Algunos días después…
Departamento de Bastian.
Princesa Alena.
Sé que esto es un error y voy a meter en problemas graves a mi custodio, pero es que no tengo a nadie con quien hablar y me siento sola. Hilary está con su novio haciendo cualquier cosa que hacen dos personas que se aman y honestamente, Jay es demasiado aburrido. Además, a mí me gusta muchísimo Bastian, pero él solamente piensa en el trabajo y su novia. Tenemos una relación de amigos con derecho porque yo se lo pedí. No puedo decir que estoy enamorada de él porque es muy ponto, pero si me gusta más que cualquier chico de este mundo. No soy buena expresando mis sentimientos y en el momento que lo conocí, sentí que era para mí y perderlo no quería, así que se me ocurrió la brillante idea de ofrecerle sexo sin compromiso.
Pero es que es la primera vez que hago esto.
Solo tuve un novio en mi vida y terminamos en mi último año de universidad. Nunca fue un amor recíproco y sufrí demasiado por él. Solo salía conmigo porque soy princesa y me enteré de todo esto unas semanas antes de nuestro aniversario número 4. Él tenía otra chica y salía al mismo tiempo con las dos, solo que yo era la otra. Desde esa vez juré no volver a enamorarme o que alguien jugara con mis sentimientos. Lo mejor siempre es tener una relación carnal sin ataduras y a lo mero sexual.
Y aquí estoy… me gusta una persona que tiene una prometida y me encuentro babeada por él a tal punto que estoy aquí afuera de su…
—¿Viniste sola? —me pregunta Bastian sorprendido, al abrir la puerta de su casa.
—No, me están esperando y puedo irme en cualquier segundo —siento tanta vergüenza por haber venido aquí.
—Me vas a matar un día de estos —murmura, pero lo logro escuchar—. Pasa, sé que viniste sola.
—Gracias —entré a su departamento.
Honestamente estaba asustada de venir hasta aquí. Los custodios en la agencia no se preocupan como tal por uno. Cada uno tiene a alguien a quien cuidar y si uno de ellos no está, pues nadie te cuida. Solo te llenan la casa de mucha comida hasta que tu guardaespaldas regrese de hacer sus diligencias.
Es una casa pequeña y acogedora… muy ordenada y limpia. Supongo que no tiene mucho tiempo para estar aquí si se la pasa cuidándome.
—No debes esforzarte y caminar —me entrega un vaso de agua—. El médico claramente dijo que debías guardar reposo, Alena —se sienta en un sillón—. ¿Por qué te cuesta seguir las normas que te dan?
—Soy bastante obediente —respondo, sentándome en el sofá frente a él.
—Pero no conmigo. Conmigo todo tiene una respuesta y no siempre es positiva —se queja, tomo un sorbo de agua bajo su atenta y seria mirada—. ¿Sabes el peligro que corriste por venir aquí a verme sola? Alguien pudo secuestrarte, la prensa pudo seguirte hasta aquí o simplemente atacarte al estar sola y sin seguridad. Alena, salir para ti puede ser una actividad de riesgo. No es seguro ni siquiera estar en esta casa que no tiene ningún tipo de protección en caso de un atentado.
Suspiro y me siento tan culpable de venir aquí. Es simplemente horrible lo que estoy sintiendo en este momento.
Solo quería verlo…
—Está bien, me iré ahora mismo y así te puedes quedar tranquilo —me levanto del sofá y coloco el vaso en una mesita de café—. Fue un error venir aquí.
—¡Yo no… joder, Alena, no me la estás poniendo fácil! —me giro a verlo—. Estoy preocupado por ti como un idiota todo el tiempo. Simplemente no lo ves y sigues con tu vida como si nada te importara. ¿No puedes pensar un momento en mí? Tal vez de las tantas veces que te digo que tengas cuidado es porque verdaderamente puede pasarte algo. No estoy paranoico. ¡Mi trabajo es cuidarte y fui suspendido por obsesionarme con tu seguridad y a ti ni siquiera te importa estar segura!
Un nudo se forma en mi garganta al escucharlo decir eso. Clavo mis uñas en mis palmas al hacerlas puño, para evitar llorar. Mi corazón está tan acelerado por él. Siempre está dispuesto a salirse de mi pecho con tal de ver a Bastian, escucharlo o simplemente oler su perfume. Lo veo en mis sueños y lo anhelo en mi vida.
Pero él simplemente no cree que me preocupa.
—Nunca debí venir aquí —lamentablemente una lágrima ya había caído por mi mejilla.
—Alena…
—¿Qué vas a decirme ahora? Ya entendí el mensaje. No me quieres aquí y estás haciendo mal tu adorado trabajo por mi culpa —limpio mi rostro que ya se había mojado—. No lo hice con mala intención. Vine hasta aquí porque estaba preocupada por ti. Porque quería verte y saber que estabas bien. Sé que el trabajo significa todo en tu vida, pero por un momento yo… —guardo silencio porque no vale la pena discutir.
Se acerca con rapidez y queda frente a mí, su rostro estaba tan cerca que sentía que en cualquier momento me iba a desmayar.
—¿Por un momento qué? —me mira tan dulcemente que siento que me caeré en cualquier momento—. Alena… yo no puedo más. Yo te quiero, de verdad que lo hago.
Sonrío de lado y mi corazón iba a mil por hora.
—Yo también te quiero, Bastian.
—No me estás entendiendo —tomó mi rostro entre sus manos—. Yo te quiero de una manera diferente. No te quiero por la razón que estás imaginando o por la razón en la que todo esto empezó.
Roza sus labios con los míos y no lo sabía hasta este momento, pero necesitaba tanto de un beso con él, que me estaba muriendo de sed.
—Bastian, yo…
El sonido del timbre y la voz detrás de esa puerta, me hicieron entrar en razón en cuestión de segundos. Entendí cuál es mi papel en la vida de esta persona y si es posible, nadie me quedaría bien.
Bastian fue a abrir la puerta con una rapidez inigualable, no me dio explicación o dijo alguna palabra para que yo no entendiera mal lo que estaba sucediendo. La voz de esa mujer simplemente lo hizo correr.
—Camelia… —dijo, al abrir la puerta.
—He venido lo más rápido posible al enterarme de que papá… —me mira después de haber entrado al departamento—. No sabía que tenías visitas. Creí que estabas suspendido y no podías ver a la chica.
—Estoy suspendido todavía, Camelia —responde seco.
—Entonces ella no debe haber entendido el significado de la palabra suspensión —me mira de arriba hacia abajo con diversión—. No debería estar aquí, señorita. Tampoco debe venir a casa de mi hombre cuando yo no estoy. Hay reglas en el mundo que se deben respetar por sentido común, pero veo que carece de ello.
¿Su hombre?
Me empiezo a reír haciéndola poner una cara de confusión.
—Sé perfectamente lo que significa esa palabra, pero simplemente no me importa —hago una mueca al ver como intenta sujetar la mano de Bastian—. La única persona que tiene derecho a dirigirme la palabra son las que han pasado el riguroso estudio de la compañía de custodios y Zervas. Casualmente tú no fuiste evaluada y no puedes volver a hablarme solo porque te apetezca. Eres una plebeya sin ningún cargo importante así que simplemente no me hables —tomo asiento nuevamente en el sofá—. Para tu información, soy la jefa de tu padre y de Zervas, así que puedo ir a donde me plazca, estés o no estés en esta casa. La que carece de sentido común eres tú —me mira furiosa—. Simplemente hago una llamada y puedo detener un país entero si me da la gana. Puedo hacer que nunca más en tu vida trabajes y puedo hacer que los despidan a todos y mueran de hambre sin un hogar —ella traga grueso—. Conoce tu lugar en esta vida y respeta el mío. Soy la jefa de tu padre y Bastian. Así que guarda tus garras, traga grueso y espera a que termine mis asuntos con tu hombre.
—Yo…
—Te dije que no podías volver a dirigirme la palabra, pero no lo entendiste —la interrumpo—. Entonces, mis asuntos son más importantes que tus problemas de celos —miro a Bastian—. Tienes dos opciones, si ella se queda y yo me voy le notificaré a tu superior tu poco profesionalismo al preferir a tu mujer y no la seguridad de la princesa —la miro a ella—. Si decides que me quede, ella debe irse porque ningún plebeyo que no fue correctamente investigado y evaluado por ustedes y por mí, esté en el mismo lugar que yo.
Veo hacer una pequeña mueca a Bastian que parecía querer sonreír.
Grandísimo imbécil.
—Camelia, debes irte —ella lo mira con sorpresa—. No quiero perder mi trabajo. Después me pondré en contacto contigo para hablar lo que desees.
—Bastian, pero hoy es… —empieza a llorar—. Bastian, hoy es nuestro día más importante.
—No puedo dejar a la princesa sola. Ella es mi jefa y debo obedecer lo que ella me diga. Lamento mucho que las cosas entre nosotros terminen así el día de hoy, pero mis prioridades en estos momentos es la seguridad de la princesa —responde seco y asquerosamente profesional.
—Solo es una mujer con dinero y un poco de poder. Si le quitas todo eso no tiene nada —su mirada de odio la clava en mí—. No tienes nada más que soberbia.
¿Dónde he visto esa mirada?
—Si me quitas el dinero y todo lo que tengo sigo siendo princesa. Mi linaje real proviene de muchas décadas atrás. Me quitas todo y sigo siendo la princesa, pero, en cambio tú, por la manera en que me trataste, eres una mujer desempleada por el resto de su vida —hace una mala cara y murmurando cosas que no logro entender—. Oye, Camelia —me mira seriamente, esos ojos los he visto antes—. Debes decirme su alteza… su alteza real, Alena. Te prohíbo decirme princesa. Para ti soy su alteza real de Grecia y primera en la línea de sucesión de Nueva Zelanda.
Sale de la casa de Bastian, tan enojada, que estoy segura de que esa mujer me va a odiar para siempre. No me importa en lo absoluto. Ella quiso venir a humillarme a mí, una persona que jamás puso sus títulos en su boca y presumió de algo que odia.
Dios mío, no puede ser…
No debí hacer eso… esa mirada… es ella.
—¿Alena, estás bien? —pregunta Bastian.
—No —lo empujo y salgo corriendo de su casa para perseguir a Camelia.
—¿Qué demonios? —logré escuchar.
No necesito más enemigos en mi vida y estoy segura de que ella fue la que hizo el atentado… es esa mujer.
Semanas después…Bastian.Por más que perseguí a Alena y la encontré, nunca me dijo que fue lo que sucedió entre ella y Camelia. Simplemente fue un borrón y cuenta nueva en cuanto a su actitud hacia mí. La llevé a escondidas a su departamento y no volví a saber de ella por un largo tiempo. Seguía suspendido y me di cuenta de que no me encontraba cómodo con lo que estaba pasando.Para Alena no existí desde el día que pisó mi casa.Estoy jodidamente cabreado porque no sé hasta cuando ella va a seguir ignorándome. ¿Qué le hice? —Zervas, ¿será que puedes darnos la dicha de traer tu mente aquí? —la voz de mi jefe me cabrea más, pero finjo que estoy calmado.—Claro, no tengo problema en volver a ustedes —respondo con sarcasmo.—¿Calmaste tus hormonas o todavía estás en las nebulosas? —pregunta.Lo miro fijamente y trato de darme razones para no golpearlo ahora mismo. Primero, estoy así por culpa de él y las grandes sanciones que me puso por no controlar mis impulsos, y segundo, lo que más
¿Razones para hacerle muchas cosas a Camelia? Muchas y no pretendo discutir con nadie una posible intervención. Se supone que nuestro pasado, nuestro historial como guardaespaldas, no debe ser divulgado. Confidencial.Palabra usada para mantener la información personal de una empresa, institución o personas, seguras. Nada debe ser divulgado y ella mejor que nadie en el mundo lo sabe. No le encuentro razón a lo que hizo y claro, como el excelente imbécil que soy, me alejo de Alena. De inteligencia no me voy a morir y eso es seguro.—¡Bastian, cálmate! —decía mi amigo, deteniéndome.—¿Por qué? Ella no respetó el acuerdo confidencial con mi custodiado. ¿Por qué tengo que darle lealtad a alguien que me apuñala por la espalda? Estábamos en el salón de prácticas y me importaba tres hectáreas de v3rgas quien estuviera aquí. Camelia me las iba a pagar.—Yo no le dije nada, lo juro —me miraba con ojos de borrego traidor.—¡Me dejaste sin trabajo al decirle a la princesa Alena para quienes
Varios días después…Bastian.La mayor parte de las veces soy un idiota y no me importa serlo. Un adicto al trabajo que obedece las reglas y cumple su deber al pie de la letra. Por eso me parece una completa traición lo que me hizo Camelia.Sé que no soy la mejor persona para decir que se debe separar la vida laboral con la vida personal, pero yo nunca permití que Alena estuviera en peligro ni mucho menos ventilé información de mi trabajo.Estoy cansado de no saber controlar la situación ella.Alena me supo poner la vida de cabeza.—Por eso te pusieron a trabajar conmigo —llevo la vista a Gustavo, mi nuevo custodiado.—Entiendo, solo debe informarme los lugares a donde iremos para poder verificar la locación y que todo esté completamente seguro para usted —le informo.Gustavo Vogiatzi, es un empresario griego muy aclamado en ese país, amado por la mayoría de las mujeres por ser un diseñador de ropa cómoda. Vi lo que hace y no me gustó, pero como no soy mujer y no entiendo la razón de
Princesa Alena.Quiero volverlo loco para que me diga la verdad.Antes del incidente en el restaurante.Estaba dolida, obligaba a mi corazón a que dejara de quererlo. No podía aceptar todo lo que me dijo esa mujer para salir del paso. Estoy tan segura de que ella fue la causante de todas las desgracias que hubo ese día, pero en mi cabeza no entraba la idea de que Bastian y ella se vayan a casar.Creí que él tenía algún tipo de sentimiento por mí, pero no. Resulta que soy un simple juego para Bastian. No es solo eso, también que perteneció a la mafia. Es un asesino… pero no puedo simplemente ignorarlo. Me duele estar lejos y me considero la persona más masoquista del mundo gracias a ello. Cuando me dieron a elegir a otras personas para que fueran mis custodios, tomé la decisión de hacer mi guardaespaldas a Kyle.Se lo quité a mi prima, pero igualmente él estaba suspendido y era optativo para guardaespaldas real. —Pero lo único incómodo de mi guardaespaldas es que su seriedad me inco
Especial Fabrizio…Sicilia-Italia.¿Cuánto tiempo estuvo Bastian trabajando conmigo? Después de venir de la guerra me tocó la peor versión que un ex soldado puede tener, volver a la normalidad. Bastian fue mi amigo desde siempre, solo que es muy recto y estricto en cuanto a su trabajo y reglas. Fue mercenario después de perder a su hermana, solo que conmigo las cosas no eran morir o morir. Le enseñé el arte de matar. Bastian era y es uno de mis amigos más preciados. Él y Alessandro son las únicas personas que puedo considerar mis hermanos. Por eso no puedo negarle una ayuda. Él sería incapaz de pedir algo para sí mismo. Si me buscó nuevamente, aun cuando le di la libertad de irse de la Cosa Nostra, sin haber muerto… no puedo negarme.Esta vez no ayudaré a mi viejo capitán, esta vez ayudaré a mi mejor amigo.Aún recuerdo cómo sufrió por la pérdida de su hermana y como quiso morir al enfrentarse con Alessandro y conmigo.—¿Eres imbécil, Bastian? —suspiro exasperado—. Luchaste tanto p
Momento del desastre…Bastian.Alena era tan perfecta, delicada y la mujer más dulce que en mi vida pude conocer. Quería protegerla a toda costa y me resultaba por primera vez en mi vida, hacer mi trabajo correctamente. Mis pensamientos y mi vida entera pertenecían a esa hermosa pelirroja. En estos momentos estoy rompiendo miles de reglas, años de profesionalismo y un sinfín de manuales de ética militar. Estoy cruzando la línea entre mi jefa y yo. Podría perder mi trabajo en cuestión de segundos y en este momento es lo menos que me importa…Veo como sus ojos están llenos de miedo mientras dejamos de besarnos. Estábamos en un lugar público y eso a ella podría traerle más problemas de lo que podría imaginar alguna vez. Acarició mi mejilla y me dio una cálida sonrisa. La volví a besar, pero esta vez con desespero, con temor a que esto terminara en lo que saliéramos de aquí. La abrazaba cada vez más porque sentía como la distancia entre nuestros cuerpos me quemaba. Bajé el ritmo del be
Un día después…Bastian.No puedo decir que he tenido las mejores 24 horas después de lo que pasó con Alexia. Las relaciones que más duelen son las que casi terminan en algo. Nunca fui novio de esa pelirroja, siempre fui su custodio… su casi algo y para mí, ella terminó siendo mi todo.Aquí estoy 24 horas después sin haber dormido y pensando en muchas cosas. No, no me arrepiento de absolutamente nada de lo que hice en mi pasado. Solo quisiera que ella pudiera aceptarme aunque sea un poquito. Estaré bien si solo una persona me conoce bien. Para mí es suficiente ella, porque no necesito la hipocresía del mundo. Alena es honesta, transparente y puedo decir que es la persona más pura que mis ojos hayan podido conocer. Por eso sabía que Camelia la había amenazado, pero ahora mismo estoy envuelto con todos mis demonios, tratando de hacerle entender a mi mente que es una amenaza y no Alena, desde lo más profundo de su corazón, quien me rechaza.—Zervas, estoy hablando contigo —la voz del gri
El dolor de verla cada vez más lejos…Unas horas más tarde…Bastian.Estábamos revisando algunos obsequios que estaban para donación. Muchos niños estaban emocionados porque también tendrían un almuerzo con varios posibles padres. Así que la emoción de los pequeños era increíblemente grande. En lo que respecta a Alena, ella no me ha dado más que miradas fugaces llenas de rabia y decepción. ¿Decepción? Esa mirada la puedo poner en duda. ¿Por qué razón ella tiene que estar decepcionada? Alena me ha rechazado y terminado más veces de las que una persona con cinco dedos de frente, pudiera imaginar.Seguía revisando algunos regalos, cuando una pequeña de seis años se acerca curiosa por lo que hacía.—¿Es muy difícil lo que estás haciendo? —su vocecita me llena de ternura—. ¿Puedo ayudarte un poquito? Pienso unos segundos y podría darles los regalos que ya han sido revisados para que los lleve a donde están los otros. Pero eso podría ser problemático, al recibir ayuda de alguno de los peq