Todo se derrumba siempre…
Princesa Alena.
Es la primera vez que voy a hablar de esto porque esto siempre me ha estado comiendo la vida sin importar los años que pasen. Mi mayor miedo era enamorarme y que me traicionaran. Por esa razón le había propuesto a Bastian algo egoísta… ser amigos con derecho a todo, pero sin mezclar sentimientos.
Mi primera vez haciendo eso y fue con él.
Sí, no he sido la mejor persona del mundo para él. He sido hiriente, no he sido honesta con muchas cosas, pero he tenido mis razones para todo mi actuar. Nunca tuve problemas con mi familia, siempre han sido protectores y buenos conmigo. Me dieron todo, me dieron la mejor educación, hice los talleres que siempre quise y aunque tuve mis clases de protocolos en donde terminaba agotada mentalmente por todas las cosas que había por aprender, las disfrutaba.
Era la consentida de mi padre, era la pequeña luz de sus ojos, era todo su universo y su pequeña preferida. Egan era su campeón, su pequeño torbellino, su orgullo al ser su primogénito, un jovencito respetuoso y amable.
Éramos su campeón y su princesa.
Mi madre era igual, éramos todo para ella. Éramos sus pequeños consentidos y su vida entera. Éramos su mundo y las personas más importantes para los dos. Mamá enfermó con depresión aguda después de leer una noticia en donde hablaban de sus problemas alimenticios. Mamá tenía mucha presión al convertirse en reina y aunque daba lo mejor de ella para salir de ese hoyo, nunca pudo. Mi madre no tenía complejos con su cuerpo hasta que un estilista le dijo que el vestido no se ajustaba a su talla grande. Mi madre no era gorda, mi madre hacía deporte y era una mujer musculosa.
Desde ese día, mamá empezó a perder peso con rapidez, llegó la depresión y una noche en su habitación, aprovechando que papá no estaba, ella se quitó la vida. Egan la encontró desmayada y cuando llegó el médico de la familia, ya no tenía ni un rastro de vida.
Mi padre esa noche había estado con su primera amante. Egan lo había descubierto seis meses antes de la muerte de mamá. La primera amante de mi padre era mi profesora de música. Ella tenía un año dándome clase de piano y de un día para otro, todo pasó a estar bajo la supervisión de mi padre. Egan se enlistó después de eso y me enteré de sus razones cuando descubrí la segunda amante de mi padre. Ella era una mujer con la que había estudiado y retomó el contacto por un acto de caridad. La relación con sus amantes terminaba cuando eran descubiertas y desaparecían de su vida como concubinas, pero las mantenía como amigas.
La tercera la descubrí cuando enfermó, él cayó repentinamente por una enfermedad y aunque siempre estuve con él, dándole apoyo porque por alguna razón creía que había cambiado. Hasta que la realidad me volvió a golpear. Le descubrí la tercera amante a mi padre, lo enfrenté por segunda vez en mi vida y le dije todo lo que sentía. Mi madre fue una mujer dedicada y abnegada. Daba la vida por nosotros, solo tuvo una depresión que me la arrebató. Tal vez no era la mejor madre, pero era la mía y la amaba.
Lo recriminé, lo señalé, le dije sus verdades y solo me echó del palacio. Mi prima, la princesa de Holanda, había salido del palacio de sus abuelos por la situación con su compromiso. Mi padre me echó con la excusa de que era para que cuidara a Hilary, pero no. Solo me sacó de su vida de raíz para que no viera lo que hacía.
Tal vez culpa… no lo sé. Pero no era niña cuando fui descubriendo sus amantes. Era ya una mujer que razonaba y fue creciendo con la herida de la destrucción de su familia. Mi padre sin respetar la memoria de mi madre y el día de su muerte, él llegó la tarde del día siguiente porque según él, estaba en España, pero nunca hubo tal viaje.
Egan lo odia y sí, tal vez yo también lo hago.
Si fuera mejor persona no tendría miedo a enamorarme y salir herida. Si fuera una mejor persona, no estaría en esta situación con Bastian y le hubiese dado todo mi amor, desde el momento que nos conocimos.
Mi miedo siempre me gana y termino haciendo cosas sin sentido.
Veo como Gustavo es detenido por Kyle, cosa que agradecí porque en estos momentos, no estoy para aguantar sus estupideces y quejas absurdas por Bastian. Sinceramente no me sorprende lo que dice, ya que él es un guardaespaldas… una persona que vive por su trabajo más que por cualquier cosa.
—Su alteza, ¿se encuentra bien? —la voz del susodicho, me calma—. Vi que venía para acá y quise saber si estaba bien.
Me encontraba sentada en una banca viendo hacia el frente del orfanato. Era el jardín más hermoso que mis ojos pudieron ver. Estaba cuidado por los pequeños de este lugar y eso hizo que mi corazón se apretara de amor.
Deseaba que todos ellos encontraran a un padre adecuado.
—Deseo desde lo más profundo de mi corazón que cada pequeño de este orfanato, encuentre una familia que los ame y no vuelvan a sufrir más —admito, viendo a la nada.
—También deseo lo mismo —lo veo de reojos, como se para a mi lado—. He conocido a una pequeña de seis añitos, que robó mi corazón… por un momento me recordó a mi hermana menor.
Giro mi cabeza para verlo, estaba con ojeras, rostro cansado, serio, traje perfecto… inmutable como siempre.
—No sabía que tenías más hermanas.
—No. Una. Murió —respondió con rapidez, dejándome sin palabras.
—Lo siento —me disculpo con vergüenza.
—No tiene por qué hacerlo. Igualmente nunca se lo mencioné —me mira—. Nosotros no nos conocemos lo suficiente para compartir nuestra vida privada.
—Lo sé —admito—. Separamos lo profesional con lo personal.
—No. Esa eres tú que no me dejas entrar a tu vida —me tutea, dejando de verme—, pero no voy a luchar contra tus deseos. Siempre respetaré tus decisiones.
Siempre eres un caballero… no importa si te duele.
—Lo siento —es lo único que puedo decir.
—No se disculpe, princesa. Algo que me enseñó la vida es que no podemos obligar a las personas a que nos amen —vuelve a tratarme con respeto—. Me disculpo más bien por venir a interrumpir su paz.
Hace un pequeño asentimiento de cabeza y se empieza a alejar.
—No te vayas, por favor —pido, en un susurro que sé que puede oír—. No estoy bien en estos momentos…
Se detiene y regresa al lugar donde estaba parado segundos atrás.
—¿Qué le sucede? —noto un poco de preocupación en su voz.
—Ver a mi padre siempre me pone así —sonrío con tristeza—. Él sabe lo mucho que me afecta y no le importa. Cuando éramos pequeños era más dócil. Nunca les di razones para quejarse de mí, más bien siempre fui una jovencita obediente. Pero mi padre sabe sacar la peor versión de mí, cuando quiere imponer su ley.
—Tal vez deba dejarle hacerle saber cómo se siente —apoyo mi espalda en el banco, negando con la cabeza—. Es mejor ser honesto, su alteza.
Lo miro con un nudo en la garganta.
Soy tan idiota.
—Él sabe cómo minimizar mis sentimientos. Para él siempre debo ser fuerte sin importar la situación. Tengo un carácter de los mil demonios, pero para él debo estar tranquila y entenderlo todo. Cuando no se hace lo que él quiere, ahí descubres a tu mayor enemigo. No me vuelve a dirigir la palabra, se aísla y me hace sentir culpable de haber abierto mi boca —admito, por primera vez en mi vida se lo digo a alguien—. Mi corazón duele al ver que después de ser su pequeña, ahora soy quien se enfrenta a él y me hace sentir sola.
—No es culpable de nada, princesa —me mira preocupado—. Somos personas que crecen y tenemos criterios diferentes. No siempre podemos estar de acuerdo en todo y es normal una discusión familiar.
—Mi padre es emocionalmente inestable y juega con tu mente con su psicología inversa —trago el nudo de mi garganta—. Me echó del palacio con una excusa tonta por descubrir a su tercera amante —me empiezo a reír—. Mezcló varios problemas y terminé aquí con ustedes, viviendo una vida muy diferente.
—No me quejaré por eso porque pude conocer personas agradables —sonríe amable.
—Egan y yo jamás perdonaremos que no respetara la memoria de mamá —nos miramos fijamente—. Por culpa de él tengo miedo de muchas cosas, pero ni modo. Ya todo está escrito y no se puede cambiar.
—Mientras estemos vivos, todo tiene solución —lo veo suspirar—. Si dejamos de respirar y nos vamos de este mundo, es cuando sabremos que no se puede cambiar nada.
—Estás aquí…
—Es temporal. Ya no seré guardaespaldas de Gustavo —me confiesa—. Tengo una nueva jefa.
—¿Quién es? —pregunto curiosa.
—Alessandra De Santis —responde.
—Ah… la persona que organizó la donación de ropas y obsequios el día de hoy —asiente—. Es una linda persona y es muy fácil poder hablar con ella. Siempre parece querer ser mi amiga y aunque me hace sentir extraña, se ha ganado mi confianza con rapidez.
—Sí, la señorita De Santis es así —presiona sus labios—. ¿Se encuentra bien ahora?
—Sí, gracias por quedarte —me levanto del banco y camino para quedar frente a él—. Tal vez solo no fue nuestro momento, Bastian.
—No —dice tajante—. El miedo es lo que no te deja aceptarme y esa es la diferencia, Alena.
Dicho eso, se va y me deja ahí parada oliendo su perfume.
Lo amaba, pero hay tantas cosas que nos van a separar al final, que tengo miedo de intentarlo todo.
Odio a Camelia y sus amenazas y también odio a mi padre y mi temor a ser traicionada y vivir un amor sincero.
Y me odio por ser la mujer más tonta del mundo.
Todos vemos las cosas de acuerdo a como nos convenga…Bastian.Pude sentir por primera vez el temor de Alena al hablar de su padre. La vi triste al recordar a su madre y lo que le hizo sentir el rey, al tener amantes. Por un microsegundo pude entender a Alena y sus maneras de quererme. Sus extrañas maneras de quererme.Fui criado por mis abuelos, con las enseñanzas y valores antiguos. No diré que soy la mejor persona del mundo porque honestamente me siento basura la mayor parte del tiempo. Soy respetuoso y sí, quiero tener un amor para toda la vida. Quiero amar a la misma persona para siempre y quiero estar con ella hasta el último momento de mis días. Mi mente eligió a Alena desde que mis ojos la vieron y mi cerebro, hasta hace semanas, se rehusaba rotundamente a admitirlo. Hoy puedo decir libremente que la amo sin obstáculos, pero también me voy a dar mi puesto y no mendingaré amor por más enamorado que me encuentre de ella. La había visto de lejos y sé qué estaba buscando privac
Bastian.Cumpleaños de Kyle.Después de la conversación que tuvimos con Egan, el príncipe de Grecia, no hubo más adelanto o cualquier información extra sobre lo que nos propuso. No podía imaginar que podría ser Conde o estar tan cerca de Alena. Ni en el sueño más loco, lo hubiese creído.Nadie más que yo, sabe lo mucho que he sufrido por ella. He aguantado tanto y sí, soy un adicto al trabajo, pero cuando se trata de esa pelirroja, que parece una muñeca de porcelana, la vida me da tres bofetadas y me deja fuera de juego.Amo a Alena desde lo más profundo de mi alma. Ella me gusta de todas las formas que existen y las que no también. Tenerla tan cerca de mí, pero solo poder mirarla de lejos, me produce sentimientos que no logro descifrar.Estábamos en casa de Hilary, por el cumpleaños de Kyle. Ella había decidido darle una fiesta sorpresa a su novio por la simple razón de que lo amaba. Kyle y yo no somos de celebrar cumpleaños. No celebramos un día menos vida, pero la ilusión que tien
Tenía miedo de lastimarla, de dañarla y tocarla con mis manos llenas de sangre. No me sentía digno de ella, pero mis sentimientos eran sinceros. Con ella quería todo, pero a la vez me asustaba qué reacción podría tener cuando me viera. La amaba profundamente, la amaba tanto que me dolía creer que en cualquier momento esto podría cambiar para peor. —Bastian… —susurraba entre besos.Ella era tan pequeña que cabía a la perfección entre mis brazos, era como ver a una mujer frágil que necesita ser amada y protegida las veces que sean necesarias.—Alena… por favor… —el corazón me latía con rapidez, sentía que en cualquier momento podría darme un paro cardíaco en cualquier momento.—Estoy asustada —admite nerviosa, dejo de besarla para verle la cara—. Yo quiero que sea especial…—Estar juntos siempre es especial para nosotros, bonita —beso su nariz—. Es difícil hacerlo para nosotros, por eso es especial para mí cada vez que logramos algo íntimo sin pelear.Sus ojos brillaban y con una sonr
Se pierden todo tipo de esperanzas con ella.Tres días después…Bastian.No sabía qué tipo de emoción o sentimiento tenía en estos momentos. Me sentía mal, vacío, sin ganas de comer o dormir. Según Alessandra, tenía depresión, pero yo me sentía demasiado enfermo para estar deprimido. No podía entender cómo había aceptado tanto y a la vez no recibir nada a cambio. He puesto en peligro tantas veces mi trabajo. ¡Me he arriesgado tanto, pero no tengo nada!Joder… no tengo absolutamente nada.—No voy a preguntar si estás bien, porque tu aura me lo dice todo —la voz de Alessandra, me hace volver a la realidad.—Estoy deprimido —digo, comiendo un trozo de chocolate—. Tengo bajo el azúcar y necesito reponer lo que me hace falta.—¿Sustituyes la ausencia de una persona por dulce? —me mira intrigada—. Entonces no van a arreglar las cosas.—No hay nada que arreglar, Ale —admito, mientras vamos caminando por el supermercado—. Ella está cerrada en decirme lo que pasa y yo estoy cansado de insist
Santorini-Grecia.Hace algunos años atrás...La masacre más grande de Bastian.Fabrizio.Ada tenía muchas horas de haberse ido. No le dije nada acerca de la posición actual en la organización, pero no creo que haya sido necesario. Ada es lo suficientemente inteligente para darse cuenta de lo que pasaba.Enterarme del fulano plan que tuvo para apartarse de mí por miedo a que saliera lastimado, me pareció el acto más adorable que pudo tener hacia mí. Claro que me lastimó por creerme débil, pero el hecho de que todo fuera una mentira, digamos que me hizo un borrón en todo mi ser.Uno enamorado perdona mil cosas. No importa si es bueno o malo. El amor nos ciega y sinceramente no sé qué tan cegado estoy por mi mujer.Ahora pensando seriamente una cosa... ¿Ella me tendrá miedo?Intenté hacerle una autopsia mientras estaba vivo al informante de Jantine, cuando me desafió, pero murió antes de yo poder terminarla. Además, Alessandro y yo fuimos interrumpidos en el proceso porque llegaron los j
Bastian era importante para nosotros...Fabrizio.Eran las cinco de la tarde y ni un rastro de vida de alguno de ellos. Cada minuto que pasaba era una perdición para mí. Les envié un mensaje a mis hombres para que intervinieran, pero no sé qué ha sucedido. Al parecer la cobertura está siendo cortada en el interior del almacén.—Dame la dirección de en donde se encuentra Ada y Cristal —miro con frialdad al mayor, mientras lo tomo por el cuello de la camisa—. ¡Perdí la paciencia y tú eres un inútil! ¡Dame la jodida dirección que voy a ir por ellas!—¡Fabrizio, cálmate! —me intenta alejar Bastian—. Ellas están haciendo su trabajo. Espera un poco y confía por primera vez en lo que ellas están entrenadas a hacer.—Bastian, si fuera tú hermana la que estuviera en ese lugar, ¿qué harías tú? —suelto al mayor—. ¿Esperarías tranquilo a que ella regresara? —me enfrento esta vez a Bastian.—Iría por ella sin pensarlo. Pero debes tener en cuenta que ellas están preparadas para este trabajo y mi he
Todo pasaba muy rápido y poco podíamos entender. El momento de la masacre. Bastian. Cuando se trata de ayudar a Fabrizio me ciego completamente con tal de ver a mi gente bien. No puedo evitar las ganas de protegerlos y querer matar a todo aquel que la lastimó. ¿Quién quiere ser visto por la persona que amas como un asesino? Nadie, pero a pesar de todo, la persona con la que yo quería vivir, no está. No merecía tener una hermana tan buena. Aunque ella lo negara, era la niña más buena de este universo, su bondad era enorme y su amor por mí era incalculable. Tal vez un poco más de tiempo para estar con ella hubiera sido lo mejor, pero nadie me preparó para acostumbrarme a vivir sin ella, más bien, era yo quien me iba periodos de tiempo muy grande, para que el día en que yo no estuviera, mi ausencia no le causara tanto dolor. Fui el primero en llegar al lugar que me dijo Fabrizio, Kyle de último para evitar que cualquiera pudiera venir a hacerles daño. Gritos y disparos se seguían es
En la actualidad...Bastian.La mirada de Alena me estaba matando, sé qué tal vez no fue la mejor de hacerle ver quien era yo, pero Fabrizio no es de las personas que te dan tiempo de pensar las cosas. En su mundo las cosas se hacen como él dice y ya. Sinceramente no me importaba porque yo solo quería que Alena me dijera que es lo que la tiene alejada de mí.Ella simplemente podía confiar en mí y no quería.Me dolía que no lo hiciera.No sabía qué estaba por ocurrir, hasta que la puerta de la casa de Alessandra es abierta, por el príncipe Egan y su gente.Mierda, no lo pudo hacer de esa manera.Fabrizio me da una sonrisa sádica, que me hizo entender el castigo que me estaba por hacer. No está cabreado conmigo, pero quiere vengarse por intentar morir, mientras salvaba a Ada.—¿Entonces las cosas eran así? —se acerca con sigilo mientras nos ve con odio a Kyle y a mí—. ¿Disfrutaron jugar con mi hermana? —ve a Alena y le da un beso en la mejilla—. ¿Para qué le están haciendo esto a ella?