La competencia había comenzado y el ambiente en el camerino era cada vez más tenso. Leonardo y yo escuchábamos atentamente mientras anunciaban a los participantes, cada uno con su propia historia y talento. La mayoría eran muy talentosos, y no podía evitar sentirme nerviosa.
Cuando escuchamos nuestro nombre, nos volteamos a ver y comenzamos a caminar hacia la puerta que daba al escenario. Antes de cruzarla, nos dimos una mirada y suspiramos. La adrenalina corría por mis venas. Al cruzar la puerta, fuimos recibidos por un mar de luces deslumbrantes y los flashes de las cámaras. El olor a madera y barniz del piano y el violín llenaba el aire. El público era un murmullo constante, como un río que fluía sin cesar. Comencé a sentirme abrumada, demasiadas caras, demasiadas cámaras. La emoción me estaba superando. Leonardo, al notar mi nerviosismo, me tomó de la mano y me sentó junto a él en el piano. Le lancé una mirada confundida y asustadiza. —Hay que tocar juntos —me dijo Leonardo—, no demuestres tus miedos, que es con lo primero que te atacarán. Lo miré directamente a los ojos, buscando seguridad y confianza. Luego, regresé mi mirada al público y luego a mi violín. Cerré los ojos y suspiré, tratando de calmar mi corazón acelerado. Los volví a abrir y miré a Leonardo. —Hay que hacerlo —le dije, con una determinación renovada. Leonardo me sonrió y se acomodó en el piano, listo para comenzar. Me coloqué mi violín y me senté a su lado, lista para enfrentar el desafío. El silencio era palpable, el momento era nuestro. Leonardo y yo nos dimos una última mirada, una mezcla de desafío y complicidad en sus ojos, antes de comenzar a tocar la Hungarian Dance No. 5 en G Minor. Sentía el nerviosismo latir en mi pecho, pero al escuchar el silencio reverente del auditorio, cerré los ojos y dejé que la música me envolviera. Cada nota parecía cobrar vida propia, y me levanté del asiento del piano, permitiendo que mi cuerpo se moviera al compás de la melodía, mis expresiones reflejando cada emoción que la música despertaba en mí. Al llegar a la mitad de la pieza, sabía que se aproximaba la parte más desafiante. Abrí los ojos, decidida a enfrentar al público con valentía. Mis dedos volaban sobre las cuerdas del violín, cada movimiento cargado de pasión y precisión. Podía sentir la intensidad de mi conexión con la música, una energía palpable que llenaba el aire. En ese preciso momento, nuestras miradas se encontraron de nuevo. Leonardo, con una sonrisa que mezclaba orgullo y admiración, y yo, con una chispa de determinación en mis ojos. Ambos sabíamos que estábamos creando algo extraordinario. La audiencia, completamente cautivada, apenas se atrevía a respirar, temiendo romper el hechizo que se había tejido en el escenario. Avancé hacia el frente del escenario, mi violín cantando con una pasión desbordante. Cada movimiento era una danza, cada nota una declaración de mi amor por la música. Al acercarme al final, mi energía se intensificó, y juntos, terminamos con una nota perfecta que resonó en el silencio expectante. El estallido de aplausos y vítores fue inmediato. La gente se levantó de sus asientos, ovacionando con fervor. Leonardo se acercó a mí, pasando un brazo por mis hombros en un gesto de camaradería y triunfo. Levanté la vista, encontrándome con su mirada, quien me observaba con una sonrisa radiante. —Lo hicimos, Sofía —dijo Leonardo, su voz vibrando con emoción. Aún conmocionada por la intensidad del momento, devolví la mirada al público y sonreí, una sonrisa llena de felicidad y orgullo. —Lo hicimos —repetí, sintiendo una profunda sensación de logro y satisfacción.Mientras Leonardo mantenía su brazo sobre mis hombros, sentí una mezcla de orgullo y nerviosismo. El auditorio se llenaba de un murmullo expectante, y las luces del escenario brillaban intensamente, destacando cada expresión en nuestros rostros. El aire estaba cargado de la energía de nuestra reciente interpretación, y el público, aún en silencio, contenía la respiración.Una de los jueces, una mujer elegante con el cabello gris recogido en un moño y una sonrisa cálida, se levantó y tomó el micrófono.—Buenas noches, Sofía y Leonardo. Los felicito por esta gran interpretación. La verdad, me encantó —dijo la juez con una sonrisa, mientras sus ojos brillaban de emoción. Su voz resonaba clara y melodiosa en el auditorio—. Sofía, me dejaste fascinada. Con esa conexión que tienes con tu violín, el gran trabajo que hiciste mientras tocabas... me dejó sin palabras.Sonreí y asentí, sintiendo un gran alivio y felicidad. Mi corazón aún latía acelerado después de la presentación, pero ahora me
Al entrar, no pude contener mi emoción al ver a mis papás y mi amiga Sofía, junto con los profesores Martínez y thomson y corrí a abrazar a mi profesor.—Gracias, profe, por confiar en mí. Si no hubiera sido por su ayuda en estos años, no estaría aquí —dije, con lágrimas en los ojos.Martínez sonrió y me abrazó con calidez.—No, Sofía, las gracias se las dé a usted misma. Es por su esfuerzo y dedicación. Eres muy talentosa.Me retiré, sonriendo, y me acerqué a mis padres y Valeria, que me recibieron con un abrazo y me felicitaban efusivamente. Sentía una mezcla de orgullo y alivio, como si un peso enorme se hubiera levantado de mis hombros.Mientras tanto, vi a Leonardo acercarse a Thomson, quien le dijo:—Estuviste excelente, Leonardo. Me encantó tu interpretación.Pero antes de que Thomson pudiera continuar, el papá de Leonardo intervino, con una expresión de desaprobación.—¿Excelente? Pudo haberlo hecho mucho mejor. Para eso le pago, para que no le enseñe a mi hijo a conformarse c
—Deberíamos ir a ver a los demás concursantes, además quiero ver a Gabriela y Alejandro —dije, tomando la mano de Leonardo y guiándolo por donde habían salido mis padres y Valeria. Leonardo se dejó llevar sin resistencia.Nos dirigimos a unos asientos vacíos en la primera fila, justo a tiempo para la siguiente actuación. El aire estaba cargado de una mezcla de perfumes y el leve olor a madera del escenario. El presentador, con una sonrisa radiante, anunció con entusiasmo.—¡Y ahora, recibamos a nuestros siguientes concursantes, Gabriela y Alejandro!Leonardo y yo intercambiamos miradas. Sabíamos que Gabriela y Alejandro eran nuestros principales rivales en la competencia. Sin embargo, algo en sus expresiones llamó mi atención. Gabriela y Alejandro parecían tensos, con rostros marcados por la frustración y el enojo.Cuando comenzaron a tocar, la música fluía con la misma precisión y pasión que siempre los había caracterizado. Pero de repente, Gabriela presionó una tecla equivocada en e
El presentador anunció un breve descanso antes de que los jueces revelaran al ganador. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza mientras miraba a Leonardo. Sus ojos grises reflejaban la misma ansiedad que sentía yo. Observamos a los jueces deliberar, intercambiando papeles y fotos de los concursantes. La tensión en el aire era palpable, casi podía oler el nerviosismo de todos a mi alrededor.Leonardo se inclinó hacia mí y susurró— ¿Vamos por algo de beber?Asentí, agradecida por la distracción. Caminamos juntos hacia la mesa de bebidas, y en el camino localicé a Valeria. Le hice una seña para que se uniera a nosotros. Valeria llegó rápidamente y me abrazó con fuerza, su perfume floral llenando mis sentidos.—No puedo creer la interpretación de Gabriela y Alejandro, y peor aún la humillación que pasaron —dijo Valeria, aún impactada.Sentí una punzada de tristeza. Aunque Gabriela y Alejandro habían cometido errores, la crítica había sido demasiado dura.—Lo sé, me sentí mal por ellos. A
Estaba de pie en medio del bullicio, todavía sentía el brazo de Leonardo alrededor de mí, pero todo a mi alrededor parecía desvanecerse. El sonido de los vítores y las risas de mis compañeros se volvía un eco lejano, casi imperceptible. El aire estaba cargado de una mezcla de adrenalina y nerviosismo, y podía sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.El ambiente estaba lleno de energía, pero para mí, el mundo se reducía a un solo punto: Leonardo. Cuando giré la cabeza, lo vi mirándome fijamente. Nuestros ojos se encontraron y, en ese instante, todo lo demás dejó de existir. La intensidad de su mirada me hizo sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Podía escuchar mi propia respiración, lenta y profunda, mientras trataba de calmarme.Leonardo bajó la mirada hacia mis labios, y yo, sintiendo la boca seca por los nervios, me los humedecí instintivamente. Vi cómo él tragaba saliva, y eso solo aumentó la tensión entre nosotros. Cuando Leonardo levantó la mirada de nuevo, nuestr
Leonardo y yo salimos del bullicio de la celebración y nos dirigimos a un pequeño café cercano. El ambiente en el café era tranquilo, con una suave música de fondo y el aroma a café recién hecho llenando el aire. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde podíamos ver las luces de la ciudad parpadeando en la distancia.—¿Qué te gustaría tomar? —me preguntó Leonardo, con una sonrisa que hacía que mi corazón latiera un poco más rápido.—Un café con leche estaría bien —respondí, tratando de mantener la calma.Leonardo hizo el pedido y, mientras esperábamos, me miró con una expresión que mezclaba curiosidad y algo más profundo.—Hoy realmente demostraste lo talentosa que eres —dijo, su voz suave pero llena de admiración.Sentí que mis mejillas se sonrojaban. —Gracias, Leonardo. No podría haberlo hecho sin el apoyo de todos ustedes.Él asintió, y por un momento, ambos nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Cuando llegaron nuestras bebidas, levanté mi
El sol de la mañana se filtraba por las cortinas, despertándome lentamente. Me quedé un momento mirando el techo, tratando de procesar los eventos de la noche anterior. De repente, escuché el sonido de un mensaje en mi celular. Alcancé el teléfono en la mesa junto a mi cama y vi que era un mensaje de Valeria. "¡Fiesta de celebración esta noche a las 8! 🎉🎉 Sofía, tú y Leonardo ganaron la competencia, ¡tenemos que festejar!" Hice una mueca. Aunque estaba feliz por haber ganado, no estaba de humor para una fiesta. Le respondí a Valeria. "No lo sé, Valeria. No estoy de humor para fiesta." La respuesta de Valeria llegó de inmediato. "¡Déjate de cosas! Esta fiesta es por tu gran esfuerzo y dedicación. ¡Necesitas festejarlo! No acepto un no por respuesta." Suspiré y le contesté. "Está bien." Luego lancé el celular de vuelta a la mesa y me dejé caer en la cama, mirando el techo. No sabía si estaba lista para enfrentar a Leonardo de nuevo, pero tal vez la fiesta sería una oportunid
La música seguía envolviéndonos, cada vez más intensa. Mateo se inclinó hacia mí, su aliento cálido en mi oído.—¿Te gustaría salir a tomar un poco de aire? —preguntó, su voz suave pero firme.Asentí, sintiendo que necesitaba un respiro del calor y la multitud. Tomó mi mano y me guió a través de la pista de baile, esquivando a los demás bailarines. Valeria me lanzó una mirada cómplice y me hizo un gesto de aprobación antes de que saliéramos del club.El aire fresco de la noche me golpeó en el rostro cuando salimos. Respiré hondo, sintiendo cómo el frío despejaba mi mente. Mateo no soltó mi mano, y me llevó a un rincón tranquilo, lejos del bullicio.—Es mucho mejor aquí afuera —dijo, sonriendo—. A veces, la música y la gente pueden ser abrumadoras.—Sí, definitivamente —respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza, no solo por el baile, sino también por la cercanía de Mateo.Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad. Mateo me miró a los ojos, su ex