Capítulo 30

Porque en esta vida todo se paga y nadie se va sin pasar por Go sin cobrar 200...

Camelia.

Es agradable volver a ver a mi adorable y peor enemiga. Durante todo este tiempo le he tenido una paciencia increíble. Ella es idiota todo el tiempo, pero me resulta agobiante que no se dio cuenta de que la tenía comiendo en mi mano… si tan solo se hubiese dejado engañar más tiempo… pero no, la muy estúpida y malagradecida, decidió hacerle caso a la gente de la Cosa Nostra y salí perdiendo yo por su culpa.

Mi odio por ella empezó cuando la conocí y me vio con ojos de perro que no parte un plato. Era una imbécil que con sus aires de grandeza, vino a robarme todo lo que es mío... sí, Bastian era mío.

Yo lo vi primero.

—Es difícil la situación que podemos vivir entre todos, pero creo que nos podemos llevar bien. Es agradable conseguir personas que disfruten de hacer el mismo trabajo. Proteger a las personas debería ser nuestro mayor deber.

Verlo tan hombre y tan responsable, me hizo amarlo a primera vista. Tal vez él no se enamoró a primera vista, pero quiero creer que sí, ya que me daba señales de querer protegerme. No podía ocultar su preocupación cada vez que yo desaparecía. Bastian era único y un caballero que simplemente te hace quererlo por lo profesional que es.

Tuve una infancia bastante especial y aunque en mi adolescencia fue que empezaron a fallarme las personas, había decidido que eso no me afectaría, pero mentí. Sí, me afectó y mucho. Mucho más cuando intentaron abusar de mí. Había querido inculpar a Bastian para que se casara conmigo, pero nadie creería que él se hubiese comportado de esa manera. 

Pero toda su atención cambió cuando la conoció a ella. 

Alena fue educada en el palacio por personas que no tenían conocimiento de la vida. Criaron a esa inutil como si fuera algo especial y solo es una basura. 

Ella no valía la pena... nadie la quería, pero la idiota ni cuenta se quería dar de eso.

Nadie le enseñó una lección de vida. Ella necesita ser preparada para todo y eso incluye la maldad. En mi cabeza no cabe que ella sea así de inocente y voy a demostrarle a todos que Alena, es una farsante más.

Soy lo mejor que le puede pasar a las personas al conocerme, pero por ella... Alena me quitó todo y simplemente me cabreó su presencia. No puedo aceptar que ella esté ocupando mi lugar y usando todo lo que un día fue mío.

Voy a pasarle factura porque ella no obtendrá las cosas gratis. 

Que ni crea que la dejaré libre.

—¿Secuestraste a la princesa? —preguntó uno de mis aliados, no éramos muchos, pero somos lo suficientemente inteligentes para poder poner a la realeza en tinieblas—. ¿Sabes que te vas a meter en problemas? Ella es la futura reina de una nación 

—Nadie es mejor que yo. Date cuenta de que siendo una princesa la pude raptar. Así que, tan valiosa no es —le informo—. ¿Encontraste a Bastian y al amigo? ¿Las pusiste en la habitación que te dije? Las quiero pasando frío —asiente preocupado—. Confío en ellos y sé que estarán de mi lado. No quiero traidores en mi vida y esos dos harán lo que sea por estar bien conmigo.

—¿Estás tan segura de ellos? Sinceramente es bastante sospechoso porque ellos son amantes de...

—Soy lo más importante en su vida y tenemos bastantes personas que darían lo que sea, por la cabeza de la segunda al mando —niego con la cabeza cansada.

Siempre es la misma situación con esas personas. La cobardía no los deja ver lejos. Tengo a otras mafias detrás de Alena y me darán mucho dinero por ella. Esta casa abandonada tiene dos plantas, la primera es en donde está la cocina y mis aliados y en la segunda hay dos habitaciones, en una duermo yo y en la otra están mis juguetes nuevos.

No creí que me ayudarían la primera vez que me encontraron, pero me di cuenta de que a ellos no les importaba nada más que el dinero. Son los mejores mercenarios y estaban sin empleo por culpa de las leyes ridículas que debían cumplir. Al principio desconfié de ellos, pero al ver cómo nos ayudaron a trasladar a esas dos, pude darles un pequeño voto de confianza.

—Iremos a ver a las invitadas y quiero que tengas tus ojos bien abiertos ante cualquier reacción de ellos —lo miro con frialdad, él se va de la sala y me levanto de la silla para ir a la habitación.

—No seas tan confiada, Camelia —me aconseja, me empiezo a reír porque se nota que no sabe que tan poderosa soy—. No digas que no te lo advertí.

—Tengo más control en ellos que cualquier persona —lo tomo por el brazo y lo hago verme—. Los conozco mejor que nadie en este mundo.

—El mundo es muy grande y ellos son asesinos de la Cosa Nostra. Saben cómo camuflarse y hacerte confiar ciegamente —se suelta de mi agarre—, pero diga lo que diga, confías más en ellos, que al saber lo que ibas a hacer, decidieron apoyarte.

—Las odian...

—Por supuesto que sí.

Idiota, más adelante me darás la razón.

[...]

Estaba esperando a que ellos llegaran a la habitación para darles la mejor bienvenida del mundo. Quería ver si sufren o qué harían al verlas nuevamente. Sabía que ellos eran asesinos y que probablemente me engañaran, pero eso terminaría en este momento.

—Aarón, adelante —lo animo a que se acerque a ellas—. Puedes quitarle el pañuelo de los ojos a esas dos, al igual que las cintas adhesivas de sus bocas.

Dentro de la casa tenemos a los mejores sicarios de toda Grecia, no pude sacarlas de Alemania, pero sí pude esconderlas perfectamente. Mis aliados cargan sus armas, menos los dos mercenarios con cara seria, que miraban expectante cualquier movimiento. Con mucha emoción me coloco en medio de ambas chicas y descubro sus caras.

Quería hacerme cargo, pero esta vez observaría. Aarón hace lo que le ordeno, pero no pasa absolutamente nada. Espero ver alguna emoción de ellos, pero nada sucede. No hay asombro, no veo tensión en su cuerpo y mucho menos logro ver una pizca de sentimiento o movimiento involuntario hacia cualquiera que estuviera en esta habitación.

—¿En serio esa será la reacción que tendrán por verlas a ellas así? —pregunto sorprendida—. ¿No harán una rebelión por secuestrar a sus amadas? 

La mirada de los dos por un momento me hacen poner la piel de gallina, pero simplemente no hacen nada.

—No comprendo, Camelia. ¿Exactamente qué reacción querías tener o qué querías que hiciéramos? —pregunta Kyle, con una voz muy calmada.

Miro a Alena y a Hilary que estaban desmayadas por la droga que les habían puesto. No se convertirían en adictas... pero sinceramente, esperaba que sí.

—Pensé que su amor por ellas los haría perder la razón. No sé Bastian, pero tengo entendido que eras novio de la princesita de Alemania —respondo triste.

Pero estoy feliz de que ellos estén de mi lado. Miro a Aarón para que se dé cuenta de mi increíble poder.

—Ya... —Bastian me ve seriamente antes de volver a hablar—. El hecho de que no seamos personas expresivas, no quiere decir que no tengamos emociones. No todos sentimos igual, Camelia. Siempre te lo dije, pero por lo visto, nunca me prestaste atención.

—¿Quieres tener a la Cosa Nostra en minutos tocando la puerta? Te lo dijimos antes de aceptar este trabajo. No teníamos dinero y fuimos echados de Europa. Estamos violando la ley al estar contigo, pero sigues sin confiar en nosotros —interviene Kyle.

—No te olvides de que un día fuimos parte de la mafia italiana y las emociones no están permitidas a la hora de cobrar venganza. Si tú quieres que mostremos algo, lamentablemente te equivocaste de aliados. En mi diccionario no está la palabra temor, dolor o amor —hace énfasis en la última palabra—. ¿Entendiste, Camelia?

—No era necesario hablar sobre la palabra amor —miro a Bastian con fastidio—. Deja de ser tan adicto al trabajo.

—Esto es lo que hay —dice tajante.

No confió en ellos en total, pero algo me dice que están más de mi lado que cualquier cosa. Los vigilaré mucho mejor.

[...]

A la hora de la cena ellas ya estaban muy despiertas. Le di la orden a Aarón de que fuera a alimentarlas, pero no podía dejar de ir. Quiero humillar a mi adorable princesa, que está viendo hacia el suelo sin querer comer. Había dejado a cargo a Aarón, pero siento que en cualquier momento hará una locura, así que lo mandé a vigilar por mis dos mercenarios favoritos.

—¿Entonces estás decidida a pasar hambre? —le pregunta Aarón a Alena—. Aquí no valen los títulos. O comes o te deshidratas por malcriada.

Le levanta la cara, jalando su cabello para que lo vea, sin tener cuidado en uno de esos jalones, ella abre un poco la boca y él aprovecha de meterle una cucharada de frijoles. 

Le escupe la comida en el pecho.

—No me da la gana de comer. No me importa la manera en que lo intentes. El resultado será el mismo —termina por escupir su cara, Aarón suelta la cuchara y le da una sonora bofetada, que le parte la boca.

—Chicos, es hora de salir —les ordeno a mis mercenarios, es hora de que me haga cargo de esa idiota—. Voy a alimentar a Alena... —me empiezo a reír—. ¿Viste? Dije tu nombre aunque no estaba autorizada de hacerlo, imbécil.

Bastian la ve a ella primero de manera fría y la mirada asesina que me da, me hace revolver el estómago. 

Tenía tiempo que él no me miraba así. Siempre lo hacía cuando era más joven y le hacía bromas. El mismo efecto en mi estómago regresó... Bastian me está volviendo a amar.

—¡Eres una m*****a zorra! —la golpeo, cuando Kyle se va de la habitación, cerrando la puerta, camino hacia la cuchara en el suelo, la tomo y regreso a Alena—. Tú aquí no tienes poder, solo yo. No te hagas valiente ni te creas princesa, porque si tú no comes, la perra de tu amiga se verá mal.

—Te dije en el palacio que me mataras. Eres una inútil que no sabe nada —me escupe, pero la saliva cae en mi pecho.

Asquerosa...

Suelto la cuchara y pongo mis manos en su cuello haciéndola perder el aire. La obligo a verme, sonrío al ver su hermoso rostro perdiendo el color y su cara llena de sangre.

—Hacerte callar nunca había sido tan emocionante —la suelto y le doy una bofetada nuevamente, la puerta es abierta, haciendo un estruendo.

Miro a los dos mercenarios entrar a la habitación.

—¿Dónde se supone que vamos a dormir nosotros? —me mira sin expresión, Bastian—. Veo que estás teniendo complicaciones para alimentar a la princesa.

—Ella no quiere colaborar —agrego.

—También se ve que las estás lastimando mucho —Kyle me ve de la misma manera que Bastian—. ¿Si te digo que cuides tus manos pasaremos de sospechosos?

Trago grueso y señalo a Aarón para que las termine de alimentar.

—Probablemente...

—No deberías pensar así de nosotros —frunzo el ceño—. Deberías confiar más en nosotros que en cualquier otra persona —iba a responder, pero me interrumpe—. Solo no queremos que te lastimes mientras estás alimentando a otras personas. Se escuchó muy fuerte el golpe y decidí intervenir para que te pusieras hielo en la mano.

La respuesta de Bastian preocupado por mí, me hizo sonreír.

Lo sabía, él todavía me ama.

Salgo de la habitación con una sonrisa de oreja a oreja. Este no será nuestro final. Sabía que ella no nos iba a separar y hoy me lo demostró.

El poder que tengo yo, no se compara con esa idiota.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo