Estaba de pie en medio del bullicio, todavía sentía el brazo de Leonardo alrededor de mí, pero todo a mi alrededor parecía desvanecerse. El sonido de los vítores y las risas de mis compañeros se volvía un eco lejano, casi imperceptible. El aire estaba cargado de una mezcla de adrenalina y nerviosismo, y podía sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.
El ambiente estaba lleno de energía, pero para mí, el mundo se reducía a un solo punto: Leonardo. Cuando giré la cabeza, lo vi mirándome fijamente. Nuestros ojos se encontraron y, en ese instante, todo lo demás dejó de existir. La intensidad de su mirada me hizo sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Podía escuchar mi propia respiración, lenta y profunda, mientras trataba de calmarme. Leonardo bajó la mirada hacia mis labios, y yo, sintiendo la boca seca por los nervios, me los humedecí instintivamente. Vi cómo él tragaba saliva, y eso solo aumentó la tensión entre nosotros. Cuando Leonardo levantó la mirada de nuevo, nuestros ojos se encontraron una vez más, y la conexión entre nosotros se hizo aún más fuerte. Nos fuimos acercando lentamente, nuestras respiraciones se mezclaban, creando una atmósfera cargada de anticipación. Podía sentir el calor de su aliento, y nuestros labios estaban a punto de rozarse cuando, de repente, el grito de Valeria rompió el hechizo. —¡Ganamos! —gritó Valeria, corriendo hacia nosotros con una sonrisa radiante. Leonardo y yo nos separamos bruscamente, el momento roto. Me giré para ver a Valeria, quien me abrazó con entusiasmo. Aunque le devolví el abrazo, mi mente seguía atrapada en lo que acababa de suceder, mi corazón aún latiendo con fuerza y mis emociones a flor de piel. Mientras Valeria seguía celebrando, Leonardo y yo intercambiamos una mirada rápida, ambos conscientes de lo que casi había sucedido. Sentí una mezcla de frustración y alivio, pero no podía dejar de pensar en el momento que habíamos compartido. Mi corazón latía con fuerza, y una sensación de calor subía por mi pecho. Valeria, ajena a la tensión entre nosotros, nos arrastró hacia el centro del grupo de los participantes, donde todos estaban abrazándose y felicitándose mutuamente. La victoria había sido dura, pero merecida, y el ambiente estaba lleno de alegría y camaradería. Las risas y los gritos de júbilo llenaban el aire, creando una atmósfera contagiosa de celebración. Pude visualizar a mis padres entre la multitud y me acerqué a ellos con una sonrisa. Al verme, sus rostros se iluminaron y me dieron un gran abrazo. Sentí el calor y el amor en sus gestos, y una oleada de gratitud me invadió. —Muchas felicidades, cariño. Estamos tan orgullosos de ti, sabíamos que lo lograrías. Eres muy talentosa —dijo mi madre, con los ojos brillantes de emoción. —Demostraste ser la mejor —añadió mi papá, sonriéndome mientras me acomodaba un mechón del cabello que se había soltado. —Gracias a ustedes, por confiar en mí. Siempre me apoyaron y les agradezco tanto —respondí, sintiendo un picor en los ojos mientras las lágrimas amenazaban con salir. Me volvieron a abrazar, y a medida que la celebración continuaba, Leonardo se acercó a mí nuevamente. Esta vez, su expresión era más relajada, pero sus ojos aún reflejaban la intensidad de antes. —¿Estás bien? —me preguntó en voz baja, apenas audible sobre el bullicio. Asentí, aunque mi corazón seguía latiendo con fuerza. —Sí, solo... un poco abrumada. Leonardo sonrió, y esa simple acción hizo que me sintiera un poco más tranquila. —Lo entiendo. Hoy ha sido un día intenso. Antes de que pudiera responder, uno de los concursantes nos llamó para una foto grupal. Nos unimos al grupo, y aunque traté de concentrarme en la cámara, no podía evitar sentir la presencia de Leonardo a mi lado. Su cercanía me hacía sentir nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Después de la foto, la multitud comenzó a dispersarse lentamente. Algunos se dirigieron a sus casas, mientras que otros planeaban continuar la celebración. Leonardo y yo nos quedamos atrás, caminando lentamente hacia la salida. —¿Te gustaría ir a tomar algo? —me preguntó, su tono casual, pero sus ojos aún llenos de esa intensidad que me hacía sentir nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Sonreí, sintiendo una oleada de anticipación. —Sí, me encantaría.Leonardo y yo salimos del bullicio de la celebración y nos dirigimos a un pequeño café cercano. El ambiente en el café era tranquilo, con una suave música de fondo y el aroma a café recién hecho llenando el aire. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde podíamos ver las luces de la ciudad parpadeando en la distancia.—¿Qué te gustaría tomar? —me preguntó Leonardo, con una sonrisa que hacía que mi corazón latiera un poco más rápido.—Un café con leche estaría bien —respondí, tratando de mantener la calma.Leonardo hizo el pedido y, mientras esperábamos, me miró con una expresión que mezclaba curiosidad y algo más profundo.—Hoy realmente demostraste lo talentosa que eres —dijo, su voz suave pero llena de admiración.Sentí que mis mejillas se sonrojaban. —Gracias, Leonardo. No podría haberlo hecho sin el apoyo de todos ustedes.Él asintió, y por un momento, ambos nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Cuando llegaron nuestras bebidas, levanté mi
El sol de la mañana se filtraba por las cortinas, despertándome lentamente. Me quedé un momento mirando el techo, tratando de procesar los eventos de la noche anterior. De repente, escuché el sonido de un mensaje en mi celular. Alcancé el teléfono en la mesa junto a mi cama y vi que era un mensaje de Valeria. "¡Fiesta de celebración esta noche a las 8! 🎉🎉 Sofía, tú y Leonardo ganaron la competencia, ¡tenemos que festejar!" Hice una mueca. Aunque estaba feliz por haber ganado, no estaba de humor para una fiesta. Le respondí a Valeria. "No lo sé, Valeria. No estoy de humor para fiesta." La respuesta de Valeria llegó de inmediato. "¡Déjate de cosas! Esta fiesta es por tu gran esfuerzo y dedicación. ¡Necesitas festejarlo! No acepto un no por respuesta." Suspiré y le contesté. "Está bien." Luego lancé el celular de vuelta a la mesa y me dejé caer en la cama, mirando el techo. No sabía si estaba lista para enfrentar a Leonardo de nuevo, pero tal vez la fiesta sería una oportunid
La música seguía envolviéndonos, cada vez más intensa. Mateo se inclinó hacia mí, su aliento cálido en mi oído.—¿Te gustaría salir a tomar un poco de aire? —preguntó, su voz suave pero firme.Asentí, sintiendo que necesitaba un respiro del calor y la multitud. Tomó mi mano y me guió a través de la pista de baile, esquivando a los demás bailarines. Valeria me lanzó una mirada cómplice y me hizo un gesto de aprobación antes de que saliéramos del club.El aire fresco de la noche me golpeó en el rostro cuando salimos. Respiré hondo, sintiendo cómo el frío despejaba mi mente. Mateo no soltó mi mano, y me llevó a un rincón tranquilo, lejos del bullicio.—Es mucho mejor aquí afuera —dijo, sonriendo—. A veces, la música y la gente pueden ser abrumadoras.—Sí, definitivamente —respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza, no solo por el baile, sino también por la cercanía de Mateo.Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad. Mateo me miró a los ojos, su ex
Mientras bailábamos, Leonardo me miró con una intensidad que me hizo sentir vulnerable. Sentí que podía ver a través de mí, que conocía mis secretos y mis miedos. Pero en lugar de sentirme incómoda, me sentí segura. Me sentí como si estuviera en casa.De repente, Leonardo se detuvo y me miró fijamente. Sin decir una palabra, se acercó a mí y presionó sus labios contra los míos. Me sorprendió, pero no me resistí. De hecho, me sentí atraída hacia él, como si una fuerza magnética nos uniera.El beso fue intenso y apasionado, con una mezcla de emociones y alcohol. Nos besamos como si no hubiera un mañana, como si solo existiéramos nosotros dos en ese momento. La música y la multitud desaparecieron, y solo quedamos Leonardo y yo, perdidos en nuestro propio mundo.El beso duró lo que pareció una eternidad, hasta que finalmente nos separamos, jadeando y mirándonos con una mezcla de sorpresa y confusión. ¿Qué habíamos hecho? ¿Qué significaba eso?Nos miramos durante un momento, sin decir una
Me despierto por la mañana con un dolor de cabeza punzante, consecuencia de la resaca. Intento moverme, pero siento un peso en mi cintura. Bajo la mirada y veo un brazo masculino rodeándome. Me sobresalto y abro los ojos de par en par. Me incorporo y volteo hacia la persona que está a mi lado, y me encuentro con Leonardo dormido. De repente, todo lo ocurrido la noche anterior cae sobre mí como un balde de agua fría.Me cubro la cara con las manos, intentando procesar lo que había sucedido. Quito lentamente el brazo de Leonardo y salgo de la cama con cuidado de no despertarlo. Busco mi ropa y me la coloco rápidamente, mientras pienso en cómo salir de esta situación. No puedo creer lo que he hecho.Salgo de la habitación sin hacer ruido y me dirijo hacia la puerta principal. La abro y salgo huyendo de la casa, sin saber hacia dónde voy, solo sé que necesito alejarme de Leonardo y de lo que había sucedido.Mientras camino, intento recordar los detalles de la noche anterior, pero todo es
Unos minutos después, escucho el timbre de la puerta. Me levanto rápidamente y abro, encontrándome con Valeria, quien me mira con preocupación. —Sofía, ¿qué ha pasado? —pregunta mientras entra y cierra la puerta detrás de ella. Nos dirigimos al sofá y me siento a su lado, sintiendo que las lágrimas vuelven a amenazar con salir. —Es Leonardo —empiezo, y Valeria asiente, animándome a continuar—. Anoche... algo pasó entre nosotros. Y esta mañana, le dije que no significó nada para mí, pero no es verdad. Le mentí porque tenía miedo. Valeria me mira con comprensión y toma mis manos entre las suyas. —¿Miedo de qué, Sofía? —De mis sentimientos. No sé si lo que siento por él es solo deseo o algo más. No quiero arruinar nuestra amistad, pero lo que pasó anoche fue increíble. Me hizo sentir cosas que nunca había sentido antes. Valeria asiente, escuchando atentamente. —Es normal tener miedo, Sofía. Pero también es importante ser honesta contigo misma y con él. Si realmente sientes algo p
Después de salir del parque, decido que necesito hablar con alguien que pueda ofrecerme una perspectiva diferente. Alguien que siempre ha sido honesta conmigo. Marco el número de Valeria, mi mejor amiga, y espero a que conteste.—¿Sofía? ¿Qué pasa? —pregunta Valeria al contestar.—¿Puedo ir a tu casa? Necesito hablar contigo —le digo, tratando de mantener mi voz firme.—Claro, ven cuando quieras. Estoy en casa.Cuelgo y me dirijo a la casa de Valeria. El camino me da tiempo para ordenar mis pensamientos, aunque el dolor y la confusión siguen presentes. Cuando llego, Valeria me recibe con una sonrisa cálida y me invita a pasar.—¿Qué ha pasado? —pregunta, guiándome hacia el salón.Nos sentamos en el sofá y, sin poder contenerme más, le cuento todo lo que ha sucedido con Leonardo. Valeria escucha atentamente, sin interrumpirme.—Sofía, lo siento mucho. Leonardo no tenía derecho a hablarte así. Pero también creo que esto te ha mostrado quién es realmente. Y aunque duela, es mejor saberl
Al día siguiente, me desperté con una mezcla de emoción y nerviosismo. Me preparé rápidamente y me dirigí a la academia, donde me encontraría con los miembros de la orquesta con los que trabajaría. Al llegar, me sorprendí al ver que todos eran jóvenes, llenos de energía y entusiasmo.En el centro de la sala, el profesor Martínez conversaba con una mujer elegante, de porte distinguido. Al verme, Martínez me hizo señas para que me acercara. Obedecí y me aproximé con una sonrisa tímida.—Buenos días, Sofía —dijo el profesor Martínez con una sonrisa cálida—. Quiero presentarte a la señora Elena García, la encargada de la orquesta.La señora García extendió una mano elegante y yo la estreché con respeto.—Es un placer conocerte, Sofía —dijo la señora García—. He oído mucho sobre tu talento. Tu lugar será en la primera fila, junto a los otros violinistas principales. En unos minutos comenzaremos el primer ensayo.Asentí, sintiendo una oleada de orgullo y responsabilidad. Me dirigí hacia l