| 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐄𝐍𝐒𝐀𝐘𝐎

El sonido de mi alarma me despertó temprano, sacándome de un sueño inquieto. Me levanté de la cama y me dirigí al baño, donde el agua caliente de la ducha me ayudó a despejarme. El aroma a jabón y champú llenó el aire, y sentí cómo la tensión en mis hombros comenzaba a disiparse.

Después de secarme, elegí un vestido blanco que me llegaba a las rodillas. Me recogí el cabello con unas pinzas y me puse unos zapatos bajos. Frente al espejo, me maquillé ligeramente, solo lo suficiente para sentirme presentable.

Tomé mi estuche con el violín y salí hacia la academia.

Al llegar, vi que ya estaban allí el profesor Martínez, el profesor Thomson y Leonardo. Los saludé con una sonrisa, aunque mi corazón latía con fuerza.

—Buenos días —dije, tratando de sonar tranquila.

Abrí mi estuche y saqué mi violín, comenzando a afinarlo con cuidado.

Leonardo y yo nos reunimos en la sala de ensayo, ambos nerviosos y ansiosos por la competencia que se acercaba. Nos miramos a los ojos, y pude ver la tensión en la mandíbula de Leonardo.

—Vamos a hacer esto —dije, intentando sonar confiada.

Comenzamos a tocar, pero nuestros nervios se notaban en la música. Los acordes no eran tan suaves como deberían ser, y el ritmo no era tan preciso como necesitábamos.

—Detente un momento —dijo el profesor Martínez, levantando la mano.

Nos detuvimos, mirándonos a los ojos con frustración.

—¿Qué pasa? —pregunté.

—Su tensión se nota en la música —dijo el profesor Martínez—. Necesitan relajarse y confiar en sí mismos.

Asentimos, tomamos una profunda respiración y comenzamos a tocar de nuevo. Esta vez, la música fluyó de manera más natural, y nuestra conexión emocional se hizo evidente en la forma en que tocábamos juntos.

—Eso es mejor —dijo el profesor Martínez, sonriendo. —Recuerden que la música es una expresión de sus emociones. Dejen que fluya de manera natural.

A medida que ensayábamos, Leonardo y yo comenzamos a sentirnos más conectados a través de la música.

Nuestros nervios se disiparon, y nuestra conexión emocional se hizo más fuerte.

A medida que ensayábamos, Leonardo y yo comenzamos a sentirnos más conectados a través de la música.

Nuestros nervios se disiparon, y nuestra conexión emocional se hizo más fuerte. Hubo un momento en que nos miramos a los ojos, y nuestra conexión fue palpable. La música fluyó de manera natural, y nos sentimos completamente en sintonía.

—Eso es perfecto —dijo el profesor Martínez, sonriendo. —Están listos para la competencia.

Nos sonreímos, sintiendo una sensación de confianza y motivación. Estábamos listos para enfrentar el desafío y demostrar nuestro talento y dedicación

Con el ensayo terminado, nos tomamos un momento para relajarnos. Sentí cómo la tensión en mis hombros comenzaba a disiparse. Leonardo y yo nos sentamos en un rincón de la sala, observando a los profesores discutir algunos detalles técnicos.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó Leonardo, su voz suave pero cargada de curiosidad.

—Mejor ahora —respondí, sonriendo levemente—. Creo que necesitábamos ese recordatorio de relajarnos.

Leonardo asintió, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y nerviosismo.

—Vamos a hacerlo bien —dijo, más para convencerse a sí mismo que a mí.

—Sí, lo haremos —afirmé, sintiendo una renovada confianza.

———

Leonardo y yo nos despedimos con una sonrisa y un beso en la Mejía, sabiendo que el próximo encuentro sería en el escenario de la competencia. Salí de la academia con una mezcla de emociones, sintiendo tanto la presión como la emoción del desafío que se avecinaba.

De camino a casa, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Caminé lentamente, disfrutando del aire fresco y tratando de calmar mis pensamientos. Sabía que necesitaba descansar bien para esta noche.

Al llegar a casa, me preparé una comida ligera y me senté en la mesa de la cocina, repasando mentalmente las piezas que tocaríamos en la competencia. Cada nota, cada acorde, cada pausa tenía que ser perfecta. Después de comer, me dirigí a mi habitación y me acosté en la cama, mirando el techo mientras mis pensamientos vagaban entre la música y la competencia.

Cerré los ojos y respiré profundamente, dejando que la calma me envolviera. Sabía que Leonardo y yo habíamos trabajado duro, y que estábamos listos para enfrentar cualquier desafío.

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