Capítulo 24

Bastian era importante para nosotros...

Fabrizio.

Eran las cinco de la tarde y ni un rastro de vida de alguno de ellos. Cada minuto que pasaba era una perdición para mí. Les envié un mensaje a mis hombres para que intervinieran, pero no sé qué ha sucedido. Al parecer la cobertura está siendo cortada en el interior del almacén.

—Dame la dirección de en donde se encuentra Ada y Cristal —miro con frialdad al mayor, mientras lo tomo por el cuello de la camisa—. ¡Perdí la paciencia y tú eres un inútil! ¡Dame la jodida dirección que voy a ir por ellas!

—¡Fabrizio, cálmate! —me intenta alejar Bastian—. Ellas están haciendo su trabajo. Espera un poco y confía por primera vez en lo que ellas están entrenadas a hacer.

—Bastian, si fuera tú hermana la que estuviera en ese lugar, ¿qué harías tú? —suelto al mayor—. ¿Esperarías tranquilo a que ella regresara? —me enfrento esta vez a Bastian.

—Iría por ella sin pensarlo. Pero debes tener en cuenta que ellas están preparadas para este trabajo y mi hermana está muerta —se aleja.

Joder, metí la pata con él.

[…]

La pantalla vuelve a tener una imagen muy clara de lo que estaba sucediendo. Esta vez están en un lugar vacío, por no decir abandonado. Era amplio, sin ventanas con bastante luz para estar tan desolado. Vuelvo a recuperar mi calma cuando Ada aparece en la pantalla.

Espera... ¿Por qué puedo ver su rostro de esa manera?

—La misión ha sido cumplida. Las sargentos fueron capturadas como queríamos, mayor. La Cosa Nostra perdió esta vez —la voz átona de Ada me hace tensarme.

¿Qué está pasando?

—¿Qué sucede, sargento? ¿Por qué hablas del secuestro de sargentos? No es seguro para ti quedarte sola en ese lugar —reacciona el mayor preocupado.

Silencio.

—Lo siento, mayor. Nuestras admirables Ada y Cristal no se reunirán con su amado equipo —esa voz...

Hija de puta seas miles de veces.

—Jantine, déjalas ir. Ellas no tienen nada que ver con nosotros. Eras mi mujer. ¿Por qué cambiaste de parecer? —replica Alessandro.

Esto es culpa del hombre que las mandó para allá.

—Tu posición en la Cosa Nostra y enamorarte de esa prostituta—dice, cada palabra con lentitud.

—Nada ha cambiado, Jantine —le respondía con cariño.

Sé qué la quiere, pero Alessandro va a matarla igual porque entre la vida de su amada y la de él, yo haría su muerte dolorosa por haberla elegido a ella.

Aleja la cámara del rostro de Ada mientras se ríe a carcajadas. Habla con un hombre que sigue grabando después que le entrega la cámara. Mis manos se hacen puño cuando veo a mi Ada, a mi pequeña esposa, sin nada de la protección, con sus manos estiradas por encima de su cabeza y atada con una cadena dejándola en cuclillas. A su lado se encontraba Cristal de la misma manera, pero más golpeada.

—Dime como poder matar a Fabrizio y no haré que tu padre venga por ti como lo hizo con la miserable de tu hermana —le propone Jantine.

Silencio...

El silencio era la única respuesta que daban.

—Me estás haciendo perder la paciencia. ¡Dame la información de Fabrizio o Alessandro, bastarda! —le grita.

El hombre que tenía la cámara se coloca más cerca para que se pueda ver mejor lo que le van a hacer a las dos.

—Sargento Ada Schulz. O positivo. Edad 27 años. Hermana de la detective Schulz —añade en italiano con voz débil.

Jantine, al ver que ella empieza a hablar incoherencias, la abofetea haciéndola moverse de su lugar. Presiono mi mandíbula con fuerza y hago mis manos puño.

—¡Ordénale a Ada que le diga todo lo que sabe de la organización! —golpeo el escritorio frente a mí—. ¡Dile que hable y nos mande a la m****a!

—Fabrizio, ¿acaso te volviste loco? Ella igualmente moriría. Hablar no la salvará y nos pondrá en peligro a todos —interviene Bastian, me volteo a verlo con odio.

—¿Y tú crees que a mí me importa la puta vida de alguien más? ¡Van a matar a mi mujer! —lo empujo con fuerza.

Entran varios policías al escuchar lo que sucedía aquí, pero el mayor les ordena que se vayan.

—Están entrenados para no decir nada. Soy su jefe policía y aunque les ordene que hablen, su lealtad a su país, no las hará abrir la boca —fue lo único que logro decir antes de darme la espalda.

Le escribo un mensaje a Alessandro informándole lo que estaba sucediendo. Él salió minutos antes para ver cómo se encontraba su hermana. Suspiro y paso mis manos por mi cabello con desespero. En lo que me envién la dirección me voy de aquí y mato a todo aquel que haya tocado a mi mujer.

— Sargento Ada Schulz. O positivo. Edad 27 años. Hermana de la detective Schulz —repite con voz quebrada, sus ojos inexpresivos miran la lente de la cámara.

Veo a Piero tomar una cubeta llena de agua y se la echa encima. Los gritos desgarradores de Ada me parten el corazón.

Maldito desgraciado, te voy a matar.

Lo juro por mi vida que lo haré.

—¿Vas a decirme todo lo que quiero saber de la organización? ¡Quiero ser el Capo de esa m*****a Cosa Nostra! —espeta con furia Patricio.

Saliste, cobarde.

— Sargento Ada Schulz. O positivo. Edad 27 años. Hermana de la detective Schulz —repetía nuevamente, con voz trémula, negando con la cabeza.

Jantine que tenía la cámara, se reía como si estuviera viendo una comedia. Ada es nuevamente golpeada y bañada en agua con hielo. Sus gritos eran desgarradores y para mí, todo pasaba muy lento, demasiado diría yo.

Un nudo se forma en mi garganta y empiezo a respirar aceleradamente.

—No la lastimes más… Nosotras solo sabemos lo mismo que Agatha y Lorenzo —alega Cristal, con voz débil.

—Dejé en libertad a tu hermano y a los imbéciles de sus compañeros porque la cabeza de ustedes vale más que la de ellos. Dame tú la información, Cristal. Dámela para destruir a la organización y acabar este bendito juego —propone con impaciencia Ramey.

—Hice un juramento ante mi bandera, ante mi país y frente a los ciudadanos que transitan en él. Prometí protegerlos con mi vida, y si en algún momento llego a fallar, que mi familia me recuerde con amor, y que sepan que jamás me rendí ni me doblegué ante cualquier miserable traidor —empezó a recitar con voz quebrada y cabeza baja.

El capitán Ramey le sujetó la cabeza y Jantine, tomó un palo del suelo y comenzó a golpear a Cristal con fuerza. A pesar de que la golpeaba con empeño, en ningún momento ella se quejó o grito. La cubeta de agua fue echada en su cuerpo, la diferencia es que de ella caían cubos de hielo.

—¡Ah, las odio! ¡Las odio a morir! —vi exasperarse a Jantine.

 Piero le entrega dos jeringas a Patricio, que las agarra y se las inyecta a las dos. Ramey se reía con emoción al verlas inconscientes. Piero, Jantine y Patricio seguían con las torturas.

Bañan a Ada con una cubeta de agua caliente, haciéndola gritar nuevamente. Su voz era ronca y cada vez más apagada. A Cristal la seguían golpeando.

Ambas se veían sin fuerza y frágiles.

Mi mundo empieza a romperse en pedazos cuando Ada es golpeada con un palo por su cuerpo. Di varios pasos hacia atrás y me tuve que agarrar de Bastian cuando le hacían cortes en su frágil piel.

Ella no gritaba…

No lloraba...

Ada simplemente no hacía nada.

Recibo el mensaje de Alessandro diciéndome la dirección de donde ellos se encontraban. No estaban en el mismo lugar que antes. Nadie quería dejar el lugar, pero mis hombres los obligaron a salir, ya que sería destruido cuando yo llegara allá.

La vida te da muchas vueltas, y creo que ya les di muchas oportunidades a ellos. La vida les dará un reinicio de todo…

—Los voy a destruir a todos… a todos… —veo una vez más a mi hermosa esposa, trago grueso y empiezo a caminar hacia la salida.

—¿A dónde vas? Deja que termine de encargarme de esto —me detiene el mayor.

Suelto una sonora carcajada.

—La misión para Ada terminó. Ella claramente lo dijo —digo entre dientes—. Ella es mi asunto y está en una situación que yo considero peligrosa. Mi esposa está a punto de morir y es la mujer del Capo di tutti capi de la Cosa Nostra —abre los ojos con sorpresa—. Esperé a la ley para hacerlo a su modo, pero resultó una reverenda m****a.

—Cristal... ella —intenta hablar, pero lo interrumpo.

—Ella es la mujer de Alessandro y también está en peligro —lo miro inexpresivo—. No voy a dejar que ellas mueran esperando sus leyes. Esa gente que está siendo torturada es mi asunto, y mis asuntos, los resuelvo yo.

—Entonces mátalos a todos y regrésame a mis chicas con vida. Venga a mi amada Agatha, por favor. Dale paz a su alma con Ada —me pide preocupado.

—A mí nadie me da órdenes, pero todos ellos tendrán un hermoso final feliz —respondo y salgo de ahí.

Llego al estacionamiento y veo que Andrey y Alessandro, se encontraban en el auto esperando por mí. Antes de subirme, Bastian me detiene por unos segundos.

—Sé qué siempre te detengo en todo lo que haces y si quieres que admita mis culpas ante la ley por ti, Fabrizio, tienes mi palabra de que lo haré —sonrío a lo que me dice.

—Traeré a Ada de regreso y tú me ayudarás a mantener la organización estable como siempre. Haremos valer mi ley y sabes que yo no mato a menos que sea necesario, pero hoy no puedo más —vuelvo a sonreír y me monto en la parte trasera del auto.

—¿Todo bien, hermano? —pregunta Alessandro.

—Pensé que te quedarías para recibir a Cristal —me coloco el cinturón de seguridad, Andrey arranca el auto después de que Bastian le mostrara la dirección.

—Somos famiglia y nunca te he dejado solo. Además, Cristal tiene una cuenta pendiente por haberse ido con Jantine queriendo escapar de mí, pensando que elegiría a esa traidora —responde con simpleza.

—Vamos por nuestras mujeres, amigo mío —le digo, posando mi vista hacia la ventanilla del auto.

Ada, como te lo prometí, iré por ti.

Bella, por favor, solo espera un poco más por mí.

Juro que te traeré a casa a salvo y a ellos los mataré sin pensarlo.

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