Mientras esperaba, no pude evitar sentirme tan excluida. Observé cómo Leonardo y Vanessa se alejaban, sus voces se volvían un murmullo distante. Me apoyé contra la pared, tratando de calmar mis pensamientos.
Después de unos minutos que parecieron eternos, Leonardo regresó. Su expresión era seria, pero trató de sonreír al verme. —Gracias por esperar, Sofía —dijo, con un tono que intentaba ser casual—. Vanessa solo necesitaba aclarar algunos detalles personales. Asentí, aunque no estaba convencida. La sensación de ser una intrusa en su mundo seguía presente. —¿Todo bien? —pregunté, intentando sonar despreocupada. Leonardo me miró por un momento antes de responder. —Sí, todo bien. Vamos, tenemos que seguir practicando. Regresamos al auditorio en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Después de terminar el ensayo, me volví hacia Leonardo con una sonrisa. —Hey, ¿quieres ir por un café conmigo? Me gustaría celebrar que estamos progresando bien con la pieza. Leonardo me miró con una expresión apenada. —Lo siento, Sofía. No puedo hoy. Tengo algo que hacer con Vanessa. Mi corazón se hundió al escuchar el nombre de Vanessa. ¿Qué tenía que ver ella con Leonardo? —Ah, okay —dije tratando de sonar indiferente—. Entiendo. Otro día, entonces. Leonardo asintió y se levantó de su silla. —Sí, otro día con gusto. Tengo que irme, Sofía. Nos vemos mañana. Y con eso, se fue, dejándome confundida y con celos. ¿Por qué me sentía así? Solo éramos compañeros de dúo para el concurso. No había nada más entre nosotros. O al menos, eso pensaba. Recuerdo que antes teníamos una rivalidad, competíamos por ser los mejores en la academia. Pero ahora, parecía que había algo más. Algo que no podía explicar. Salí del auditorio, exhausta después de un largo ensayo. En el pasillo, me encontré con Valeria, quien me abrazó con fuerza. —Sofía, ¡cuánto tiempo sin vernos! ¿Cómo estás? —me preguntó Valeria, mirándome con preocupación. Me encogí de hombros. —Estoy bien, Valeria. Solo un poco cansada por los ensayos. Valeria me miró con escepticismo. —Sofía, te conozco. Algo te pasa. ¿Es por Leonardo? Sonreí. —En realidad, hemos estado saliendo y llevándonos mejor. Es raro, lo sé. Valeria se sorprendió. —¿Qué? ¡Eso es un milagro! Antes se odiaban y competían, y ahora se llevan bien. Me reí. —Sí, lo sé. Pero es por el beneficio de los dos. Las recompensas de ganar el concurso son muy buenas. Valeria me miró con escepticismo. —Sofía, no me mientas. Hay algo más. Te conozco. Me encogí de hombros. —Bueno, hay algo. Pero no es importante. Valeria me presionó. —Dime, ¿qué es? Suspiré. —Vamos a sentarnos en un café y te lo cuento todo. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana en la cafetería, el aroma del café recién hecho llenaba el aire. Valeria me miraba con curiosidad, esperando que comenzara a hablar. —Bueno, al principio, Leonardo y yo tuvimos muchos problemas —empecé, revolviendo mi café—. No podíamos ponernos de acuerdo en nada y cada ensayo era una batalla. Pero poco a poco, empezamos a entendernos mejor y a salir más seguido para practicar. Valeria asintió, escuchando atentamente. —Y ahora, además de la competencia con Leonardo, hay una nueva rivalidad con Alejandro, el violinista, y Gabriela, la pianista. Ambos son muy talentosos y están decididos a ganar el concurso. Eso ha añadido más presión a nuestros ensayos. —Vaya, suena intenso —comentó Valeria, tomando un sorbo de su café. Suspiré, sintiendo una punzada de incomodidad. —Y luego está Leonardo y esa chica llamada Vanessa. — ¿Y quién es Vanessa? — No sé mucho sobre ella, pero parece tener una conexión especial con Leonardo. Me siento rara e incómoda cuando están juntos. No sé por qué, pero no puedo evitar sentirme excluida. Valeria me miró con una sonrisa traviesa. —¿Estás celosa de que te quiten a tu hombre? —bromeó, levantando una ceja. Me reí, sintiendo cómo la tensión se desvanecía un poco. —¡Primero muerta! —respondí, riendo junto a ella. Valeria me dio un abrazo. —No te preocupes, Sofía. Estoy segura de que todo se aclarará pronto. Y recuerda, siempre estaré aquí para ti. —Gracias, Valeria —dije, sintiendo un alivio al saber que tenía su apoyo—. A veces, todo esto se siente abrumador, pero hablar contigo siempre me ayuda a ver las cosas con más claridad. Valeria sonrió y tomó otro sorbo de su café. —¿Y qué piensas hacer con respecto a Vanessa? —preguntó, con un tono más serio. Me encogí de hombros, mirando por la ventana. —No le voy a dar más importancia. La verdad es que lo único por lo que estoy conviviendo con Leonardo es porque es un beneficio mutuo. Nos entendemos bien musicalmente y eso es lo que realmente importa. Valeria asintió, comprendiendo. —Eso tiene sentido. Lo importante es que te sientas cómoda y que tu colaboración con Leonardo sea productiva. —Exactamente —respondí, sintiendo que un peso se levantaba de mis hombros—. Gracias por escucharme, Valeria. Eres la mejor. —Para eso están los amigos —respondió ella, sonriendo—. Ahora, ¿qué tal si disfrutamos de estos cafés y nos olvidamos de los problemas por un rato? Sonreí, sintiendo que un peso se levantaba de mis hombros. —Me parece una excelente idea. Después de disfrutar de nuestros cafés y charlar un rato, Valeria se levantó para irse. —Tengo que irme, Sofía. Pero no te preocupes, todo se aclarará pronto. Y recuerda, estoy aquí para ti —dijo, dándome un abrazo. Sonreí y la abracé de vuelta. —Gracias, Valeria. Eres la mejor amiga que podría pedir. Valeria se fue, dejándome sola en la cafetería. Me quedé un rato más, pensando en la conversación que acabábamos de tener. De repente, mi teléfono sonó. Era un mensaje de Leonardo. —Hey, Sofía. ¿Qué tal? Quería saber si quieres ensayar mañana. Tengo algunas ideas nuevas que quiero probar. Me sorprendí un poco. No esperaba que Leonardo me contactara tan pronto después de lo que había pasado con Vanessa. Al día siguiente, me senté cerca del piano y Leonardo se preparó para tocar. —Hey, Sofía. Gracias por venir —dijo, sonriendo. Le devolví la sonrisa. —No hay problema. ¿Qué tienes en mente? Leonardo comenzó a explicar sus ideas, y lo escuché atentamente, impresionada por su creatividad. Mientras ensayábamos, no pude evitar notar que Leonardo parecía más relajado y feliz que en días anteriores. Me pregunté si eso tenía algo que ver con Vanessa. De repente, Leonardo se detuvo y me miró. —Sofía, ¿puedo preguntarte algo? —Claro, ¿qué es? —respondí, curiosa. —Me parece que hemos estado trabajando muy bien juntos últimamente. ¿Crees que podemos hacer algo especial en el concurso? Me sorprendí un poco por la pregunta, pero me sentí halagada por el cumplido. —Me parece una excelente idea —respondí—. ¿Qué tienes en mente? Leonardo sonrió y comenzó a explicar sus ideas. Lo escuché atentamente, emocionada por la posibilidad de hacer algo innovador en el concurso.Mientras Leonardo y yo estábamos ensayando, la puerta del auditorio se abrió y Vanessa entró. Sentí un golpe en el estómago, recordando la sensación de exclusión que había experimentado la última vez que la vi con Leonardo.Vanessa se acercó a nosotros, sonriendo.—Hey, Leonardo. ¿Cómo va todo?Leonardo se levantó para saludarla.—Vanessa, hey. Estábamos ensayando para el concurso.Vanessa me miró, y por un momento, nuestras miradas se encontraron.—Sofía, hola —dijo finalmente, con una sonrisa forzada.Respondí con un breve saludo, sintiendo una sensación de incomodidad.—¿Qué te trae por aquí? —preguntó Leonardo, invitándola a unirse a nosotros.Vanessa se sentó en una silla cercana, mirándome con una expresión que parecía decir "no te preocupes por mí".—Solo quería ver cómo iban las cosas —dijo, con una sonrisa inocente.Me sentí incómoda, preguntándome qué estaba pasando entre Vanessa y Leonardo.Vanessa se levantó de su silla y se acercó al piano.—¿Puedo unirme a ustedes? —preg
Llegué a casa sintiéndome un poco desanimada después del ensayo. Mi mamá me vio entrar y notó que algo estaba mal.—Hola, cariño, ¿qué pasó? —preguntó, siguiéndome hasta mi habitación.Me senté en mi cama y suspiré.—Fue un ensayo horrible, mamá. Una chica del ensayo me hizo sentir como si no fuera lo suficientemente buena. Me dijo que no podía seguir su ritmo y que me faltaba pasión en mi música.Mi mamá se sentó a mi lado y me abrazó.—Ay, cariño, no te preocupes por lo que esa chica diga. Algunas personas solo tratan de hacer que los demás se sientan mal para sentirse mejor ellas mismas.La miré, buscando consuelo.—Pero mamá, es que ella es muy buena y yo me siento como si no pudiera llegar a su nivel.Mi mamá sonrió.—Sofía, tú eres una excelente violinista y tienes un talento especial. No te compares con los demás, porque cada persona tiene su propio ritmo y estilo. Lo importante es que disfrutes de la música y sigas practicando.Me sentí un poco mejor al escuchar las palabras d
Me levanté de mi silla y le dije a Leonardo que iba a buscar una botella de agua.—¿Quieres una botella de agua? —le pregunté, tratando de sonar casual.Leonardo levantó la vista de su partitura y me sonrió.—Sí, por favor. Gracias, Sofía.Asentí y me dirigí hacia la máquina de agua. Mientras caminaba, vi a Vanessa y Gabriela sentadas en una banca, hablando y riendo juntas.Me detuve en seco, sorprendida. No podía creer que Vanessa y Gabriela estuvieran hablando amigablemente. Siempre había pensado que Vanessa no se acercaría a Gabriela debido a su cercanía con Leonardo, y también porque Leonardo y yo éramos rivales de Gabriela y Alejandro.Pero ahora, aquí estaban, hablando y riendo como si fueran amigas. Me sentí confundida y un poco molesta. ¿Por qué Vanessa estaba siendo amigable con Gabriela? ¿No sabía que Gabriela era rival de Leonardo en el mundo de la música?Me acerqué a la máquina de agua y me quedé allí un momento, tratando de procesar lo que había visto. No sabía qué hacer
LeonardoSalí del auditorio con el corazón pesado y la mente llena de pensamientos confusos. La conversación con Sofía había sido un desastre. No podía creer que la hubiera acusado de ser caprichosa e irresponsable. Mientras caminaba por el pasillo vacío, me di cuenta de que había sido demasiado duro con ella. Pero, ¿qué más podía hacer? Me detuve un momento y respiré profundamente. No podía dejar de pensar en Sofía, en cómo sus ojos se llenaron de lágrimas y en cómo se derrumbó en el suelo. Había algo en ella que me hacía sentir cosas que no quería admitir. Sentimientos que surgían cada vez que la veía tocar el violín con tanta pasión y dedicación. Pero esos sentimientos eran peligrosos. No podía permitirme ser débil.Mientras seguía caminando, recordé las palabras de mi papá. "Leonardo, no te conformes con menos de lo mejor. Nadie es lo suficientemente bueno para ti." Esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez. Tal vez Sofía no era lo suficientemente buena. Tal vez nadie
Por la mañana, mientras desayunaba, recibí un mensaje de mi profesor Martínez. Me necesitaba ver en la academia con urgencia. Dejé mi desayuno a medias y subí a darme un baño. Me coloqué algo casual: unos jeans claros, una blusa oversize negra y unos tenis negros. Tomé una bolsa cruzada, me maquillé un poco y me puse unos lentes de sol oscuros para que no notaran lo sucedido de la noche anterior.Al llegar a la academia, me encontré con Leonardo en el auditorio, pero esta vez no era para ensayar juntos. —No quiero hacer esto —dije, cruzándome de brazos.—Yo tampoco —coincidió Leonardo—. No puedo trabajar contigo después de las mentiras que dijiste.Justo entonces, los profesores Martínez y Thomson entraron en el auditorio.—¿Qué pasa aquí? —preguntó el profesor Martínez.Leonardo y yo explicamos nuestra situación, pero los profesores no estaban dispuestos a escuchar.—Lo siento, chicos —dijo el profesor Thomson—. Pero no podemos hacer cambios ahora. El concurso está a una semana y lo
Me encontraba sola en el auditorio, sentada con las rodillas en mi pecho, perdida en mis pensamientos. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, creando un ambiente cálido y acogedor. Pero mi mente estaba lejos de allí, sumida en un mar de dudas y sentimientos encontrados.De repente, escuché pasos detrás de mí. Me di la vuelta y vi a Leonardo acercándose, su rostro reflejando una mezcla de emociones. Se detuvo frente a mí y se sentó en la silla de al lado, sus ojos buscando los míos.—Sofía, lo siento mucho —dijo, su voz llena de sinceridad—. Me equivoqué al creer a Vanessa y al no confiar en ti. Me doy cuenta ahora de que fui un tonto al dejar que mis sentimientos de inseguridad me nublaran el juicio.Me miró con ojos suplicantes, esperando mi perdón. Me sentí conmovida por su sinceridad y su arrepentimiento.—Lo siento también —respondí, mi voz suave—. Me duele que no confiaras en mí, pero entiendo que Vanessa te manipuló. Usó su amistad como escudo. Leonardo asintió, s
—Profesores, ¿qué los trae por aquí? —pregunté, sorprendida por la visita inesperada de los maestros en nuestra sala de práctica.—Tenemos una sugerencia para ustedes —dijo el profesor Martínez con una sonrisa amable—. Creemos que "Hungarian Dance No. 5 in G Minor" sería una excelente elección para el concurso.Sentí un nudo formarse en mi estómago.—No sé... creo que es demasiado difícil para mí —respondí, lanzando una mirada insegura hacia Leonardo.Leonardo me miró con una mezcla de molestia y confusión.—Sofía, tienes mucho talento. Esta pieza podría hacernos ganar. Confío en ti, puedes lograrlo.Las palabras de Leonardo me conmovieron profundamente.—Lo voy a intentar —dije, tomando los pentagramas que los profesores me extendían con manos temblorosas.—No, lo vas a hacer —dijo Leonardo, sonriendo con una seguridad que me hizo sentir un poco más valiente—. Vamos a practicar juntos y vamos a hacer que suene increíble.Le devolví la sonrisa, sintiendo una mezcla de emoción y presió
Al terminar nuestras comidas pagamos y salimos del restaurant para caminar hacia mi casa, ya que él me acompañaría. El silencio era algo cómodo, me sentía completamente tranquila.Voltee a ver a Leonardo y no pude negar quedándome verlo más de lo normal, era muy guapo. Avergonzada me obligué apartar la mirada.— ¿Te sientes preparada para mañana?.—al escuchar su pregunta volteo a verlo y frunzo las cejas.— Sé que hemos echado muchas ganas con ensayos muy pesados, siento que ese primer lugar nos lo merecemos. Así que sí estoy más que preparada.— le sonrió y él me regresa la sonrisa.— La verdad, nunca pensé que pudiéramos trabajar juntos. Mucho menos estar así caminando y pasando el tiempo. — Créeme, yo tampoco lo creía. Pero míranos, siento que ya pasamos lo peor. Ahora viene la recompensa de nuestro esfuerzo.—le sonrió mientras le doy un pequeño golpe en el brazo en forma de juego.— Claro, ese primer lugar es de nosotros. Nos sonreímos y seguimos caminando en silencio hasta que