Alana Duncan ve cambiar su vida tras un accidente fatal donde atropella a un hombre, y su única esperanza se desvanece cuando su familia no puede salvarla. En medio de su desesperación y cuando cree todo está perdido, aparece un misterioso hombre que puede ser tanto su salvación como su condena, proponiéndole un trato extraño que no tiene la posibilidad de rechazar. Ángelo Denaro viene a destruir todo a su paso, y sobre todo a vengarse de una familia, que también destruyó la suya. Sin embargo, él jamás imaginó que la tentación vendría disfrazada de esposa, una muy rebelde que pondrá al límite todos sus planes. Entre el poder, y las ansias de someter, los sentimientos aflorarán y los secretos quedarán descubiertos. Porque nunca la línea entre el amor y el odio fue tan delgada entre un ángel, y un demonio…
Leer másSE LO DICES TÚ, O LO HAGO YO—¿Dónde está William ahora? —preguntó con un hilo de voz.—Tu hermana consiguió un lugar provisional para nosotros. Es cómodo, después que el maldit* de Denaro nos desalojó de nuestras pertenencias, no pudimos hacer mucho. —Hubo un silencio incómodo, y Oliver prosiguió—. Hablé con los médicos; parece que William se recuperará por completo. Tu hermano está bien, Alana, pero necesita apoyo.Ella cerró los ojos con fuerza, sintiendo el peso de las palabras. Por un lado, el alivio de saber que William estaba mejor; por el otro, el tormento de saber que su lucha estaba lejos de terminar. Carlo tenía razón en algo: su familia estaba rota, y por más que quisiera ignorarlo, había grietas imposibles de reparar.—¿Alana? —insistió su padre al otro lado de la línea.—Estoy aquí, papá. Lo visitaré pronto, envíame la dirección —dijo, sintiendo que su voz sonaba más firme de lo que en realidad se sentía.—Hazlo. Él te necesita, ahora mismo te envío la dirección. ¿Tú est
HAY UN PLAN…Los ojos de Alana se abrieron, y lo primero que vio fue la luz filtrarse por las cortinas. Ella se movió un poco tocando la cama vacía a su lado y luego hizo una mueca cuando hizo un movimiento en sus piernas.Si había dormido unas horas, era mucho a cómo fue su noche de pasión con Ángelo Denaro.“La mujer que me dio la vida” se estremeció al recordar las palabras y luego se sentó con una puntada en su vientre.Ella batió su cabello, y puso los pies en el suelo, cuando en el siguiente momento, escuchó un mensaje de texto en su celular.«Tenemos que hablar. Hay un plan»No había un remitente, pero ella escribió rápidamente.«¿En el mismo lugar pasado?»«Sí»«¿Dentro de cuánto?»«Una hora»Alana tomó una aspiración y comenzó a arreglarse con rapidez para salir, pedir que la dejaran en algún sitio y luego desviarse a la casa del marido de su madre. Y fue lo que hizo.Para su suerte, cuando salió no estaba ni Ángelo, ni Ivy, ni Luciano, cosa que le facilitó mucho las cosas.Pi
ELLA TAMBIÉN TE AMA…Alana sintió cómo el agua caliente cayó por su cuerpo entumecido y cerró los ojos solo para desear que su mente se pusiera en blanco, pero este anhelo era casi imposible.Sus ojos se irritaron cuando le ardieron bajo el agua y dejó caer unas lágrimas.Ella quería huir, pero ¿a dónde? Su familia ya no era su familia, y odiaba ver a Ángelo como parte de su vida.Recordó los ojos de su sobrino, la mirada de William en el hospital. Las palabras de su madre retumbaban en su cabeza. Ella pensaba que pronto iba a volverse loca.Enjabonó su cuerpo y sintió que le dolía la piel físicamente. El estrés era mucho, y todo por lo que había pasado solo la dejaban agotada cada vez más.En un momento cerró la ducha y tomó algunas toallas, y cuando iba a abrir la puerta del baño, ella se quedó quieta cuando vio la figura de pie en el marco.Su corazón comenzó a palpitar rápidamente y su cuerpo se tensó.—¿Escuchaste mucho? —su ceño se frunció.—¿De qué hablas?—De ti, mirándonos hab
SUSURROS…Alana sintió el corazón en la garganta mientras todas sus fibras palpitaban como una sola célula. Podía desde su distancia escuchar la respiración errante de Ángelo, y si no estaba exagerando, podía sentir su temblor. Además, era muy evidente. El chico, alto, delgado, de unos once años, cabello oscuro, y mirada idéntica a Ángelo, debía ser Luciano. Su postura era rígida, como si intentara aparentar más confianza de la que realmente sentía.—Ivy… —La voz ronca de Ángelo lo delató. Estaba nervioso como todos.Ivy tenía los ojos nublados, pero tomando un aliento, se giró, le sonrió a su hijo y lo instó a caminar.—Está bien, ven conmigo… —Ambos caminaron, uno más seguro que el otro, y Alana retrocedió un paso mirando el rostro de Ángelo que se había puesto pálido.Pero su compostura permaneció como una roca.—Ángelo, él es Luciano, mi hijo… —Ángelo miró los ojos de Ivy y luego los desvió a Luciano. Habían ganado en genética. Podía ver que era como verse en el espejo a su edad.
PLAN…El hombre que acababa de entrar, Carlo, observaba la escena con un interés calculado, como si fuera un espectador en una obra de teatro cuyo final ya conocía. Su sonrisa impecable no alcanzaba a ocultar del todo la intensidad de su mirada. Alana sentía que la estaba evaluando, juzgando su postura, su voz, incluso el modo en que apretaba los labios para contener sus pensamientos.—Bien, Alana. Vamos directo al grano —dijo Carlo, rompiendo el silencio —. Parece que hay asuntos importantes de los que debemos hablar, y el que tu padre o hermano lo sepa, parece no tan relevante como su situación ahora.Carlo se sentó en un sillón de cuero junto a una mesita con una botella de vino y dos copas. Sirvió una y la ofreció a Isabel, quien la aceptó con una sonrisa antes de cruzar las piernas. Luego, dirigió su atención a Alana.—Me parece fascinante que tu madre no me haya contado antes sobre el lío en el que estás metida —dijo Carlo, sin un ápice de burla en su tono, pero con un evidente
SON MUCHO MÁS…El silencio en el auto era insoportable. El ruido del motor, suave y constante, parecía un reloj que marcaba cada segundo de su decisión. Alana miraba por la ventana, observando cómo la ciudad se deslizaba a su alrededor, pero sin realmente ver nada. A su lado, Isabel, estaba sentada como si nada pudiera desmoronarla, como si las ruinas que había dejado a su paso no fueran de su incumbencia.Y, de hecho, eso incomodaba a Alana, pero debía dejarse claro, que ahora mismo, necesitaba de ella.—¿Quién te dijo lo de William? —preguntó Alana finalmente, rompiendo el silencio.—Todo el mundo lo sabe.Isabel volteó su rostro hacia ella y la miró con seriedad.—Imagino que ahora buscas respuestas.—No estoy buscando respuestas —respondió Alana con firmeza—. Necesito soluciones.—Una solución no siempre es gratis, querida —Isabel giró la mirada hacia la carretera con su tono gélido.Alana apretó las manos contra su cuerpo. Las palabras de su madre siempre habían sido así, afilada
LLEVAME A ÉL…La puerta del cuarto del hospital se abrió lentamente, y un par de tacones resonaron contra el piso de baldosas. Alana y William se quedaron congelados al ver a su madre entrar, con la mirada altiva y el porte impecable que siempre había exhibido, incluso en los momentos más tensos de sus vidas.William apretó los dientes y puños, mientras Alana retrocedió unos pasos.La había visto en la boda, y de eso, ya había pasado mucho tiempo. Incluso cuando pensó que las noticias sobre su matrimonio y todo el caos que estaba sobre ella alertarían a su madre, eso nunca sucedió.Realmente, Alana sentía que no pertenecía a su madre desde hace mucho.—He tenido un viaje largo, pero me alegra de verte vivo…—¿Qué haces aquí? No fui yo quien pidió que vinieras —A William el resentimiento se le notaba por encima.Alana abrió la boca para mirar a William, pero Isabel se adelantó.—Nadie me invitó, no necesitó ser invitada, aunque… —Y señaló a Alana—. Tu esposo es bastante educado, porque
JAMÁS PENSARON ESTARÍA AQUÍ…Ángelo soltó el aire mirando cómo la madrugada le daba un tono negro al cielo. Hacía mucho frío, pero él no podía sentir nada en su cuerpo, a excepción de la sensación que le creaba el recuerdo de estar dentro de Alana una y otra vez.Miró su vaso medio lleno, se sentía ebrio, cansado y con un ardor en el alma que lo estaba dejando sin aire. Por más que restregaba sus ojos, por más que quería dormir, no podía conciliar el sueño. Los momentos con Alana habían dejado su corazón con un alivio temporal, pero ahora que Alana estaba dormida en su cama, desnuda, envuelta en sus sabanas, toda la sensación de incertidumbre volvía a golpearlo con fuerza.“Luciano”Odiaba la sensación.Odiaba la traición.Odiaba que fuera su hermana…Volvió a beber y le ardió la garganta, entonces se quedó quieto cuando sintió un movimiento.—¿Qué haces despierta?—¿Sigues bebiendo? —Ángelo sonrió, aún no se había girado hacia ella, solo estaba de espaldas, y puso el vaso vacío en un
ERA SUYA…El silencio se alargó en la casa tras el portazo de Ivy. El eco de su salida pareció resonar en los muros, dejando a Alana y Ángelo envueltos en una tensión que se sentía como un puño cerrado en el pecho. Ángelo permaneció recostado contra la pared, mientras su respiración agitada rompía la quietud.Entonces él se centró en sus ojos un poco nublados y sus labios temblorosos.¿Tendría miedo de él también?Sin embargo, Alana extendió sus manos y tomó las suyas.—Hay que hacer algo con estas heridas, al menos lavarlas y vendarlas.Pero Ángelo apretó la mandíbula y negó.—¿Desde cuándo lo sabes?Alana bajó la mirada y pasó un trago.—Esta mañana. No la culpes, ella ha pasado por mucho, era… era apenas una niña.Ángelo sonrió con amargura mientras Alana vio su expresión. A pesar de su condición, él era demasiado hermoso para ella.—¿Dónde está Luciano? Y maldit@ sea, debe de tener por lo menos once años y no me conoce…Alana, todavía frente a él, sentía el peso del momento como s