitir que mis dudas me derroten", me dije a mí misma. "Tengo que creer en mí misma y en mi música."

Me levanté de la silla y volví a tomar mi violín. Esta vez, me concentré en cada nota, en cada movimiento de mis dedos. Poco a poco, la música comenzó a fluir de manera más natural, y sentí cómo mis nervios se disipaban.

Después de un rato, me sentí mucho más segura. Decidí tomar un descanso y salir a caminar. El aire fresco me ayudó a despejar la mente y a recordar que, sin importar el resultado del concurso, lo más importante era disfrutar del proceso y dar lo mejor de mí misma.

Al regresar a la sala de práctica, me encontré con mi amiga Valeria. Ella siempre sabía cómo animarme.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó Valeria con una sonrisa.

—Mejor —respondí—. Solo necesitaba un poco de tiempo para calmarme. Valeria asintió y se sentó a mi lado.

—Lo harás genial, Sofía. Tienes un talento increíble y has trabajado muy duro. Solo recuerda disfrutar cada momento.

Sus palabras me dieron un impulso de confianza. Pasamos el resto del día ensayando juntas y compartiendo risas. Al final del día, me sentía lista para enfrentar cualquier desafío.

Esa noche, mientras me preparaba para dormir, pensé en todo el apoyo que había recibido de mis amigos y familiares. Sabía que no estaba sola en esto, y eso me daba suficiente fuerzas para continuar.

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