CAPÍTULO 6 UN HOMBRE CON MUCHO PODER

UN HOMBRE CON MUCHO PODER

La habitación quedó en un silencio sepulcral, interrumpido solo por los sollozos ahogados de Alana. Su mente intentaba procesar todo lo ocurrido en las últimas horas, pero ella se hizo un ovillo en el suelo, viéndose tan sola y desdichada.

La opulencia de la suite nupcial contrastaba fuertemente con la angustia que la embargaba. Las velas parpadeaban suavemente, arrojando sombras danzantes en las paredes doradas, pero para ella, todo aquello era solo una burla, una planificación para humillarla.

Y quizás sea solo el principio.

Después de llorar por muchas horas, caminó lentamente hacia el centro de la habitación, donde la cama estaba adornada con pétalos de rosa y una botella de champaña sin abrir, esperaba en una mesa pequeña. Nada de eso tenía sentido para ella ahora.

Se dejó caer en el borde de la cama, sintiendo el peso de la situación, aplastarla. Era únicamente una niña cuando lo vio entrar a su casa, y su madre le había pedido que fuera a su cuarto cuando su padre, abofeteó a ese chico.

¿Por qué tendría la culpa?

¿Qué le había sucedido realmente para que se convirtiera en un hombre tan despiadado y vengativo? Sus recuerdos de él eran vagos, pero no recordaba en él esa oscuridad palpable que ahora parecía rodearlo.

Mientras se abrazaba a sí misma, tratando de encontrar algo de consuelo en su propia compañía, sus ojos se cansaron, y ella se rindió después de dos semanas de agobio. Por fin estaba tocando una cama digna, y aunque no sabía que sucedería mañana, ella se dejó ir por el sueño excesivo, con todo y su vestido de novia puesto.

***

A la mañana siguiente, Alana se despertó con los ojos hinchados y la mente aún perturbada. Las persianas aún dejaban la oscuridad de la habitación, y ella se apresuró a colocarse de pie para abrirlas, y sí, había amanecido.

Pasó un trago que le ardió en la garganta y se apresuró a tomar toda el agua posible. Debía encontrar la manera de salir de este lugar, lo que más deseaba era encontrarse de su familia, decirles lo que este hombre estaba decidido hacer, algo tenían que hacer, porque, aunque tenían muchos problemas financieros, aun su apellido tenía peso. 

Ella recorrió toda la suite con cuidado, y luego se detuvo de golpe para ver que había una laptop conectada. Su ceño se frunció, pero no tuvo otra opción, no tenía teléfono, ni ningún miedo para conectarse con el mundo.

Abrió la tapa de la computadora, e instantáneamente aparecieron un montón de anuncios. Solo allí pudo ver la hora, y se tocó la frente al saber que eran las diez y media.

 Solo notó que había algunos reportes, fotos de Ángelo Denaro, mujeres a su lado en un club costosísimo aquí en los Ángeles, y la mayoría de los títulos, eran más escandalosos que otros.

“La noche de bodas del magnate Ángelo Denaro, en un antro”

“Algunas modelos nacionales figuraron en las fotos de la estrambótica fiesta de celebración de bodas”

Alana abría más los ojos cada vez que veía las fotos, y en una de ella, a ese hombre besando a una mujer rubia.

Realmente era un escándalo.

“Los Duncan en decadencia” “¿De qué se trata este matrimonio?”

La agitación de Alana era mucha, y estaba a punto de cerrar la laptop cuando recordó su advertencia.

«Pues no, piccola (pequeña), ahora mismo, me iré a coger con alguna mujer que me apetezca, y asi celebraré mi boda por todo lo alto, en una fiesta clandestina, que saldrá en las noticias a primera hora por la mañana…»

Alana apretó los dientes con los ojos llorosos, y se sacudió a ella misma, para abrir una página de búsqueda y teclear su nombre en una pregunta.

¿Quién es Ángelo Denaro?

El resumen de la búsqueda era sencillamente: Un hombre con mucho poder. Un italiano que había residido durante unos años en Estados Unidos, y que había sido deportado en el año, que, sacando cuentas, era cuando tenía doce. Hizo su fortuna y creció en los negocios desde Italia, y solo hacía tres años, que se había asentado en Estados Unidos.

Alana se limpió cada lágrima que caía por sus mejillas, y aunque quería gritar de la impotencia, necesitaba un plan para llegar a su familia y advertir sobre él, pero lo que más le causaba escalofríos, era saber que él había tenido un romance con su hermana Isabella.

—Dios mío… —llevó las manos a su rostro y luego se levantó para toparse con un espejo.

Con la impotencia que sentía comenzó a desgarrar su ropa, mientras gritaba dentro de la habitación. Esta sería una vida de humillaciones hasta que ese hombre se cansara.

—¡Papá! —sollozó un poco y luego se tiró al suelo, pero cuando vio que las horas pasaron, y su estómago gruñía, ella dejó el orgullo a un lado, y alzó el teléfono que solo servía para hablar con recepción.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —Alana abrió la boca, pero la volvió a cerrar y lo pensó mejor.

—Llame a la policía, estoy secuestrada.

—¿Disculpe?

—Lo que escucha… Este hombre, Denaro, me tiene aquí en contra de mi voluntad.

—¿Está segura, señorita? ¿Puede decirme desde que habitación me llama?

A Alana le tembló la boca.

—Yo… no lo sé…

—Trataré de comunicarme con el señor Denaro.

—No, espere… no, ayúdame a salir de aquí, necesito ver a mi familia, por favor…

Sin embargo, Alana ya no escuchó nada más, y luego estrelló el teléfono contra el intercomunicador.

—No voy a hacer lo que le da la gana… —ella consiguió una camiseta, y se deshizo del vestido.

No podía usar las mismas sandalias, pero saldría de este lugar. Le diría al mundo lo que este hombre estaba tratando de hacer, y estaba segura de que podría tratar de manchar su reputación.

Abrió la puerta por dentro y se estrelló con dos hombres en el pasillo que rápidamente quisieron detenerla.

—¿A dónde va? —pero Alana corrió hacia el ascensor y hundió los botones con rapidez.

Se rio como una loca adentro, y se sintió feliz cuando el ascensor apuntó el primer piso, y lo primero que pensó fue tomar un taxi, y dar la dirección de su casa, porque sabía que podían estar esperándola…

Cuando las puertas se abrieron, ella salió precipitadamente, pero su cuerpo se golpeó con fuerza contra un hombre, que literalmente hizo que retrocediera con fuerza.

La mirada fría de Ángelo se posicionó en ella, casi desnuda, con apenas una camiseta, y su ceño se frunció, como una advertencia directa.

—¿Mi esposa tiene planes? —su voz y pregunta la dejaron congelada, y aunque su cuerpo estaba volviendo a titular, ella le alzó la cabeza.

—El mundo sabrá quién es usted en realidad, señor Denaro… y yo me voy a encargar de eso…

Ella no esperó que él esbozara una sonrisa, una sonrisa malditamente seductora, y aterradora a la vez…

Maria Pulido

HOLA, CHICAS!!! Aquí comenzamos esta nueva aventura, y en esta ocasión le dedicaré este capítulo, al primer comentario que se hizo en este libro. Alvaro Rafael Buelvas, hahaahh sé que eres una chica, pero así está tu nombre. Muchas gracias por ser la primicia de este libro, te envío un gran abrazo por apoyarme de esta forma. Y ustedes chicas, las leo, ¡LEO TODOS LOS COMENTARIOS! ¿Qué les parece el señor Denaro? ¿Y Alana? ¿Creen que podrá resistir mucho esta situación?

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