¿ESTÁS LOCA?
Dos semanas después, Alana estaba sentada en un auto, con los ojos en blanco, preguntándose cuál sería su destino. Ella simplemente apretó una hoja de papel que decía que estaba libre, y que el juez había cerrado su caso por inconsistencias, mientras el auto se dirigía a la casa de su padre.
La habían liberado de su condena, pero en su conciencia sabía que había matado a un hombre.
Eso, sumado a todo este tiempo aislada de su familia, y totalmente de su alma.
Ella tenía una lista larga en su cabeza, durante todo este tiempo, ese hombre misterioso le había dado instrucciones específicas y suficientes para seguir al pie de la letra, y ahora que estaba fuera de esa prisión, sabía que cualquier cosa, era mejor que estar detrás de las rejas.
Sobre todo, porque, no la criaron para ser fuerte, era un montón de partículas hechas mierd@ y llenas de mucho miedo.
El chofer manejó en silencio hasta la mansión de su padre, al que no había podido ver en dos largas semanas después del accidente, ni siquiera por una llamada. Sabía que detrás de esta ayuda había algo, pero ella no estaba teniendo opciones, ni mucho menos salidas.
En realidad, ni siquiera estaba pensando.
En el momento en que el auto se detuvo, los seguros aún estaban abajo y ella tuvo que esperar que el hombre abriera la puerta.
Salió del auto y se esmeró por levantar su cara cuando el sol le hizo doler los ojos. De alguna manera se sintió un poco ajena cuando se puso de pie, mientras el chofer le indicó que caminara hacia la puerta.
Ella tocó la puerta por primera vez como si fuese una desconocida.
Un hombre del servicio fue quien le abrió, y cuando ella caminó dentro de la casa, vio como su padre, su hermano mayor, y su hermana se giraron hacia ella con total sorpresa, como si la hubiesen esperado toda la vida.
Isabella, William, y su padre, Oliver, tenían los ojos en ella, y tuvo que esforzarse mucho, por no desmoronarse frente a ellos.
—¿Alana? —literalmente todos corrieron hacia ella para abrazarla.
Oliver se vio el más afectado, porque ella vio cómo sus lágrimas bajaron por sus mejillas.
—¡Por Dios santo! No podíamos llegar a ti, ni siquiera nos comunicaban contigo… —Alana retuvo las lágrimas y pasó un trago grueso, y se apartó un poco fingiendo una sonrisa.
—Estoy bien… —Isabella frunció y negó ante su forma seca.
—¿Qué ocurre? Estás extraña… —Alana miró a su hermana y luego a Oliver.
—Yo…
—¿Te hicieron algo? —William la sacudió para que saliera del shock en el que se encontraba y ella negó quitándose de su agarre. Caminó hacia el centro de la sala y se giró hacia ellos.
—No me hicieron nada, estoy bien, lo digo de verdad… —Oliver se acercó rápidamente y negó.
—Pero… ¿Cómo saliste? Intenté hacer lo posible, pero todo fue en vano… Tú, el accidente, tienen mucho por acusarte, cariño, y yo estaba tan mal… —Alana apretó el hombro de su padre, y le mostró la hoja en sus manos.
—Estoy libre, papá, no te preocupes, hay varias inconsistencias y…
—Pero ¿cómo? —Esta vez fue Isabella la que preguntó en tono agitado.
Decir que sus rostros estaban en estado de impacto fue quedarse corto para describirlo.
—Hay… una persona… un hombre que conocí que me ayudó.
Oliver arrugó el ceño.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando?
—Es un hombre bueno, papá, no puedo decirles mucho ahora, porque debo irme en unas horas…
—¿Irte? ¡¿Alana que está pasando?! —Alana apretó su mandíbula y miró a su hermana que estaba en el punto de desesperación.
«Ni un error»
Los miró a todos, para luego bajarles la mirada.
—He estado saliendo con este hombre, y ahora, cuando más lo necesité, me sacó de la cárcel. Él… pagará la deuda de nuestra empresa también…
Hubo un silencio muy largo, más los rostros totalmente desencajados.
—Nunca saliste con alguien… —Isabella reprochó.
—Esto es muy extraño… —William completó.
—Solo sepan que no nos iremos a la ruina. Que la empresa de papá se levantará… —ella alzó el rostro—. Y que… —a Alana le tomó demasiado tiempo en decirlo, porque ni ella misma se lo creía—. Me casaré pronto, pero estoy libre, y nosotros volveremos a ser la familia que solíamos ser, eso es lo que importa ahora.
La boca de Oliver Duncan se puso pálida, y necesitó que su hijo detrás de él lo sostuviera pronto.
Isabella solo parpadeaba, atónita, y Alana deseó decirles la verdad de todo, pero ni siquiera ella la sabía completa.
—Alana… ¿Te has vuelto loca? ¡Tienes veintidós años! ¿Cómo qué casarte? ¡¿Y quién es ese hombre?! Esto es muy extraño, por favor, dinos que pasa, hija…
Ni siquiera ella sabía su nombre. De hecho, no podía decir de qué se trataba todo hasta el día de la boda. La cosa era que su familia lo conocería hasta ese día, aunque en muy pocas ocasiones, ella tenía ráfagas de que le era familiar.
No podía explicarles que ella tampoco entendía nada. Alana se puso erguida. Jamás había desafiado a su padre en nada, ni tampoco le había ocultado un secreto a Isabella, porque ambas eran demasiado íntimas. En el caso de William, cuando lo miró, él tocó sus fibras. Tenía una conexión muy especial con su hermano también.
Ella se sacudió los pensamientos, y también pensó en ellos, el error era suyo, así que puso la barbilla extendida y lo dijo. No podía demorar más tiempo.
—Espero que asistan a la boda y que se preparen, porque no solo estoy en deuda con este hombre, también, también lo quiero, créanme, seré feliz con él…
Isabella miró a su padre, y todos intercambiaron sus emociones en solo segundos.
Oliver trató de decir algo, pero parecía que nada salía de su boca.
—Nuestra familia volverá a ser la misma… —prometió de nuevo—… Yo estoy libre, y solo espero que tanto papá, como ustedes, mi familia, podamos sacar nuestra empresa adelante, y ser lo que antes éramos, volveremos a ser los Duncan respetados por todos.
Alana dio dos pasos adelante, pero se retractó y miró a la entrada. El mismo chofer, que no era chofer, la estaba esperando. Se había cerciorado de que sus hechos y demandas fueran ejecutados al pie de la letra. Entonces ella retrocedió esta vez y miró a su padre, pero no tuvo la voluntad de seguir frente a él y caminó a la salida, cerrando la puerta tras de ella.
No lo pensó, subió al auto y vio cómo sus hermanos se apresuraron a ir tras ella, pero en solo segundos vio cómo se estaba alejando de su casa, su lugar seguro, sin saber a dónde iba en esta ocasión.
Se recostó en el asiento trasero y luego notó que se detuvieron en un hotel a los pocos minutos, donde el mismo chofer entró con ella para asignarle una habitación en los últimos pisos.
—Tome la llave, y tome este móvil. El señor se comunicará con usted en un momento… —Alana tomó las cosas, y luego entró para ver cómo las luces se encendían con el sensor de movimientos, y ni siquiera había inspeccionado todo el lugar cuando un número desconocido, apareció en la pantalla.
Sabía que era él.
—Hola…
—Tienes una semana… —sí, era la misma voz dura y ronca que la intimidaba—. Se te enviará todo lo que necesites, escoge las invitaciones, el lugar, tu vestido. Reserva el lugar de la ceremonia, y me envías un correo de todo a la dirección que te daré, trata de que toda la familia Duncan y allegados, estén ese día.
Alana apretó la mandíbula, asintió, y rápidamente la pregunta se le escapó de la boca.
—¿En la invitación…? ¿Qué nombre pondré de usted…? Nunca me ha dado uno.
—No pongas nombres, solo di: “Alana Duncan se casa, y tiene el placer de invitarlos…”
Alana tuvo que soltar el aire ante la situación tan bizarra, pero antes de que el hombre colgara, ella hizo la última pregunta:
—Después de esto, ¿usted me dejará? Quiero decir… ¿Cuánto tiempo durará esto?
Hubo un silencio corto y luego:
—No, tú serás mi esposa, una esposa de verdad. Y no habrá forma de que te separes de mí, así que ya lo sabrás sobre la marcha…
EL GRAN DÍAÁngelo Denaro volvió a ver las cámaras y hundió el botón para hundir el botón de pausar.Acercó el Zoom de la cámara y la vio.Estaba más incómodo de lo que pensaba. Lo último que recordaba de Alana, era una niña de apenas doce años. La niña consentida de la familia Duncan y realmente el motivo por el que Eliana Duncan se quedó más tiempo con su marido, tratando de aparentar un matrimonio fallido. Sin embargo, ahora ella era completamente una mujer, y aunque nunca pensó admitirlo, sí, era mucho más bella que Isabella.Él apretó la mandíbula y luego volvió a presionar el botón para verla salir de la cárcel y cuando la subieron a uno de sus autos. Se recostó en la silla e hizo un triángulo con sus manos, para fruncir su ceño. Encima de su mesa, estaba la invitación de boda que uno de sus hombres le había traído, y era realmente una burla para la prensa que una de las hijas del prestigioso Oliver Duncan, estuviera anunciando su matrimonio a solo cinco días, sin el nombre de
EL CAOSEl anuncio de Ángelo dejó a todos los presentes en la catedral atónitos. Alana sintió como si el mundo se detuviera en ese instante, y al mirar a su alrededor, solo vio el rostro sorprendido y confundido de los invitados.Ya sabía que sus firmas darían como resultado este matrimonio, pero solo hasta ahora se enteraba de que ya estaba casada. Entonces, ¿para qué esto?Su corazón latía con fuerza, y su mente luchaba por comprender lo que estaba sucediendo. Y en el momento en que su mirada se fue a su padre, su preocupación aumento, porque el rostro de su padre estaba completamente pálido, y sus ojos mostraban una mezcla de ira y confusión.«¿Lo conocía?»—Sí, es cierto que Alana y yo ya estamos casados. Pero no se preocupen, esta boda no ha sido en vano. Hoy estamos aquí para celebrar nuestra unión en este lugar sagrado —el hombre alto, que se movía galante como dando un espectáculo y condenadamente hermoso, se giró hacia la cruz colgada e hizo otra cruz en su rostro con sus ded
ERA UN SEÑUELOLa seguridad de Ángelo se apresuró a que la pareja ingresara al auto que los esperaba, y les dijeron a los reporteros que era todo por hoy.Alana escuchó todo tipo de preguntas, pero ahora su mente, solo pensaba en una sola cosa:Este hombre, era el mismo que había salido con su hermana a escondidas, y al que había pedido la mano de su hermana, años atrás.Se sentó de forma precipitada, y se apartó del hombre que emanaba una oscuridad apremiante, lo escuchó dar una orden en italiano, y luego se tensó cuando sus ojos se pusieron en ella.Sus ojos eran entre verdes y oscuros, sus cejas pobladas, y tenía el cabello hacia atrás peinado con los dedos. El traje se ajustaba a su cuerpo, un traje de color negro, y una camisa blanca a medio abotonada. Su piel no era blanca, más bien bronceada, y su boca estaba en una línea, mientras sus ojos la escaneaban completa.Alana podía decir que recordaba a aquel chico de forma muy distorsionada, un jardinero empleado de su padre, y su h
UN HOMBRE CON MUCHO PODER La habitación quedó en un silencio sepulcral, interrumpido solo por los sollozos ahogados de Alana. Su mente intentaba procesar todo lo ocurrido en las últimas horas, pero ella se hizo un ovillo en el suelo, viéndose tan sola y desdichada.La opulencia de la suite nupcial contrastaba fuertemente con la angustia que la embargaba. Las velas parpadeaban suavemente, arrojando sombras danzantes en las paredes doradas, pero para ella, todo aquello era solo una burla, una planificación para humillarla.Y quizás sea solo el principio.Después de llorar por muchas horas, caminó lentamente hacia el centro de la habitación, donde la cama estaba adornada con pétalos de rosa y una botella de champaña sin abrir, esperaba en una mesa pequeña. Nada de eso tenía sentido para ella ahora.Se dejó caer en el borde de la cama, sintiendo el peso de la situación, aplastarla. Era únicamente una niña cuando lo vio entrar a su casa, y su madre le había pedido que fuera a su cuarto cua
UN INFIERNO COMPARTIDOÁngelo soltó una carcajada fría, que resonó en el vestíbulo del hotel. Su mirada se posó en Alana con una mezcla de diversión y desprecio mientras ella intentaba, por todos los medios, de sostener su desafiante postura. Pero la verdad es que la frialdad de su mirada la envolvía, haciéndola sentir aún más vulnerable.—Piccola mía, tienes muchas ilusiones —Su voz era un susurro gélido—. Pero, lo acepto, culpa mía…Sin decir una palabra más, extendió su mano hacia ella, no como si se lo estuviese pidiendo, esto era más bien una mezcla de autoridad y posesividad.—Vamos, querida esposa. Tenemos mucho de qué hablar, es importante que te aclare ciertos puntos.Alana retrocedió un paso, sintiendo la pared del ascensor contra su espalda. Su respiración se aceleró, y su mente buscó desesperadamente una salida, pero sabía que cualquier intento de escapar sería inútil. Los hombres de Ángelo estaban a su alrededor, y él mismo parecía inquebrantable.—No voy a quedarme aquí
REUNIÓN FAMILIAR Alana observó a Ángelo mientras se despojaba de su ropa con una indiferencia calculada, como si su propia desnudez fuera una herramienta más de control.—¿Qué haces? —Ella estaba avergonzada y anulada.—Voy a darme una ducha, deberías ir también, a decir verdad, prefiero las duchas colectivas —él estuvo a punto de quitar su bóxer, pero pasando la mirada descaradamente por ella, sonrió y luego desapareció de su vista mientras ella le escuchó decir—. Veinte minutos…Alana se dirigió a otra habitación de aquel piso y tomó un baño de pies a cabeza, sin saber a qué hora aparecería su ropa, o lo que fuera con lo que se iba a vestir. Y una vez salió de la ducha, alguien había puesto un neceser con desmaquillante, y todo tipo de artículos de mujer, que ella no dudó en usar, envuelta en una toalla.Sus piernas aún temblaban, así que cuando salió, como este tipo lo dijo, había ropa, como si alguien la hubiera seleccionado especialmente para ella. En esta ocasión un vestido colo
INVITADA ESPECIAL.La comida fue en un silencio tenso, lleno de miradas furtivas y susurros ahogados. Eso también, cuando fue solo Ángelo quien devoró el plato, porque del resto, solo lo miraban con odio, mientras Alana no se atrevía a levantar la mirada.—Deberías comer —él le apuntó la comida a ella como si hablara desde la intimidad—. No te dejas amedrentar por esos ojos. Míralos, ninguno tiene conciencia —Alana pasó un trago y tomó un cubierto para no llevarle la contraria.En este tiempo, no era el momento.Miró la comida que se veía apetitosa y luego llevó varios bocados para sentir una sensación de alivio en su estómago después de tanto tiempo, pero la tensión era parte de la mesa y todos los ojos, estaban sobre ella.Ángelo, sin embargo, parecía disfrutar del espectáculo. Cada mordisco, cada sorbo de vino, era un acto calculado para aumentar su dominio sobre todos ellos.Después de que él terminó, con los platos de los demás llenos, Ángelo se levantó, se limpió la boca y dio u
¿ME EXTRAÑARON?El silencio tras la entrada de Ivy era ensordecedor. Cada miembro de la familia Duncan estaba atrapado en una mezcla de sorpresa, ira y confusión. Alana, especialmente, sintió un vacío helado en su pecho. No reconocía a esta mujer, pero la tensión en el aire le decía que su presencia era significativa.Ivy sonrió con una dulzura calculada, en sus ojos había un destello, con una mezcla de desafío y triunfo. Ella se acercó a la mesa, tomó una copa, e ignoró las miradas penetrantes de William y Oliver.—Es un placer verlos de nuevo… sobre todo a ti, querida cuñada —Alana abrió los ojos cuando ella se refirió a Isabella, pero prontamente vio a Ivy taparse la boca—. Ups, lo siento —y se giró hacia Alana—. Mi cuñada eres tú —dijo Ivy, su voz suave y aterciopelada.Entonces, en ese momento, Alana miró sus ojos con más detenimientos y frunció el ceño.De esa chica que fregaba el suelo, limpiaba las habitaciones, y siempre tenía un delantal, no quedaba absolutamente nada.—Me r