| 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐋𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐉𝐔𝐍𝐓𝐎 𝐔𝐍 𝐃𝐄𝐒𝐀𝐅𝐈́𝐎

A medida que pasaban las semanas, Leonardo y yo comenzamos a encontrar un ritmo. No era fácil, y hubo muchos momentos de frustración y desacuerdo, pero poco a poco, empezamos a entendernos mejor. Valeria, mi amiga y confidente, notó el cambio.

—Parece que las cosas van mejor con Leonardo —dijo un día mientras tomábamos un café después de la práctica.

Asentí, sonriendo.

—Sí, hemos encontrado una manera de trabajar juntos. No es perfecto, pero estamos mejorando.

Valeria me miró con curiosidad.

—¿Y cómo te sientes al respecto?

Suspiré, pensando en todas las emociones que había experimentado en las últimas semanas.

—Es complicado. A veces me siento frustrada, pero también he aprendido mucho. Leonardo es un pianista increíble, y trabajar con él me ha obligado a mejorar.

Valeria sonrió, dándome una palmada en el hombro.

—Estoy orgullosa de ti, Sofía. Sé que esto no ha sido fácil, pero estás haciendo un gran trabajo.

Un día, durante uno de nuestros ensayos, Leonardo y yo decidimos intentar algo más desafiante. Habíamos estado tocando piezas clásicas, pero queríamos probar algo más moderno y complejo.

—¿Qué tal "Libertango" de Piazzolla? —sugirió Leonardo, con una chispa de emoción en sus ojos.

Sonreí, emocionada por el reto.

—Me parece perfecto. Vamos a intentarlo.

La pieza era intensa y apasionada, llena de ritmos complejos y cambios de tempo. Al principio, fue un desastre. Nos costaba sincronizarnos y mantener el ritmo. Pero no nos rendimos. Ensayamos una y otra vez, ajustando cada detalle hasta que finalmente, logramos tocarla de principio a fin sin errores.

Cuando terminamos, ambos estábamos sin aliento, pero sonreíamos.

—Eso fue increíble —dije, sintiendo una oleada de orgullo.

Leonardo asintió, su expresión más suave de lo habitual.

—Sí, lo fue. Buen trabajo, Sofía.

Por primera vez, sentí que realmente éramos un equipo.

Leonardo y yo estábamos en medio de un ensayo intenso. La sala de música resonaba con las notas de una pieza complicada que parecía desafiar nuestra capacidad de trabajar juntos. No podíamos ponernos de acuerdo en la interpretación, y la tensión era palpable.

—Creo que deberíamos enfocarnos en la emoción de la pieza —dije, frunciendo el ceño mientras ajustaba mi violín.

Leonardo, sentado al piano, sacudió la cabeza con impaciencia.

—No, no, no —respondió, golpeando las teclas con frustración—. La técnica es lo que importa aquí. Si no lo hacemos perfecto, no vale la pena.

Sentí cómo la frustración se acumulaba en mi pecho. Respiré hondo antes de hablar.

—Pero la música es sobre expresión, no solo sobre técnica —dije, tratando de mantener la calma.

Leonardo se encogió de hombros, su expresión indiferente.

—Para mí, la técnica es lo que permite la expresión.

La discusión continuó durante horas, cada uno defendiendo su punto de vista con pasión. Las palabras se volvieron más agudas y las miradas más duras, hasta que finalmente, agotados y sin llegar a un acuerdo, decidimos tomar un descanso.

—Volvamos a intentarlo mañana —dije, guardando mi violín con manos temblorosas.

Leonardo asintió, su rostro aún tenso.

—Sí, tal vez con la mente despejada podamos encontrar una solución.

Salimos de la sala de música en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Sabíamos que el tiempo se agotaba y que necesitábamos encontrar una manera de trabajar juntos si queríamos tener alguna oportunidad en el concurso.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo