| 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐓𝐎𝐑𝐌𝐄𝐍𝐓𝐀

Mientras caminaba hacia la puerta de mi casa, sentí una mezcla de emociones: enojo, confusión y algo más que no podía identificar. Me detuve antes de entrar y me giré para mirar a Leonardo, que seguía sentado en el coche, observándome con una expresión de arrepentimiento.

Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente mirándonos. Finalmente, Leonardo cambió su expresión endureciéndose. Sin decir una palabra más, se giró y encendió el motor, y justo cuando iba a abrir la puerta de mi casa, escuché el chirrido de las llantas del coche de Leonardo al alejarse rápidamente.

Me quedé inmóvil por un momento, sintiendo una mezcla de tristeza y esperanza. Sabía que la noche había sido un torbellino de emociones y que las cosas no serían fáciles de ahora en adelante. Entré a mi casa, cerrando la puerta detrás de mí, y me apoyé contra ella, dejando escapar un suspiro. La incertidumbre sobre lo que vendría después me pesaba, pero también sentía una extraña sensación de alivio.

Caminé hacia mi habitación, tratando de ordenar mis pensamientos.

Me dejé caer en la cama, mirando al techo. La noche había sido un torbellino de emociones, y no podía dejar de pensar en lo que había pasado con Leonardo. Sus palabras, su mirada, todo seguía dando vueltas en mi cabeza. Cerré los ojos, tratando de calmarme, pero las imágenes de la noche seguían apareciendo.

Finalmente, me levanté y fui al baño para lavarme la cara. El agua fría me ayudó a despejarme un poco. Me miré en el espejo, viendo la confusión reflejada en mis ojos.

Decidí que lo mejor sería intentar dormir y enfrentar todo con una mente más clara al día siguiente.

Antes de acostarme, tomé mi teléfono y vi que tenía muchas llamadas perdidas y mensajes de Diego. Mi corazón se encogió al ver su preocupación. Abrí uno de los mensajes y leí.

"¿Dónde estás? ¿Estás bien? Llámame, por favor."

Sentí una punzada de culpa y rápidamente le escribí un mensaje.

"Diego, ya estoy en casa. Perdón por lo ocurrido esta noche. Mañana hablamos, ¿vale? Descansa."

Envié el mensaje y dejé el teléfono en la mesita de noche. Me metí en la cama, esperando que el sueño me ayudara a ordenar mis pensamientos. Cerré los ojos, tratando de dejar atrás la confusión y el caos de la noche. Poco a poco, el cansancio me venció y me sumergí en un sueño inquieto

A la mañana siguiente, me desperté con el sonido del teléfono vibrando en la mesita de noche. Era un mensaje de Valeria.

"Buenos días, Sofi. ¿Cómo estás? ¿Nos vemos en el café a las 10?"

Me estiré y respondí rápidamente.

"Buenos días, Val. Sí, nos vemos a las 10. Gracias."

Me levanté y me dirigí al baño para darme una ducha rápida. El agua caliente me ayudó a despejarme un poco más, aunque los recuerdos de la noche anterior seguían presentes. Me vestí y bajé a la cocina para prepararme un café. Mientras esperaba que la cafetera terminara, revisé mi teléfono y vi que Diego había respondido a mi mensaje.

"Me alegra saber que estás bien. Hablamos más tarde. Cuídate."

Sentí un alivio al leer sus palabras. Sabía que tendría que enfrentar muchas conversaciones difíciles ese día, pero al menos Diego parecía estar dispuesto a escucharme.

A las 10 en punto, llegué al café donde Valeria y yo siempre nos encontrábamos. Ella ya estaba allí, sentada en nuestra mesa habitual, con dos tazas de café frente a ella. Me acerqué y me senté, agradecida por su presencia.

—Hola, Val —dije, tratando de sonreír.

—Hola, Sofi. Cuéntame, ¿qué pasó anoche? —preguntó, su voz llena de preocupación y un toque de molestia.

Le conté todo lo que había sucedido, desde el momento en que comenzamos a beber hasta el enfrentamiento con Leonardo y el mensaje a Diego. Valeria escuchó atentamente, asintiendo de vez en cuando, pero su expresión se fue endureciendo a medida que avanzaba en mi relato.

—Vaya, Sofi. Eso suena como una noche muy intensa —dijo finalmente, tomando un sorbo de su café.

—Sí, lo fue. No sé qué hacer, Val. Todo es tan confuso —admití, sintiendo que las lágrimas amenazaban con salir.

Valeria me tomó la mano y me dio un apretón reconfortante, pero su mirada era seria.

—Lo sé, amiga. Pero hay algo que no puedo dejar pasar. El comportamiento de Leonardo fue inaceptable. No puede simplemente llevarte así, como si fueras su propiedad —dijo, su voz firme.

Asentí, sabiendo que tenía razón.

—Tienes razón, Val. Pero en ese momento, no sabía cómo reaccionar. Estaba tan confundida y... —mi voz se quebró un poco.

Valeria suspiró y me miró con ternura, aunque su molestia seguía presente.

—Sofi, entiendo que estés confundida, pero tienes que poner límites. Leonardo no puede tratarte de esa manera, sin importar lo que sienta. Y tú mereces alguien que te respete y te valore, no alguien que te controle —dijo, su voz suave pero firme.

Sentí una mezcla de alivio y tristeza al escuchar sus palabras. Sabía que tenía razón, pero también sabía que mis sentimientos por Leonardo eran complicados.

—Lo sé, Val. Pero es difícil. Hay momentos en los que parece que realmente le importo, y luego hace cosas como las de anoche... —dije, dejando que las lágrimas cayeran.

Valeria me abrazó, dejándome llorar en su hombro.

—Sofi, sé que es difícil. Pero tienes que pensar en ti misma y en lo que mereces. Y si Leonardo no puede darte eso, entonces tal vez sea hora de reconsiderar lo que quieres con él —dijo suavemente.

Me aparté un poco y la miré a los ojos, asintiendo lentamente.

—Tienes razón. Necesito tiempo para pensar y aclarar mis sentimientos.

—Gracias por estar aquí, Val —dije, sintiendo un poco de alivio al decirlo en voz alta.

—Siempre estaré aquí para ti, Sofi. Y recuerda, no estás sola en esto. Tienes a Diego, a mí, y a todos tus amigos que te apoyan —dijo con una sonrisa cálida.

Pasamos el resto de la mañana hablando y tratando de encontrar claridad en medio del caos.

Después de despedirme de Valeria, decidí dar un paseo por el parque cercano para despejar mi mente. El aire fresco y el sonido de los pájaros me ayudaron a calmarme un poco. Mientras caminaba, mi teléfono vibró con un mensaje de Diego.

"¿Podemos hablar hoy? Estoy preocupado por ti."

Sentí una mezcla de alivio y nerviosismo. Sabía que hablar con Diego era necesario, pero también temía enfrentar sus preguntas y preocupaciones. Le respondí rápidamente.

"Sí, claro. ¿Te parece bien en el parque a las 3?"

Diego respondió casi de inmediato

"Perfecto. Nos vemos allí."

Pasé el resto del día tratando de mantenerme ocupada, pero mis pensamientos seguían volviendo a la conversación que tendría con Diego. A las 3 en punto, llegué al parque y lo vi esperándome en un banco. Me acerqué y me senté a su lado, sintiendo su mirada preocupada.

—Hola, Sofi. ¿Cómo estás? —preguntó, su voz llena de preocupación.

Suspiré y miré hacia el lago.

—He estado mejor. Anoche fue... complicado —admití.

Diego asintió, esperando a que continuara.

—Diego, quiero pedirte perdón por lo que pasó anoche. No quería que te lastimaran, y siento mucho haberte involucrado en todo esto —dije, sintiendo una punzada de culpa.

Diego me miró con ternura y tomó mi mano.

—Sofi, no tienes que disculparte. Solo quiero asegurarme de que estás bien. Pero hay algo que no entiendo —dijo, su voz llena de confusión—. ¿Por qué Leonardo se comporta así contigo? Pensé que solo eran compañeros por la competencia.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar su pregunta. Sabía que tendría que enfrentar esta conversación tarde o temprano.

—Es complicado, Diego. Sí, empezamos como compañeros en la competencia, pero con el tiempo, las cosas se volvieron más... intensas. Hay una conexión entre nosotros que no puedo negar, pero también hay muchos problemas y malentendidos —expliqué, tratando de ordenar mis pensamientos.

Diego frunció el ceño, claramente preocupado.

—Pero eso no justifica su comportamiento. No tiene derecho a tratarte de esa manera, sin importar lo que sienta —dijo, su voz firme.

Asentí, sabiendo que tenía razón.

—No somos nada, Diego. No hay una relación formal entre nosotros. Pero su comportamiento impulsivo y controlador me preocupa —dije, sintiendo la necesidad de ser honesta.

Diego me miró con seriedad, su preocupación evidente.

—Sofi, si no son nada, entonces deberías poner un límite claro. Ese comportamiento de Leonardo no es aceptable, y no quiero verte lastimada —dijo, su voz firme pero llena de cariño.

Sentí una mezcla de alivio y determinación al escuchar sus palabras.

—Tienes razón, Diego. Necesito poner límites y dejar claro que no puede tratarme así. Arreglaré esto —dije, sintiendo una nueva resolución.

Diego me sonrió, apretando mi mano con suavidad.

—Estoy aquí para apoyarte en lo que necesites, Sofi. No estás sola en esto —dijo, su voz reconfortante.

Pasamos el resto de la tarde hablando y caminando por el parque.

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