Capítulo 33

La vida cambia en un abrir y cerrar de ojos.

Media hora después…

Princesa Alena.

El tiempo había pasado muy rápido para mí, mis ojos ardían por el olor que desprendía el gas lacrimógeno. Bastian estuvo conmigo a mi lado sin dejarme ni un minuto, pero sabía que todo acabaría en cuestión de segundos. 

Unas personas entraron a la habitación y debíamos desaparecer de aquí. En el camino encontramos a varios heridos, pero nada grave, según Bastian y Kyle. Sentía mi corazón latir fuertemente, al mirar a varios de los guardias de Egan. Tenía miedo de encontrarme a mi hermano herido. 

Tenía tanto miedo de que mi hermano simplemente desapareciera en un respiro. No quería que nada malo le pasara. La casa era la primera vez que la veía, pero parecía un lugar que en cualquier momento nos tragaría.

Lo sabía… algo nos pasaría.

—Joder, Kyle, ¿en dónde estás herido? ¿En dónde está el resto de ustedes? —Bastian miró a su amigo, tensando la mandíbula.

¿Cuándo pasó eso? 

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estábamos en la sala.

—Por lo visto, Alena no se dio cuenta de lo que pasó hace unos segundos atrás —hace una mueca al hablar—. Es bueno que tus pensamientos estuvieran en otro lado. 

Miro a Bastian.

—Me dijiste que habían sido unos disparos lejos de aquí.

—Y así fue… solo que Kyle estaba en ese momento inspeccionando la situación con nosotros —aprieta mi mano—. No te gustará lo que podrías ver después.

—¿A qué te refieres? —lo miro frunciendo el ceño.

—La situación fue controlada por tu hermano y Fabrizio. Mi deber era protegerte y lo he hecho a la perfección —mira mi cuerpo y tensa la mandíbula—. Casi salió perfecto. 

—Estamos juntos en esto, Bastian —él besa mi frente—. No te dejaré después de esto. No quiero huir más.

—Quería dejarte libre de todo esto para que estuvieras con una persona mejor que yo. Pero lamentablemente soy muy egoísta —suspira.

—Yo también soy egoísta —sonrío sincera—. Vamos con todo y enfrentemos juntos lo que viene.

—Querrás salir corriendo, pero no digas que no te lo advertí —empezamos a caminar.

—No puede ser tan malo —respondo.

—Esto será un desastre cuando lleguemos ahí. Son cosas que jamás has visto —me ve con preocupación—, Mi trabajo es hacerme cargo de las cosas que hace Fabrizio, pero mi prioridad ahora es sacarte de aquí.

—Entonces es trataré de no hacer las cosas tan difíciles para todos —trago grueso, al ver varios cuerpos en el suelo.

—Es hora de volver a casa, princesa Alena —Kyle me sonríe.

¿Casa?

Es lo menos que quisiera hacer. 

[...]

Mi mundo se vino abajo cuando veo a uno de los desgraciados, apuntaba a mi hermano, que estaba sin conciencia. La mano de Bastian se soltó de la mía, sacó mi arma de la funda y le disparó al hombre en la cabeza, haciéndolo caer de lado y su arma, al tocar el suelo, hizo un estruendo.

Ahogo un grito, al ver que Kyle, también hacía lo mismo, la diferencia es que Bastian me cubría con su cuerpo.

—Ve con tu hermano, todo irá bien ahora mismo —comenta, mi guardaespaldas—. Yo me encargo desde aquí. Tu hermano te necesita.

Salgo corriendo hacia él, sin importarme lo que sucedía a mí alrededor. Su cuerpo desmayado lo pongo entre mis brazos, perdiendo el aire al notar su respiración lenta. Estaba muy frío y su rostro estaba demasiado pálido. Lo abrazo con fuerza intentando darle calor y un nudo se formó en mi garganta haciéndome tensar todo el cuerpo. 

Suspiro con fuerza y me giro a ver a Bastian.

—¿No queda más nadie con vida? —la voz de Bastian, se escuchó áspera.

—No, solo queda ella con vida junto a su amigo.

—Llévatelos a la habitación en la que estábamos —miro a Camelia—. Es hora de poner las cosas bajo nuestro control.

—¿Qué pasará contigo? —mis lágrimas empiezan a mojar mi rostro—. Egan… te buscarás problemas con la realeza.

Otras personas se acercan para ayudarme con mi hermano. Miro que pertenecen a la guardia real, y Fabrizio hace una seña a Bastian.

—Tranquila, bonita. No hay nada que temer. Nadie volverá a ponerte un dedo encima nunca más —se acerca y besa mi frente—. Esto será pan comido. Iré a ti cuando sea el momento justo. Por ahora necesito que seas fuerte y confíes en mí. Todo irá bien y por favor, cree en tu hermano y lo que él desee hacer. 

—¿Bastian, este es nuestro final? ¿Otra vez me estás dejando? —me quitan a Egan de mis brazos, y mi chico me pone de pie.

—No, solo nos separaremos hasta que tú logres algo bonito para ti —besa mis labios dulcemente—. Te amo, Alena. Nos vemos después… 

Me da un dulce beso, que me hizo derretir el corazón.

—Bastian… —lo abrazo—. Por favor, no lo hagas como una orden o porque un día fui tu jefa —él me aleja un poco y limpia mis lágrimas—. Vuelve sano y salvo. No lastimes a nadie y regresa a mí al caer la noche.

—Lo prometo —vuelve a besarme.

—Bastian, vamos —lo llaman.

—Por favor… —me da un último abrazo—. Te amo, Bastian. Te amo más de lo que te podrías imaginar.

—Te amo, mi princesa. Nos vemos al caer la noche.

Lo veo alejarse y con eso, él se llevó mi corazón. Me dio su espalda y sentía como me iba desgarrando. 

Nos volveremos a ver.

—Princesa, debe ir con el príncipe Egan —me informa un guardia. 

Le di una última mirada a Bastian y con el nudo en la garganta, decidí irme con mi hermano.

—¿Ellos serán castigados por mi padre o por Egan? —le pregunto al guardia, él me ve y con una sonrisa, me responde.

—No, princesa. No se le puede tratar mal a quien nos ayudó a rescatar a nuestra princesa. El príncipe Egan salió herido por salvar al guardaespaldas que es novio de la princesa Hilary. Estamos agradecidos por todo lo que hicieron por nosotros, pero dejaremos que ellos se encarguen de la señorita Camelia. El príncipe Egan pidió no tocarlos, hasta que usted tome su posición como reina de Nueva Zelanda.

—¿Les darán un título real? —pregunto sorprendida.

—Lo han rechazado, pero serán parte de la seguridad de su país. Pero depende de las decisiones que usted tome desde ahora.

—¿Por qué me dices esto? —lo miro intrigada.

—Porque el príncipe y usted, tenían el mismo pensamiento de desconfianza hacia ellos. Era necesario que demostraran lealtad a ustedes, para que fueran perdonados. Así que, ellos podrán regresar como si nada, pero todo a su debido tiempo.

—Camelia…

—Ella no pertenece a nuestro mundo y será tratada por la Cosa Nostra y su gente. No se preocupe. Vaya con el príncipe y prepárese para el futuro —con eso, terminó la conversación y seguimos caminando para reunirnos con el resto de los guardias.

Nos volveremos a ver, Bastian.

Espera un poco más por mí.

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