UN HOMBRE CON MUCHO PODER
La habitación quedó en un silencio sepulcral, interrumpido solo por los sollozos ahogados de Alana. Su mente intentaba procesar todo lo ocurrido en las últimas horas, pero ella se hizo un ovillo en el suelo, viéndose tan sola y desdichada.
La opulencia de la suite nupcial contrastaba fuertemente con la angustia que la embargaba. Las velas parpadeaban suavemente, arrojando sombras danzantes en las paredes doradas, pero para ella, todo aquello era solo una burla, una planificación para humillarla.
Y quizás sea solo el principio.
Después de llorar por muchas horas, caminó lentamente hacia el centro de la habitación, donde la cama estaba adornada con pétalos de rosa y una botella de champaña sin abrir, esperaba en una mesa pequeña. Nada de eso tenía sentido para ella ahora.
Se dejó caer en el borde de la cama, sintiendo el peso de la situación, aplastarla. Era únicamente una niña cuando lo vio entrar a su casa, y su madre le había pedido que fuera a su cuarto cuando su padre, abofeteó a ese chico.
¿Por qué tendría la culpa?
¿Qué le había sucedido realmente para que se convirtiera en un hombre tan despiadado y vengativo? Sus recuerdos de él eran vagos, pero no recordaba en él esa oscuridad palpable que ahora parecía rodearlo.
Mientras se abrazaba a sí misma, tratando de encontrar algo de consuelo en su propia compañía, sus ojos se cansaron, y ella se rindió después de dos semanas de agobio. Por fin estaba tocando una cama digna, y aunque no sabía que sucedería mañana, ella se dejó ir por el sueño excesivo, con todo y su vestido de novia puesto.
***
A la mañana siguiente, Alana se despertó con los ojos hinchados y la mente aún perturbada. Las persianas aún dejaban la oscuridad de la habitación, y ella se apresuró a colocarse de pie para abrirlas, y sí, había amanecido.
Pasó un trago que le ardió en la garganta y se apresuró a tomar toda el agua posible. Debía encontrar la manera de salir de este lugar, lo que más deseaba era encontrarse de su familia, decirles lo que este hombre estaba decidido hacer, algo tenían que hacer, porque, aunque tenían muchos problemas financieros, aun su apellido tenía peso.
Ella recorrió toda la suite con cuidado, y luego se detuvo de golpe para ver que había una laptop conectada. Su ceño se frunció, pero no tuvo otra opción, no tenía teléfono, ni ningún miedo para conectarse con el mundo.
Abrió la tapa de la computadora, e instantáneamente aparecieron un montón de anuncios. Solo allí pudo ver la hora, y se tocó la frente al saber que eran las diez y media.
Solo notó que había algunos reportes, fotos de Ángelo Denaro, mujeres a su lado en un club costosísimo aquí en los Ángeles, y la mayoría de los títulos, eran más escandalosos que otros.
“La noche de bodas del magnate Ángelo Denaro, en un antro”
“Algunas modelos nacionales figuraron en las fotos de la estrambótica fiesta de celebración de bodas”
Alana abría más los ojos cada vez que veía las fotos, y en una de ella, a ese hombre besando a una mujer rubia.
Realmente era un escándalo.
“Los Duncan en decadencia” “¿De qué se trata este matrimonio?”
La agitación de Alana era mucha, y estaba a punto de cerrar la laptop cuando recordó su advertencia.
«Pues no, piccola (pequeña), ahora mismo, me iré a coger con alguna mujer que me apetezca, y asi celebraré mi boda por todo lo alto, en una fiesta clandestina, que saldrá en las noticias a primera hora por la mañana…»
Alana apretó los dientes con los ojos llorosos, y se sacudió a ella misma, para abrir una página de búsqueda y teclear su nombre en una pregunta.
¿Quién es Ángelo Denaro?
El resumen de la búsqueda era sencillamente: Un hombre con mucho poder. Un italiano que había residido durante unos años en Estados Unidos, y que había sido deportado en el año, que, sacando cuentas, era cuando tenía doce. Hizo su fortuna y creció en los negocios desde Italia, y solo hacía tres años, que se había asentado en Estados Unidos.
Alana se limpió cada lágrima que caía por sus mejillas, y aunque quería gritar de la impotencia, necesitaba un plan para llegar a su familia y advertir sobre él, pero lo que más le causaba escalofríos, era saber que él había tenido un romance con su hermana Isabella.
—Dios mío… —llevó las manos a su rostro y luego se levantó para toparse con un espejo.
Con la impotencia que sentía comenzó a desgarrar su ropa, mientras gritaba dentro de la habitación. Esta sería una vida de humillaciones hasta que ese hombre se cansara.
—¡Papá! —sollozó un poco y luego se tiró al suelo, pero cuando vio que las horas pasaron, y su estómago gruñía, ella dejó el orgullo a un lado, y alzó el teléfono que solo servía para hablar con recepción.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —Alana abrió la boca, pero la volvió a cerrar y lo pensó mejor.
—Llame a la policía, estoy secuestrada.
—¿Disculpe?
—Lo que escucha… Este hombre, Denaro, me tiene aquí en contra de mi voluntad.
—¿Está segura, señorita? ¿Puede decirme desde que habitación me llama?
A Alana le tembló la boca.
—Yo… no lo sé…
—Trataré de comunicarme con el señor Denaro.
—No, espere… no, ayúdame a salir de aquí, necesito ver a mi familia, por favor…
Sin embargo, Alana ya no escuchó nada más, y luego estrelló el teléfono contra el intercomunicador.
—No voy a hacer lo que le da la gana… —ella consiguió una camiseta, y se deshizo del vestido.
No podía usar las mismas sandalias, pero saldría de este lugar. Le diría al mundo lo que este hombre estaba tratando de hacer, y estaba segura de que podría tratar de manchar su reputación.
Abrió la puerta por dentro y se estrelló con dos hombres en el pasillo que rápidamente quisieron detenerla.
—¿A dónde va? —pero Alana corrió hacia el ascensor y hundió los botones con rapidez.
Se rio como una loca adentro, y se sintió feliz cuando el ascensor apuntó el primer piso, y lo primero que pensó fue tomar un taxi, y dar la dirección de su casa, porque sabía que podían estar esperándola…
Cuando las puertas se abrieron, ella salió precipitadamente, pero su cuerpo se golpeó con fuerza contra un hombre, que literalmente hizo que retrocediera con fuerza.
La mirada fría de Ángelo se posicionó en ella, casi desnuda, con apenas una camiseta, y su ceño se frunció, como una advertencia directa.
—¿Mi esposa tiene planes? —su voz y pregunta la dejaron congelada, y aunque su cuerpo estaba volviendo a titular, ella le alzó la cabeza.
—El mundo sabrá quién es usted en realidad, señor Denaro… y yo me voy a encargar de eso…
Ella no esperó que él esbozara una sonrisa, una sonrisa malditamente seductora, y aterradora a la vez…
HOLA, CHICAS!!! Aquí comenzamos esta nueva aventura, y en esta ocasión le dedicaré este capítulo, al primer comentario que se hizo en este libro. Alvaro Rafael Buelvas, hahaahh sé que eres una chica, pero así está tu nombre. Muchas gracias por ser la primicia de este libro, te envío un gran abrazo por apoyarme de esta forma. Y ustedes chicas, las leo, ¡LEO TODOS LOS COMENTARIOS! ¿Qué les parece el señor Denaro? ¿Y Alana? ¿Creen que podrá resistir mucho esta situación?
UN INFIERNO COMPARTIDOÁngelo soltó una carcajada fría, que resonó en el vestíbulo del hotel. Su mirada se posó en Alana con una mezcla de diversión y desprecio mientras ella intentaba, por todos los medios, de sostener su desafiante postura. Pero la verdad es que la frialdad de su mirada la envolvía, haciéndola sentir aún más vulnerable.—Piccola mía, tienes muchas ilusiones —Su voz era un susurro gélido—. Pero, lo acepto, culpa mía…Sin decir una palabra más, extendió su mano hacia ella, no como si se lo estuviese pidiendo, esto era más bien una mezcla de autoridad y posesividad.—Vamos, querida esposa. Tenemos mucho de qué hablar, es importante que te aclare ciertos puntos.Alana retrocedió un paso, sintiendo la pared del ascensor contra su espalda. Su respiración se aceleró, y su mente buscó desesperadamente una salida, pero sabía que cualquier intento de escapar sería inútil. Los hombres de Ángelo estaban a su alrededor, y él mismo parecía inquebrantable.—No voy a quedarme aquí
REUNIÓN FAMILIAR Alana observó a Ángelo mientras se despojaba de su ropa con una indiferencia calculada, como si su propia desnudez fuera una herramienta más de control.—¿Qué haces? —Ella estaba avergonzada y anulada.—Voy a darme una ducha, deberías ir también, a decir verdad, prefiero las duchas colectivas —él estuvo a punto de quitar su bóxer, pero pasando la mirada descaradamente por ella, sonrió y luego desapareció de su vista mientras ella le escuchó decir—. Veinte minutos…Alana se dirigió a otra habitación de aquel piso y tomó un baño de pies a cabeza, sin saber a qué hora aparecería su ropa, o lo que fuera con lo que se iba a vestir. Y una vez salió de la ducha, alguien había puesto un neceser con desmaquillante, y todo tipo de artículos de mujer, que ella no dudó en usar, envuelta en una toalla.Sus piernas aún temblaban, así que cuando salió, como este tipo lo dijo, había ropa, como si alguien la hubiera seleccionado especialmente para ella. En esta ocasión un vestido colo
INVITADA ESPECIAL.La comida fue en un silencio tenso, lleno de miradas furtivas y susurros ahogados. Eso también, cuando fue solo Ángelo quien devoró el plato, porque del resto, solo lo miraban con odio, mientras Alana no se atrevía a levantar la mirada.—Deberías comer —él le apuntó la comida a ella como si hablara desde la intimidad—. No te dejas amedrentar por esos ojos. Míralos, ninguno tiene conciencia —Alana pasó un trago y tomó un cubierto para no llevarle la contraria.En este tiempo, no era el momento.Miró la comida que se veía apetitosa y luego llevó varios bocados para sentir una sensación de alivio en su estómago después de tanto tiempo, pero la tensión era parte de la mesa y todos los ojos, estaban sobre ella.Ángelo, sin embargo, parecía disfrutar del espectáculo. Cada mordisco, cada sorbo de vino, era un acto calculado para aumentar su dominio sobre todos ellos.Después de que él terminó, con los platos de los demás llenos, Ángelo se levantó, se limpió la boca y dio u
¿ME EXTRAÑARON?El silencio tras la entrada de Ivy era ensordecedor. Cada miembro de la familia Duncan estaba atrapado en una mezcla de sorpresa, ira y confusión. Alana, especialmente, sintió un vacío helado en su pecho. No reconocía a esta mujer, pero la tensión en el aire le decía que su presencia era significativa.Ivy sonrió con una dulzura calculada, en sus ojos había un destello, con una mezcla de desafío y triunfo. Ella se acercó a la mesa, tomó una copa, e ignoró las miradas penetrantes de William y Oliver.—Es un placer verlos de nuevo… sobre todo a ti, querida cuñada —Alana abrió los ojos cuando ella se refirió a Isabella, pero prontamente vio a Ivy taparse la boca—. Ups, lo siento —y se giró hacia Alana—. Mi cuñada eres tú —dijo Ivy, su voz suave y aterciopelada.Entonces, en ese momento, Alana miró sus ojos con más detenimientos y frunció el ceño.De esa chica que fregaba el suelo, limpiaba las habitaciones, y siempre tenía un delantal, no quedaba absolutamente nada.—Me r
NUESTRA HABITACIÓN. Alana se sintió demasiado sola cuando esos autos salieron de la propiedad del hombre que tenía como esposo, y tampoco vio a nadie en la terraza. La mirada de Ángelo, aunque estaba como una estaca en sus huesos, y la mención de que tenían que salir a alguna parte, solo la estremecía.Ahora entendía que Ángelo Denaro lo utilizaría para ser el foco de humillación de su familia, no importaba si tenía culpa o no, o si solo el que tuviera la misma sangre hacía que la despreciara, pero si no estaba equivocada, Ángelo utilizaría todos los medios para desprestigiarlos, arruinarlos, y hacerles pasar vergüenza.Y esta salida, estaba prácticamente segura, era generar otra controversia colocando el apellido de su familia por el suelo.Ella se despegó de donde estaba recostaba, mirando toda la escena donde había estado su familia. Entonces caminó hacia el umbral de la nueva casa con una mezcla de asombro y aprensión. El lujo que la rodeaba era palpable, con pisos de mármol que
REBELDÍA. Después de unos minutos que parecieron eternos, Alana se levantó del suelo, limpiando las lágrimas de su rostro con manos temblorosas. Sabía que no podía permitirse el lujo de ser débil. Tenía que mantenerse fuerte, aunque fuera solo por pura obstinación. No podía darle a Ángelo la satisfacción de verla derrotada, y mucho menos mostrarle su debilidad.Se detuvo frente a él, observando su reflejo. Lo que vio la perturbó: una mujer que apenas reconocía. Sus ojos, normalmente llenos de vida, ahora estaban opacos y cansados. Su piel, antes radiante, estaba pálida, casi fantasmal bajo la luz suave de la habitación.—¿Quién eres? —susurró, sintiendo un nudo en la garganta.Tenía apenas 22 años, por lo que había visto en el acta de matrimonio, Ángelo Denaro tenía 36, pero eso no significaba que también podía ser inteligente, y en eso radicaba hacerse la pendeja en muchas oportunidades.Después de darse un buen baño, se dirigió al vestidor y comenzó a revisar la ropa que había sido
CLUB Y BAILE. El viaje fue un tenso silencio. Alana miraba por la ventana, mientras su mente estaba a mil por hora, planificando su próxima jugada. No podía permitirse ser una simple pieza en el tablero de Ángelo. Ella era su igual, no su peón.Cuando llegaron al lugar, un club exclusivo donde la élite se congregaba para mezclar negocios con placer, Alana sintió una oleada de adrenalina. Ángelo salió del auto primero, extendiendo su mano hacia ella. Tomó su mano con firmeza, aunque su piel se sintió fría contra la suya.La llegada de Alana y Ángelo a la fiesta fue un espectáculo en sí mismo. Los flashes de las cámaras explotaron en todas las direcciones mientras los periodistas se apresuraban para capturar cada detalle. Alana mantuvo la cabeza en alto, sonriendo con una serenidad que ocultaba la tormenta interna que aún sentía. Ángelo, a su lado, era la imagen del control absoluto, permitiendo que la prensa tomara todas las fotos que quisieran. Este era su mundo, y él sabía exactamen
COMPLETAMENTE HECHIZADO. Alana apenas tuvo tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo cuando sintió la presencia de Ángelo acercándose a ella en la pista de baile. Sus pasos eran firmes, y cada movimiento suyo parecía cargado de una energía oscura y poderosa. La música seguía sonando, pero para Alana, todo se volvió un murmullo lejano. Su corazón latía con fuerza, y aunque mantenía su expresión de desafío, por dentro, una mezcla de miedo y excitación se agitaba en su interior.Los ojos de Ángelo estaban fijos en ella, oscuros y llenos de una promesa silenciosa. No había ira en su rostro, solo una intensidad que la hizo sentir como si estuviera al borde de un precipicio, a punto de caer en algo desconocido.Él se acercó a ella lo suficiente como un depredador, con su figura alta y dominante que eclipsaba a cualquiera. Alana se mantuvo firme, sin dejarse intimidar por la proximidad del hombre que llamaban su esposo, de hecho, su respiración se aceleró, pero no se permitió dar un paso a