ERA UN SEÑUELO
La seguridad de Ángelo se apresuró a que la pareja ingresara al auto que los esperaba, y les dijeron a los reporteros que era todo por hoy.
Alana escuchó todo tipo de preguntas, pero ahora su mente, solo pensaba en una sola cosa:
Este hombre, era el mismo que había salido con su hermana a escondidas, y al que había pedido la mano de su hermana, años atrás.
Se sentó de forma precipitada, y se apartó del hombre que emanaba una oscuridad apremiante, lo escuchó dar una orden en italiano, y luego se tensó cuando sus ojos se pusieron en ella.
Sus ojos eran entre verdes y oscuros, sus cejas pobladas, y tenía el cabello hacia atrás peinado con los dedos. El traje se ajustaba a su cuerpo, un traje de color negro, y una camisa blanca a medio abotonada. Su piel no era blanca, más bien bronceada, y su boca estaba en una línea, mientras sus ojos la escaneaban completa.
Alana podía decir que recordaba a aquel chico de forma muy distorsionada, un jardinero empleado de su padre, y su hermana, una chica que ayudaba con la limpieza. Sin embargo, ahora de ese chico humilde y delgaducho, no quedaba absolutamente nada.
Y la pregunta que más retumbaba en su mente era: ¿Cuál era su plan?
—Ángelo Denaro.
—Él mismo, y tú, ahora, Alana Denaro… ese es tu nuevo apellido —Ángelo le tiró un papel y Alana lo miró caer al piso del auto, pero ni siquiera se movió.
Podía sentir el temblor de su cuerpo, y sus ojos llenarse de lágrimas.
—¿Qué es lo que quieres? —Ángelo le sonrió, y a ella casi se le olvida que esa sonrisa devastadora y altamente arrogante, solo se burlaba de ella.
—¿No es evidente?
Alana se mordió la boca por dentro y pasó un trago grueso, entonces se abrazó a sí misma.
—No tengo idea. No sé de qué se trata todo esto —sabía lo de su hermana y ahora conectaba lo que este hombre le había dicho a Isabella antes de salir a la iglesia, pero no se lo haría saber.
De hecho, ahora mismo quería lanzarse de ese auto donde iba, y escapar sin mirar atrás.
Ángelo soltó el aire de forma cansina y negó varias veces.
—Solo debes saber una cosa, pequeña Alana. La destrucción para todos los Duncan, ha comenzado.
Alana parpadeó de forma incrédula y sintió que su piel se encogió.
El auto iba con una rapidez que ella debía sostenerse en los asientos, y aunque sus lágrimas querían escurrirse por sus mejillas, ella las retuvo en sus ojos.
Si sus pensamientos no estaban lejos de la realidad, este hombre, a través de ella, iba a herir a su familia, hasta hundirlos en la miseria.
Ella no apartó sus ojos del hombre, y él tampoco los de ella, cuando se detuvieron, y Alana notó que estaban en un importante hotel de lujo de Los Ángeles.
Los hombres le abrieron la puerta del auto a Ángelo, y él se bajó acomodando su chaqueta, para luego ofrecerle la mano que ella se quedó mirando por un rato.
—Será mejor que te apresures, angiolo (angelito), las fotos nos esperan —Alana parpadeó rápidamente, y tomó su mano para sentir una descarga casi destructiva, y luego su mano apretando la suya.
Solo cuando se puso de pie, se dio cuenta de que había muchos fotógrafos allí, como si hubiese sido un ambiente preparado, que le lanzaban felicitaciones, y preguntas a la vez.
—¡Señor Denaro!, ¡señor Denaro…! ¿Sabía usted antes de casarse que los Duncan están en la ruina? —Ángelo sonrió y Alana lo miró aún ignorante de mucho.
—¿En la ruina? Por supuesto que no, solo estaba pensando en este rostro, ¿no lo ven? Ella es un ángel… —todos sonrieron y asintieron.
—Entonces será el fin de su vida libertina? —una reportera se atrevió a preguntar, y Alana pensó que tal vez el hombre la pondría en su sitio, pero no. Él hizo algo peor.
—Uno nunca sabe… —le ofreció una sonrisa a la mujer y luego le picó el ojo y ella se puso roja.
Alana solo sintió como el hombre le tomó de la mano y se metió con ella al edificio de lujo, mientras los empleados lo aplaudían y lo felicitaban por su boda.
Los hombres de Ángelo quedaron atrás cuando él se metió a un ascensor con ella, y luego de que llegaron a un piso, ella notó que había una preparación de noche de bodas en una habitación esplendorosa y lujosa, entonces quedándose en la puerta, retrocedió.
Notó como Ángelo entró, se quitó la chaqueta, mientras las luces bajaban de intensidad, se llenó una copa de una bebida costosa y luego la miró para acercarse a ella con cautela.
Alana respiraba erráticamente con su cercanía y literalmente se pegó a la pared mientras su cuerpo se pegaba al de ella. Ángelo le respiró lenta y seductoramente en el cuello, y luego depositó un beso en su clavícula, todo estaba siendo extremadamente sensual para ella, hasta que su mano fue a su cuello, mientras su cuerpo de hecho estaba excitado.
De un momento a otro, él la hizo mirarlo, y luego apretó su cara con una sola mano.
—¿Piensas que vamos a tener una noche romántica de bodas? —le dio un pequeño beso en la mandíbula mientras sintió su temblor, de la seriedad pasó a una sonrisa siniestra y luego chasqueó la lengua—. Responde…
A Alana le tembló la boca, y se esforzó por responder:
—Si… —su voz vibró como nunca, y luego él le soltó el rostro, caminó lejos de ella, y volvió a tomar su chaqueta terminándose el trago de un solo tiro.
—Pues no, piccola (pequeña), ahora mismo, me iré a coger con alguna mujer que me apetezca, y así celebraré mi boda por todo lo alto, en una fiesta clandestina, que saldrá en las noticias a primera hora por la mañana.
Los ojos de Alana se abrieron con sorpresa, mientras él le mostró el vaso vacío, y caminó a la salida cerrando de un portazo, mientras ella, por fin, dejó caer sus lágrimas retenidas.
Este hombre tenía una sed de venganza, y ella solo sería un señuelo, para herirlos y destruirlos a la vez…
UN HOMBRE CON MUCHO PODER La habitación quedó en un silencio sepulcral, interrumpido solo por los sollozos ahogados de Alana. Su mente intentaba procesar todo lo ocurrido en las últimas horas, pero ella se hizo un ovillo en el suelo, viéndose tan sola y desdichada.La opulencia de la suite nupcial contrastaba fuertemente con la angustia que la embargaba. Las velas parpadeaban suavemente, arrojando sombras danzantes en las paredes doradas, pero para ella, todo aquello era solo una burla, una planificación para humillarla.Y quizás sea solo el principio.Después de llorar por muchas horas, caminó lentamente hacia el centro de la habitación, donde la cama estaba adornada con pétalos de rosa y una botella de champaña sin abrir, esperaba en una mesa pequeña. Nada de eso tenía sentido para ella ahora.Se dejó caer en el borde de la cama, sintiendo el peso de la situación, aplastarla. Era únicamente una niña cuando lo vio entrar a su casa, y su madre le había pedido que fuera a su cuarto cua
UN INFIERNO COMPARTIDOÁngelo soltó una carcajada fría, que resonó en el vestíbulo del hotel. Su mirada se posó en Alana con una mezcla de diversión y desprecio mientras ella intentaba, por todos los medios, de sostener su desafiante postura. Pero la verdad es que la frialdad de su mirada la envolvía, haciéndola sentir aún más vulnerable.—Piccola mía, tienes muchas ilusiones —Su voz era un susurro gélido—. Pero, lo acepto, culpa mía…Sin decir una palabra más, extendió su mano hacia ella, no como si se lo estuviese pidiendo, esto era más bien una mezcla de autoridad y posesividad.—Vamos, querida esposa. Tenemos mucho de qué hablar, es importante que te aclare ciertos puntos.Alana retrocedió un paso, sintiendo la pared del ascensor contra su espalda. Su respiración se aceleró, y su mente buscó desesperadamente una salida, pero sabía que cualquier intento de escapar sería inútil. Los hombres de Ángelo estaban a su alrededor, y él mismo parecía inquebrantable.—No voy a quedarme aquí
REUNIÓN FAMILIAR Alana observó a Ángelo mientras se despojaba de su ropa con una indiferencia calculada, como si su propia desnudez fuera una herramienta más de control.—¿Qué haces? —Ella estaba avergonzada y anulada.—Voy a darme una ducha, deberías ir también, a decir verdad, prefiero las duchas colectivas —él estuvo a punto de quitar su bóxer, pero pasando la mirada descaradamente por ella, sonrió y luego desapareció de su vista mientras ella le escuchó decir—. Veinte minutos…Alana se dirigió a otra habitación de aquel piso y tomó un baño de pies a cabeza, sin saber a qué hora aparecería su ropa, o lo que fuera con lo que se iba a vestir. Y una vez salió de la ducha, alguien había puesto un neceser con desmaquillante, y todo tipo de artículos de mujer, que ella no dudó en usar, envuelta en una toalla.Sus piernas aún temblaban, así que cuando salió, como este tipo lo dijo, había ropa, como si alguien la hubiera seleccionado especialmente para ella. En esta ocasión un vestido colo
INVITADA ESPECIAL.La comida fue en un silencio tenso, lleno de miradas furtivas y susurros ahogados. Eso también, cuando fue solo Ángelo quien devoró el plato, porque del resto, solo lo miraban con odio, mientras Alana no se atrevía a levantar la mirada.—Deberías comer —él le apuntó la comida a ella como si hablara desde la intimidad—. No te dejas amedrentar por esos ojos. Míralos, ninguno tiene conciencia —Alana pasó un trago y tomó un cubierto para no llevarle la contraria.En este tiempo, no era el momento.Miró la comida que se veía apetitosa y luego llevó varios bocados para sentir una sensación de alivio en su estómago después de tanto tiempo, pero la tensión era parte de la mesa y todos los ojos, estaban sobre ella.Ángelo, sin embargo, parecía disfrutar del espectáculo. Cada mordisco, cada sorbo de vino, era un acto calculado para aumentar su dominio sobre todos ellos.Después de que él terminó, con los platos de los demás llenos, Ángelo se levantó, se limpió la boca y dio u
¿ME EXTRAÑARON?El silencio tras la entrada de Ivy era ensordecedor. Cada miembro de la familia Duncan estaba atrapado en una mezcla de sorpresa, ira y confusión. Alana, especialmente, sintió un vacío helado en su pecho. No reconocía a esta mujer, pero la tensión en el aire le decía que su presencia era significativa.Ivy sonrió con una dulzura calculada, en sus ojos había un destello, con una mezcla de desafío y triunfo. Ella se acercó a la mesa, tomó una copa, e ignoró las miradas penetrantes de William y Oliver.—Es un placer verlos de nuevo… sobre todo a ti, querida cuñada —Alana abrió los ojos cuando ella se refirió a Isabella, pero prontamente vio a Ivy taparse la boca—. Ups, lo siento —y se giró hacia Alana—. Mi cuñada eres tú —dijo Ivy, su voz suave y aterciopelada.Entonces, en ese momento, Alana miró sus ojos con más detenimientos y frunció el ceño.De esa chica que fregaba el suelo, limpiaba las habitaciones, y siempre tenía un delantal, no quedaba absolutamente nada.—Me r
NUESTRA HABITACIÓN. Alana se sintió demasiado sola cuando esos autos salieron de la propiedad del hombre que tenía como esposo, y tampoco vio a nadie en la terraza. La mirada de Ángelo, aunque estaba como una estaca en sus huesos, y la mención de que tenían que salir a alguna parte, solo la estremecía.Ahora entendía que Ángelo Denaro lo utilizaría para ser el foco de humillación de su familia, no importaba si tenía culpa o no, o si solo el que tuviera la misma sangre hacía que la despreciara, pero si no estaba equivocada, Ángelo utilizaría todos los medios para desprestigiarlos, arruinarlos, y hacerles pasar vergüenza.Y esta salida, estaba prácticamente segura, era generar otra controversia colocando el apellido de su familia por el suelo.Ella se despegó de donde estaba recostaba, mirando toda la escena donde había estado su familia. Entonces caminó hacia el umbral de la nueva casa con una mezcla de asombro y aprensión. El lujo que la rodeaba era palpable, con pisos de mármol que
REBELDÍA. Después de unos minutos que parecieron eternos, Alana se levantó del suelo, limpiando las lágrimas de su rostro con manos temblorosas. Sabía que no podía permitirse el lujo de ser débil. Tenía que mantenerse fuerte, aunque fuera solo por pura obstinación. No podía darle a Ángelo la satisfacción de verla derrotada, y mucho menos mostrarle su debilidad.Se detuvo frente a él, observando su reflejo. Lo que vio la perturbó: una mujer que apenas reconocía. Sus ojos, normalmente llenos de vida, ahora estaban opacos y cansados. Su piel, antes radiante, estaba pálida, casi fantasmal bajo la luz suave de la habitación.—¿Quién eres? —susurró, sintiendo un nudo en la garganta.Tenía apenas 22 años, por lo que había visto en el acta de matrimonio, Ángelo Denaro tenía 36, pero eso no significaba que también podía ser inteligente, y en eso radicaba hacerse la pendeja en muchas oportunidades.Después de darse un buen baño, se dirigió al vestidor y comenzó a revisar la ropa que había sido
CLUB Y BAILE. El viaje fue un tenso silencio. Alana miraba por la ventana, mientras su mente estaba a mil por hora, planificando su próxima jugada. No podía permitirse ser una simple pieza en el tablero de Ángelo. Ella era su igual, no su peón.Cuando llegaron al lugar, un club exclusivo donde la élite se congregaba para mezclar negocios con placer, Alana sintió una oleada de adrenalina. Ángelo salió del auto primero, extendiendo su mano hacia ella. Tomó su mano con firmeza, aunque su piel se sintió fría contra la suya.La llegada de Alana y Ángelo a la fiesta fue un espectáculo en sí mismo. Los flashes de las cámaras explotaron en todas las direcciones mientras los periodistas se apresuraban para capturar cada detalle. Alana mantuvo la cabeza en alto, sonriendo con una serenidad que ocultaba la tormenta interna que aún sentía. Ángelo, a su lado, era la imagen del control absoluto, permitiendo que la prensa tomara todas las fotos que quisieran. Este era su mundo, y él sabía exactamen