Capítulo 32

Quisiera que todo esto doliera menos. 

Princesa Alena.

Con ayuda de Bastian, entramos a la habitación que Camelia les indicó. No esperaba un lugar cálido o algo que hiciera sentir más cómoda a mi prima.

Yo estaría bien, igualmente Bastian y yo siempre nos cuidamos. Con las cosas tan difíciles con mi padre siendo rey, no la tendría sencilla.

Con esos ojos que me derriten el corazón, Bastian me mira avergonzado cuando señala el suelo. Dirijo mi atención a donde él señalaba, y sonrío al ver que esa sería mi cama ahora mismo.

—No es lo que acostumbras, pero es todo lo que tenemos. Buscaré unas mantas para que no pases frío —con mucho cuidado me ayuda a sentarme en el suelo—. Perdóname por hacerte pasar todo esto... Camelia es... Ni siquiera puedo decirte que piensa ella.

Asiento mientras veo a Kyle hablándole al vientre de mi prima. Sonrío involuntariamente con nostalgia.

Por lo menos ella está más cómoda en la cama.

—Yo quería muchas cosas contigo, Alena —volteo a ver al hombre que amo, no me di cuenta cuando se sentó a mi lado—. También te imaginaba muchas veces siendo madre. Quería imaginar que tendríamos una mejor historia. No quería dejarte sola porque cada vez que lo hago, sales lastimada.

—Eres indispensable en mi vida. Mi seguridad siempre dependerá de ti, Bastian —respondo, con ganas de llorar.

Él apoya su cabeza en la pared.

—Llámame egoísta, pero prefiero tenerte a mi lado aquí, a que estés sola en manos de esa gente y sin mí —suspira mientras ve sus dedos.

Trago grueso y sonrío internamente. Yo no quise decirle nada, pero yo también quería formar una familia con él. Lo sé, después de enterarme de la Cosa Nostra, todo en mi vida cambió, pero por más que lo rechacé, necesitaba de él...

Yo amaba a Bastian en cualquiera de sus facetas.

—Si estamos juntos las cosas parecen funcionar algunas veces —admito, viéndole una cicatriz, que, por su aspecto, no tiene mucho tiempo de haberse lastimado el mentón.

—Y si nos separamos, yo siento que no puedo vivir sin ti —me responde, viéndome con tristeza y tragando grueso.

—Fuiste tú quien terminó todo esto. No me dejaste ni siquiera opinar. Solo te despediste de mí y me dejaste sola —susurro, mientras intento no llorar.

—Lo sé y no me arrepiento de lo que hice —aparta la mirada—. Sin ti la vida pierde todo sentido, pero yo necesito verte a salvo y sin el odio de Camelia a tu lado. Camelia es una maldición, Alena —vuelve a verme.

—Pero yo te necesito y te amo a ti. La diferencia es que tú decidiste por los dos cuando me dejaste —le confieso, sin titubear.

—Te amo tanto que no me importó echarme de enemigo a una nación entera por verte a salvo. Estoy tan seguro de que tu hermano me odia a muerte —acaricia mis manos—. Te amo tanto que estar sin ti es un infierno para mí —se acerca acortando la distancia entre ambos—. Te amo tanto que morir por ti es mi mayor muestra de amor, bonita.

—Yo...

—No es necesario que respondas, Alena.

Ve hacia el frente para verificar no sé qué, y me da un tierno beso en la frente. Mi boca se hizo agua y rogaba porque ese beso fuera en mis labios.

Él se me queda viendo unos segundos y después de mucho tiempo separados, logro ver esa hermosa sonrisa sincera y sus ojos llenos de ese brillo que me envolvían en su mundo.

—Iré por algunas mantas. Tienes los brazos muy fríos —me dice, levantándose del suelo.

De verdad lo amaba más de lo que podía imaginar.

Me duele el corazón de solo pensar que este mal sueño terminará y que Bastian solo es una ilusión.

Quiero volver a casa, pero quiero que Bastian regrese conmigo.

[...]

Estaba gustosamente dormida en el pecho y abrazada en los cálidos brazos de Bastian, cuando entra un hombre agitado a la habitación y empieza a hablar italiano. Confundida me incorporé rápidamente y con algo de sueño, intento entender qué ocurría, mientras los chicos se acercaban al hombre rápidamente. Busco a Hilary para ver si había estado bien, pero me doy cuenta de que ella ya no estaba aquí.

Anoche ellos durmieron en la cama. ¿Entonces, por qué ella ya no está aquí?

—¿En dónde está mi prima, chicos? —pregunto, logrando que guardaran silencio, mientras me levanto del suelo, con dolor en el cuerpo.

Kyle está aquí, así que mi prima no debe haber ido muy lejos...

—Ella no está más en esta casa —responde un hombre con acento italiano, frunzo el ceño—. Kyle la ayudó a escaparse en la madrugada.

—Estás mintiendo... Kyle está aquí —lo enfrento, con voz nerviosa—. Ella no podría haberse ido así como así. Tengo el sueño liviano y...

Me di cuenta de la situación.

—Alena, era necesario sacarla sin que nadie se diera cuenta —miro a Kyle, que me estaba explicando las cosas—. En estos momentos tenemos otros problemas grandes, y son peores que la huida de Hilary.

Miro a Bastian que poco a poco se iba tensando más.

—No le sucedió nada, ¿verdad? —pregunto, en un hilo de voz. Ninguno responde mi pregunta y siento mi corazón acelerarse cuando me esquiva la mirada—. ¿Qué le pasó? Ella estaba en la habitación anoche y antes de dormir, la vi hablando con Bastian.

—Hilary estaba con dolores en el vientre. Teníamos miedo de que ella perdiera a la bebé porque no se encontraba muy bien —responde el italiano.

—¿Y ahora cómo están? —siento que tendré una crisis de nervios.

—Está muy delicada de salud. Perdió mucha sangre y tiene una grave infección. Tuvo principios de aborto, pero los doctores nos dijeron que debíamos prepararnos para cualquier cosa —vuelve a responder el chico.

Miro a Kyle que estaba muy tranquilo con la situación de mi prima y siento una terrible impotencia.

—¿Entonces, la sangre que vi? —un nudo se forma en mi garganta.

—Sí... —es la única respuesta de Kyle.

Una presión en el pecho se instaló y ver que todos estaban como si nada, me dolía más.

—Tuvimos que llevarnos a la princesa porque corría peligro. Dormimos a algunas personas en la casa para poder sacarla —miro al italiano.

—¿Por qué no me despertaron para irme con ella? ¿Acaso les estorbaba? —mis lágrimas se amontonaron en mis ojos.

—Porque queremos acabar con Camelia y sus absurdas ganas de herirte —miro a Bastian con tranquilidad—. Definitivamente, la odio. Nunca había odiado a alguien antes, pero ahora sé cuál es ese sentimiento. Odio sus horribles ganas de herirme y dejarme sola. Todo lo que amo me lo quiere quitar a toda costa. ¿Qué hice mal, chicos?

Limpio mis lágrimas mientras los miro con dolor.

—Ale, no, por favor... —Bastian me suplica.

—Me enamoré de ti. Ese fue mi peor pecado. Nunca hice nada para lastimarla. Nunca hice nada malo. Solo me enamoré de ti y tu manera de cuidarme —él se acerca para limpiar mis lágrimas.

—Princesa, debe mantener la calma —me pide con preocupación, el italiano—. Recuerde que usted... —no lo dejo terminar.

—¡Lo sé! ¿Es qué no me puedo quejar de lo injusta que es Camila conmigo? —me alejo de Bastian—. Entiendo perfectamente cuál es mi situación en este lugar —los miro y siento mis mejillas cada vez más húmedas—. Estoy así por culpa de una persona que no acepta que el amor no se debe forzar.

Bastian dice algo de mala manera y lo empuja para venirme a abrazar. Empieza a decirme que todo va a estar bien y no, no lo siento así. Siento que cada día las cosas están peor y amarlo es una maldición para Camelia.

Él, para mí, significa muchas cosas. Paz, tranquilidad y sí, protección también. Bastian me da un amor tan profundo y sincero, que me arrepiento tantas veces de haberlo herido. No fui la mejor jefa y nunca llegamos a ser una pareja, pero no por falta de amor, más bien por miedo a que ella lo hiriera.

Es mi culpa que Hilary está por perder a su bebé. Es mi culpa que mi hermano odié a Bastian. Es mi culpa que Bastian me ame y es también mi culpa, que yo lo ame a él.

Lo amaba y me arrepentí muchas veces no haber creído en él. Camelia me amenazaba con matarlo y sacarlo de mi vida, pero nunca me di cuenta de que la verdad es que fui yo, quién lo sacó primero.

—Tranquila, amor. No pasa nada, ya estoy aquí contigo —la dulce voz del hombre que amaba, susurraba en mi oído, haciéndome volver a la realidad—. No llores más, por favor. No sé qué hacer cuando lloras de esa manera.

No me había dado cuenta de que estaba en los brazos de él. Supe que venía hacia mí, más no supe cuando logró abrazarme.

—Vamos, Ale. No te culpes de algo que no tiene sentido. Camelia simplemente enloqueció, pero eso no es tu culpa. Que nosotros nos amemos no es tu culpa. Yo a ti te amaba desde el día uno que apareciste en mi vida.

Mis lágrimas siguen corriendo por mi rostro, pero caen cada vez menos. Mi respiración se empieza a calmar de a poco y la realidad parece menos aterradora.

—La parte más importante de mi vida, eres tú. Amarte se me hizo tan sencillo, que si lloras, me destrozas completamente. Tienes el poder de hacerme añicos, pero te pido que no lo hagas —besa mi frente—. No llores y permite que te proteja como la hermosa muñeca de porcelana que eres.

¿Cuándo creció tanto este hombre?

Su frente estaba sobre la mía y sus manos estaban sobre mis mejillas, dando pequeñas, pero delicadas caricias.

—Todo va a estar bien, lo prometo —miro hacia los lados avergonzada—. No importa, estoy aquí contigo y no dejaré que caigas sola, Alena. Soy así de masoquista por ti. Hasta el final estaremos juntos sin importar lo que suceda después.

Trago grueso y le doy una pequeña sonrisa para tranquilizarlo.

Por favor, Camelia...

No nos hagas sufrir más.

—¿Estás bien ahora mismo, Ale? —pregunta preocupado sin soltarme.

Asiento mientras trato de recordar la estupidez que hice. ¿Por qué estoy pensando solo en mí? Los otros chicos también están teniendo problemas por quedarse conmigo. Kyle está aquí en vez de ir con mi prima y yo solamente estoy pensando en las razones de no llevarme con ella.

Soy tan egoísta y tonta.

¿Por qué no pensé en la situación de Hilary y Kyle?

—Lo siento tanto... —digo en un susurro.

—También lo siento, bonita —besa mis labios y con confusión lo veo dirigirse a la puerta.

Entran unos tipos enormes y me toman por el brazo con fuerza. Me sientan en una silla que traían y me sentí tan aliviada de que Hilary no estuviera aquí. Con las manos atrás de la silla, me encadenan con fuerza. El dolor en las muñecas era insoportable.

Miro a las personas que me estaban encadenando y se les nota que disfrutan lo que hacen. Encadena mis pies con lo que restaba de ellas y me amordazan con una cinta adhesiva.

Todo bajo la mirada de Bastian...

—Estén preparados para atacar, no quiero cobardes —dice, uno de los sujetos dejando la puerta abierta cuando sale de la habitación.

No será mi final, lo sé. Estoy protegida por los mejores guardaespaldas. Tengo miedo, pero me siento aliviada de que mi prima no tenga que aguantar nada de esto.

—Llegó Fabrizio. Creo que ya sabes lo que eso significa —la voz de Kyle, estaba en alerta.

¿Qué significaba que él estuviera aquí? Siguen diciendo otras cosas en otro idioma que desconozco.

—Sé qué no confías en él, pero es la mejor ayuda que podemos tener ahora mismo para acabar con todo —me informa Kyle.

—Es mejor decir que fue la mafia, aunque nosotros también estuviésemos implicados —Bastian me ve y me guiña un ojo.

¿Van a asesinar a Camelia?

El silencio reinó en el lugar por unos segundos y unos disparos afuera, me hicieron sobresaltar.

—¡Hemos llegado a la diversión, Camelia! —grita un hombre de acento italiano, por un megáfono—. Por si se te olvidó, tienes a mis hombres en tu casa y he venido por ellos. Espero que entres en razón y los regreses a donde pertenecen —se escucha una aterradora risa—. Vine por mis capitanes, la Cosa Nostra, llegó a ti, cariño.

—¡Y yo vine por mi hermana! —esa voz...

¿Egan está aquí?

Veo a los chicos que empiezan a prepararse.

Por favor, Egan... Tú no...

Mamá, por favor, cuida de ellos y que salgan ilesos de todo esto.

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