EL GRAN DÍA
Ángelo Denaro volvió a ver las cámaras y hundió el botón para hundir el botón de pausar.
Acercó el Zoom de la cámara y la vio.
Estaba más incómodo de lo que pensaba. Lo último que recordaba de Alana, era una niña de apenas doce años. La niña consentida de la familia Duncan y realmente el motivo por el que Eliana Duncan se quedó más tiempo con su marido, tratando de aparentar un matrimonio fallido.
Sin embargo, ahora ella era completamente una mujer, y aunque nunca pensó admitirlo, sí, era mucho más bella que Isabella.
Él apretó la mandíbula y luego volvió a presionar el botón para verla salir de la cárcel y cuando la subieron a uno de sus autos.
Se recostó en la silla e hizo un triángulo con sus manos, para fruncir su ceño. Encima de su mesa, estaba la invitación de boda que uno de sus hombres le había traído, y era realmente una burla para la prensa que una de las hijas del prestigioso Oliver Duncan, estuviera anunciando su matrimonio a solo cinco días, sin el nombre del novio en la tarjeta.
Oliver Duncan no había dado respuestas a la horda de reporteros, ni mucho menos había respondido a la ola de críticas y a las preguntas incesantes de si era real, que el emporio Duncan se estaba desvaneciendo.
Pero cuando la puerta se abrió, él alzó la mirada y sonrió al ver a Ivy entrar mientras sus pensamientos turbios se disiparon.
—El sastre viene mañana, a primera hora.
Ángelo asintió complacido
—Perfecto…
—Aunque no hacía falta, no es un día importante… —Ivy tomó la tarjeta, pero no pudo mirarla cuando Ángelo la interrumpió.
—Claro que lo es, es un día muy importante, para ti y para mí. Será el día de nuestro comienzo. Será el día de nuestra venganza, Ivy, el momento en que los Duncan, desde el más grande hasta el más chico, sufrirán hasta el último día de sus vidas. Cada uno en una medida excepcional.
Ivy no sonrió, ella apartó la mirada y tomó la tarjeta, solo para leer:
«Alana Duncan, y novio, tienen el placer de invitarlo a su esplendorosa boda…»
***
Alana leyó todo el contenido de la tarjeta de invitación, y cerró los ojos.
No podía sentirse más avergonzada, además de todas las noticias de su familia que estaban por todas partes.
Su padre había querido reunirse con ella, pero en el momento en que una delegación de abogados y hombres se habían reunido con él para inyectarle el dinero a la empresa que ese hombre prometió, Oliver se había quedado más tranquilo.
“No te preocupes, papá, después de la boda, hablaremos con más calma”.
Este hombre no la dejaba recibir las llamadas de su padre ni de nadie, y había una zozobra a su alrededor que la tenía desconcertada.
Los siguientes días, aunque no salió, recibió diferentes visitas. Una mujer con muchos vestidos de novia para que eligiera uno, y un grupo de estilistas que ensayaron su peinado y su maquillaje.
Por la noche, las lágrimas de Alana bajaron por sus mejillas. Su teléfono estaba bloqueado para mensajes o llamadas y se fue a la galería para ponerse aún más melancólica con las imágenes.
Los recuerdos de una familia feliz estaban muy lejos de ella, sobre todo cuando su madre se fue hace unos casi dos años.
Ella no sabía si asistiría a la boda, pero estaba segura de que la invitación se envió a toda su familia, y a la gente importante que rodeaba a su padre. No supo en qué momento había aceptado este lío, pero ese hombre muerto, la culpa y las desgracias, la habían acorralado a tomar decisiones precipitadas.
Lo único que podía esperar, es que este hombre le dijera en algún momento, que esto quizás era una pesadilla…
El día de la boda llegó tan rápido como su zozobra consumía su cuerpo, y el aire estaba cargado de tensión y misterio. Alana se miraba en el espejo, vestida de blanco, con el corazón latiendo con fuerza. No podía creer que todo esto estuviera sucediendo tan rápido y tan fuera de su control.
Alguien vino por ella, se subió al auto, ayudada por personas desconocidas, y la piel se contrajo mientras la angustia se instalaba en el estómago.
Llegaron a una catedral que era reconocida de un arquitecto italiano. Un hombre abrió su puerta y ella se dio cuenta de que todos estaban dentro de la iglesia y que el lugar estaba repleto de gente y muchas cámaras.
Mucha prensa.
—¡Alana! ¿Quién es el novio? —un reportero gritó en pregunta, mientras ella caminó rápido con el hombre de seguridad, y luego se detuvo en la puerta de la catedral, observando como la iglesia, en vez de ser un lugar de matrimonio, parecía más de un velorio.
Estaba adornada con flores negras y velas tétricas que iluminaban el camino hacia el altar. Todas las puertas y ventanales de la iglesia estaban selladas, y Alana aspiró el aire mientras sentía la garganta caliente.
«¿Quién había decorado esto?», se preguntó todo el tiempo.
—Alana… —ella se giró rápidamente y se encontró con su padre de frente.
Las ganas de llorar la invadieron y quiso arrojarse a sus brazos como siempre lo había hecho.
Sin embargo, recordó las palabras de advertencia.
«Un paso en falso, y que rompas las reglas, destruirá todo»
Ella parpadeó rápido y luego sonrió, lo hizo con mucho esfuerzo.
—No te preocupes, papá, hablaremos en la recepción, todo se arreglará, ya verás… —Oliver no estaba muy contento, la abrazó, y luego la miró diciéndole:
—Hay tiempo, si alguien te está intimidando, Alana, habla conmigo, no hay forma de que pueda decepcionarme de ti, ¿lo entiendes? —ella pasó un trago y luego otro recuerdo, la invadió.
«Necesito una esposa, es un favor que nos haremos nuevamente, pero si incumples esta firma, yo mismo los mato a todos»
Su aire salió cargado y luego negó.
—Es real papá, amo a este hombre, lo juro.
Oliver soltó el aire y luego negó.
—Cualquier cosa que pase, siempre voy a preferirte, Alana, recuerda eso, si hay algo que me estás ocultando. Nunca te vimos un novio siquiera, mi vida, entiéndelo —Oliver trató de acercarse, pero ella miró a los hombres detrás de él y sonrió.
—No es nada, es mi día feliz… —tomó su mano—. No te preocupes. No quería ofenderte haciendo las cosas de esta forma, papá, pero es mi vida.
En el momento, escucharon la música de entrada, Alana miró a todos lados confusa, porque nadie estaba en el altar.
—Señorita Alana, camine… —ella se horrorizó cuando el hombre que la había escoltado por todo el camino le ordenó, y la música no paró.
La gente a su alrededor estaba confusa, y los murmullos comenzaron a extenderse cuando ella literalmente obligó a su padre avanzar por el pasillo, y quizás fue la entrada más rápida de la historia cuando llegaron a un punto donde no había novio.
Sus mejillas se calentaron. Ella pudo ver en los primeros puestos a su hermana Isabella y a William. Incluso vio a su madre que tenía meses sin ver, y que vio que la saludaba como si nada hubiese pasado con la mano desde la tercera fila.
El silencio era tan total que todos escucharon cuando los pasos de alguien resonaron en el momento.
Alana se giró rápido para ver al mismo hombre que vio aquella noche en la cárcel, se dirigía hacia ellos, saliendo de alguna parte. Era un hombre apuesto, sin duda alguna. De facciones marcadas y una mirada penetrante que la hacía estremecerse.
Además, tenía un traje negro, pero no una corbata, de hecho, tenía su cabello algo desordenado, y su camisa desabotonada. Nadie podía negar que era estremecedor, apuesto y muy atractivo, pero el miedo la paralizó cuando supo que detrás de esa apariencia, se escondía algo más oscuro.
E incluso sus ojos se achicaron, cuando su peinado, no como lo esperaba la ocasión, más bien estaba revuelto, la hizo tener un recuerdo fugaz.
Hubo una agitación comunitaria en el momento, y ella sintió cómo su padre apretó su mano.
—Alana, ¡Por Dios! —no entendió la queja de su padre, pero rápidamente, escuchó el hombre hablar.
—Sí, querido suegro, soy Ángelo Denaro, y aunque esta boda no ha comenzado, usted ya no puede detenerla porque, literalmente, ya estoy casado con su hija…
EL CAOSEl anuncio de Ángelo dejó a todos los presentes en la catedral atónitos. Alana sintió como si el mundo se detuviera en ese instante, y al mirar a su alrededor, solo vio el rostro sorprendido y confundido de los invitados.Ya sabía que sus firmas darían como resultado este matrimonio, pero solo hasta ahora se enteraba de que ya estaba casada. Entonces, ¿para qué esto?Su corazón latía con fuerza, y su mente luchaba por comprender lo que estaba sucediendo. Y en el momento en que su mirada se fue a su padre, su preocupación aumento, porque el rostro de su padre estaba completamente pálido, y sus ojos mostraban una mezcla de ira y confusión.«¿Lo conocía?»—Sí, es cierto que Alana y yo ya estamos casados. Pero no se preocupen, esta boda no ha sido en vano. Hoy estamos aquí para celebrar nuestra unión en este lugar sagrado —el hombre alto, que se movía galante como dando un espectáculo y condenadamente hermoso, se giró hacia la cruz colgada e hizo otra cruz en su rostro con sus ded
ERA UN SEÑUELOLa seguridad de Ángelo se apresuró a que la pareja ingresara al auto que los esperaba, y les dijeron a los reporteros que era todo por hoy.Alana escuchó todo tipo de preguntas, pero ahora su mente, solo pensaba en una sola cosa:Este hombre, era el mismo que había salido con su hermana a escondidas, y al que había pedido la mano de su hermana, años atrás.Se sentó de forma precipitada, y se apartó del hombre que emanaba una oscuridad apremiante, lo escuchó dar una orden en italiano, y luego se tensó cuando sus ojos se pusieron en ella.Sus ojos eran entre verdes y oscuros, sus cejas pobladas, y tenía el cabello hacia atrás peinado con los dedos. El traje se ajustaba a su cuerpo, un traje de color negro, y una camisa blanca a medio abotonada. Su piel no era blanca, más bien bronceada, y su boca estaba en una línea, mientras sus ojos la escaneaban completa.Alana podía decir que recordaba a aquel chico de forma muy distorsionada, un jardinero empleado de su padre, y su h
UN HOMBRE CON MUCHO PODER La habitación quedó en un silencio sepulcral, interrumpido solo por los sollozos ahogados de Alana. Su mente intentaba procesar todo lo ocurrido en las últimas horas, pero ella se hizo un ovillo en el suelo, viéndose tan sola y desdichada.La opulencia de la suite nupcial contrastaba fuertemente con la angustia que la embargaba. Las velas parpadeaban suavemente, arrojando sombras danzantes en las paredes doradas, pero para ella, todo aquello era solo una burla, una planificación para humillarla.Y quizás sea solo el principio.Después de llorar por muchas horas, caminó lentamente hacia el centro de la habitación, donde la cama estaba adornada con pétalos de rosa y una botella de champaña sin abrir, esperaba en una mesa pequeña. Nada de eso tenía sentido para ella ahora.Se dejó caer en el borde de la cama, sintiendo el peso de la situación, aplastarla. Era únicamente una niña cuando lo vio entrar a su casa, y su madre le había pedido que fuera a su cuarto cua
UN INFIERNO COMPARTIDOÁngelo soltó una carcajada fría, que resonó en el vestíbulo del hotel. Su mirada se posó en Alana con una mezcla de diversión y desprecio mientras ella intentaba, por todos los medios, de sostener su desafiante postura. Pero la verdad es que la frialdad de su mirada la envolvía, haciéndola sentir aún más vulnerable.—Piccola mía, tienes muchas ilusiones —Su voz era un susurro gélido—. Pero, lo acepto, culpa mía…Sin decir una palabra más, extendió su mano hacia ella, no como si se lo estuviese pidiendo, esto era más bien una mezcla de autoridad y posesividad.—Vamos, querida esposa. Tenemos mucho de qué hablar, es importante que te aclare ciertos puntos.Alana retrocedió un paso, sintiendo la pared del ascensor contra su espalda. Su respiración se aceleró, y su mente buscó desesperadamente una salida, pero sabía que cualquier intento de escapar sería inútil. Los hombres de Ángelo estaban a su alrededor, y él mismo parecía inquebrantable.—No voy a quedarme aquí
REUNIÓN FAMILIAR Alana observó a Ángelo mientras se despojaba de su ropa con una indiferencia calculada, como si su propia desnudez fuera una herramienta más de control.—¿Qué haces? —Ella estaba avergonzada y anulada.—Voy a darme una ducha, deberías ir también, a decir verdad, prefiero las duchas colectivas —él estuvo a punto de quitar su bóxer, pero pasando la mirada descaradamente por ella, sonrió y luego desapareció de su vista mientras ella le escuchó decir—. Veinte minutos…Alana se dirigió a otra habitación de aquel piso y tomó un baño de pies a cabeza, sin saber a qué hora aparecería su ropa, o lo que fuera con lo que se iba a vestir. Y una vez salió de la ducha, alguien había puesto un neceser con desmaquillante, y todo tipo de artículos de mujer, que ella no dudó en usar, envuelta en una toalla.Sus piernas aún temblaban, así que cuando salió, como este tipo lo dijo, había ropa, como si alguien la hubiera seleccionado especialmente para ella. En esta ocasión un vestido colo
INVITADA ESPECIAL.La comida fue en un silencio tenso, lleno de miradas furtivas y susurros ahogados. Eso también, cuando fue solo Ángelo quien devoró el plato, porque del resto, solo lo miraban con odio, mientras Alana no se atrevía a levantar la mirada.—Deberías comer —él le apuntó la comida a ella como si hablara desde la intimidad—. No te dejas amedrentar por esos ojos. Míralos, ninguno tiene conciencia —Alana pasó un trago y tomó un cubierto para no llevarle la contraria.En este tiempo, no era el momento.Miró la comida que se veía apetitosa y luego llevó varios bocados para sentir una sensación de alivio en su estómago después de tanto tiempo, pero la tensión era parte de la mesa y todos los ojos, estaban sobre ella.Ángelo, sin embargo, parecía disfrutar del espectáculo. Cada mordisco, cada sorbo de vino, era un acto calculado para aumentar su dominio sobre todos ellos.Después de que él terminó, con los platos de los demás llenos, Ángelo se levantó, se limpió la boca y dio u
¿ME EXTRAÑARON?El silencio tras la entrada de Ivy era ensordecedor. Cada miembro de la familia Duncan estaba atrapado en una mezcla de sorpresa, ira y confusión. Alana, especialmente, sintió un vacío helado en su pecho. No reconocía a esta mujer, pero la tensión en el aire le decía que su presencia era significativa.Ivy sonrió con una dulzura calculada, en sus ojos había un destello, con una mezcla de desafío y triunfo. Ella se acercó a la mesa, tomó una copa, e ignoró las miradas penetrantes de William y Oliver.—Es un placer verlos de nuevo… sobre todo a ti, querida cuñada —Alana abrió los ojos cuando ella se refirió a Isabella, pero prontamente vio a Ivy taparse la boca—. Ups, lo siento —y se giró hacia Alana—. Mi cuñada eres tú —dijo Ivy, su voz suave y aterciopelada.Entonces, en ese momento, Alana miró sus ojos con más detenimientos y frunció el ceño.De esa chica que fregaba el suelo, limpiaba las habitaciones, y siempre tenía un delantal, no quedaba absolutamente nada.—Me r
NUESTRA HABITACIÓN. Alana se sintió demasiado sola cuando esos autos salieron de la propiedad del hombre que tenía como esposo, y tampoco vio a nadie en la terraza. La mirada de Ángelo, aunque estaba como una estaca en sus huesos, y la mención de que tenían que salir a alguna parte, solo la estremecía.Ahora entendía que Ángelo Denaro lo utilizaría para ser el foco de humillación de su familia, no importaba si tenía culpa o no, o si solo el que tuviera la misma sangre hacía que la despreciara, pero si no estaba equivocada, Ángelo utilizaría todos los medios para desprestigiarlos, arruinarlos, y hacerles pasar vergüenza.Y esta salida, estaba prácticamente segura, era generar otra controversia colocando el apellido de su familia por el suelo.Ella se despegó de donde estaba recostaba, mirando toda la escena donde había estado su familia. Entonces caminó hacia el umbral de la nueva casa con una mezcla de asombro y aprensión. El lujo que la rodeaba era palpable, con pisos de mármol que