| 𝐃𝐄𝐒𝐄𝐎 🔥

Mientras bailábamos, Leonardo me miró con una intensidad que me hizo sentir vulnerable. Sentí que podía ver a través de mí, que conocía mis secretos y mis miedos. Pero en lugar de sentirme incómoda, me sentí segura. Me sentí como si estuviera en casa.

De repente, Leonardo se detuvo y me miró fijamente. Sin decir una palabra, se acercó a mí y presionó sus labios contra los míos. Me sorprendió, pero no me resistí. De hecho, me sentí atraída hacia él, como si una fuerza magnética nos uniera.

El beso fue intenso y apasionado, con una mezcla de emociones y alcohol. Nos besamos como si no hubiera un mañana, como si solo existiéramos nosotros dos en ese momento. La música y la multitud desaparecieron, y solo quedamos Leonardo y yo, perdidos en nuestro propio mundo.

El beso duró lo que pareció una eternidad, hasta que finalmente nos separamos, jadeando y mirándonos con una mezcla de sorpresa y confusión.

¿Qué habíamos hecho? ¿Qué significaba eso?

Nos miramos durante un momento, sin decir una palabra. Luego, Leonardo sonrió y me tomó la mano.

—Vamos a salir de aquí —dijo, y me llevó fuera del club, lejos de la música y la multitud.

Una vez fuera del club, Leonardo me llevó a su coche, estacionado en una calle cercana. Nos montamos y, sin decir una palabra, comenzamos a besarnos con más intensidad que antes. La pasión y el deseo se apoderaron de nosotros, y no pudimos contenernos.

Leonardo condujo hasta su casa, que estaba cerca. Me sentía como si estuviera en un sueño, con mi corazón latiendo a mil por hora.

Al llegar a su casa, nos besamos con más fuerza, como si no hubiera un mañana.

Leonardo caminó hacia atrás, sin dejar de besarme, y de repente, cayó en el sofá conmigo encima de él. Nos reímos, pero nos detuvimos al mirarnos intensamente.

Rompiendo la distancia, lo jalé hacia mí, besándolo con todas mis fuerzas.

Leonardo respondió con igual pasión, y nos sumergimos en un beso apasionado, sin preocuparnos por nada más.

En ese momento, todo lo demás desapareció. Solo estábamos Leonardo y yo, perdidos en nuestro propio mundo de pasión y deseo.

Leonardo se levantó conmigo en brazos, agarrándome por los glúteos, y subió las escaleras arriba mientras seguíamos besándonos apasionadamente. No podía creer lo que estaba sucediendo, pero no quería detenerlo. Quería sentir su piel contra la mía, su calor, su pasión.

Cuando llegamos a la habitación de Leonardo, la cerró con el pie y se dirigió a la cama. Me dejó caer suavemente sobre el colchón, mientras seguía besándome. Sus labios descendieron al cuello, y sentí un estremecimiento de placer. Luego, comenzó a quitarme el corset que llevaba, y su mirada se detuvo en mis senos desnudos.

No llevaba brasier, y Leonardo lo sabía. Me miró con una mezcla de sorpresa y deseo, y supe que estaba perdida. Me sentí vulnerable, expuesta, pero también segura.

Leonardo se inclinó hacia mí, y su boca cubrió mi pecho. Sentí un estremecimiento de placer, y mi cuerpo respondió a su tacto. Me sentí viva, conectada a él de una manera que nunca había experimentado antes.

Mientras seguía besándome, Leonardo comenzó a quitarse la ropa. Se desabotonó la camisa, revelando su pecho fuerte y definido. Luego, se quitó los pantalones, mostrando sus muslos fuertes y su ropa interior negra.

Me sentí excitada, viendo su cuerpo desnudo. Me gustaba lo que veía, y quería más. Quería sentir su piel contra la mía, su calor.

Leonardo me miró con una mezcla de deseo y admiración, y luego se inclinó hacia mí para quitarme las botas. Me las desabrochó y me las quitó, revelando mis piernas desnudas.

Luego, Leonardo se centró en mi falda negra. Me la desabrochó y me la bajó por las piernas, revelando mi tanga negra.

Finalmente, Leonardo me quitó la tanga negra, dejándome completamente desnuda.

Leonardo me miró con lujuria, y luego se inclinó hacia mí para besarme de nuevo.

Leonardo me besó con fuerza, su lengua explorando mi boca. Me sentí abrumada por su pasión, su deseo. Me agarró por las caderas y me acercó a él, presionando su cuerpo contra el mío. Sintiendo su erección todavía dentro de su bóxer.

Me agarró por las muñecas y me las puso sobre mi cabeza, inmovilizándome.

De repente, Leonardo se detuvo y me miró fijamente. Sin decir una palabra, se levantó y se quitó el bóxer. Me quedé sin aliento al ver su cuerpo desnudo. Algo sorprendía por lo grande y grueso que era su miembro, se acercó a su mesa de noche y sacó un preservativo y con los dientes lo rompió y se lo colocó. Tragué saliva mientras lo miraba acercarse con una mirada llena de deseo y una sonrisa de lado, se subió encima de mí y me comenzó a besar el cuello y se acercó a mi oído.

— Abre las piernas para mí, nena. — me dio un pequeño mordisco en el lóbulo.

Sentía como temblaba todo en mi interior, era demasiada la excitación. Sentía que salían chorros dentro mío.

Abrí las piernas y él se coló entre mis piernas y me besó el cuello, yo soltaba gemidos y buscaba sentir la fricción de su cuerpo desnudo con el mío, se regresó a mis labios y se acomodó el pene en mi entrada.

— Estás tan mojada, y me prende que sea por mí. — agarra un pecho y lo aprieta, solo suelto gemidos.

Comenzó a introducirse lentamente, sentí un poco de dolor por lo ancho que era, solté un quejido de dolor y Leonardo me susurró en el oído.

—relájate nena, ábrete más para mí.

Sentí escalofríos y solté un gemido cuando se introducía más.

— así nena, estás bien apretada.— gruño mientras me la insertaba toda solté un grito ahogado.

Se quedó quieto para que me acostumbrara y comenzó a moverse lentamente, sentía algo de molestia, pero era más la sensación satisfacción. Gemía y Leonardo comenzó a bombear más rápido .

—Leo.— gemía como una loca.

—si nena, ¿te gusta así?

Yo no podía ni hablar por la sensación que me estaba provocando, Solo asentía.

Sentí que comenzó a embestirme lento y fuerte. Gemía por cada embestida.

— te hice una pregunta—me agarró el cuello y me hizo mirarlo.

— Me encanta. — dije en susurro apenas y podía hablar.

Comenzó a bombear rápido y duro. Salió de mí, confundida, voltee a verlo y con un solo movimiento me volteó dejándome boca abajo. Me levantó el culo y me lo metió de una, solté un pequeño grito y me sostuve para no irme hacia adelante, sentí una nalgada en mi culo y me sobresalté mientras gemía.

— qué rico culo tienes. — me decía mientras me lo sobaba y me daba otra. Yo solo gemía como una gata en celo.

Me agarró del cabello y me jaló hacia él mientras me seguía bombeando y me comenzó a dar besos y pequeños mordiscos

— eres una chica muy obediente, así me encantan.

Dirigí mi vista a él con mirada de lujuria y gimiendo él me regresó la mirada

— esa carita de inocente no sabe cómo me prende. — gruñó mientras me besaba y me bombeaba más rápido.

Sentía que llegaba a mi orgasmo y también Leonardo comencé a sentir su pene más duro y comencé apretarlo.

— así nena, apriétamelo.— con eso me dejé ir, llegué al orgasmo.

Leonardo siguió bombeando hasta que gruñó dando entender que también llegó al orgasmo.

Salió y yo me dejé caer en la cama rendida. Mire como se quitó el preservativo y lo tiró al bote de basura y llegó a mi lado y se acostó acomodándome a su pecho y tapándonos me dio un beso en la frente.

— hay que dormir. — Yo simplemente asentí y me desmayé.

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