| 𝐔𝐍 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐎 𝐃𝐄𝐒𝐀𝐅𝐈𝐎

Salí de la sala de conciertos, aún vibrante por la emoción de mi reciente victoria. Al girar la esquina, me encontró con el profesor Martínez, mi mentor, y el profesor Thompson, el instructor de piano de Leonardo. Ambos profesores me miraban con una expresión seria y enigmática.

—Sofía, necesitamos hablar contigo sobre algo importante —dijo el profesor Martínez con voz grave

—¿Podrías venir a la academia mañana para discutirlo?

Mi curiosidad se encendió al instante.

¿Qué podría ser tan crucial? Sin embargo, los profesores no ofrecieron más detalles.

—Está bien, estaré allí —respondió, tratando de ocultar mi intriga.

Los profesores asintieron y se despidieron, dejándome con una sensación de anticipación. ¿Qué me depararía el futuro?

Al día siguiente, me levanté temprano, aún con la mente llena de preguntas sobre la misteriosa reunión. Me preparé con cuidado, eligiendo un atuendo que reflejara mi profesionalismo y determinación. Al llegar a la academia, sentí un nudo en el estómago. ¿Qué querrían decirme los profesores?

Entré en la oficina y allí estaban, el profesor Martínez y el profesor Thompson, esperándome con la misma expresión seria del día anterior. Me invitaron a sentarme, y lo hice, tratando de mantener la calma.

—Sofía, estamos esperando a alguien antes de comenzar —dijo el profesor Martínez, sin dar más explicaciones.

La confusión me invadió. ¿A quién podrían estar esperando? Antes de que pudiera formular la pregunta, la puerta se abrió y alguien entró. Giré la cabeza y, para mi sorpresa, vi a Leonardo. Él también parecía sorprendido y confundido al verme allí.

Nos miramos mutuamente, luego a los profesores, buscando alguna explicación. La tensión en la sala era palpable. ¿Qué estaba pasando?

El silencio en la sala se hizo más denso. Leonardo y yo nos miramos, ambos buscando respuestas en los rostros de los profesores. Finalmente, el profesor Thompson rompió el silencio.

—Gracias a ambos por venir —comenzó, su voz firme pero amable—. Hemos estado observando su progreso y creemos que hay una oportunidad única que queremos discutir con ustedes.

Leonardo y yo intercambiamos miradas de nuevo, esta vez con una mezcla de curiosidad y cautela.

—Hemos decidido que, en lugar de competir uno contra el otro, sería más beneficioso para ambos y para la academia si colaboraran en un proyecto especial —continuó el profesor Martínez.

Mi mente se llenó de preguntas.

¿Colaborar con Leonardo? ¿Después de toda la rivalidad y competencia? Miré a Leonardo, quien parecía tan sorprendido como yo.

—Entendemos que esto puede ser inesperado —dijo el profesor Thompson—, pero creemos que ambos tienen talentos complementarios que, si se combinan, pueden crear algo extraordinario.

Leonardo finalmente habló, su voz reflejando la confusión que ambos sentíamos.

—¿Qué tipo de proyecto tienen en mente?

El profesor Martínez sonrió ligeramente.

—Queremos que trabajen juntos en una composición original para la próximo competencia de la academia. Será una pieza que combine el piano y el violín, y creemos que ustedes dos son los indicados para llevarla a cabo.

Sentí una mezcla de emociones: sorpresa, duda, pero también una chispa de emoción. ¿Podría realmente funcionar?

Miré a Leonardo, buscando alguna señal de su reacción.

—¿Trabajar con ella? —Leonardo se rió con desdén—. No necesito ayuda para crear algo genial. Mi talento es suficiente.

Sentí una punzada de ofensa por su comentario, pero me esforcé por mantener la calma.

—Creemos que ustedes dos tienen talentos complementarios que podrían crear algo verdaderamente especial —intervino el profesor Martínez, tratando de mediar.

Leonardo se encogió de hombros, sin ocultar su escepticismo.

—No estoy seguro de que funcione. Ella no tiene mi nivel de habilidad.

La irritación creció dentro de mí, pero no quería dejar que mis emociones me dominaran.

—Estoy dispuesta a intentarlo —dije, tratando de sonar conciliadora—. ¿Por qué no damos una oportunidad a la colaboración?

Leonardo se burló, su tono lleno de arrogancia.

—Tú solo quieres intentarlo porque crees que puedes aprender de mí.

—No, Leonardo —respondí con firmeza, mirándolo directamente a los ojos—. Quiero intentarlo porque creo que juntos podemos crear algo que ninguno de los dos podría lograr por separado.

El profesor Martínez asintió, apoyando mis palabras.

—Eso es exactamente lo que necesitamos en esta competencia: innovación y colaboración. Ambos tienen mucho que ofrecer.

Leonardo suspiró, claramente no convencido, pero finalmente cedió.

—Está bien, lo intentaré. Pero no esperes que sea fácil.

Sonreí, sintiendo una mezcla de alivio y determinación.

—No espero que sea fácil, pero sí espero que valga la pena.

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