Me levanté de mi silla y le dije a Leonardo que iba a buscar una botella de agua.
—¿Quieres una botella de agua? —le pregunté, tratando de sonar casual. Leonardo levantó la vista de su partitura y me sonrió. —Sí, por favor. Gracias, Sofía. Asentí y me dirigí hacia la máquina de agua. Mientras caminaba, vi a Vanessa y Gabriela sentadas en una banca, hablando y riendo juntas. Me detuve en seco, sorprendida. No podía creer que Vanessa y Gabriela estuvieran hablando amigablemente. Siempre había pensado que Vanessa no se acercaría a Gabriela debido a su cercanía con Leonardo, y también porque Leonardo y yo éramos rivales de Gabriela y Alejandro. Pero ahora, aquí estaban, hablando y riendo como si fueran amigas. Me sentí confundida y un poco molesta. ¿Por qué Vanessa estaba siendo amigable con Gabriela? ¿No sabía que Gabriela era rival de Leonardo en el mundo de la música? Me acerqué a la máquina de agua y me quedé allí un momento, tratando de procesar lo que había visto. No sabía qué hacer con esta nueva información. ¿Debería hablar con Leonardo sobre esto? ¿O debería mantenerlo en secreto? Mientras estaba allí, Vanessa y Gabriela se levantaron y se despidieron con un abrazo. Me sentí aún más confundida. ¿Qué estaba pasando aquí? Decidí no decirle nada a Leonardo y simplemente llevarle la botella de agua. Él me agradeció con una sonrisa y continuamos con nuestro ensayo. Cuando tomamos un descanso, fuimos a los comedores de la academia. De repente, recordé que había olvidado algo en el auditorio, así que regresé rápidamente. Al llegar, vi mi estuche de violín abierto. Me acerqué y mi corazón se hundió al ver mi violín rayado, las clavijas quebradas, las cuerdas trozadas y mi arco partido por la mitad. Me sentí confundida, sin saber qué hacer. Comencé a soltar pequeñas lágrimas mientras repetía en voz baja: "No, no, no". Agarré las partes dañadas de mi violín y del arco, tratando de entender cómo había pasado esto. En ese momento, Vanessa apareció en la escena. Me miró con una expresión fría y dijo: —Mantente alejada de lo que es mío, Sofía. Me refiero a Leonardo. Es mejor que te retires de la competencia. Solo vas a dar lástima y dejar en ridículo a Leonardo. Todos saben que los que ganarán esa competencia serán Alejandro y Gabriela. Se dio la vuelta y se fue, dejándome devastada. Me quedé allí, abrazando los restos de mi violín, sintiéndome completamente perdida. Poco después, Leonardo llegó y vio el desastre. Se acercó rápidamente y me preguntó: —¿Qué pasó aquí? Con lágrimas en los ojos, le conté todo. Le dije que los culpables eran Vanessa y Gabriela, y cómo Vanessa me había interceptado antes y luego las había visto juntas. Leonardo me miró incrédulo, su expresión se volvió fría y arrogante, como al principio. —¿Crees que voy a creerte esa excusa barata? —dijo con desdén—. Y peor aún, ¿culpas a Vanessa? ¿A mi Vanessa, a quien conozco desde que era una niña? Deja de ser tan irresponsable y caprichosa. Nunca pensé que harías algo así, arruinar tus propias cosas para llamar la atención y luego intentar culpar a otros. Por una vez en tu vida, esfuérzate un poquito. Me arrepiento tanto de haber aceptado esta participación en dúo. Vanessa y mi padre tienen razón, simplemente me estoy conformando con tu ritmo porque no puedes seguir el mío. Estás siendo un estorbo para mí. Con eso, Leonardo se fue enojado, dejándome destruida. Me sentí devastada después de lo que me dijo Leonardo. No podía creer que él no me creyera y que pensara que yo era una niña caprichosa e irresponsable. Me senté en el suelo, rodeada de los pedazos de mi violín y arco, y comencé a llorar desconsoladamente. Mientras lloraba, me di cuenta de que no necesitaba a Leonardo para ser una buena violinista. No necesitaba su aprobación ni su ayuda. Podía hacerlo sola. Me levanté, me limpié las lágrimas y comencé a recoger los pedazos de mi violín y arco. Iba a encontrar la manera de repararlos o de conseguir nuevos, y luego iba a seguir adelante con la competencia, sin importar lo que Leonardo, Vanessa o Gabriela dijeran.LeonardoSalí del auditorio con el corazón pesado y la mente llena de pensamientos confusos. La conversación con Sofía había sido un desastre. No podía creer que la hubiera acusado de ser caprichosa e irresponsable. Mientras caminaba por el pasillo vacío, me di cuenta de que había sido demasiado duro con ella. Pero, ¿qué más podía hacer? Me detuve un momento y respiré profundamente. No podía dejar de pensar en Sofía, en cómo sus ojos se llenaron de lágrimas y en cómo se derrumbó en el suelo. Había algo en ella que me hacía sentir cosas que no quería admitir. Sentimientos que surgían cada vez que la veía tocar el violín con tanta pasión y dedicación. Pero esos sentimientos eran peligrosos. No podía permitirme ser débil.Mientras seguía caminando, recordé las palabras de mi papá. "Leonardo, no te conformes con menos de lo mejor. Nadie es lo suficientemente bueno para ti." Esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez. Tal vez Sofía no era lo suficientemente buena. Tal vez nadie
Por la mañana, mientras desayunaba, recibí un mensaje de mi profesor Martínez. Me necesitaba ver en la academia con urgencia. Dejé mi desayuno a medias y subí a darme un baño. Me coloqué algo casual: unos jeans claros, una blusa oversize negra y unos tenis negros. Tomé una bolsa cruzada, me maquillé un poco y me puse unos lentes de sol oscuros para que no notaran lo sucedido de la noche anterior.Al llegar a la academia, me encontré con Leonardo en el auditorio, pero esta vez no era para ensayar juntos. —No quiero hacer esto —dije, cruzándome de brazos.—Yo tampoco —coincidió Leonardo—. No puedo trabajar contigo después de las mentiras que dijiste.Justo entonces, los profesores Martínez y Thomson entraron en el auditorio.—¿Qué pasa aquí? —preguntó el profesor Martínez.Leonardo y yo explicamos nuestra situación, pero los profesores no estaban dispuestos a escuchar.—Lo siento, chicos —dijo el profesor Thomson—. Pero no podemos hacer cambios ahora. El concurso está a una semana y lo
Me encontraba sola en el auditorio, sentada con las rodillas en mi pecho, perdida en mis pensamientos. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, creando un ambiente cálido y acogedor. Pero mi mente estaba lejos de allí, sumida en un mar de dudas y sentimientos encontrados.De repente, escuché pasos detrás de mí. Me di la vuelta y vi a Leonardo acercándose, su rostro reflejando una mezcla de emociones. Se detuvo frente a mí y se sentó en la silla de al lado, sus ojos buscando los míos.—Sofía, lo siento mucho —dijo, su voz llena de sinceridad—. Me equivoqué al creer a Vanessa y al no confiar en ti. Me doy cuenta ahora de que fui un tonto al dejar que mis sentimientos de inseguridad me nublaran el juicio.Me miró con ojos suplicantes, esperando mi perdón. Me sentí conmovida por su sinceridad y su arrepentimiento.—Lo siento también —respondí, mi voz suave—. Me duele que no confiaras en mí, pero entiendo que Vanessa te manipuló. Usó su amistad como escudo. Leonardo asintió, s
—Profesores, ¿qué los trae por aquí? —pregunté, sorprendida por la visita inesperada de los maestros en nuestra sala de práctica.—Tenemos una sugerencia para ustedes —dijo el profesor Martínez con una sonrisa amable—. Creemos que "Hungarian Dance No. 5 in G Minor" sería una excelente elección para el concurso.Sentí un nudo formarse en mi estómago.—No sé... creo que es demasiado difícil para mí —respondí, lanzando una mirada insegura hacia Leonardo.Leonardo me miró con una mezcla de molestia y confusión.—Sofía, tienes mucho talento. Esta pieza podría hacernos ganar. Confío en ti, puedes lograrlo.Las palabras de Leonardo me conmovieron profundamente.—Lo voy a intentar —dije, tomando los pentagramas que los profesores me extendían con manos temblorosas.—No, lo vas a hacer —dijo Leonardo, sonriendo con una seguridad que me hizo sentir un poco más valiente—. Vamos a practicar juntos y vamos a hacer que suene increíble.Le devolví la sonrisa, sintiendo una mezcla de emoción y presió
Al terminar nuestras comidas pagamos y salimos del restaurant para caminar hacia mi casa, ya que él me acompañaría. El silencio era algo cómodo, me sentía completamente tranquila.Voltee a ver a Leonardo y no pude negar quedándome verlo más de lo normal, era muy guapo. Avergonzada me obligué apartar la mirada.— ¿Te sientes preparada para mañana?.—al escuchar su pregunta volteo a verlo y frunzo las cejas.— Sé que hemos echado muchas ganas con ensayos muy pesados, siento que ese primer lugar nos lo merecemos. Así que sí estoy más que preparada.— le sonrió y él me regresa la sonrisa.— La verdad, nunca pensé que pudiéramos trabajar juntos. Mucho menos estar así caminando y pasando el tiempo. — Créeme, yo tampoco lo creía. Pero míranos, siento que ya pasamos lo peor. Ahora viene la recompensa de nuestro esfuerzo.—le sonrió mientras le doy un pequeño golpe en el brazo en forma de juego.— Claro, ese primer lugar es de nosotros. Nos sonreímos y seguimos caminando en silencio hasta que
El sonido de mi alarma me despertó temprano, sacándome de un sueño inquieto. Me levanté de la cama y me dirigí al baño, donde el agua caliente de la ducha me ayudó a despejarme. El aroma a jabón y champú llenó el aire, y sentí cómo la tensión en mis hombros comenzaba a disiparse.Después de secarme, elegí un vestido blanco que me llegaba a las rodillas. Me recogí el cabello con unas pinzas y me puse unos zapatos bajos. Frente al espejo, me maquillé ligeramente, solo lo suficiente para sentirme presentable. Tomé mi estuche con el violín y salí hacia la academia.Al llegar, vi que ya estaban allí el profesor Martínez, el profesor Thomson y Leonardo. Los saludé con una sonrisa, aunque mi corazón latía con fuerza.—Buenos días —dije, tratando de sonar tranquila.Abrí mi estuche y saqué mi violín, comenzando a afinarlo con cuidado. Leonardo y yo nos reunimos en la sala de ensayo, ambos nerviosos y ansiosos por la competencia que se acercaba. Nos miramos a los ojos, y pude ver la tensión
Desperté por mi alarma que había programado para las 3:00 P.M. La competencia comenzaba a las 9:00 P.M. Tenía aproximadamente casi 6 horas para tener todo preparado y estar lista. Me levanté de la cama y me dirigí al baño a darme una ducha, para despejarme de todo lo que sentía, el nerviosismo que me había acompañado durante semanas. El agua caliente me relajó un poco, pero mi mente seguía divagando hacia todos los posibles errores que podía cometer en el escenario.Salí de la ducha y miré la hora, eran las 3:45 P.M. Me había demorado un poco más de lo que pensaba. Me coloqué mi ropa interior, una lencería roja que me hacía sentir segura y confiada, y encima una bata para comenzar a prepararme mi cabello. Primero lo peiné y me pasé la secadora encima para secármelo. Ya seco, comencé a alisarlo con la plancha para después dejarlo un poco ondulado en las puntas, sencillo y elegante.Mientras me maquillaba, escogí tonos cafés para darle un toque casual a mi look, y en los labios me coloq
Comencé a afinar mi violín, repasando una y otra vez las partituras. Estaba demasiado nerviosa y ansiosa por terminar esto.Me levanté de mi asiento y me estiré, tratando de aliviar la tensión en mis músculos. Repasé todo el camerino con la mirada, observando a los demás participantes, hasta que mis ojos se encontraron con una mirada intensa. Sentí un temblor y mi garganta se secó cuando me recorrió de pies a cabeza. Esos ojos grises me hacían sentir incómoda, casi nauseabunda."La competencia me tiene mal".Leonardo se acercó a mí con paso decidido, irradiando confianza. Mientras él se mostraba así, yo parecía una bola de nervios.—Hey, Sofía, ¿estás bien? —frunció las cejas.—Cla... claro que lo estoy. —Buena hora para tartamudear. Leonardo sonrió al notar eso.—Si tú lo dices, pero te noto un poquito nerviosa. —Hizo una seña con sus dedos indicando "poco". Lo golpeé en broma en el brazo y se rió.—Cállate, Leonardo. —Me crucé de brazos.Leonardo suspiró y me miró fijamente.—Recuer